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Angela Davis: “Estados Unidos vive una contrarrevolución”

Angela Davis, profesora en la Universidad de California.

Días después de las elecciones en Estados Unidos, que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca, la legendaria activista e intelectual Angela David pronunciaba en París una conferencia en el marco del ciclo pluridisciplinar “Diversidad de experiencias y causas comunes”, promovido por la Universidad de Nueva York y la Fundación de la Maison des Sciences de l’Homme, en colaboración con el Instituto du Tout-Monde.

Feminista, anticapitalista y antirracista. Angela Davis es profesora en el Departamento de History of Consciousness (literalmente, “Historia de la toma de conciencia”) en la Universidad de California, en Santa Cruz. Ha revolucionado la comprensión de la articulación entre las cuestiones de género, de clase y de raza. Miembro del movimiento afroamericano de los Black Panthers, fue juzgada y encarcelada, a principios de los 70, por complicidad en el homicidio de un juez californiano, delito del que quedó posteriormente absuelta.

Crítica con la campaña de la demócrata Hillary Clinton, a quien considera una “feminista de la pequeña burguesía”, Angela Davis le reprocha a la izquierda americana que no haya sabido dirigirse a los electores blancos de las clases populares. “El universalismo no debe tratar de borrar las diferencias”, recuerda, mientras se felicita por la emergencia del movimiento contra la violencia policial Black Lives Matter. De Francia, país del que se siente muy próxima, lamenta el modo en que la laicidad se ha convertido en “arma contra los musulmanes”. “No tiene ningún sentido soñar con un mundo sin racismo, sin misoginia, sin homofobia, sin explotación de clase en el contexto de un planeta moribundo”, insiste con relación a los movimientos de justicia climática.

Éste es un extracto de la entrevista (en inglés, con subtítulos en francés):

PREGUNTA: Como activista e intelectual antirracista, feminista y anticapitalista, ¿qué conclusión saca de la elección de Donald Trump como presidente de EEUU?

RESPUESTA: Ha sido un shock enorme porque todo el mundo, incluido el propio Trump, creían que ganaría Hillary Clinton. La lección que tenemos que sacar de estas elecciones es que hemos subestimado la atracción ideológica del racismo, del antisemitismo, de la misoginia y de la xenofobia. Al mismo tiempo, es importante subrayar que Trump no ha sido el candidato más votado. En realidad, Hillary Clinton obtuvo dos millones de votos más. Trump ha resultado elegido presidente por el carácter obsoleto que tiene el colegio electoral, que beneficia a los antiguos Estados esclavistas y a aquéllos donde predominan los electores blancos. Por otro lado, más del 46% del electorado no ha votado. Esto se explica, en parte, por el fracaso del sistema bipartidista, el Partido Demócrata y el Partido Republicano están muy vinculados a los intereses capitalistas. Habría preferido que Hillary Clinton resultase elegida, pero no era una candidata a la que yo apoyaría realmente.

P: ¿Por qué?

R: Por sus vínculos con el capitalismo y por su incapacidad para comprender la importancia de las nuevas formas de feminismo. Tiene una visión obsoleta del feminismo, que parte de la base de que las mujeres son, sin decirlo directamente, blancas y de clase media. Se trata de una concepción pequeño-burguesa del feminismo que no ha llegado a conectar con la mayoría de la gente y aún menos con la mayoría de las mujeres. Las feministas más vivas y más vibrantes son las que luchan contra el racismo, el capitalismo y la homofobia, son internacionalistas o de tendencia marxista. Clinton habría podido aprender mucho de la noción de interseccionalidad.

Se presentó como una heroína feminista con capacidad de romper, por fin, el techo de cristal. Pero ése no es el sentido de las luchas feministas, en mi opinión. Los combates feministas no consisten en integrar las esferas del poder económico y político, sino en transformar la sociedad. No sólo en términos de género, sino también de racismo y de islamofobia. No era mi candidata, pero he defendido la idea de que había que votar por ella para, en los próximos años, dar paso a un activismo radical.

P: ¿No cree que, en parte, ha perdido por ser mujer?

