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Alexéi Navalni, el viaje a ninguna parte de un joven abogado convertido en la bestia negra del Kremlin

Fotografía de archivo de fecha 11 de enero de 2024 que muestra a Alexei Navalni visto en una pantalla a través de un enlace de vídeo durante una audiencia del Tribunal Supremo en Moscú.

François Bonnet (Mediapart)

Alexéi Navalni, líder de la oposición rusa y número uno de los opositores al Kremlin, falleció este viernes 16 de febrero en la prisión del Ártico donde cumplía una condena de 19 años, anunciaron los servicios penitenciarios (FSIN). "El 16 de febrero de 2024, en el centro penitenciario nº 3, el preso Navalni A. A. se sintió indispuesto después de un paseo y casi inmediatamente perdió el conocimiento", dijo en un comunicado el FSIN de la región ártica de Yamal, asegurando que los servicios de emergencia habían intentado salvarlo.

"Se llevaron a cabo todos los procedimientos de reanimación necesarios, pero fue en vano. El paciente fue declarado muerto por los médicos de urgencias. Actualmente se está estableciendo la causa de la muerte", añadió en un escueto comunicado.

El activista, de 47 años, cumplía una condena de 19 años de cárcel por "extremismo" en una remota colonia penal del Ártico, en condiciones muy difíciles. Sus múltiples juicios habían sido ampliamente denunciados como políticos y una forma de castigarle por su oposición a Vladimir Putin. El presidente ruso ha sido informado del fallecimiento, según su portavoz, Dmitri Peskov.

En varias vistas del juicio en las que participó por vídeo en los últimos meses, este hombre alto y rubio de penetrantes ojos azules aparecía demacrado y envejecido. Había sufrido una serie de problemas de salud relacionados con una huelga de hambre y el envenenamiento que sufrió en 2020, al que sobrevivió milagrosamente.

La prisión no había debilitado su determinación. Durante las audiencias y en mensajes publicados en las redes sociales por sus abogados, vilipendió constantemente a Vladimir Putin, describiéndole como "el abuelo escondido en un búnker", ya que el presidente ruso raramente aparece en público. Las últimas imágenes del opositor datan del jueves 15 de febrero, durante otra vista.

En su juicio por "extremismo", denunció "la guerra más estúpida y sin sentido del siglo XXI", en referencia al asalto ruso a Ucrania. En sus mensajes en Internet, se burlaba del acoso al que le sometía la administración penitenciaria. En un mensaje difundido por su equipo en las redes sociales el 1 de febrero, llamó a manifestarse en toda Rusia durante las elecciones presidenciales previstas del 15 al 17 de marzo, que deberían permitir a Vladimir Putin mantenerse en el poder.

La victoria del presidente ruso parece cantada, ya que sus oponentes, encabezados por Alexéi Navalni, han sido encarcelados o forzados al exilio en los últimos años, y la represión se ha intensificado aún más desde el inicio del asalto de Moscú a Ucrania, que comenzó en febrero de 2022.

Propaganda de Putin y comentarios xenófobos

En enero de 2021, cuando Alexéi Navalni regresó a Moscú y fue detenido inmediatamente al bajar del avión procedente de Berlín, el Kremlin desplegó una intensa propaganda. Ya en diciembre de 2020, Vladimir Putin le acusó de ser "un agente de los servicios estadounidenses", lo que justificaba su vigilancia, y de reciclar en sus investigaciones "material adulterado por servicios extranjeros".

Por aquel entonces, los principales medios de comunicación estatales, encabezados por las cadenas de televisión, dedicaron constantemente cobertura a Navalni que fue retratado a su vez como neonazi, fascista, ultranacionalista, racista antisemita y xenófobo, llamando al odio interétnico y fomentando una virtual guerra civil. Vladimir Putin, que en 1999 prometió "tirar a los terroristas chechenos por el retrete", permitió que prosperara esta campaña, ampliamente difundida en las redes sociales.

Para comprender los comentarios odiosos, xenófobos y racistas de Alexéi Navalni a finales de 2000, hay que recorrer la carrera política de este abogado de formación. Y hay que situarlo en el paisaje ruso, muy específico, donde las categorías políticas occidentales son a menudo inoperantes.

En 2000, a la edad de 24 años, el joven abogado Navalni se afilió al partido Yabloko, un pequeño partido liberal y democrático dirigido por Grigori Yavlinsky, cuyas posiciones son bastante similares a las de los democristianos alemanes. Este partido quedó entonces marginado y perdió toda representación en el Parlamento. Su público se limita a unos pocos círculos sociales acomodados y urbanos que abogan por una democracia al estilo europeo o estadounidense.

