A la salida de la última oración del viernes en Teherán, el ministro iraní de Cultura y Orientación Islámica, Mohammad Mehdi Esmaili, exclamó que iba a ir a Gaza en barco o en avión para luchar. Refiriéndose a su posible martirio en la batalla, se dirigió también a los periodistas con los que hablaba: "Rezaremos por vosotros cuando estemos en el más allá. Vamos con amigos y periodistas, así que podéis venir con nosotros también".
A los asombrados periodistas, que señalaron que no era posible llegar al asediado enclave palestino por ninguno de esos medios, les dijo que sus declaraciones eran en broma en realidad.
El ministro no es ningún bromista, como pueden atestiguar los artistas y escritores iraníes. Pero la anécdota es, en cierta forma, reveladora: el régimen de Teherán, aunque saca pecho constantemente afirmando estar a la cabeza del apoyo a Hamás y a la causa palestina frente a Israel, no parece querer tomar el camino de la confrontación con el Estado hebreo, ni parece estar detrás del ataque del 7 de octubre, contrariamente a las recientes afirmaciones del ejército israelí.
El apoyo del régimen islámico a Hamás queda explícitamente ilustrado en dos enormes pancartas, desplegadas en el centro de Teherán en cuanto comenzó el ataque del "diluvio de Al-Aqsa". Una proclama que "la gran liberación ha comenzado" y la segunda muestra el damero blanco y negro del pañuelo palestino cubriendo gradualmente la bandera blanca y azul israelí.
Igual de violentas son las declaraciones de las principales figuras del régimen contra Israel. Este "régimen usurpador" es "un cáncer" que "seguramente será erradicado por el pueblo palestino", declaró la semana pasada el Guía Supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Los artículos de algunos periódicos iraníes lo son aún más. El diario Javan, órgano del cuerpo de los Pasdaran (Guardias Revolucionarios), calificó de "inútil" la reciente "cumbre de paz" celebrada en El Cairo el 21 de octubre, y se burló de los dirigentes árabes que participaron por "comportarse como glotones y como mujeres" (sic).
Pero al mismo tiempo, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, agradeció a su homólogo egipcio sus "esfuerzos por detener el conflicto" y hacer llegar ayuda humanitaria a Gaza. Y curiosamente, los más extremistas de la línea dura del régimen, a menudo muy cercanos a los Pasdaran, guardan silencio. Además, no ha habido ataques a barcos extranjeros en el estrecho de Ormuz, una práctica recurrente de la armada de los Pasdarán cuando hay tensiones regionales.
Sorpresa y recelos
Para el politólogo Ahmad Zeidabadi, próximo al movimiento reformista, citado por AFP, las autoridades iraníes "esperan que el propio Hamás cambie la situación", pero "no parece que los iraníes estén dispuestos a entrar en una guerra de este tipo".
Para un investigador iraní y antigua figura de la República Islámica, que pide el anonimato, el régimen no sólo no decidió la ofensiva de Hamás, sino que incluso se vio "sorprendido". "La República Islámica se beneficia de esta guerra, pero estoy convencido de que si los iraníes hubieran decidido la fecha del ataque, no habrían podido proteger este secreto. Todo se filtra dentro del régimen. Así que los israelíes habrían sido informados de un modo u otro.”
Firas Kontar, abogado e investigador franco-sirio, opina lo mismo, afirmando que "el régimen iraní no estaba al corriente de la fecha del atentado, y mucho menos de su envergadura, de lo contrario habría habido filtraciones, porque la República Islámica es un auténtico coladero". Pero añade también precisa que "Las formidables técnicas de combate de Hamás, el uso de combatientes en moto, por ejemplo, y sus métodos de organización y los medios de que dispone demuestran, no obstante, que algunos de sus combatientes han recibido una formación adecuada de los Pasdarán, tal vez en Líbano, Siria o Yemen".
Irán es un coloso regional, pero un coloso con pies de barro.
Entonces, ¿qué hará Irán en caso de ofensiva terrestre israelí? "Para la República Islámica, Hamás no tiene el mismo valor que Hezbolá. Ciertamente existe una fraternidad islamista entre Hamás y Hezbolá y otros grupos, incluidos algunos grupos laicos, pero también hay diferencias doctrinales fundamentales entre los islamistas chiíes y los Hermanos Musulmanes, que sienten un desprecio total por los chiíes, hasta el punto de compararlos con los judíos. Bajo el gobierno [egipcio] de Mohamed Morsi, los iraníes trataron de acercarse a los Hermanos Musulmanes [las relaciones entre Egipto e Irán estaban rotas desde el asesinato de Sadat en 1981 - nota de la redacción], pero no estaban en absoluto dispuestos a aceptar", añade el ex responsable iraní.
