El Plan para una Industria Limpia de Bruselas amenaza con reducir las exigencias ambientales de las empresas

Ursula von der Leyen y el primer ministro belga Bart De Wever con líderes empresariales durante la Cumbre Europea de la Industria en Amberes, Bélgica, 26 de febrero de 2025.

El Plan para una Industria Limpia que acaba de presentar la Comisión Europea ya genera importantes controversias y críticas. Apoyado por la industria y la gran patronal del continente, Business Europe, las organizaciones ecologistas, los Verdes y La Izquierda en la Eurocámara denuncian que supone rebajar las exigencias medioambientales para grandes contaminadores de CO2, con las importantes consecuencias que conlleva en la lucha contra el cambio climático.

Bruselas cumplió con una de las propuestas de investidura de la presidente Úrsula von der Leyen y propone flexibilizar las normas de las ayudas de Estado para las empresas, además de ofrecer incentivos fiscales a la industria para facilitar que cumpla con los objetivos sectoriales de descarbonización. Objetivamente, la Comisión no está reduciendo las metas climáticas, pero la letra pequeña del plan no suena tan bien en lo que respecta a las fábricas de alto consumo energético.

El grupo parlamentario de The Left califica al Clean Industrial Deal como “la desregulación para la agenda de los ricos”, advirtiendo que supone un “retroceso en el progreso hecho en los últimos años en favor de las grandes empresas sobre los trabajadores y el clima”. La Izquierda de la Eurocámara critica que con el 'paquete omnibus” de reducción legislativa, gran parte de las empresas queden fuera de las obligaciones sobre sostenibilidad corporativas, como los informes sobre el cumplimiento de los objetivos medioambientales, o la menor ambición en el Mecanismo de CO2 Fronterizo, el que debe tasar los productos extracomunitarios por su huella de carbono cuando entran en el mercado único.

Menos críticos, pero también con dudas sobre el nuevo plan energético para la industria presentado por la Comisión, Los Verdes de la Eurocámara reconocen que “es un primer paso para un futuro industrial conjunto, fijando el curso correcto para más inversiones, una fuerte demanda en la UE y una economía circular”, aunque advierten que “necesitamos al mismo tiempo seguir vigilantes frente a aquellos que quieren saltarse el Green Deal con una agenda desreguladora”. Terry Reinke, la alemana que dirige al grupo en el Parlamento Europeo, celebra la creación de un Banco para la Descabornización Industrial, posiblemente la propuesta estrella del plan anunciado por Bruselas, pero critica “la falta de prioridad a la electrificación directa de renovables” al tiempo que no se abandonan fuentes como la nuclear.

Frente a estas críticas, la Comisión argumenta que “la diferencia en los precios energéticos entre la UE y nuestros principales competidores está aumentado”, en alusión a Estados Unidos, Japón o China, “con el riesgo de que nuevas inversiones favorezcan a países fuera de Europa y que las industrias existes de deslocalicen”.

Propuestas para una Industria Limpia

El llamado Clean Industrial Deal es una hoja de ruta a varios años con el que Bruselas quiere favorecer la reindustrialización del continente al tiempo que pretende mantener la lucha contra el cambio climático y reduce los costes energéticos también para los hogares. La Comisión va a lanzar recomendaciones a los Estados Miembros sobre cómo llevar casi a cero los impuestos para las industrias electrointensivas. Para ello, será necesario un pacto entre los 27 dentro del Consejo con el que revisar la Directiva sobre Fiscalidad Energética.

Además de la fiscalidad, hará falta más dinero para limpiar la contaminación de la industria, concretamente casi medio billón de euros al año en inversiones, según los cálculos de la Comisión Europea. Espera que parte del dinero salga de las haciendas nacionales y, para ello, adoptará un nuevo marco de ayudas de Estado que eviten el bloqueo de subvenciones a las empresas de fabricación de baterías, paneles solares o componentes eólicos.

Bruselas también se rascará su propio bolsillo y quiere movilizar 100.000 millones de euros de sus fondos. Sería dinero a corto plazo para la fabricación de productos limpios en Europa, un dinero que completará con un Banco de Descarbonización Industrial financiado por el Fondo de Innovación europeo, un instrumento dentro de los presupuestos comunitarios, dotado de otros 100.000 millones de euros gracias a los ingresos del sistema ETS, el de compra-venta de los permisos de emisión de CO2.

Estas inversiones que potenciará el Banco de la Descarbonización Industrial son la pata principal del plan presentado por la Comisión. Así lo ve el antiguo asesor de Los Verdes en la Eurocámara, Pepe Escrig, hoy investigador senior en Economía Política y Gobernanza del think tank E3G, para quien el “Clean Industrial Deal deja clarísimo que el principal problema es la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles” con una “apuesta clarísima por reducir esta dependencia, ir hacia las renovables, eficiencia energética y electrificación”.

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Nicolás González Casares, eurodiputado socialista que en la pasada legislatura estuvo al frente en los debates sobre la reforma del mercado eléctrico o las nuevas regulaciones de renovables, califica al Pacto por una Industria Limpia como “música que suena bien para la competitividad industrial” porque hay una simplificación de las normas sin que, a su juicio, “se desregule ni rebaje la ambición climática”. González Casares destaca elementos como la “financiación y el apoyo a la formación de trabajadores” pero pide “apoyar la electrificación de la industria en ese Banco de Descarbonización creado”.

El eurodiputado socialista lamenta, en un sentido más amplio para referirse también al Plan de Energía Asequible presentado en paralelo por la Comisión, que “faltan medidas más ambiciosas para sujetar los precios en situaciones se crisis”, aunque a diferencia de años pasados Bruselas ya “abre la puerta a soluciones como la excepción ibérica” y considera “preocupante la apuesta a largo plazo por el Gas Natural Licuado”, lo que puede hacer peligrar los objetivos de reducción de emisiones. Para evitarlo, la Comisión Europea quiere exprimir el crecimiento experimentado por las energías renovables durante los últimos años redoblando su apuesta por la flexibilidad y la facilitación de los permisos para desarrollar estas instalaciones en suelo europeo. Así lo recoge su plan energético industrial argumentando que desde el año 2022 se ha instalado un récord de 205 gigawatios de energía solar y eólica en la UE y que en el 2024 un 47% de la electricidad consumida procedió de las renovables. 

Ahora, Bruselas insiste que “continuará apoyando a los Estados miembros en una mayor aceleración de los permisos”. Si en los últimos años se ha producido un aumento de las protestas ciudadanas contra la instalación masiva de molinos de viento en núcleos rurales por no atender criterios medioambientales o de respeto sonoro para las comunidades vecinales, con su nueva legislación la Comisión Europea quiere sortear estas críticas y aumentar la construcción de infraestructuras energéticas, sean redes eléctricas o grandes centros de almacenaje.

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