Marine Le Pen se arrepiente ahora de echar del Frente Nacional a su padre tras 20 años renegando de él

Foto de archivo del expresidente del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, y su hija y actual presidenta del partido, Marine Le Pen, participan en la manifestación del 1 de mayo de 2014 en París.

Marine Turchi (Mediapart)

“Nunca me perdonaré esa decisión, porque sé que le causó un inmenso dolor”. En una larga entrevista concedida a JDnews el 12 de enero, Marine Le Pen lamentó la expulsión de su padre del partido en 2015. Este arrepentimiento suena como una terrible confesión, después de veinte años de intentos de distanciarse de la negación del Holocausto y de las declaraciones antisemitas y racistas de Jean-Marie Le Pen.

Preguntada por el semanario del grupo Bolloré sobre si había “pasado página” con su exclusión en aquel momento, la ex presidenta de la Agrupación Nacional (RN) explicó que “es más complicado que todo eso”. Y cuando habla de los comentarios antisemitas y de negación del Holocausto de su padre, nunca nombrados como tales y calificados de meras “provocaciones”, considera que es “un poco injusto juzgarle únicamente sobre la base de estas polémicas”, y lamenta que “lo que prevalezca de él” sea sólo su "lado rebelde”. 

Para no “poner en peligro” al partido, decidió excluir al que ahora llama “papá”, aunque el Frente Nacional (FN) era “su bebé”, que él había “creado, formado y construido”. “Tomar esta decisión fue una de las más difíciles de mi vida. Y durante el resto de mi vida, siempre me preguntaré si podría haber hecho las cosas de otra manera”

Esta confesión, facilitada por las reacciones indulgentes de una parte de la clase política y de los medios de comunicación ante la muerte de su padre, contrasta con la “estrategia de desdemonización” que lleva aplicando desde hace más de veinte años.

Desde su aparición mediática entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales de 2002, Marine Le Pen ha tratado de normalizar y suavizar la imagen de su partido, ya sea a través de la asociación “Generación Le Pen” que lanzó ese año, o a través de su presidencia del partido de 2011 a 2022. Pero nunca ha negado explícitamente la historia antisemita de su partido.

Varias declaraciones de distanciamiento

El primer enfrentamiento mediático con su padre sobre el tema de la Segunda Guerra Mundial se remonta a 2005. Entonces vicepresidenta del Frente Nacional, dimitió del comité ejecutivo del partido después de que su padre declarara en el semanario petainista Rivarol que “al menos en Francia, la ocupación alemana no fue particularmente inhumana” y que la población había estado bien protegida por la Gestapo (comentario que le costó una condena por negar un crimen contra la humanidad).

No condenó públicamente las declaraciones de su padre, como había hecho tres meses antes con el número dos del partido, Bruno Gollnisch, que había expresado reservas sobre la existencia de cámaras de gas. Pero aun así abandonó la casa familiar de Montretout con sus hijos durante unos días.

Con ocasión de una rueda de prensa, Jean-Marie Le Pen declaraba entonces a los periodistas: "Marine es muy maja. Pero su estrategia de desdemonización no nos ha servido de nada. Los medios de comunicación nos ignoran. A nadie le interesa un Frente amable. Yo no buscaba un escándalo para romper la omertá. ¡Pero hay que reconocer que funciona!”

Al año siguiente, Le Pen hija publicó À contre-flots (A contracorriente), una especie de autobiografía en la que intentaba distanciarse de la visión que su padre tenía de la Segunda Guerra Mundial. En 2008, se produjo un nuevo bochorno cuando el Presidente del FN confirmó a la revista mensual Bretons que las cámaras de gas eran un “detalle” de la historia (comentarios que ya había hecho en 1987). “No comparto la misma visión de esos acontecimientos”, se desmarcó Marine Le Pen en BFMTV, mientras que el Secretario General del partido, Louis Aliot, afirmaba en su blog que estas declaraciones “no constituyen en absoluto una línea política” y que había “un cierto número de dirigentes, cuadros, militantes y simpatizantes que no ven los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial de la misma manera que Jean-Marie Le Pen”.