"Alexéi Navalni no es un teórico ni un intelectual. Es un político real, pragmático, que busca el apoyo de la gente y cree en su propio destino", decía en febrero de 2021 Cécile Vaissié, académica especializada en Rusia y profesora de la Universidad de Rennes. También es hiperactivo, apresurado y ambicioso, y su ruidoso activismo provoca grandes tensiones en el seno del partido en Moscú, donde rápidamente asumió responsabilidades.

Alexéi Navalny comprende poco a poco que este liberalismo de estilo occidental es relacionado por la población rusa con la catástrofe de los años 90. También descubre que parte de esta oposición urbana y sofisticada a veces no tiene más que desprecio por un pueblo ruso considerado apático y sometido al zar. Una palabra resume a este pueblo plebeyo: vatniki; es una especie de paleto que se abstiene de cualquier pensamiento crítico, apoyándose en el “guía” y en la patria…

Navalny quiere ganarse al pueblo. En 2006, empezó a hablar de nacionalismo en su blog. En 2007, creó el Movimiento Ruso de Liberación Nacional, cuyo acrónimo en ruso es Narod ("el pueblo"), lo que le valió la expulsión de Yabloko por "actividades nacionalistas". Navalny se definió entonces como un "nacionalista demócrata".

En un vídeo de 2007, Navalny aparece vestido de dentista y compara las imágenes de los inmigrantes con las caries

Es el momento de debatir cuál debe ser la nueva "idea rusa". El Kremlin teoriza que la democracia occidental es un callejón sin salida para Rusia. Putin está fomentando la construcción de una nueva narrativa nacional, una síntesis barroca de la religión ortodoxa, la época zarista, Stalin y el sovietismo, el eurasismo y su teórico Alexander Dugin. El pegamento es un patriotismo salvaje y la celebración continua de la "Gran Guerra Patria", la victoria de la Segunda Guerra Mundial.

Pero hay muchos otros movimientos nacionalistas y ultras que reúnen a una parte de la oposición y a jóvenes pobres y protestones: neonazis, cabezas rapadas, una extrema derecha eslava y racista, nostálgicos de Stalin. Y una fuerza domina esta nebulosa: el escritor Édouard Limonov y su partido Nacional-Bolchevique (el natsbol).

Marlène Laruelle, historiadora especializada en ideologías nacionalistas en Rusia, detalla este fermento en un notable estudio publicado en 2014 en la revista Post-Soviet Affairs. En este hervidero nacionalista donde cohabitan lo peor y lo nauseabundo, el proyecto de Navalni consistirá en "conciliar nacionalismo, democracia y liberalismo", señala Marlène Laruelle.

El resultado son horrores como la descripción de Navalni de los caucásicos como "cucarachas", su uso del clásico insulto ruso "culos negros" y su llamamiento a la "deportación" de todos los trabajadores ilegales de los antiguos países soviéticos de Asia Central. En un vídeo de 2007 (ver más abajo), Navalni aparece vestido de dentista mientras compara las imágenes de los inmigrantes con caries dentales. "Recomiendo una desinfección completa", afirma. "Todo lo que se interponga en nuestro camino debe ser eliminado cuidadosa pero decididamente mediante la deportación".

Hasta 2013, Alexéi Navalni también participará en la "Marcha Rusa" cada 4 de noviembre. Este desfile anual reúne a todos los movimientos nacionalistas más extremistas. Pero no sólo. También atrae a personas hartas, sin rumbo político, arruinadas y degradadas por los años 90, y a jóvenes perdidos en busca de ideales.

Una síntesis de nacionalismo, democracia y liberalismo

Así se justifica Navalni en su blog, señalando que a estas marchas acude "gente normal, gente de buena fe, no sólo extremistas, y hay que hablar con ellos". En 2011, participó en el comité organizador de esta marcha y aparecieron otros lemas: "Por los derechos y libertades de los rusos"; "Por unas elecciones justas y libres". La estrategia de Navalni era clara: trabajar políticamente dentro de estos movimientos, que a finales de la década de 2000 incluían a gran parte de la oposición.

De 2007 a 2013, Navalni detalló constantemente sus planes en su blog. Natalia Moen-Larsen, investigadora noruega, ha elaborado un exhaustivo estudio (léalo aquí) que constituye un útil complemento al trabajo de Marlène Laruelle. "A lo largo de su blog, Navalni construye el nacionalismo en oposición a otras 'ideologías marginales', según sus palabras, como el nacionalismo extremista, el fascismo y el nazismo, a los que vincula con la violencia, la xenofobia y los pogromos", señala la investigadora en su texto fechado en 2013.

Navalni quiere ser el portavoz de un "nacionalismo normal". Vincula la inmigración ilegal a la corrupción de las élites, y los trabajadores sin papeles de Asia Central constituyen un ejército de esclavos para las grandes empresas. Lanza la campaña "Basta de alimentar al Cáucaso" para denunciar la corrupción y los regímenes dictatoriales instaurados o apoyados por el Kremlin. Y ataca a todos los que quieren esconder estos asuntos bajo la alfombra.

