El fin de la dinastía Bongo en Gabón: el dinero del petróleo seguirá fluyendo, pero ahora ¿en beneficio de quién?

Ali Bongo en las elecciones presidenciales de Gabón en 2023.

Fanny Pigeaud (Mediapart)

Sin petróleo, ¿estaríamos hablando hoy de la dinastía Bongo? Probablemente no. La historia de esta familia, que reinó durante 56 años y ocupó todas las esferas del Estado de Gabón, está íntimamente ligada a la del dinero del oro negro: un dinero que fluyó libremente durante décadas y al que las petroleras galas ELF y luego Total tuvieron un acceso privilegiado.

Todo empezó con Jacques Foccart, consejero del Elíseo para asuntos africanos y malgaches de 1959 a 1974. Era 1965 y el presidente de Gabón, Léon Mba, que había sido colocado en el poder por Francia, estaba enfermo. Foccart y el general De Gaulle buscaban un sucesor para supervisar los intereses de Francia en los sectores petrolero, minero y forestal de Gabón.

Jacques Foccart acabó eligiendo a Albert-Bernard Bongo, de 32 años, jefe de gabinete de Léon Mba. Al principio, no le convenció mucho este antiguo oficial del Ejército francés especializado en inteligencia. Albert-Bernard Bongo era "un joven autoritario, que sabía lo que quería, que sería firme, pero no capaz de gobernar", le pareció.

Los hombres de Foccart, entre ellos el embajador francés en Libreville, Maurice Delauney, hicieron enmendar la Constitución gabonesa para permitir que el joven Bongo sucediera a Léon Mba cuando éste murió de cáncer en 1967, pocos meses después de celebrarse elecciones presidenciales. Albert-Bernard Bongo comenzó completando el mandato del difunto presidente, que se prolongó hasta 1974.

El maná del oro negro

Albert-Bernard Bongo, que se convirtió en Omar Bongo Ondimba tras convertirse al islam a principios de los años 70, llegó al poder en un momento en que la producción de petróleo y los ingresos no dejaban de aumentar, hasta el punto de que Gabón se convirtió en uno de los principales productores de petróleo de África. 

Gracias a estas ganancias inesperadas, Omar colmó de dinero a todo el mundo: a los partidos políticos franceses, a parte de la oposición y a su familia. Cuando lo necesitaba, el dinero del petróleo también le permitía mantener un estricto control de la seguridad. Aún necesitó el apoyo militar de Francia cuando tuvo que hacer frente a las protestas de 1990, tras la muerte de un opositor, y de 1993, tras unas elecciones presidenciales fraudulentas.

Los lazos entre él y París son casi inquebrantables: invierte su dinero en bancos franceses, acumula una importante cartera inmobiliaria en Francia, las empresas francesas tienen numerosos monopolios en su país, el Ejército francés mantiene una importante base militar en Libreville, etcétera. Se ha convertido en un pilar fiable de Françafrique, y todo el mundo está contento. "África sin Francia es como un coche sin conductor. Francia sin África es un coche sin combustible", declaró a Libération en 1996.

Con su Partido Democrático Gabonés (PDG), creado en 1968 y único hasta 1990, se organizó para construir una gran clientela, tanto política como administrativa, entre los dirigentes de las diferentes regiones de Gabón, y se aseguró de que las ambiciones financieras y políticas de unos neutralizaran las de otros. El país tiene la ventaja de ser grande pero poco poblado (2,3 millones de habitantes en la actualidad) y, por tanto, más fácil de controlar, sin duda.

Riqueza familiar

Omar Bongo también ha construido un sinfín de alianzas matrimoniales, ampliando constantemente su círculo familiar: tiene varias decenas de hijos –ha admitido una cincuentena–, varios de los cuales ha adoptado. En 1990 se casó con la hija del presidente del vecino Congo, Denis Sassou-Nguesso, con quien tuvo dos hijos.

