Las elecciones generales españolas pueden hacer que el socialismo europeo pierda una de sus principales piezas si, de acertar las encuestas, la coalición entre el Partido Popular y Vox es suficiente para alcanzar la mayoría. Esa eventualidad y los últimos buenos resultados para los populares en países como Grecia o Finlandia generan que en muchos medios se cuente que los conservadores recuperan posiciones con respecto al socialismo y que este está en declive. Los datos de las elecciones de los últimos años y del color político de los actuales jefes de Gobierno de la Unión Europea cuentan otra historia.
La familia conservadora, en su vertiente popular (españoles, italianos, franceses) o democristiana (belgas, holandeses, escandinavos, alemanes) no tiene ningún jefe de Gobierno entre los principales países europeos. Alemania la gobierna el socialista Olaf Scholz, como España Pedro Sánchez. Francia el liberal Emmanuel Macron, Italia y Polonia la extrema derecha (tanto el PiS polaco como Hermanos de Italia comparten grupo parlamentario en Bruselas con Vox) de Mateusz Morawiecki y Giorgia Meloni.
Después viene el socialista rumano Marcel Ciolacu y los liberales Mark Rutte y Alexander De Croo en los Países Bajos y Bélgica. Hay que llegar hasta la novena posición para encontrarse a un primer ministro conservador, el griego Kyriakos Mitsotakis. Cierra ese top ten Chequia, con Peter Fiala, un populista a la derecha de los conservadores.
Entre sus principales activos, además del griego, están el sueco, el finlandés o el austríaco. En total, 49 millones de europeos viven en países cuyo jefe de Gobierno es conservador.
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Esa cifra choca con la familia socialdemócrata, en la que están los socialistas españoles, que tienen entre otras la jefatura del Gobierno alemán (Olaf Scholz) y bajo su mandato a 167 millones de europeos. Los liberales (con el francés Emmanuel Macron como estrella) gobiernan sobre 100 millones y la derecha radical (con la italiana Giorgia Meloni) sobre 117 millones. Si Alberto Núñez-Feijóo llegara a ser presidente, los socialistas tendrían 119 millones y los populares 97 millones.
Los socialdemócratas pierden además gobiernos donde fueron la fuerza más votada en las últimas elecciones legislativas. Les pasó en Finlandia, donde la victoria de Sanna Marin no sirvió para gobernar después de que los conservadores se aliaran con tres pequeñas formaciones, una de ellas tan ultraderechista que su principal activo, el ministro de Economía Vilhelm Junnila, tuvo que dimitir 10 días después tras conocerse sus comentarios y filias neonazis.
Les pasó en Suecia, donde los socialdemócratas ganaron y están en los mejores números desde hace dos décadas pero donde también los conservadores se unieron a la ultraderecha, aunque esta vez los convencieron para dejarlos fuera del Gobierno. Además, el socialismo italiano fue el año pasado la segunda fuerza política con Enrico Letta, sólo por detrás de los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y muy por delante de la fuerza de la familia conservadora, la Forza Italia del ahora difunto Silvio Berlusconi.
Las elecciones generales españolas pueden hacer que el socialismo europeo pierda una de sus principales piezas si, de acertar las encuestas, la coalición entre el Partido Popular y Vox es suficiente para alcanzar la mayoría. Esa eventualidad y los últimos buenos resultados para los populares en países como Grecia o Finlandia generan que en muchos medios se cuente que los conservadores recuperan posiciones con respecto al socialismo y que este está en declive. Los datos de las elecciones de los últimos años y del color político de los actuales jefes de Gobierno de la Unión Europea cuentan otra historia.