La izquierda alemana no está muerta, sigue moviéndose, aunque todavía no sepamos hacia dónde. Sahra Wagenknecht, portavoz del grupo parlamentario Die Linke y figura central de la izquierda radical, así lo ponía de manifiesto esta semana en Berlín, en la presentación de los detalles de un nuevo “movimiento” político llamado Aufstehen (Levantarse) y concebido por ella, su marido Oskar Lafontaine y los politólogos Wolfgang Streeck y Andreas Nölke. A principios de agosto, se lanzó un sitio web con la idea de permitir el debate, abierto a todos y orientado al desarrollo de un proyecto para la unión de la izquierda.
La rueda de prensa de presentación tenía lugar el martes pasado con la alcaldesa socialdemócrata de Flensburg Simone Lange –conocida por atreverse a optar a la presidencia del SPD contra Andrea Nahles el pasado mes de abril– y el cofundador y expresidente del Partido Verde Ludger Volmer, que ha vuelto a la política después de 13 años. “Tenemos cerca de 80 iniciadores de todos los ámbitos, de políticos a artistas y escritores, así como más de 100.000 miembros que ya se han registrado en el sitio web”, se congratulaba Sahra Wagenknecht.
Simone Lange, que representa a la inquieta y joven guardia del SPD, aseveró que esta iniciativa ha valido completamente la pena para terminar por unir al SPD, Die Linke y los Verdes, que “a pesar de los muchos puntos en común, se atacan y bloquean constantemente”. “Veo en las calles de mi ciudad que hay cada vez más pobres y sin techo. La pobreza genera miedo, intolerancia, racismo y violencia. La izquierda debe reaccionar”. Ludger Volmer consideraba también que Bündnis90/Die Grünen ha dejado de ser un partido de vanguardia, para convertirse en un partido centrista “funcional”, que ha perdido parcialmente sus ideales sociales y pacifistas y que era hora de volver a encarrilarlo.
Pero, ¿cuál será la verdadera naturaleza de Aufstehen? ¿Cómo funcionará este movimiento que admite no tener recursos financieros propios? ¿Y conforme a qué principios? Según sus iniciadores, Aufstehen está destinado a convertirse en una especie de gran think tank abierto a todosthink tank y que pretende, a través de una plataforma participativa en internet llamada Po.lis, desarrollar una especie de programa común de izquierdas, a la vez fuente de inspiración y medio de presión política sobre los partidos. “Nuestros tres partidos no aprovecharon la oportunidad, cuando pudieron, de unirse para hacer otra política contra los bajos salarios y la desigualdad”, dijo Sahra Wagenknecht, que aseguró, a pesar de las dudas legítimas, que no tiene intención de crear un nuevo partido que compita con los partidos de izquierda. “Hasta 2017, tenían mayoría en el Bundestag. La responsabilidad es compartida. A día de hoy, no tiene sentido quejarse. Debemos juntarnos y actuar. Estoy cansada de que la extrema derecha tome las calles”.
“Queremos luchar contra la actual deriva de la derecha construyendo un puente entre nuestros partidos y la sociedad”, señaló por su parte el ecologista Ludger Volmer. “Ahora tenemos un movimiento político dominante desesperado que reúne a la CDU, lo que queda del SPD y los Verdes. Esta corriente es atacada por una ultraderecha agresiva, integrada por la CSU y AfD. Mientras tanto, Die Linke se estanca y se divide. Sin embargo, queremos oponer un proyecto liberal de izquierdas a esta deriva derechista”, concluía.
Por lo tanto, Aufstehen no sólo debe impulsar a la izquierda alemana. También es claramente un proyecto anti-AfD, el partido de extrema derecha que, al echarse a la calle en Chemnitz junto a las tropas neonazis, ha enseñado su verdadero rostro. “Para aquellos que aún lo dudaban, los disturbios racistas en Chemnitz demostraron claramente que nuestro país atraviesa en una profunda crisis democrática”, decía Wagenknecht. “Esto se debe principalmente a un desequilibrio social que ha provocado que más del 50% de la población del país, en los últimos años, haya perdido poder adquisitivo y veía cómo empeoraba su situación. Es urgente reaccionar”.
Sin embargo, ¿jugará Aufstehen, tal y como opinan algunos medios de comunicación y analistas, la baza “antimigrantes de izquierdas? Esta sólida duda nace del posicionamiento adoptado en los últimos meses por Sahra Wagenknecht y Oskar Lafontaine, posiciones consideradas populistas y cercanas a la extrema derecha: “Es ingenuo pensar en una frontera abierta. Ciertamente no es una política de izquierdas”, declaraba Wagenknecht, para explicar a continuación que los miles de millones gastados por el Gobierno para recibir a los solicitantes de asilo en 2015 “podrían haber ayudado a muchas más personas necesitadas en Alemania”. Finalmente, en su opinión, “más inmigrantes económicos significan más competencia por los puestos de trabajo en el sector de bajos salarios. El número de viviendas sociales tampoco es ilimitado”.