Debemos negar a los fascistas el derecho a proclamar ideas nacionales. Debemos negarles su posición de liderazgo en el movimiento ruso

Alexei Navalny en 2006

Ya en 2006, explicó: "Los ultrarradicales se han convertido en los principales rostros y fuerzas motrices del movimiento nacional en Rusia. Lo hemos aceptado. ¿Qué podemos hacer al respecto? Para mí, la cuestión está clara. Debemos luchar contra ellos y negar a los fascistas el derecho a proclamar ideas nacionales. Debemos negarles su posición de liderazgo en el movimiento ruso".

Pero esta síntesis de nacionalismo, democracia y liberalismo fracasó. A partir de 2013, tras su campaña electoral a la alcaldía de Moscú (las únicas elecciones a las que se le permitió presentarse), Navalni abandonó estas cuestiones, dedicándose exclusivamente a denunciar la corrupción del régimen de Putin.

Zakhar Prilepine fue un testigo clave de esta evolución. Uno de los escritores más brillantes de Rusia es también un nacional-bolchevique confeso. Soldado en las dos guerras de Chechenia, "hijo espiritual" de Édouard Limonov y autodefinido de extrema izquierda nacionalista, en 2014 fue a luchar a la región ucraniana de Dombás junto a las tropas separatistas prorrusas y desde entonces se ha acercado al Kremlin.

En una entrevista con Mediapart, Prilepine explicó que Navalni "podría haber sido un gran personaje, pero se ha convertido claramente en un defensor de la burguesía y las grandes empresas". En otra entrevista, en febrero de 2021, con el sitio web independiente ruso Meduza (que fue clasificado como "organización indeseable" por la Fiscalía General de Rusia en enero de 2023), Prilepine detalló su relación imposible con el abogado dentro de un movimiento de corta duración que habían creado, el Movimiento Popular.

"Tenemos que hablar de este movimiento", explica el escritor. Teníamos la ilusión de que era posible unir las alas izquierda y derecha. Navalni acababa de ser expulsado de Yabloko, que me caía muy bien –siempre he sido antiliberal–. Llegó en el momento justo: marchas rusas, cabezas rapadas. Se estaba convirtiendo en una figura cada vez más importante, mientras que los bolcheviques nacionales y los limonovistas eran más izquierdistas. Yo tenía la idea ilusoria de que era posible combinar nuestros movimientos. Llevé a Navalni a conocer a Limonov. Limonov le odiaba. En 2014, nuestros caminos se separaron radicalmente".

El saqueo de Rusia

En diciembre de 2020, el economista Sergei Guriev interrogó largamente a Navalni sobre su programa (vídeo con subtítulos en inglés a continuación, extractos en francés aquí). Los dos hombres se conocen desde hace mucho tiempo. El antiguo director de la prestigiosa Escuela de Economía de Moscú ayudó a elaborar el programa de Navalni para la campaña electoral de Moscú en 2013. Amenazado por las autoridades, tuvo que exiliarse, fue economista jefe del BERD (Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo) y ahora es profesor en Sciences Po-Paris.

Guriev pregunta a Navalni sobre este "nacionalismo étnico" (a los 48 minutos 50 segundos del vídeo). "Como osetio, ¿cómo puedo sentirme ciudadano de primera clase en mi país? Cuando no te gusta la palabra Rossiyanin ["ciudadano del Estado ruso"], prefieres la palabra russkyi ["perteneciente a la etnia rusa"]. Como osetio, ¿debo temer que alguien como usted se convierta en el líder político de Rusia?”.

Navalni respondió haciendo hincapié en "la necesidad de luchar contra todas las formas de discriminación". "No veo ningún problema en el hecho de que una gran parte de la población no quiera identificarse como Rossiyanin y prefiera su identidad Russkyi. Los daguestaníes, los rusos étnicos y todos los demás grupos forman parte de la diversidad de la sociedad. Que cada uno se sienta públicamente orgulloso de lo que es. Para cualquier dirigente del sistema político, es importante proteger las lenguas nacionales y las escuelas. En nuestro país siempre habrá una cuestión nacional, porque nuestro país es grande y diverso", añade. 

La académica Cécile Vaissié, que ha seguido de cerca la carrera de Navalni y ha asistido a varias de sus reuniones, declaró a Mediapart en abril de 2021: "¿Antisemitismo? No, nunca, no hay nada. Ha habido algunas declaraciones inaceptables sobre los caucásicos y los inmigrantes. Pero en los últimos años, nunca he oído eso”.

