Europa promete no repetir abusos coloniales en la carrera geopolítica por las materias primas críticas

Minas de litio en Atacama (Chile).

Eurydice Bersi, Maxence Peigné, Maria Maggiore (IE)

"Es muy importante que África no sea vista como una reserva de materias primas que sigue siendo explotada por los occidentales para crear valor añadido en otros lugares". La advertencia procede de Celine Tshizena Pegasus, abogada congoleña y miembro de Afrewatch, un organismo de vigilancia de los recursos naturales. En julio, Afrewatch y decenas de ONG internacionales enviaron una carta abierta a la Comisión Europea en la que criticaban su estrategia de abastecerse de materias primas críticas en el Sur Global. En Europa apenas se extraen minerales como el cobalto, el litio, el níquel y las tierras raras, y mucho menos en las cantidades necesarias para la transición ecológica. Sin embargo, son cruciales para la producción de electrónica, vehículos eléctricos y energías renovables. Su extracción puede tener consecuencias devastadoras para el medio ambiente, las tierras indígenas y los derechos humanos.

"Nosotros, en los países ricos en recursos, ya estamos experimentando el doble impacto de la crisis climática", rezaba la carta. "Por un lado, por los efectos del propio cambio climático y, por otro, por el aumento de las infraestructuras mineras y de tecnologías renovables derivadas de los planes de descarbonización de los países ricos".

Este reportaje, que se centra en la batalla geopolítica en torno a la nueva minería, forma parte de una amplia investigación sobre las materias primas críticas realizada durante los últimos meses por Investigate Europe y que infoLibre publica en exclusiva en España [puedes consultar aquí todas las informaciones que vayamos publicando].

Deforestación y trabajo infantil

La República Democrática del Congo, donde vive Pegasus, produce más del 60% del cobalto del mundo. Extraer el metal de la tierra es esencial para fabricar baterías de coche y ordenadores. Pero la extracción de cobalto se apoya en la deforestación y el trabajo infantil, al tiempo que suele llenar los bolsillos de los grupos armados de un país sumido en el conflicto.

La UE acaba de firmar un acuerdo con el Gobierno congoleño para disfrutar de un mejor acceso a sus recursos naturales. Pegasus teme que los intereses locales queden en un segundo plano: "La sociedad civil no está informada ni ha sido consultada", denuncia.

Preocupaciones similares se manifiestan en América Latina, donde Bruselas también tiene en el punto de mira las riquezas minerales. "Los acuerdos se firman sin ningún tipo de transparencia ni debate público, y los derechos humanos y medioambientales casi nunca están en el centro de la negociación", afirma Pia Marchegiani, de Farn, una ONG argentina de desarrollo sostenible. "América Latina necesita otro tipo de cooperación, que no reproduzca los elementos coloniales del pasado".

En un reciente viaje a Chile, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, prometió una ruptura con el pasado y un enfoque diferente, "beneficioso para todos". "Pensamos de otra manera", dijo la dirigente comunitaria, quien contrapuso dos modos de actuación: "Otros cogen los minerales una vez extraídos y los llevan a sus países para procesarlos, y así el valor añadido se crea allí. Nosotros creemos que es mucho mejor para las comunidades locales que no sólo se realice aquí la minería y la extracción, de forma respetuosa con el medio ambiente, sino también el proceso de transformación y toda la cadena de valor".

La ofensiva amable de Von der Leyen forma parte de los esfuerzos de la UE por disminuir la dependencia de China, una estrategia descrita educadamente como "derisking" (reducción de riesgos).

Mientras se cerraban minas e instalaciones de transformación en Francia, Alemania o Gran Bretaña, China se convirtió en el lugar donde los minerales de todos los continentes se convierten en metales y productos industriales como las baterías de los coches eléctricos.

Para cambiar esta situación la UE se dispone a aprobar el Reglamento de Materias Primas Críticas. Pocas leyes europeas han pasado tan deprisa por el proceso de aprobación de una norma comunitaria como este Reglamento, que pronto entrará en vigor y cuyo objetivo es abrir nuevas minar, aumentar el reciclaje de minerales y encontrar nuevos proveedores extranjeros. Esta vía rápida refleja preocupaciones reales.

"Nos preocupa una escalada militar entre Estados Unidos y China. Tendría enormes consecuencias para Europa. Ese es el peor escenario que tendríamos que afrontar", afirma Janka Oertel, directora del programa sobre Asia del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Lo ideal sería que la UE pudiera sortear las tensiones entre EE.UU. y China como un actor autónomo, pero puede que no tenga esa opción.

Oertel identifica dos escenarios. En primer lugar, una escalada más limitada o un bloqueo en torno al estrecho de Taiwán que desencadenaría interrupciones comerciales durante al menos meses. En segundo lugar, algo que ya estamos viendo hasta cierto punto: "Ir empujando lentamente los límites para ver qué funciona y cuáles son las reacciones, lo que no supondría un cese total de todas las exportaciones de materias primas críticas".

Las recientes restricciones chinas a las exportaciones de grafito, galio y germanio lo ilustran. Las inversiones a largo plazo en minería, transformación y reciclado no son la única respuesta que podría dar la UE. Almacenar materiales importantes y encontrar formas de presionar a China en ámbitos en los que la UE tiene influencia son opciones que, según Oertel, deben examinarse con más detenimiento.

Una posible situación de emergencia, en la que Europa tuviera que empezar a extraer inmediatamente, requeriría información detallada sobre los yacimientos de cada país. El futuro Reglamento pretende que los países exploren y cartografíen detalladamente este potencial. Tampoco hay que subestimar la importancia crucial de las materias primas críticas para la industria de defensa.

