La cita de Europa con la historia

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Los apoyos de última hora de David Beckham y de J.K. Rowling a favor del Remain, la permanencia en la UE no sirvieron para convencer a los indecisos. Más de 46 millones de británicos estaban llamados a acudir a las urnas este jueves para tomar una decisión de futuro fundamental: debían decidir si se quedaban en la Unión Europea o si salían de ellas. Han optado por la salida. Estos son los cinco desafíos fundamentales que plantea el Brexit.

1. ¿Es David Cameron el nuevo Harold Wilson?

En 1973, el Reino Unido pasó a formar parte de lo que entonces era la Comunidad Económica Europea (la CEE, creada en 1957). Londres había presentado su candidatura en dos ocasiones (en 1961 y 1967), pero el veto del general De Gaulle había bloqueado la adhesión. En 1974, el jefe del Gobierno laborista Harold Wilson, trató de renegociar el estatus del Reino Unidos en el seno de la UE y, con las mismas, convocó un referéndum. Se impuso mayoritariamente la permanencia, con el 67% de los votos (y una participación del 64%), en concreto gracias a una intensa campaña de los conservadores, con Margaret Thatcher al frente. Mucho han cambiado las cosas; en esta ocasión han sido los conservadores, cada vez más críticos con la UE y muy divididos, los que han convocado la consulta. 41 años después, Cameron no ha logrado repetir el resultado de Wilson.

2. Project fear contra project hateProject fearproject hate

El asesinato de Jo Cox, a una semana del referéndum, ha derivado en la moderación del tono de los los debates en la recta final de campaña. Pero los argumentos de unos y otros (o, en todo caso, de sus representantes más mediáticos) no han cambiado ni un ápice. La plataforma a favor del Remain ha alertado del apocalipsis económico que se derivaría en caso de Brexit y lo ha hecho apoyándose cada día en nuevos estudios y en nuevos especialistas de todo el mundo. Los partidarios del Leave han insistido en la urgencia de “retomar el control” de las fronteras del país, para bloquear la entrada de nuevos migrantes, mientras que Turquía, pero también Serbia y Albania, se disponen a entrar en la UE (lo que es falso).

En uno de los últimos debates televisivos de la campaña, emitido el martes por la noche en la BBC, el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan (a favor del Remain), responsabilizó a su predecesor, al conservador Boris Johnson (a favor del Leave), de alimentar los odios en todo el país (lo que definía como project hate). Los partidarios del Leave han acusado a los partidarios de la UE de jugar con los miedos y de dramatizar las consecuencias de un Brexit (lo que llamaba el project fear). En el mismo debate, la muy enérgica Ruth Davidson, conservadora escocesa favorable al Remain, atacó a su colega Johnson, al acusar a los partidarios del Leave de tener un eslogan eficaz (“take back control”), detrás del cual no subyace ningún plan creíble.

La prueba de que es positivo que la campaña haya terminado radica en que, tanto partidarios como contrarios a la UE, han hecho alusiones al nazismo. El último cartel de la plataforma de Nigel Farage (Ukip, a favor del Leave) incluía a miles de refugiados sirios en las carreteras de Europa (prestos a invadir el Reino Unido en breve), por lo que se ha comparado con la propaganda nazi. Con un énfasis que parece ha gustado mucho a numerosos observadores de Londres, David Cameron comparaba el referéndum de este jueves con la decisión que tomó Winston Churchill de hacer frente a la Alemania nazi porque “no quería esta solo, quería combatir junto a los franceses, polacos y otros”. En cuanto al conservador Michael Gove, ministro de Justicia y partidario del Leave ha comparado a los especialistas económicos que alertan contra el marasmo en caso de Brexit a la propaganda nazi “al servicio del Gobierno” (del que todavía él mismo forma parte). “En los años 30, Albert Einstein era denunciado a las autoridades alemanas porque se estimaba que estaba equivocado”, declaró antes de excusarse.

Por su parte, Jeremy Corbyn, líder del Laborismo, sigue a su aire. Partidario del Remain, como David Cameron, se ha negado a hacer campaña al lado del jefe de Gobierno. En una de sus más bien escasas intervenciones televisadas, el lunes por la tarde explicaba, que no era un “enamorado de Europa”, ni mucho menos, pero que iba a votar por la permanencia en la UE para reformarla mejor desde dentro. Sus palabras hicieron que un cronista de Times, poco convencido, escribirá que se trataba “del primero que había tocado la Oda a la alegría en playback”. 

3. ¿Puede desmembrarse el Reino Unido?

Después de la victoria del no en el referéndum de independencia de Escocia en otoño de 2014, las tensiones internas en el Reino Unido parecían estarse calmando. Los nacionalistas escoceses, que tras las elecciones regionales de mayo de 2016 seguían siendo mayoría en el norte del país, parecían incluso dispuestos a mostrarse un poco más conciliadores con Londres. Pero el Brexit puede contribuir a que la tensión aumente.

