Campechano, ingenioso, bromista y con una simpatía natural que le llevaba a conectar muy bien con la gente. Así describe Miguel Ángel Moratinos, exministro español de Asuntos Exteriores (2004-2010), al presidente venezolano fallecido. “Pero lo más llamativo de Hugo Chávez”, subraya uno de los políticos españoles que mejor conoció de cerca al líder fallecido, “era su personalidad dual. En privado era un tipo muy sencillo y afable mientras en público se transformaba en un redentor iluminado, en alguien que creía ser el nuevo Simón Bolívar. En los mítines, en las ruedas de prensa o en sus programas de televisión se convertía en una especie de misionero católico que estaba convencido de tener como misión salvar a su patria”.
Moratinos recuerda que Chávez llevaba las obras completas de Bolívar en la cabina de su avión privado y destaca que el presidente fallecido contaba con una memoria prodigiosa que le permitía recitar citas textuales del héroe libertador o recordar la historia familiar de un seguidor al que saludaba en un acto. Por otra parte, sus profundas creencias católicas, un rasgo poco resaltado por los analistas, pesaban mucho en la personalidad de Chávez, que apelaba continuamente a Dios y a la religión hasta el punto de que, durante el golpe de Estado que sufrió en el año 2002, apeló a la intercesión de la jerarquía de la Iglesia.
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En cualquier caso, a Chávez se le calentaba la boca y lanzaba sus arengas anticapitalistas, a las primeras de cambio, cuando tenía que intervenir en público. Moratinos fue testigo directo de varias salidas de tono del presidente venezolano y, en especial, de las andanadas contra José María Aznar en la cumbre iberoamericana de Santiago de Chile en noviembre de 2007 que dieron origen a la famosa frase de “¿Por qué no te callas?” del rey Juan Carlos. “Chávez”, evoca el político socialista, “estaba muy enfadado con el expresidente español porque pensaba que el Gobierno del PP había estado detrás del intento de golpe de Estado contra él en el año 2002”. Por eso no atendía las explicaciones de Rodríguez Zapatero y obligó a intervenir al rey”.
Ahora bien, como botón de muestra del talante de Chávez, Moratinos cuenta una genial anécdota de la reconciliación entre el líder bolivariano y don Juan Carlos. El encuentro se produjo en el palacio mallorquín de Marivent, residencia veraniega de la Familia Real, en julio de 2008 y el venezolano saludó al monarca con un distendido “¿Por qué no vamos a la playa?” que fue saludado con risas. Cuando los dos mandatarios ya se despedían el rey le regaló una camiseta con la inscripción “¿Por qué no te callas?” que le había enviado el presidente de EE UU, George W. Bush. Lejos de enfadarse, Chávez recibió el obsequio entre bromas con el monarca español.
Moratinos hace hincapié en que, a pesar de sus excesos intervencionistas o demagógicos, Chávez ganó limpiamente todas las elecciones a las que concurrió en un país que heredaba una larga tradición de corruptelas y clientelismo político. “Además”, concluye el exministro de Exteriores, “Chávez se comportó bien, en general, con España y nuestras empresas con inversiones en Venezuela pueden dar fe de ello”.
Campechano, ingenioso, bromista y con una simpatía natural que le llevaba a conectar muy bien con la gente. Así describe Miguel Ángel Moratinos, exministro español de Asuntos Exteriores (2004-2010), al presidente venezolano fallecido. “Pero lo más llamativo de Hugo Chávez”, subraya uno de los políticos españoles que mejor conoció de cerca al líder fallecido, “era su personalidad dual. En privado era un tipo muy sencillo y afable mientras en público se transformaba en un redentor iluminado, en alguien que creía ser el nuevo Simón Bolívar. En los mítines, en las ruedas de prensa o en sus programas de televisión se convertía en una especie de misionero católico que estaba convencido de tener como misión salvar a su patria”.