Pero ambos intentaban evitar ofender al gran líder. Su hija insiste en que Jean-Marie Le Pen “no quería crear polémica”, y que además había “prohibido al periódico publicar esa entrevista”. Louis Aliot, que fue su jefe de gabinete, jura que “ese tema” no era “una línea divisoria” y que “eso no mermaba en absoluto la confianza, la estima, la consideración y el respeto” que le profesaban.

Al año siguiente, se repitió la misma escena cuando Jean-Marie Le Pen volvió a mencionar lo del “detalle” en el Parlamento Europeo. Marine Le Pen le contradijo en France 5 (“No creo que sea un detalle de la historia”), pero volvió a restarle importancia: su padre “nunca ha negado ninguno de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial”, insistió, contrariamente a los hechos, pero al ser un “huérfano de guerra”, “intenta de hecho extender la memoria colectiva a todas las víctimas y seguramente lo hace de forma torpe”.

En 2011, con ocasión de la masacre de Oslo en la que murieron 77 personas, el fundador del FN volvió a levantar la polémica al afirmar que la “ingenuidad” del gobierno y de la sociedad noruegos era “más grave” que los ataques perpetrados por el terrorista Anders Behring Breivik, que calificó de “accidente”. Marine Le Pen lo utilizó como táctica de distracción, denunciando la explotación política de sus adversarios.

Serie de purgas

Ese año, cuando ella le sucedió en la presidencia del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen provocó un nuevo revuelo con sus comentarios sobre el periodista de France 24 Mickael Szames, que había sido expulsado violentamente por el servicio de seguridad cuando se presentó en la gala del partido, cerrada a la prensa: “Dijo que le habían expulsado por ser judío. Aunque eso no se veía en el carné de prensa ni en la nariz”, declaró en rueda de prensa. Preguntada sobre si aprobaba los comentarios de su padre, Marine Le Pen se limitó a decir a los periodistas que ella hubiera sido “más dura sobre el comportamiento de ese colega vuestro”.

Una vez elegida líder del partido, la jefa del FN aclaró su posición personal sobre la Segunda Guerra Mundial en una entrevista con Le Point. Los campos nazis fueron “el colmo de la barbarie”, dijo, y “todos los que muestran ambigüedad sobre el tema son irritantes al máximo”. También rechazó cualquier “filiación con lo que fue el ejército alemán”, que “asesinó a nuestros padres y hermanos”.

Al mismo tiempo, Marine Le Pen llevó a cabo una serie de purgas. Se deshizo de los seguidores de su antiguo rival Bruno Gollnisch y consiguió que se fueran algunos de los ex partidarios de la Argelia francesa y del III Reich . Se opuso claramente a su padre en el caso de Alexandre Gabriac, el consejero regional del FN fotografiado haciendo el saludo nazi, que fue expulsado inmediatamente. A Jean-Marie Le Pen le pareció esa reacción “rápida” y pidió más clemencia.

La nueva presidenta del FN acabó rodeándose de un elenco de expertos considerados más respetables, procedentes de la alta administración, del mundo de los negocios, de intelectuales y juristas, y trató de hacerse con personalidades como el mediático abogado Gilbert Collard, que había defendido a la parte civil durante el proceso de Klaus Barbie en 1987, y también a las familias de las tumbas profanadas en Carpentras en 1996.

En 2014, Jean-Marie Le Pen volvió a los titulares con otro arrebato antisemita: en su vídeo "Diario”, prometió hacer una “hornada” con los artistas opuestos al Frente Nacional, entre ellos el cantante Patrick Bruel, que es judío. Su hija denunció ese hecho como un “error político”. Pero el presidente de honor del FN contraatacó de nuevo en Rivarol. Lamentó que su partido tuviera que “someterse al pensamiento único”, lamentó la “limpieza demasiado severa” llevada a cabo en el FN y denunció la estrategia de “desdemonización”, un “error de análisis”, porque “la demonización no depende de nosotros. Depende de nuestros enemigos”.

En 2015, Le Pen padre e hija se enfrentaban por enésima vez. El fundador del Frente Nacional reiteró en RMC sus comentarios sobre el “detalle de la historia” y también mencionó la presencia de “fervientes petainistas” dentro del partido. Marine Le Pen le desautorizó, afirmando en Le Monde que estaba “profundamente en desacuerdo tanto con la forma como con el fondo”. Jean-Marie Le Pen insistió en Rivarol: “Nunca he considerado traidor al mariscal Pétain. Fuimos muy duros con él en la Liberación”.