R: La influencia de la misoginia todavía es importante. Desde luego, no le ha ayudado. Sin embargo, alrededor del 94% de las mujeres negras la votaron, pero no lo hicieron tanto porque pensaran que era la respuesta como por que han comprendido la complejidad de la política electoral. El 53% de las mujeres blancas votaron a Trump, lo que pone de manifiesto que la influencia de la supremacía blanca es más importante para estas mujeres que el compromiso en favor de una cambio feminista.

P: Mujeres que votaron a Trump han justificado su elección diciendo que no le tenían miedo, que estaban acostumbradas a ese tipo de comportamientos sexistas. ¿No supone un fracaso del feminismo?R:

Ese feminismo es, por desgracia, el de Hillary Clinton. Representa una versión limitada del feminismo. Habla a las mujeres blancas de una determinada clase social, pero no a las mujeres blancas de las clases populares. Hillary no ha convencido a muchas de estas mujeres porque no ha sabido vincular las cuestiones de género a las de raza, clase, sexualidad y de nación. El feminismo con el que me identifico considera que la justicia es indivisible y que hay que pelear, pero no por un único grupo, sino por todas y todos los de cualquier tipo de injusticia en nuestra sociedad. La inmigración, en ese sentido, también es un desafío feminista, como el racismo, la islamofobia o el antisemitismo. Hay que hacer frente a estas cuestiones mediante el feminismo. Un feminismo que rechaza afrontar esas cuestiones, muy probablemente se encuentre encerrado en formas de racismo y de ideología de clase.

P: A Bernie Sanders también se le ha reprochado que no relacionase suficientemente los asuntos de género, de raza y de clase, centrándose exclusivamente en cuestiones sociales...

R: Sin embargo, en el entorno de Bernie Sanders y entre los que lo apoyaban, había algunas personas de color. Eso se explica por el hecho de que su programa era claramente anticapitalista. La gente ha sido lo suficientemente lista como para entender que, aunque su crítica del racismo no era perfecta, no era posible abordar el antirracismo sin pensar en el declive del sistema capitalista. Muchos votantes han entendido este mecanismo, aunque hayan lamentado su incapacidad para mostrar que el capitalismo era necesariamente racista. El capitalismo como lo conocemos no habría sido posible sin la esclavitud y sin la colonización. Bernie Sanders aún no ha conseguido integrar esta dimensión. Al mismo tiempo, su campaña ha sido importante: ha gustado a muchos jóvenes, no sólo blancos, también negros y a abstencionistas porque querían un candidato radicalmente anticapitalista.

P: ¿Qué lectura hace del mensaje de los votantes de Trump? Muchos parecen decirse antisistema, antiélites... ¿Su voto no es el fiel reflejo de un enfado de clase?

R: Algunos electores de Donald Trump votaron antes a Barack Obama. Es un problema que el sindicalismo esté en este lamentable estado. Las organizaciones de trabajadores no han sabido dar voz a las personas que lo han perdido todo con la desindustrialización, la deslocalización del empleo y la bajada de salarios. La elecciones presidenciales norteamericanas se han revelado un fracaso de la izquierda a la hora de dirigirse a estas personas –sobre todo blancas– que han perdido su posición social, en un momento de desconcierto por las mismas razones que las que producen el racismo. El desafío de los próximos años es el de crear movimientos, partidos que pueden llevar a la izquierda a los electores de Trump y a los abstencionistas, que no han visto una alternativa auténtica en las elecciones.

P: ¿Qué balance hace de la Presidencia de Obama?

R: Los presidentes como individuos no tienen tanto poder como podría parecer. El verdadero éxito de la Presidencia de Obama no reside en su persona, sino en la dinámica que su elección como presidente hizo posible. Los ocho años de su Administración han permitido cierta apertura: han aparecido lugares de reivindicación como Occupy o Black Lives Matter. No creo que movimientos anticapitalistas así hubieran visto la luz con una Administración republicana. La Policía habría destruido los campamentos antes de que éstos hubiesen sido instalados.

El error de Obama ha sido no haber ido más allá, obligando al presidente a tomar posiciones más radicales. No olvidemos que Obama ha sido presidente de Estados Unidos de América, es decir de Estados Unidos militaristas, racistas e imperialistas. Al mismo tiempo, veo futuros cambios en estos movimientos que se interesan menos por el poder del voto y más por la capacidad de la gente a la hora de reunirse y de reclamar juntos, a veces de forma espectacular, más justicia.

