Pieter Omtzigt no era “nadie” hasta hace dos años, apenas un diputado de la conservadora CDA, el equivalente holandés al Partido Popular. Pero este miércoles, cuando cierren los colegios electorales holandeses, puede convertirse en la persona clave para formar gobierno en un escenario de atomización política tal que podría ver la entrada de casi 20 partidos en el Parlamento.
La historia política de Omtzigt, a quien nadie sabe definir bien entre centro-derecha, centro puro y centro-izquierda, empieza en 2013. Ese año el Gobierno holandés puso en marcha un programa informático que debía detectar fraudes en ayudas sociales. El programa erró durante años y provocó consecuencias dramáticas. Decenas de miles de familias fueron acusadas por error de haber cobrado ayudas sociales a las que no tenían derecho.
Las consecuencias fueron espeluznantes. Desde familias arruinadas por tener que devolver en un solo pago las ayudas sociales de casi una década hasta familias desahuciadas pasando por suicidios y llegando a que casi 2.000 niños fueron sustraídos a la patria potestad de sus padres para pasar a ser tutelados por el Estado. La inmensa mayoría eran familias inmigrantes o de ascendencia extranjera. El estallido del escándalo provocó la caída del Gobierno del liberal-conservador Mark Rutte (los holandeses tienen también liberal-progresistas) y, tras unas elecciones anticipadas, todo volvió a su cauce natural a pesar de que las autoridades reconocieron que se había hecho “por racismo institucional”.
Pero un hombre, Pieter Omtzigt, no se conformó y empezó a buscar justicia para esas familias. En 2021 abandonó su partido (la CDA conservadora) y quedó como diputado independiente mientras luchaba en sede parlamentaria para que se hiciera algo para reparar en lo posible la injusticia. Nadie le hizo mucho caso, hasta que el pasado agosto fundó un partido político, Nuevo Contrato Social (NSC), que va como un tiro en los sondeos hasta el punto de que algunas casas de encuestas ya no descartan que sea la primera fuerza política. Sin apenas más caras conocidas y con sólo 7.000 afiliados hasta mediados de noviembre, Omtzigt puede tener la llave para la previsiblemente difícil formación de gobierno.
Tres otras fuerzas son las principales favoritas. Por este orden en los sondeos, aunque separadas por muy poco, están la ultraderecha del PVV de Geert Wilders, los liberal-conservadores de Dilan Yesilgöz-Zegerius (de origen turco), heredera de Rutte y actual ministra de Seguridad y Justicia, y la coalición formada por socialdemócratas y ecologistas y liderada por el antiguo ministro de Exteriores y recién dimitido comisario europeo Frans Timmermans.
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El políglota Timmermans, criado en Italia porque su padre era diplomático, es el mejor visto en Bruselas. El hombre que se parece a Papá Noel si se deja la barba unas semanas, aseguraba en el cierre de campaña que la coalición que encabeza dará la sorpresa y será la primera fuerza política. La tradición dice, aunque no las leyes, que es el líder de esa primera fuerza el primero que debe intentar formar gobierno y las normas no establecen un plazo, por lo que podrían pasar meses, como ocurrió algunas veces para la formación de los gobiernos de Mark Rutte, quien ha llevado las riendas del gobierno durante 13 años.
Lo que en la víspera de estas elecciones parece confirmarse es que la extrema derecha Geert Wilders no tendrá apoyos entre las principales fuerzas políticas, lo que hará imposible que pueda ser primer ministro. Y en función de los resultados, Pieter Omtzigt podría pedir apoyo a Timmermans o a Yesilgöz-Zegerius. O directamente buscar apoyos para sí mismo. Wilders no tendrá apoyos porque los conservadores de la CDA aprendieron en la pasada década que pactar con la extrema derecha, aun cuando era sólo apoyo parlamentario sin meter a los ultras en el gobierno, los llevaba por el camino de la desaparición. Hace ya casi un lustro que cortaron esa vía, por lo que si sus diputados pudieran jugar un papel en la formación de una coalición de gobierno lo harían, previsiblemente, para apoyar a Yesilgöz-Zegerius.
Sea cual sea el resultado, lo más previsible es que, de nuevo y como pasa en la vecina Bélgica, hará falta reunir a tres, cuatro o hasta cinco formaciones políticas para formar gobierno.
Pieter Omtzigt no era “nadie” hasta hace dos años, apenas un diputado de la conservadora CDA, el equivalente holandés al Partido Popular. Pero este miércoles, cuando cierren los colegios electorales holandeses, puede convertirse en la persona clave para formar gobierno en un escenario de atomización política tal que podría ver la entrada de casi 20 partidos en el Parlamento.