Por esas declaraciones fue expulsado del partido que había fundado cuarenta y tres años antes. Sin embargo, seguiría siendo presidente de honor del partido hasta 2018.

La historia del Frente Nacional nunca desmentida

Durante años, los intentos de distanciarse del partido ocultaron una realidad: Marine Le Pen nunca ha negado explícitamente la historia antisemita del partido, cofundado en 1972 por antiguos colaboracionistas y miembros de las Waffen-SS. En 2023, incluso negó esta verdad histórica en una entrevista al Journal du dimanche: “Decir eso es una mentira histórica. Es cierto que entre los fundadores del Frente Nacional hubo personas que tomaron partido por el bando equivocado. Pero también estaba Georges Bidault, el sucesor de Jean Moulin. Y hay docenas de grandes miembros de la Resistencia que han acompañado a nuestro movimiento.”

Cuando fue nombrada presidenta del FN en 2011, dedicó un vibrante homenaje a su padre en el escenario, y luego asumió su legado en una rueda de prensa: “Como con la historia de mi país, tomo toda la historia de mi partido y lo asumo todo.” Durante mucho tiempo repitió que su “primer consejero” era Jean-Marie Le Pen.

Once años más tarde, al ceder la antorcha a Jordan Bardella, el líder de RN habló de los “defectos” del partido, de ciertas “visiones caducas”, “nostalgias” e “indulgencias, moral y por tanto políticamente inaceptables” de las que había que desprenderse. Una vez más, rindió homenaje a su padre, que había “desbrozado laboriosamente el camino”, enfrentándose a la “persecución judicial”, los “intentos de asfixia” de los bancos y la “manipulación mediática”.

Aunque cambió el nombre del partido en 2018, mantuvo la llama de su logotipo –inspirado en el del partido neofascista italiano Movimiento Social Italiano (MSI)– y su columna vertebral –articulada en torno a una política xenófoba marcada por la “preferencia nacional”, rebautizada en 2017 como “prioridad nacional”–. “En el fondo, no ha cambiado mucho el programa del Frente”, confiesa la ex vicepresidenta del partido Marie-Christine Arnautu, estrecha colaboradora del fundador del FN, en el documental Jean-Marie Le Pen à l'extrême, emitido en France Télévisions el 12 de enero. Como prueba de esta continuidad, Marine Le Pen celebró en 2022 el quincuagésimo aniversario de su partido, sin hacer ningún balance.

A lo largo de los años, la presencia continua de candidatos con visiones de odio o conspiracionistas –Mediapart contabilizó un centenar en las últimas elecciones legislativas, y veintiséis llegaron a ser diputados– demuestra que es tarea imposible limpiar las filas de un partido que sigue siendo profundamente xenófobo.

Y es que la propia Marine Le Pen ha tolerado hasta hace poco en su círculo íntimo a ex militantes del Grupo Unión Defensa (GUD): su viejo amigo Frédéric Chatillon y sus acólitos Axel Loustau y Olivier Duguet, acusados de antisemitismo y de haber participado en fiestas teñidas de folclore nazi, y a pesar de ello colocados en el centro de sus campañas y de su micropartido, Jeanne.

También se ha opuesto al “arrepentimiento” y al “trabajo de memoria”. En 2011, criticó la “culpabilización” de los franceses en nombre de la historia: “Hemos explicado que eran unos cabrones, colonizadores, esclavistas...”. En 2017, afirmó que “Francia no fue responsable” de la redada de Vél' d'Hiv, que condujo a la detención de 13.000 hombres y mujeres judíos en 1942. Esa posición la mantuvo hasta julio de 2024, cuando, durante un homenaje a las víctimas, reconoció que la redada de Vél' d'Hiv había sido ordenada por “las autoridades francesas”.

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En noviembre de 2023, Jordan Bardella había declarado, contrariamente a los hechos y a las condenas judiciales, que no creía que Jean-Marie Le Pen fuera antisemita. El 8 de enero, el vicepresidente de RN, Louis Aliot, hizo las mismas declaraciones en BFMTV y en Sud Radio. Aliot llevaba sin embargo años trabajando para derribar la última “barrera ideológica”, la del “antisemitismo, que impide que les voten”, y trabajando para acercar su partido a la comunidad judía.

 

Traducción de Miguel López

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