18.000 millones de botellas de agua mineral con una calidad similar a la del grifo, el gran fraude en Nestlé

Fotomontaje de Mediapart.

Pascale Pascariello (Mediapart)

La magnitud del fraude no tiene precedentes, tanto por su duración, más de quince años, como por su importe, de al menos 3.000 millones de euros. Son las conclusiones de un nuevo informe de investigación sobre el tratamiento fraudulento del agua mineral por parte de Nestlé, al que Mediapart (socio editorial de infoLibre) ha tenido acceso.

Desde 2005, la multinacional ha vendido más de 18.000 millones de botellas de agua bajo las marcas Contrex, Hépar o Vittel, cuya calidad es equivalente a la del agua del grifo. Pero a un precio casi cien veces superior.

"Habida cuenta de la duración de las prácticas y del número de directivos que pueden haberse sucedido a lo largo de este periodo", el carácter sistémico de este fraude ha llevado a los investigadores a considerar al grupo Nestlé como principal responsable más que las personas individuales. Al ser contactado, el grupo Nestlé nos remitió a su web, donde se publican las respuestas estándar.

Todo empezó en noviembre de 2020, cuando un empleado del grupo Alma (que comercializa el agua de la marca Cristaline) denunció ante la Dirección General de Competencia, Consumo y Represión del Fraude (DGCCRF) francesa que el agua comercializada como "agua mineral natural" estaba siendo tratada de forma no conforme a la normativa. Esta alerta desencadenó un primer informe del servicio nacional de investigación (SNE) de la DGCCRF, y un segundo de la inspección general de asuntos sociales (Igas), según revelaron Mediacités y posteriormente Le Monde y Radio France.

Estas investigaciones concluyen que cerca del 30% de las marcas francesas, incluidas las del grupo Nestlé, utilizan técnicas prohibidas para purificar el agua clasificada como "mineral natural", tratamientos utilizados en particular para luchar contra la contaminación bacteriana o química.

Los procedimientos utilizados por estas empresas, como el uso de rayos UV, filtros de carbón activo o microfiltros (inferiores a 0,8 µm), sólo están autorizados para el agua del grifo o el "agua potabilizada mediante tratamiento". Están estrictamente prohibidos para las "aguas minerales naturales" y las "aguas de manantial", que no deben sufrir ninguna operación que altere su composición.

En octubre de 2022, a instancias de la agencia regional de sanidad de Grand Est (ARS), encargada de vigilar varios centros del grupo Nestlé, la fiscalía de Épinal (Vosgos) abrió una investigación preliminar contra el grupo por "engaño por persona jurídica en cuanto a la naturaleza, la calidad, el origen o la cantidad de un producto".

En este contexto, se recurrió de nuevo al servicio de investigación de la DGCCRF, cuyas conclusiones, presentadas en abril, pudo consultar Mediapart. Las investigaciones se centraron en las aguas del grupo, embotelladas en los Vosgos: Contrex, Hépar y Vittel. El resultado es que Nestlé utilizaba tratamientos prohibidos para estas tres aguas minerales desde al menos 2005, e incluso desde 1993 en el caso de algunas, de forma continuada, debido principalmente a la frecuente contaminación bacteriana. Sobre la base de esos resultados de la investigación, el fiscal decidirá cómo proceder.

Contaminación frecuente

Según los resultados de los controles realizados por Nestlé entre enero de 2020 y marzo de 2022, varias fuentes de agua estaban contaminadas con "agentes patógenos y bacterias heterótrofas por encima del límite legal", en algunos casos hasta un 85% más. No es un problema reciente. Para remediar la situación, Nestlé utiliza tratamientos UV para eliminar los microorganismos, "procesos que no cumplen la normativa francesa", según una nota interna de la empresa.

Cuando fueron interrogados, varios directivos admitieron estas prácticas prohibidas. El que fuera director de la fábrica de Nestlé en los Vosgos de 2019 a 2023, explicó que estos dispositivos se utilizaban "en capturas que tenían derivas microbiológicas".

En un correo dirigido al ARS, la empresa afirma que "estos tratamientos se aplican desde hace varias décadas" en varias capturas de agua pertenecientes a los grupos Contrex y Hépar. Para justificar tales prácticas, la multinacional atribuye la presencia de estas derivas bacterianas "al cambio climático", que está provocando el descenso del nivel de las capas freáticas y favoreciendo la contaminación de los lechos de las cuencas.

Ni una mención a la sobreexplotación de los recursos hídricos por parte de Nestlé, otro factor potencial de contaminación. Ni una palabra tampoco sobre el señalamiento de estas bacterias que el grupo debería haber hecho a las autoridades, en particular a la agencia sanitaria francesa (ARS). Igualmente no se menciona el cierre de las instalaciones que debería haberse hecho, ni el cambio de clasificación del agua comercializada, de "mineral natural" a "potabilizada por tratamiento".

Nestlé decidió con total conocimiento de causa recurrir a los tratamientos UV, como constatan los investigadores. Al examinar las facturas de las distintas empresas especializadas en estas instalaciones, se descubre que entre septiembre de 2005 y noviembre de 2022 (fechas de inicio de la investigación judicial y de interrupción de los tratamientos), Nestlé adquirió varias unidades UV, incluidas cuatro utilizadas para las aguas minerales naturales. Los investigadores también señalan que la "sustitución sistemática de las lámparas UV una vez al año" por parte de Nestlé revela el uso continuado de esa técnica.

Pero es evidente que esto no basta para frenar la contaminación, y en varias fuentes Nestlé también instala microfiltros (con una membrana de menos de 8 micrómetros - µm) para desinfectar el agua filtrando las bacterias. Sin embargo, esas instalaciones no sólo pueden provocar infecciones por sí mismas, sino que tampoco retienen determinados virus o bacterias.