P: La noción de interseccionalidad se entiende mal en Francia y a menudo se lucha contra ella. La izquierda se encuentra dividida entre los que hablan del “pueblo” y los que hablan de “minorías”... Cómo explica ese concepto.

R: La interseccionalidad es una metodología. La invención del término se debe a Kimberlé Crensaw [feminista y profesora en UCLA], pero el análisis del concepto se remonta a la publicación de mi libro Mujeres, raza y clase. La idea era comprender la interacción entre los diferentes modos de dominación, rechazando las jerarquías en ellos. En un primer momento no habría explotación de clase, después dominación de género y después desigualdades raciales.

En las últimos 40 años, quizás más, el feminismo ha tratado de desarrollar maneras de pensar y modos de compromiso y de lucha, que reflejan una visión más igualitaria de las relaciones entre estas categorías. Baste un ejemplo para tratar de comprender el conflicto entre lo universal y las minorías: el movimiento Black Lives Matter, que en los últimos años ha ido ganando en importancia, ha sido criticado por defender a un solo grupo. Pero sucede al contrario. Clinton formó parte, al menos en un primer momento, de los que decían que no deberíamos decir Black Lives Matter sino All Lives Matter. Me parece que, en Francia, el debate va por ahí. La denominación de Black Lives Matter hace alusión explicita a las personas que se encuentran en la parte más baja de la escala social. Implícitamente son todas las personas que sufren alguna forma de explotación.

P: ¿Es una diversificación del concepto de universal? ¿Usted no se opone a la idea de universalidad, sino que propone una definición que reconoce la diversidad intrínseca?

R: Es un reconocimiento del hecho de que la universalidad es una noción abstracta. Es permeable a una forma de racialización, que no se toma en cuenta si no se reconoce la especificidad de los términos que abarca la noción de universal.

P: ¿Cómo ve el futuro de estos movimientos? ¿Qué se puede hacer para que un movimiento como Black Lives Matter no permanezca en una burbuja sin influir en el resto de la sociedad?Black Lives Matter

R: ¡Black Lives Matter no es sólo un movimiento de negros! Es un movimiento interracial. Incluye blancos, latinos, asiático-americanos, palestinos... Sus activistas reconocen que atraer la atención sobre la vida de los negros es una llamada a atraer la atención sobre todas las vidas. El problema es que cuando se habla de negros, se supone quela discusión se limita. Que la pregunta planteada es demasiado específica, pero al concentrarse sobre las particularidades se consigue una visión más rica de lo universal. Una universalidad que no se compromete en la guerra de tiranía que lo hace abstracto.

P: ¿Aboga por el reconocimiento de la diversidad en lugar de por la oposición de las identidades?

R: Lo que me supone un problema es una política simplista de la identidad. No estoy diciendo que las identidades no sean importantes. Lo son. Pero nuestras prácticas políticas no están tanto centradas sobre el individuo particular, el sujeto particular, como sobre la voluntad de desafiar a las fuerzas responsables del racismo, de la islamofobia y de la explotación de clase. Siempre he creído que las identidades políticas eran más importantes que las identidades asignadas unilateralmente por ideologías como la creencia en la raza.

P: ¿Qué enseñanzas puede sacar Francia de la elección de Trump?

R: En Francia pronto habrá elecciones. La Revolución Francesa se produjo después de la revolución americana. Estados Unidos se presenta como la primera democracia. Estamos viviendo una contrarrevolución. Existe una gran presión contra la democracia. La campaña de Trump se basaba en la idea del retorno a la supremacía blanca. ¿Cuándo consideraba que América era “grande”? Antes del avance en materia de derechos civiles, de género, de derechos de los inmigrantes. Ha puesto el acento en esta época en que los hombres blancos tenían el poder. Espero que en Francia no repitáis lo que hemos hecho en Estados Unidos. Hay que comprometerse, participar en los movimientos antirracistas en el centro de la lucha por la justicia en todo el mundo.

P: En Francia, en el seno de los militantes que trabajan por el clima, se ha abierto un debate entre los partidarios de la desobediencia civil, que se consideran no violentos, y los que rechazan dicha etiqueta por considerar que los aleja de las personas con algún signo racial, víctimas de las violencias policiales. ¿Qué opina?

