Lleva poco más de un mes en la Casa Blanca y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha vilipendiado con sus políticas a musulmanes de siete países del mundo, mexicanos, jóvenes transgénero y colectivos pro-aborto. Ha utilizado su red social de cabecera, Twitter, para cargar con dureza contra los jueces que bloquearon su veto migratorio, abriendo un brutal choque institucional en el país. Ha dejado en el olvido al colectivo LGTBI eliminándolo de la web oficial de la Casa Blanca, ha repudiado las políticas contra el cambio climático, se ha enfrentado a la práctica totalidad de los medios de comunicación, a los que ha calificado como "el enemigo del pueblo americano"... Y todo ello en tan sólo 36 días de mandato.
Los primeros pasos dados por el sucesor de Barack Obama al frente de la primera potencia mundial han levantado ampollas a lo largo y ancho del planeta. Trump se encontró, veinticuatro horas después de su toma de posesión, con el rechazo de cientos de miles de mujeres en varios países del mundo, que tomaron las calles para mostrar su repulsa a las "maneras machistas" del magnate. A estas protestas hay que sumar las duras críticas por parte de líderes internacionales –el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, lo calificó de "amenaza para el mundo"– y varias organizaciones de derechos humanos.
A pesar de toda la presión ejercida contra el magnate, tanto a nivel nacional como internacional, Trump se mantiene inamovible en su intento de "hacer América grande de nuevo". El pasado miércoles, al mismo tiempo que se conocía que un grupo de viejos abogados demócratas de la Casa Blanca iba a seguir de cerca todos los movimientos del empresario para llevar cualquier paso en falso ante los tribunales, se hizo público que la nueva Administración echaba por tierra una orden de los últimos compases de la era Obama que permitía a los estudiantes transgénero usar los baños y vestuarios del género con el que se identifican.
"Prosperar en un entorno seguro"
Donald Trump se presentó en la Convención Nacional Republicana del mes de julio, donde fue confirmado como candidato del partido a las presidenciales de noviembre, como un defensor LGTBI. Sin embargo, una de las primeras medidas que adoptó el presidente de EEUU, justo el mismo día que tomó posesión del cargo, fue eliminar de la web de la Casa Blanca cualquier referencia a este colectivo –al igual que aquellas sobre cambio climático–. Un primer golpe que fue completado a comienzos de febrero con el nombramiento como Fiscal General de Jeff Sessions, un ultraconservador contrario a las reivindicaciones de la comunidad LGTBI.
Sin embargo, lejos de extinguir este primer fuego, la Administración Trump ha vuelto a avivarlo echando por tierra la orden de Obama que protegía a los estudiantes transgénero. Con una carta remitida a los colegios estadounidenses, los departamentos de Educación y Justicia anunciaron la revocación de una norma que, no obstante, llevaba meses paralizada en los tribunales tras las demandas de varios estados republicanos. "Los colegios deben asegurarse de que todos los estudiantes, incluidos los LGTB, pueden aprender y prosperar en un entorno seguro", añadía la misiva.
La retirada había generado un intenso debate dentro del gabinete del nuevo presidente. Según publicaron medios estadounidenses, mientras que la secretaria de Educación, Betsy DeVos, se oponía a su derogación, Sessions presionaba para terminar con la orden de Obama. Trump, por su parte, se había posicionado en abril de 2016 en contra de una ley republicana de Carolina del Norte que obligaba a los niños a usar el baño correspondiente al género de nacimiento. Para el magnate, la gente tendría que poder utilizar "el baño que sientan que es apropiado para ellos".
A pesar de que el nuevo presidente ha asegurado que no habrá cambios sobre el matrimonio homosexual y que no tocará el decreto de Obama que prohíbe la discriminación del colectivo LGTBI en empresas que tienen contratos con el Gobierno, la decisión de esta semana ha generado un profundo malestar entre los colectivos de gays, lesbianas, transgénero y bisexuales. Chad Griffin, presidente de la Human Rights Campaign, calificó la decisión como un "ataque cruel" a niños que "simplemente quieren ir a la escuela sin temor a la discriminación o el acoso". "Las consecuencias serán dolorosas", añadió.
Batalla contra inmigrantes y ONG pro-aborto
Sin embargo, la comunidad LGTBI no ha sido la única castigada por las políticas de Trump. El magnate dejó bien claro en campaña electoral que uno de sus primeros blancos serían los inmigrantes. Cinco días después de tomar posesión, firmó dos órdenes ejecutivas en este sentido. La primera proponía la contratación de 10.000 nuevos agentes en el Servicio de Inmigración y Aduanas y la restricción de fondos federales a las autoridades locales que no cumpliesen "las leyes federales de inmigración". La segunda, además de la contratación de 5.000 nuevos agentes de fronteras, recogía el comienzo de la planificación, diseño y construcción del polémico muro entre México y EEUU.