A principios de la década de 2010, Alexéi Navalni se dio cuenta de que su fama no procedía de sus diatribas nacionalistas, que poco a poco iba olvidando, sino de su blog Rospil ("El saqueo de Rusia"), que se convirtió en uno de los más leídos de Rusia. Unos años antes, el abogado había comprado acciones de grandes grupos por 10.000 dólares. Se autoinvitó a las juntas de accionistas, exigió documentos y estados financieros, e incluso fue nombrado brevemente director de Aeroflot con la ayuda de un empresario.

Navalni, abogado, ayudado por informadores en el corazón del sistema, llegó a destapar algunos de los mayores escándalos de malversación, evasión fiscal y corrupción. El aeropuerto de Sheremetyevo, Aeroflot, bancos, un gasoducto siberiano: miles de millones de dólares de dinero fluyen hacia Malta, Suiza, Israel, la City londinense, las Islas Caimán y todos los grandes paraísos fiscales del planeta.

Se sospecha que no es más que una marioneta en manos de oligarcas deseosos de ajustar cuentas entre sí a través del blog Rospil. Navalni sigue evolucionando, comparando la corrupción con la miseria social y atacando a las principales figuras del poder. En 2011, creó el FBK, el Fondo Anticorrupción, que empezó a publicar demoledoras investigaciones sobre las élites.

Durante las grandes manifestaciones de 2011 y 2012, descubrió la repentina popularidad del Frente de Izquierda, un partido de izquierda radical enraizado en las luchas sociales. Su líder, Sergei Udaltsov, se convirtió en una de las principales figuras de la oposición y estuvo encarcelado de 2014 a 2017. Navalni, que ha decidido peinar las regiones rusas, habla cada vez más de bajos salarios, miseria ordinaria y servicios públicos descuidados. Es el "partido de los sinvergüenzas y los ladrones", Rusia Unida, el partido presidencial, el que está arruinando el país y bloqueando el futuro de los jóvenes.

Lucha contra la corrupción, Estado de derecho y democracia

Karine Clément, socióloga afiliada al CNRS, estuvo muy implicada en las luchas sindicales y ciudadanas en Rusia en la década de 2000. En un blog publicado en Mediapart en febrero de 2021, explicó que había tenido innumerables desacuerdos con Navalni, con quien se había reunido en varias ocasiones. "Pero durante sus viajes a finales de la década de 2010, planteó regularmente la cuestión de la desigualdad social, los salarios lamentablemente bajos y el estado decadente de las infraestructuras y los servicios públicos, algo que fue la única persona de la oposición liberal que hizo", escribió.

Aún no era un programa. A partir de 2015, a medida que crecía su reputación, Navalni insistió en tres puntos: la lucha contra la corrupción, el Estado de derecho y la democracia a través de elecciones libres. El resto vendría después. Y el resto siguió, con cada vez más ramas regionales creadas a partir de colectivos formados en torno a luchas locales (vivienda, medio ambiente, pensiones) y batallas para poder presentarse a las elecciones municipales o regionales.

Con el FBK y la sede de Navalni, una nueva generación se ha unido al líder, que no tiene absolutamente nada que ver con los círculos nacionalistas de los años 2000. Estos activistas son por lo general jóvenes (veinteañeros o treintañeros), bien formados y ágiles en las redes sociales, decididos a exigir responsabilidades a las élites locales ante Rusia Unida y, sobre todo, deseosos de un país abierto y democrático.

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"En primer lugar, Navalni sale al terreno", explicó Cécile Vaissié a Mediapart en 2021. "En segundo lugar, sabe rodearse de gente competente y eficaz. Alguien como el economista Sergei Guriev es prueba de ello. Se le ha descrito como un hombre solo, un Bonaparte que lo decide todo, lo que no es cierto. Al contrario, creó equipos muy autónomos, un movimiento descentralizado. Y muy pocas personas le han defraudado en los últimos años.

Con sus organizaciones disueltas, sus redes regionales desmanteladas y él mismo muerto en prisión, ¿qué quedará de todo esto? En diciembre de 2023, el equipo de Alexéi Navalni colocó vallas publicitarias en varias ciudades del país en las que se podía leer "Rusia" y "Feliz Año Nuevo" con un código QR. El código QR conducía a un sitio web titulado "Rusia sin Putin", en el que se exponían las distintas formas de hacer campaña contra el presidente en ejercicio.

A pocas semanas de las elecciones presidenciales, sólo tres personas optan a enfrentarse a Vladimir Putin, las tres en representación de la facción tradicional de la oposición, miembros de los tres partidos parlamentarios: Leonid Slutski (partido LDPR), Vladislav Davankov (Nuevo Partido del Pueblo) y Nikolai Kharitonov (Partido Comunista), que ya se presentó en 2004. El liberal Boris Nadejdine, considerado el candidato más serio, vio invalidada su candidatura por la comisión electoral el 8 de febrero.

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