R: Se trata de falsas divisiones. El movimiento americano por los derechos cívicos se presenta como no violento. Y por supuesto ha alentado a los activistas a sumarse y a practicar la desobediencia civil. Se trata de la única manera en que pueden surgir los movimientos de masas. Sin embargo, poner en primer plano la no violencia lleva a subestimar el papel del Estado en la producción de la violencia. Y es quizás esto lo que genera más divisiones. No hay duda de que movimientos que luchan contra la violencia institucional deben acercarse a los que trabajan por el medio ambiente. Porque es un movimiento contra la violencia infligido al medio ambiente. En muchos aspectos, el movimiento por el clima, el movimiento por la preservación del planeta, supone el punto de salida de una movilización por la justicia social.

P: ¿Por qué?

R: ¡No tendría ningún sentido soñar con un mundo sin racismo, sin misoginia, sin homofobia, sin explotación de clases en el contexto de un planeta moribundo! Si somos serios en los combates que libramos, debemos hacer un llamamiento al fin de la violencia contra el planeta, contra los animales. Los movimientos por la soberanía alimentaria son muy importantes. En este momento, en Dakota del Norte, la lucha de los sioux de Standing Rock contra la construcción de un oleoducto, el Dakota Access Pipeline, cuenta con el apoyo de movimientos muy diversos. Este movimiento tiene su origen en comunidades indias, nativos americanos, sioux. Pero han lanzado un llamamiento y muchas personas han respondido: sindicalistas, antirracistas, feministas. Y está bien que sea así. La interseccionalidad siempre ha significado la interseccionalidad de nuestras luchas.

P: En septiembre de 2014, un año antes de que se celebrase la cumbre del clima COP21, la Marcha de los pueblos por el clima, en Nueva York, estaba comandada por negros, indios, latinos, como primeras comunidades afectadas por el cambio climático. ¿Se siente próxima a sus luchas?

R: Es importante reconocer que no es algo nuevo, sino que viene precedido de décadas de luchas. En los 80, cuando emergió el movimiento por la justicia medioambiental, gente de color se dirigió al movimiento ecologista para hacerle saber que los que destruyen el medio ambiente, en general, primero la emprenden con las personas de color. ¿Dónde se producen las descargas? ¿Dónde están las tierras contaminadas? Se descubre que se encuentran en los barrios donde viven personas de color y en los barrios pobres. Y, en cierto modo, la ideología nos impide ver lo que debería ser muy evidente: si luchamos por un mejor medio ambiente, hay que protestar contra las injusticias medioambientales. Y, de este modo, la Marcha contra el cambio climático protagonizada por las comunidades de color no es sino la expresión de esta voz.

P: Sin embargo, históricamente, el movimiento ecologista, incluso en Estados Unidos, es blanco y ahora objeto de preocupación de las clases medias...

R: Sí, pero también está el movimiento por la justicia medioambiental. Si se busca justicia medioambiental en Google, se comprueba que se ha desarrollado de la mano del movimiento de defensa del medio ambiente. Es un enfoque alternativo de la cuestión medioambiental, vinculada con la cuestión laboral y en dirección a las comunidades de color. De eso hablan precisamente las feministas, de la interseccionalidad de las luchas. El movimiento Black Lives Matter es otro ejemplo de los saberes que los feministas antirracistas, anticapitalistas han producido. Es interesante constatar que por fin, después de décadas de existencia, el movimiento de los negros está dirigido por mujeres y personas que se identifican como queers. Las cuestiones de género y de sexualidad son reconocidas como parte de las luchas contra el racismo. Es muy excitante.

P: ¿Cuál es su opinión sobre el modo en que se acoge a los refugiados en Europa?

R: El desafío de la defensa de los derechos de los refugiados es mundial y necesitaría de un movimiento global. Europa no llega a comprender su responsabilidad histórica en la materia, que es enorme, habida cuenta de la relación entre la crisis de los refugiados y el capitalismo mundial, entre la historia de la esclavitud y los caminos de los refugiados. Se podría hablar de revancha de la historia por cómo las rutas de unos y de otros coinciden, en sentido inverso. __________________Traducción: Mariola Moreno

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