“Arranca la batalla para el futuro: Amén”. Así terminaba Henrique Capriles la multitudinaria concentración que ayer tuvo lugar en la avenida Bolívar de Caracas. Desde primera hora de la mañana y desde diferentes puntos de la capital, fundamentalmente del este más adinerado, miles de personas convergieron en la céntrica avenida para esperar al candidato de la MUD (Mesa de Unidad Democrática). A pie, en metro, en sus propios vehículos, la gente llegó a la cita y convirtió la manifestación en un mar alegre y alborotado de gorras tricolores.
La batalla necesita soldados y los soldados tienen que estar motivados. En este sentido, la de ayer fue una demostración de fuerza y una potente inyección de ánimo para los opositores al oficialismo. La necesitan. Las estadísticas que hasta ayer podían hacerse públicas dan como seguro ganador a Nicolás Maduro, con un margen rara vez menor al 10%. Además, todas ellas muestran la convicción de más del 60% de los venezolanos de que ganará el candidato del PSUV.
Sin embargo, la lógica dice que tiene más peligro de perder votos Maduro que Capriles. Porque Maduro no es Chávez, y porque en los últimos cuatro meses problemas como la violencia, la devaluación de la moneda o la inflación han estado muy presentes en la vida cotidiana de los ciudadanos. Existe pues la posibilidad cierta de que, si bien el “luto electoral” le favorece, Maduro no logre el techo al que llegó Chávez el 7 de octubre (8.191.132 votos, el 55,07%), con lo que se reduciría la distancia con su opositor. Hay que tener presente que si bien la intención de ir a votar en las elecciones del día 14 de abril asciende al muy respetable porcentaje del 75%, éste dígito es menor que el histórico 80,48% alcanzado en 2012.
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Así que ambos candidatos saben que el quid de la cuestiónquid no está en convencer a los indecisos, numéricamente irrelevantes, sino en la capacidad de activar de nuevo a los votantes que en octubre les dieron sus votos. Puede decirse que cada parte está luchando contra la abstención de su base electoral.
Para su lucha, entre la oposición ha hecho furor el animoso “sí se puede”, y Capriles repite hasta la saciedad que su proyecto es “venezolano, progresista y”, cómo no, “movilizador”. Deberá serlo si pretende superar la no despreciable cifra de 6.591.304 votos que le llevó a obtener el 44,31% de los votos emitidos en las presidenciales de octubre.
Por su parte, Nicolás Maduro, aunque cuenta con más de un millón y medio de votos de colchón electoral, en cada mitin advierte muy serio a sus seguidores: “tenemos que estar pilas y no quedarnos dormidos”. Ayer, en los estados de Apure, Portuguesa y Guárico; hoy en Monagas, Sucre, Nueva Esparta y Anzoátegui, “el candidato de la patria” se deja la voz para llegar al último de sus soldados y activarlo para el día de la votación. El jueves cerrará en Caracas esa batalla por el futuro de la que habla su oponente. El domingo será la votación. Quien tenga más soldados habrá ganado.
“Arranca la batalla para el futuro: Amén”. Así terminaba Henrique Capriles la multitudinaria concentración que ayer tuvo lugar en la avenida Bolívar de Caracas. Desde primera hora de la mañana y desde diferentes puntos de la capital, fundamentalmente del este más adinerado, miles de personas convergieron en la céntrica avenida para esperar al candidato de la MUD (Mesa de Unidad Democrática). A pie, en metro, en sus propios vehículos, la gente llegó a la cita y convirtió la manifestación en un mar alegre y alborotado de gorras tricolores.