Nicola Sturgeon, la independentista que dirige Escocia, ya lo advirtió en enero: el Brexit reabrirá el debate sobre la celebración de otro referéndum sobre Escocia (aunque es Londres quien tiene competencias para ello). Alex Salmond, su predecesor, también nacionalista convencido, incluso explicó la semana pasada los planes del Ejecutivo escocés, en caso de que se impusiera el Brexit: negociar en Bruselas un estatus ad hoc y hacer todo lo posible por mantener Escocia en la UE... “Espero que el Parlamento escocés reaccione rápidamente, por el poder que la gente [en Escocia] le habrán otorgado en las urnas el jueves”, dijo Salmond, sin entrar más en detalles.

4. ¿Cuál es el futuro político de Cameron, Corbyn y Farage?

Entre David Cameron o Boris Johnson, ¿quién va a ganar la batalla por el control de los tories? El ministro de Finanzas George Osborne, celoso partidario del Remain, ¿va a tomar las riendas de la dirección del partido conservador con el apoyo de Cameron? Como era de esperar, el jefe del Gobierno no ha dejado de repetir que no dimitiría, con independencia del resultado del referéndum. Pero la presión será enorme. La “guerra civil” que ha dividido los tories va a dejar huella. Para un editorialista de The Guardian, lo de menos es el resultado del escrutinio: “David Cameron no va a ninguna parte”

Las especulaciones no cesan, tampoco en lo que respecta al impacto de un eventual Brexit en la autoridad de Corbyn. Acusado de no haber puesto mucho de su parte durante la campaña (The Economist lo considera un “saboteador” del Remain), corre el riesgo de ser señalado por los más euroconvencidos del partido. Pero el londinense, que fue elegido en septiembre de 2015, ya ha pasado por esto antes. El lunes avisó de que “no será responsable” de la victoria del Leave: “Con independencia del resultado, habrá que convivir con ello. Y mi agenda política permanecerá intacta”.

En cuanto al líder del partido eurófobo Ukip Nigel Farage, es un misterio. Algunos defensores de un Brexit de izquierdas consideran que el divorcio con la UE es el mejor modo de acabar con el Ukip, ya que el partido habría cumplido su misión –la independencia del Reino Unido–, pero también perdido su razón de ser. A preguntas de Mediapart, la semana pasada, un responsable del Ukip en Gales se mostraba mucho más prudente. “No sólo somos un grupo de presión. Estamos muy presentes ahora y tenemos una opinión formada sobre otras asuntos y no sólo sobre Europa: sanidad, transportes... Y si el Brexit gana, será necesario negociar y eso va a requerir tiempo”, precisaba Sam Gould.

5. El proyecto europeo, ¿está amenazado?

El proyecto europeo no ha necesitado esperar al 23 de junio para verse amenazado. La crisis migratoria de los últimos meses o la gestión autoritaria de la crisis del eurpo desde 2008 han contribuido a su debilitamiento. El Brexit confirma la extrema fragilidad de la construcción europea en estos tiempos de auge de los partidos eurófobos en todo el continente. Se sienta un precedente: otros Estados podrían colarse por la brecha abierta. En Bruselas, todo el mundo contiene la respiración. Los dirigentes de las instituciones europeas, que siempre temen a los referéndums, mantienen un mutismo casi total desde hace semanas. Saben, visto su impopularidad en Reino Unido, que cualquier declaración puede ser utilizada por los partidarios del Leave.

El resultado del referéndum será el comienzo de una larga negociación de al menos dos o tres años... David Cameron –si no dimite tras conocerse los resultados– recurrirá al artículo 50 del Tratado de Lisboa que prevé la salida de un Estado miembro de la UE (no existe ninguna disposición similar en el seno de la Eurozona). Después, negociará (¿con quién?, ¿cómo?) un nuevo estatus, para regir las relaciones entre Londres y Bruselas (en particular para el acceso al mercado único europeo, que interesa, por supuesto, a las empresas británicas).

¿Se tratará de un acuerdo bilateral inspirado en el modelo suizo? ¿De una unión aduanera como la entre la UE y Ankara? No se descartan otros dos escenarios: un estatus mejorado en el seno del espacio Económico Europeo, similar al de Noruega, o un calco de las relaciones entre la UE y Canadá, inspirado en el acuerdo de librecomercio (el CETA) que podría entrar en vigor el mes que viene. Sea como quiera, la incertidumbre se prevé máxima en las primeras semanas inmediatas a un eventual Brexit.

La permanencia se impondrá con el 55% en el referéndum del 'Brexit', según el último sondeo

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Traducción: Mariola Moreno

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