Hay una perturbación climática de origen humano detrás de las llamas que devoran Canadá: esa es esencialmente la conclusión de un estudio publicado el martes 22 de agosto por dieciséis científicos afiliados a World Weather Attribution (WWA) una organización internacional de investigación que analiza la influencia del calentamiento global en los fenómenos meteorológicos extremos.
Según su análisis, entre mayo y julio de 2023, las circunstancias meteorológicas que provocaron los megaincendios en el este de Canadá tenían más del doble de probabilidades de producirse como consecuencia del calentamiento global.
Desde enero, Canadá se ha visto asolada por incendios forestales sin precedentes. En ocho meses, el país ha sufrido casi 6.000 incendios. Ya han ardido 14 millones de hectáreas, el equivalente a la superficie de Grecia, el doble del último récord establecido en 1995, según el Centro Canadiense de Incendios Forestales.
Además, hay al menos cuatro muertes directamente relacionadas con los megaincendios y han tenido que ser evacuadas de sus hogares cerca de 200.000 personas. La semana pasada, los 20.000 habitantes de Yellowknife, capital de los Territorios del Noroeste, recibieron la orden de abandonar la ciudad ante el avance de las llamas. La Columbia Británica declaró el estado de emergencia el 18 de agosto, desplazando a casi 15.000 personas.
El cambio climático aviva los incendios
Según el estudio de la WWA, estos incendios extraordinarios tienen que ver con el aumento de la temperatura y la disminución de la humedad, ambos inducidos por el cambio climático. Además, en 2023 habrá niveles anormalmente bajos de precipitaciones.
“En muchas partes de Canadá, la capa de nieve limita el inicio y la extensión de la temporada de incendios forestales: si el bosque está cubierto de nieve o húmedo tras el deshielo, el riesgo de inicio y propagación de incendios es bajo", explica Philippe Gachon, profesor de la Universidad de Quebec en Montreal y coautor del estudio. “Este año, las altas temperaturas han provocado un rápido deshielo y la desaparición de la nieve en mayo, sobre todo en el este de Quebec, lo que ha llevado a incendios forestales inusualmente tempranos".
Para su análisis, los climatólogos se centraron en una región de Quebec entre mayo y julio y utilizaron el Índice Meteorológico Forestal (FWI), una medida que combina temperatura, velocidad del viento, humedad y precipitaciones para estimar el riesgo de incendios.
Los científicos han calculado que el cambio climático, provocado principalmente por la quema de combustibles fósiles, ha duplicado el riesgo de condiciones meteorológicas propicias para los incendios forestales. Según sus resultados, el cambio climático también ha contribuido a que las temperaturas cálidas y la sequía que han alimentado estos incendios sean entre un 20% y un 50% más intensas.
"El cambio climático aumenta considerablemente la inflamabilidad del combustible disponible para los incendios forestales, lo que significa que una simple chispa, sea cual sea su origen, puede provocar rápidamente un verdadero infierno", explica Yan Boulanger, investigador del Servicio Forestal Canadiense que ha participado en esta investigación.
Las comunidades indígenas, las más afectadas
Los científicos también señalan en su publicación que si el planeta sigue calentándose, el riesgo de incendios forestales aumentará aún más. En su último informe de evaluación del clima, el IPCC (Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático), que incluyó investigaciones anteriores de la WWA, señala que a medida que aumenten nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, los megaincendios serán "más frecuentes" y "más intensos".
"El aumento de las temperaturas está creando condiciones similares a un polvorín en los bosques de Canadá y de todo el mundo. Mientras no dejemos de quemar combustibles fósiles, seguirá aumentando el número de incendios forestales, quemando zonas más grandes y durante periodos más largos", advierte Friederike Otto, profesora del Imperial College de Londres, que ha contribuido al análisis.
Por último, los investigadores destacan que estos megaincendios han tenido un "impacto desproporcionado" en las comunidades indígenas y nómadas, que son "particularmente vulnerables debido a la ausencia de servicios" en los lugares donde viven. Pero destacan también que los incendios forestales han creado una importante contaminación atmosférica "que amenaza la salud, la movilidad y las actividades económicas de la población de toda Norteamérica".
El humo provocado por esos incendios desde principios de año es tal que las autoridades canadienses han calculado que han arrojado a la atmósfera unos mil millones de toneladas de CO2, cifra equivalente a las emisiones anuales de Japón, el quinto país más contaminante del mundo.
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A fecha de 21 de agosto, seguía habiendo en Canadá 1.037 incendios, 653 de los cuales se consideraban "fuera de control".
Traducción de Miguel López