Algunos de sus vástagos ocupaban puestos estratégicos a su alrededor: su hijo Ali era ministro de Defensa en el momento de su muerte en 2009; su hija Pascaline era su jefa de gabinete; Christian, otro hijo, era director del Banco Gabonés de Desarrollo. Algunos de ellos se dedicaban a los negocios y la familia se convirtió poco a poco en accionista de multitud de empresas gabonesas y extranjeras que operaban en Gabón, como demostró el asunto Delta Synergie. Varias de sus exmujeres también han ocupado puestos en el corazón del Estado, como Marie-Madeleine Mborantsuo, presidenta del Tribunal Constitucional desde su creación en 1991 (y aún lo es).

En la actualidad, casi el 40% de los gaboneses vive por debajo del umbral de pobreza, y la tasa de desempleo es del 37%

A lo largo de décadas en el poder, la familia Bongo se ha enriquecido enormemente, y la burguesía que la rodea ha vivido en la opulencia, confundiendo las arcas públicas con las personales. Champán añejo en abundancia, coches fabulosos, villas de lujo, fines de semana de compras en París y otros lugares, estudios en el extranjero para los miembros más jóvenes de la familia, revisiones médicas regulares en los mejores hospitales del extranjero para el mayor: este pequeño grupo, que también se encuentra relacionado con el mundo de las logias de los masones, vive en una perfecta despreocupación.

Mientras tanto, la mayoría de los gaboneses observaban en silencio, sin disfrutar de nada, los intentos de desafiar el orden establecido por la dinastía. En la actualidad, casi el 40% de la población de Gabón vive por debajo del umbral de pobreza y la tasa de desempleo se sitúa en el 37%, a pesar de que el PIB del país es elevado en comparación con la media africana. De hecho, el país se ha empobrecido cada vez más con el paso de los años.

Luchas intestinas

Pero no todo dura para siempre. El imperio familiar quedó parcialmente destrozado en 2009 tras la muerte del patriarca, Omar. Ali y Pascaline se enfrentaron para hacerse con el poder, y al final fue Ali quien salió vencedor. Gracias a la pericia en amaños electorales del Partido Democrático Gabonés y al apoyo del presidente del Tribunal Constitucional, además del respaldo de París, Alí se convirtió en presidente.

Sin la columna vertebral de la familia, las relaciones intradinásticas se deterioraron. Ali carecía de la flexibilidad y la confianza de su padre. Las luchas intestinas siguieron enrareciendo el ambiente. Mientras el presidente Ali mantenía cerca de sí a algunos de sus hermanos y primos, otros eran apartados. En medio de todo: el dinero, por supuesto. Algunos de los hermanos acusan a Ali de querer quedarse con la parte del león de la herencia de Omar, una enorme fortuna financiera e inmobiliaria.

Reelegido en condiciones dudosas en 2016, Ali Bongo no solo está depurando a parte de la familia Bongo. París, que lo ayudó a llegar al poder, empieza a verlo con malos ojos cuando desafía los intereses franceses. Un ejemplo: en 2014, Total, entonces segundo productor de petróleo de Gabón por detrás de Shell, recibió una notificación de reevaluación fiscal por valor de 585 millones de euros.

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El ictus de Ali en 2018, que lo debilitó considerablemente, ha estrechado aún más el círculo familiar que lo rodea: desde entonces, la atención se centra en su esposa, Sylvia, y en su hijo, Noureddin Bongo Valentin. Ambos son considerados los verdaderos dueños del país. Noureddin, de 31 años, fue "coordinador general de asuntos presidenciales" entre 2019 y 2021, antes de convertirse en "asesor estratégico" de su padre. Libreville lleva varios años envuelta en rumores que sugieren que tiene ambiciones presidenciales. Una denuncia presentada en Francia en 2020 por dos ciudadanos franceses, entre ellos un antiguo director de gabinete de Ali Bongo, al que en su día estuvo muy unido, lo acusaba de haber orquestado una operación de ajuste de cuentas personales y políticas, que llevó a varias personalidades a la cárcel.

El miércoles 30 de agosto, todo se detuvo para este joven, que tenía casi la misma edad que su abuelo cuando éste llegó al poder: fue detenido, junto con varios de sus familiares que ocupaban puestos clave, por los militares que se hicieron cargo del gobierno. Su padre se encuentra bajo arresto domiciliario.

De Omar a Noureddin, el destino de la dinastía Bongo parece haber dado un vuelco. Pero el dinero del petróleo seguirá fluyendo. ¿En beneficio de quién?

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