Pero su ataque se intensificó 48 horas después con una nueva medida, centrada en esta ocasión en siete países árabes –en ninguno de ellos el magnate tenía negocios–. Con el veto anti-musulmanes, que generó un enorme caos en los aeropuertos estadounidenses y que sería bloqueado en los tribunales horas después, la Administración Trump suspendía la entrada a EEUU de ciudadanos de Yemen, Sudán, Somalia, Irak, Irán y Libia durante 90 días. En el caso de los sirios, el veto era indefinido. Además, paralizaba el plan de acogida de refugiados durante 120 días y establecía que, en 2017, sólo se acogerían a 50.000.
Tampoco las ONG pro-aborto cuentan con el beneplácito del empresario convertido a presidente de la primera potencia mundial. Así, a través de un memorando firmado el pasado 23 de enero, la nueva Administración restableció la conocida como "Política de Ciudad de México", derogada por la Administración Obama en 2009. De esta manera, Trump busca asegurar que "los dólares de los contribuyentes estadounidenses" no financien organizaciones "que apoyen o participen" en programas relacionados con el aborto. "No es ningún secreto, ha dejado muy claro que es un presidente pro-vida", explicó el portavoz de la Casa Blanca tras la firma del decreto.
12 órdenes, 12 memorandos y 2 proclamaciones
Durante su primer mes de mandato, Trump ha estampado su firma en 12 órdenes ejecutivas, 12 memorandos y 2 proclamaciones. Una orden ejecutiva es una declaración oficial del presidente que establece cómo las agencias federales tienen que gastar los recursos que poseen y que puede ser tumbada vía Congreso o a través de otra orden ejecutiva. Este instrumento se engloba dentro de lo que se califican como acciones ejecutivas, que se completan con memorandos –que están un escalón por debajo de las órdenes y establecen la posición de la Administración sobre una política– y proclamaciones.
Desde la recopilación que hizo infoLibre a finales de enero, la Administración Trump ha impulsado otras seis órdenes ejecutivas con los siguientes objetivos: reducir las regulaciones y controlar los costes regulatorios, establecer una serie de principios básicos para regular el sistema financiero de Estados Unidos, poner en marcha una fuerza de trabajo que diseñe estrategias para reducir el crimen, mejorar el intercambio de inteligencia para hacer frente a los cárteles de la droga, combatir la violencia contra los agentes de la ley y establecer, a través de su última orden, quién sucedería al procurador general del Departamento de Justicia en caso de muerte o renuncia.
En cuanto a los memorandos, a la lista publicada en este diario en enero hay que añadir uno nuevo, firmado a comienzos de febrero y en la que encargaba al Departamento de Trabajo revisar la Regla Fiduciaria impulsada por Obama en 2016. Lo mismo pasa con las proclamaciones. El pasado día 2 el mandatario firmó otra más –su segunda en los primeros compases de mandato– en la que se proclamaba febrero como el mes del corazón americano y se insistía en la importancia de mejorar la prevención, detección y tratamiento de los accidentes cardiovasculares.
"No va a ser un presidente integrador"
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Trump arrancó su legislatura con la popularidad partida por la mitad: su política era aprobada por el 45% de los estadounidenses y rechazada por otro 45%, según los datos recopilados por The American Presidency Project. En apenas un mes, el porcentaje de estadounidenses que desaprueba su gestión se ha incrementado hasta el 52%. Unas cifras que le alejan de las cosechadas por Obama durante su primer mes al frente de la primera potencia mundial: sólo un 25% de los encuestados no aprobaba la gestión del demócrata.
"Por lo que hemos podido ver en el primer mes de la presidencia de Trump, no va a ser un presidente integrador, sino que seguirá apoyándose y reforzando casi exclusivamente su base electoral mayoritariamente blanca, rural y contraria a la globalización y el multiculturalismo", señala en conversación con infoLibre Miguel Ángel Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh. En este sentido, apunta que los ataques contra estos grupos no le van a suponer "un coste político" porque "apenas obtuvo votos entre esos colectivos".
Sin embargo, el experto señala que el enfrentamiento del magnate contra los inmigrantes o la comunidad LGTBI, entre otros, "ya le está generando problemas": "Ya es el presidente menos popular de la historia reciente de EEUU", recuerda. En este sentido, Miguel Ángel Simón hace referencia a la "fuerte resistencia desde la sociedad civil" a través de "grupos muy bien organizados y estructurados en el tejido civil". "Probablemente estamos ante una de las presidencias con más conflictividad social que se recuerdan", sentencia el profesor de la Universidad de Pittsburgh.
Lleva poco más de un mes en la Casa Blanca y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha vilipendiado con sus políticas a musulmanes de siete países del mundo, mexicanos, jóvenes transgénero y colectivos pro-aborto. Ha utilizado su red social de cabecera, Twitter, para cargar con dureza contra los jueces que bloquearon su veto migratorio, abriendo un brutal choque institucional en el país. Ha dejado en el olvido al colectivo LGTBI eliminándolo de la web oficial de la Casa Blanca, ha repudiado las políticas contra el cambio climático, se ha enfrentado a la práctica totalidad de los medios de comunicación, a los que ha calificado como "el enemigo del pueblo americano"... Y todo ello en tan sólo 36 días de mandato.