Sin embargo, si se observa más detenidamente, Sahra Wagenknecht nunca ha pedido que se limite la inmigración. Siempre se ha opuesto a las expulsiones masivas de refugiados y nunca ha arengado a las masas como AfD en lo que respecta al Occidente cristiano amenazado por el Islam. Lo mismo da. Los análisis electorales muestran que los dos electorados más preocupados por el futuro y los extranjeros son los votantes de AfD y, en menor medida, los de Die Linke. Además, las posiciones del tándem, rara vez abordadas internamente, en el seno del partido, a menudo han sido bien recibidas por una AfD demasiado satisfecha con la oportunidad.
La cuestión migratoria y de los refugiados fue uno de los temas menos abordados en la declaración de Aufstehen del martes. Presionados para aclarar las posiciones del futuro movimiento, los tres representantes políticos rechazaron abiertamente la cuestión de la migración en defensa de la lucha contra la división social. “La migración no es un tema central para nosotros, aunque sin duda lo discutiremos”, zanjó Wagenknecht.
Por su parte, Ludger Volmer protestaba en contra de una “tendencia fatal” que se opone a dos soluciones extremas. A saber, el mantenimiento de fronteras totalmente abiertas, defendido por una parte de la izquierda y los Verdes. O el repliegue sobre sí mismo de AfD, que resuelve el problema proponiendo la expulsión de todos los extranjeros. “Los partidos no deben tomar a los extranjeros como chivos expiatorios de sus problemas. En el campo del asilo y la inmigración, simplemente es necesario hacer una ley que pueda resolver la mayoría de los casos existentes”, dijo. También en otras cuestiones, como las elecciones europeas, los iniciadores de Aufstehen eludieron las preguntas. “Simplemente porque no podemos hablar en nombre de los miembros de Aufstehen y las posiciones comunes de Aufstehen se establecerán con el tiempo”, dijo Wagenknecht.
De ahora en adelante, la práctica demostrará qué es realmente Aufstehen y cuál es el grado de sinceridad de sus iniciadores. Obviamente hay muchas preguntas. ¿Será capaz este movimiento híbrido de unir las esperanzas de una izquierda alemana agotada y dividida o más bien de reavivar la competencia entre los partidos? ¿Será capaz de hacer frente al reto del pluralismo y la tolerancia frente a las sirenas del populismo? Por último, ¿será un verdadero movimiento democrático, o un simple instrumento de poder al servicio de la pareja Wagenknecht-Lafontaine?
“En el seno de Die Linke, hay quienes comparten su análisis y encuentran interesante el movimiento y quienes piensan que Aufstehen corre el riesgo de destruir el partido. Las negociaciones no han hecho más que empezar y no han hecho más que empezar a moverse”, dice Eric Bourguignon, un francés radicado en Baviera que se ha convertido en delegado federal del partido de izquierda alemán. Katja Kipping, copresidenta de Die Linke y una de las principales opositoras de Sahra Wagenknecht, anunciaba por su parte que no engrosaría las filas de Aufstehen, pero que cualquier ayuda contra la extrema derecha sería bienvenida.
Desde las filas del SPD, las opiniones también se encuentran divididas. “Es cierto que la gente de izquierdas espera desde hace mucho tiempo la unión de la izquierda”, dice Andrea Ypsilanti, diputada del SPD de Hesse y miembro del ala izquierda del partido. Comparte el análisis de los iniciadores de Aufstehen y teme “el peligroso vacío que existe actualmente a la izquierda”. Pero teme que a pesar de las afirmaciones de Sahra Wagenknecht, el movimiento sea demasiado vertical y personalizado. Por su parte, el jefe del SPD, Andrea Nahles, ha mantenido en los últimos años la línea oficial de los socialdemócratas hacia Die Linke fingiendo ignorar el movimiento: “Aufstehen no me quita el sueño”.
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Traducción: Mariola Moreno
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La izquierda alemana no está muerta, sigue moviéndose, aunque todavía no sepamos hacia dónde. Sahra Wagenknecht, portavoz del grupo parlamentario Die Linke y figura central de la izquierda radical, así lo ponía de manifiesto esta semana en Berlín, en la presentación de los detalles de un nuevo “movimiento” político llamado Aufstehen (Levantarse) y concebido por ella, su marido Oskar Lafontaine y los politólogos Wolfgang Streeck y Andreas Nölke. A principios de agosto, se lanzó un sitio web con la idea de permitir el debate, abierto a todos y orientado al desarrollo de un proyecto para la unión de la izquierda.