Sin pronunciarse sobre la frecuente contaminación bacteriana de los manantiales ni sobre los riesgos de tales prácticas, los investigadores constatan «la utilización de filtros no autorizados por los decretos prefectorales en varios niveles de filtración que van de 0,2 µm a 10 µm desde al menos 2010», y ello para las tres aguas minerales explotadas en los Vosgos.

Nestlé practica ciertos tratamientos desde 1993

Algunos tratamientos no responden en absoluto a las "exigencias de seguridad sanitaria". El uso de filtros de carbón activo, prohibido, se utiliza para retener "posibles rastros de resíduos de pesticidas" en el agua. Pero, al ser preguntado por los investigadores, el ex director de las plantas del grupo en los Vosgos explicó que esa técnica tenía como principal objetivo "proteger la reputación de la marca [Vittel, en este caso -ndr]. Era posible detectar trazas de herbicidas en cantidades muy pequeñas."

Esta estrategia fue confirmada por el grupo en un correo enviado a la ARS en 2022: "Este tipo de filtrado se puso en marcha con el fin de evitar cualquier rastro de pesticidas y metabolitos que pudieran ser mal percibidos por los consumidores y proteger así la imagen de la marca y, más en general, de la industria del agua mineral, frente a un riesgo reputacional importante."

Se trata de un fraude organizado que ha durado varias décadas, más como resultado de una estrategia de grupo que de una iniciativa individual

Sorprendentemente, los investigadores no hablan de ese año, sino que fechan en 2010 el comienzo de la aplicación de este tratamiento prohibido, que corresponde al año en que tomó posesión de su cargo el responsable de recursos hídricos (REE) interrogado.

Tampoco responsabilizan a la ARS, a pesar de que las declaraciones del ex gerente de la planta la implican. Interrogado sobre la utilización de CO2 , tratamiento prohibido pero utilizado por Nestlé, declaró a los investigadores: "Yo sabía de la adición de CO2 en Vittel. Se lo mostramos al ARS durante las visitas, pero nunca lo consideraron importante ".

La ARS, responsable de la seguridad sanitaria, no exigió responsabilidades al fabricante, lo que plantea de facto la cuestión de la responsabilidad del Estado en las prácticas engañosas de Nestlé. Preguntado sobre este punto por Mediapart, la ARS declinó responder.

La duración del fraude también plantea interrogantes sobre la eficacia de los controles efectuados por la ARS. Según los investigadores, Nestlé ocultó a sabiendas los equipos utilizados para el tratamiento ilegal del agua. Los ocultaba en armarios, en edificios aislados o incluso en "un sótano", como han podido comprobar los investigadores. Al mismo tiempo, los puntos de muestreo para comprobar la calidad del agua bruta se colocaban deliberadamente después de las diversas técnicas fraudulentas. La ARS estaba por tanto al corriente de al menos uno de los tratamientos prohibidos y optó, a pesar de todo, por hacer la vista gorda.

Carácter sistémico del fraude

Los investigadores no irán más lejos en la cuestión de la responsabilidad del Estado en este fraude. En el caso de la multinacional, lo que se ha planteado es el carácter sistémico del fraude. En sus conclusiones, los inspectores deploran que los conocimientos técnicos de los directivos del Grupo Nestlé "se utilicen de forma torticera en su afán de engañar a los consumidores y a las autoridades".

"La instalación de esos tratamientos parece remontarse a mucho tiempo atrás, y podría ser anterior a la adquisición por el grupo Nestlé de las dos fábricas de Vittel y Contrexéville en 1992, pero esas prácticas persistieron, "no por negligencia, sino porque la empresa decidió realmente mantener estos tratamientos".

Por otra parte, "habida cuenta de la duración de las prácticas y del número de directores que pudieron sucederse a lo largo de este período, que actuaron por cuenta y en beneficio de la empresa, la principal responsabilidad debe recaer en la persona jurídica de Nestlé".

En efecto, los investigadores han establecido que se trata de un fraude organizado que ha durado varias décadas, y que formaba parte de una estrategia de grupo y no de una iniciativa individual.

La comercialización de al menos 18.000 millones de botellas, según las estimaciones de los investigadores,  "destinada a los consumidores bajo la denominación de ‘agua mineral natural’ cuando estas aguas no podían reivindicar tal calidad, constituye el elemento material del delito de engaño sobre las cualidades sustanciales y la composición de los productos".

El timo se ve reforzado por una publicidad engañosa que presenta estas aguas como  "puras " y exentas de cualquier tratamiento.

El delito se castiga con penas de hasta tres años de prisión y una multa de hasta el 10% de la facturación media anual, 20 millones de euros en el caso de Nestlé, una cantidad que puede parecer irrisoria si se compara con los 3.000 millones de euros ahorrados por la empresa gracias a este fraude (según los cálculos realizados durante las investigaciones).

Según los investigadores, "la diferencia de facturación obtenida por vender estos productos como agua mineral natural en lugar de agua potabilizada por tratamiento se estima en 3.132.463.297 euros para las distintas marcas y periodos de infracción correspondientes".

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Pero no se ha cuantificado el daño medioambiental causado por la sobreexplotación de los recursos hídricos por parte de Nestlé. Tampoco se están investigando por el momento los riesgos para la salud. Tal como concluyen los inspectores, "el mantenimiento de los tratamientos ha permitido seguir utilizando todos los manantiales. La retirada de los tratamientos UV ha permitido dejar de utilizar algunos de los manantiales contaminados por microbios".

 

Traducción de Miguel López

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