Y añade: “Irán es percibido en todo el mundo como el ganador regional. Pero hay que desconfiar de las impresiones. Necesita ser percibido como fuerte y elevar la moral de sus propias tropas, pero en realidad tiene poca estima. En los últimos años, Israel ha llevado a cabo no menos de 2.700 ataques contra sus convoyes e instalaciones en Siria sin que se le haya visto reaccionar. Irán es un coloso regional, pero un coloso con pies de barro, ocupado con los talibanes en el este [que tratan de desviar el curso del Helmand, un río importante - nota del editor] y, en el oeste, con la conquista de Nagorno-Karabaj por Azerbaiyán [un aliado de Turquía e Israel - nota del editor], una gran preocupación para él.”
"Más grave aún para el régimen, la principal amenaza es el frente interno, la sociedad civil. Y este enfrentamiento no es militar. La República Islámica se ha atado de pies y manos con los mechones de pelo de las mujeres. Cada vez está más amenazada en su propia esencia", prosigue.
Miedo a la violencia desbocada
El eslogan más escuchado entre los jóvenes iraníes, sobre todo en universidades y estadios de fútbol, muestra ahora su oposición a cualquier forma de implicación de su país en una posible guerra: "Ni Gaza ni Líbano, me sacrifico por Irán".
En consecuencia, el régimen necesita afirmar que está al lado de Hamás y, al mismo tiempo, evitar verse atrapado en una guerra regional en la que la República Islámica podría desaparecer. Para Ahmad Zeidabadi, los dirigentes iraníes "podrían estar interesados, en algún momento, en que sus grupos afines como Hezbolá reduzcan la presión sobre Gaza abriendo un nuevo frente en el norte", añade.
De ahí los ataques con drones y misiles de los hutíes en Yemen (fueron interceptados en el Mar Rojo por un destructor americano y en territorio saudí, y no se sabe adónde apuntaban), los ataques con misiles (una docena, según el Pentágono) contra bases americanas en Irak y Siria, y la amenaza de movilizar a las milicias chiíes iraquíes para que se unan a las operaciones del Hezbolá libanés, en algunas de las cuales, según el Sunday Times del 21 de octubre, ya están trabajando.
Pero solo los ataques de Hezbolá se toman realmente en serio, como demuestra la presencia de nueve buques americanos frente a las costas de Israel y Líbano, entre ellos dos portaaviones, y la advertencia del presidente Emmanuel Macron a Irán y Hezbolá contra abrir un "segundo frente". Además, un enviado francés visitó Beirut al inicio del conflicto con este objetivo.
Hezbolá sigue en guardia
Hasta ahora, Hezbolá se ha abstenido de lanzar operaciones a gran escala, llevando a cabo solo ataques ocasionales contra el norte de Israel. Sin embargo, ya ha perdido unos cuarenta combatientes. “Son pérdidas importantes, y ya debería haber reaccionado de forma mucho más agresiva", subraya la intelectual libanesa Hind Darwish, directora de la editorial L'Orient des livres, contactada en Beirut. Hassan Nasrallah [secretario general de Hezbolá - nota de la redacción] no dice nada, a pesar de que todo el mundo espera que diga algo desde el comienzo del conflicto, como hace en cada momento importante. Así que hay un sentimiento de vergüenza dentro del partido. En Líbano, Hezbolá ha ganado la partida, lo controla casi todo, sobre todo porque ya no funciona de las instituciones, pero sabe que, en caso de guerra con Israel, podría perderlo todo porque eso significaría la aniquilación del país".
"Aunque los libaneses apoyen a los palestinos y se sientan abrumados por lo que ocurre en Gaza, Hezbolá se ve obligado a tener en cuenta que nadie en Líbano quiere la guerra, conscientes de que sería el fin del país. Incluso entre los chiíes", añade Hossein, periodista libanés perteneciente a esa comunidad.
En cambio, para el dirigente druso Walid Jumblatt, entrevistado por teléfono, "si el ejército israelí lanza una operación terrestre o intenta acabar con Hamás, es inevitable un ataque de Hezbolá. Inevitable".
Estados Unidos no busca un conflicto con Irán.
La situación sigue siendo extremadamente volátil. En la Casa Blanca, donde inicialmente se exoneró de inmediato a Irán de toda responsabilidad directa en el atentado del 7 de octubre, señal de que Washington quería evitar a toda costa una conflagración regional, ahora el tono se ha endurecido.
En una entrevista concedida a la CNN el lunes 23 de octubre, John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, no descartó la posibilidad de una guerra con Irán tras los ataques con drones contra bases americanas en Siria e Irak, lanzando veladas amenazas: "Creo que lo que más queremos es evitar una extensión del conflicto y seguimos enviando este firme mensaje a todos los actores de la región, incluido Irán: si queréis ir a ello, pensando en una escalada, no lo hagáis."
La tensión aumenta entre Irán y EEUU
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El tono fue el mismo en el discurso del Secretario de Estado americano, Antony Blinken, ante el Consejo de Seguridad de la ONU el martes 24 de octubre: "Estados Unidos no busca un conflicto con Irán. No queremos que se extienda la guerra. Pero si Irán o sus aliados ["proxies", como Hezbolá - nota del editor] atacan al personal americano en cualquier lugar, no cometan ese error: defenderemos a nuestros hombres, defenderemos nuestra seguridad, de forma rápida y determinante."
Traducción de Miguel López