"El Consejo Europeo quiere darse prisa. Tiene que ver con las exigencias del sector espacial y de defensa", explica a IE un experto de Bruselas con conocimiento directo de los planes comunitarios. "De alguna manera es un tabú".

Mientras tanto, la reducción de riesgos ya está en marcha, pero "no es necesariamente en interés de todos", explica Oertel. Las grandes empresas alemanas activas en China se están volviendo más chinas, localizando allí sus cadenas de suministro para poder responder a posibles interrupciones del comercio. Otras, incluidas pequeñas y medianas empresas alemanas, están reforzando su presencia en Estados Unidos para aprovechar las cuantiosas subvenciones del paquete estrella del presidente Biden para construir una economía de energías limpias, la Ley de Reducción de la Inflación.

"La Ley de Reducción de la Inflación desvía muchas inversiones que queríamos atraer. Significa dependencia a largo plazo, no asociación con Estados Unidos", afirma Olivia Lazard, miembro del grupo de reflexión Carnegie Europe.

En la conferencia RawMat2023, celebrada en Atenas a finales de agosto, Lambros Bisalas, consejero delegado de Sunlight Group Energy Storage Systems, aseguró que la empresa planea una inversión de 2.000 millones de euros en baterías de litio, pero aún no se ha decidido entre Grecia, Estados Unidos u otro país. "Es increíble lo que ocurre ahora en Estados Unidos, cuánto dinero se da a las empresas para desarrollar una cadena de suministro local", destacó. La viceministra griega de Medio Ambiente y Energía, Alexandra Sdoukou, se apresuró a asegurarle que haría todo lo necesario para mantener la inversión en su país.

Llegar a la luna sin nave

Las políticas ecológicas de la UE, incluido el fomento de la producción de baterías, son "el momento del hombre en la luna para Europa", según Von der Leyen. Pero con poco dinero sobre la mesa para contrarrestar la presión china y la competencia estadounidense, Lazard afirma que "la UE pretende llegar a la luna sin disponer de una nave".

Con su programa Global Gateway, lanzado en 2021, la UE pretendía movilizar 300.000 millones de euros para el desarrollo y la acción por el clima en todo el mundo, incluidos proyectos de materias primas críticas. Pero la llamativa cantidad resultó ser dinero reciclado que ya estaba comprometido en otros planes. Lo que pretendía ser la respuesta de Bruselas a la Iniciativa del Cinturón y la  Ruta del Gobierno chino, dotada con más de un billón de euros y que lleva años financiando infraestructuras por todo el mundo, puede no ser más que "un ejercicio de relaciones públicas", según un informe de diversos grupos de la sociedad civil.

Tras las grandes palabras, la Comisión Europea se muestra pragmática en cuanto a lo que la UE puede conseguir realmente. "Organizamos talleres, invitamos a todos los Estados miembros interesados, instituciones financieras, bancos, estudios geológicos, empresas y alianzas industriales", señala una fuente del Ejecutivo comunitario. "Organizamos el encuentro, pero luego se van a una sala y hacen lo que quieren. Nuestro trabajo no es cerrar los acuerdos".

La fuente también admite que, a diferencia de sus competidores, la mayor debilidad de Europa es que no pone dinero sobre la mesa y que no puede ofrecer los conocimientos técnicos de grandes multinacionales mineras.

La UE ha firmado acuerdos con Namibia, Canadá, Kazajstán, Ucrania, Chile, Argentina y, más recientemente, República Democrática del Congo y Zambia. El acuerdo con Namibia no ha dado lugar hasta ahora a ningún proyecto concreto. Y en Ucrania, una de las primeras apuestas de la UE en julio de 2021, la asociación no ha avanzado tras la invasión de Rusia en febrero del año pasado.

"En su momento, esa asociación era muy importante, la idea era desarrollar el potencial de Ucrania para una serie de industrias diferentes. Con la invasión, se vino totalmente abajo", señala Lazard, de Carnegie Europe. Lazard describe la pugna por Ucrania como parte de una estrategia rusa más amplia, que también se observa en África y Asia Central. "Se trata esencialmente de intentar limitar la capacidad de Europa para cumplir sus normas climáticas", afirma.

Últimamente, varios Estados africanos han sufrido golpes de Estado y Rusia pretende aprovecharse del aumento de la inestabilidad, ya que algunas naciones buscan redefinir su papel como proveedores de materias primas para Europa y el mundo.

En Mali, antigua colonia francesa rica en litio y manganeso (ambos fundamentales para la transición energética), el apoyo ruso al nuevo gobierno va de la mano de una retórica anticolonial y de esfuerzos por mantener más ingresos mineros en el país, mediante una auditoría sin precedentes del sector minero y la introducción de un nuevo código minero que podría duplicar los ingresos estatales. En Guinea, donde se produjo un golpe de Estado en 2021, el gigante ruso del aluminio Rusal ya explota varias minas de bauxita. En junio se supo que planea aumentar la inversión en el país para ayudar a abastecer su nueva planta de alúmina prevista en Rusia.

En medio de toda esta pugna de grandes potencias en torno a las materias primas, queda una pregunta fundamental: ¿se resentiría la transición ecológica si se desalienta la cooperación con China, país que posee tanto las materias primas como la tecnología para transformarlas? ¿Estamos en una fase en la que reducir los riesgos de seguridad puede aumentar los riesgos climáticos? ¿Es esa la disyuntiva a la que nos enfrentamos?

"Sí, hay contrapartidas", responde Janka Oertel, cuyo último libro examina las formas en que Europa podría reforzar su propia posición y responder al nuevo papel mundial de China. "Y esto es algo que debería debatirse con gran sinceridad".

Los nuevos empresarios mineros: ¿depredadores ambientales o aliados de la transición ecológica?

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Edición: Chris Matthews,  Ingeborg Eliassen

Gráfico: Marta Portocarrero

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