“No me pregunte quién soy […] esa es una moral de estado civil;Gobierna nuestra documentación. Que nos deje libres cuando se trata de escribir.”
Michel Foucault, La arqueología del saber
La nota biográfica en la contraportada de los libros de Elena Ferrante (best sellers mundiales) indica solamente: nacida en Nápoles. Ha habido muchas especulaciones sobre la identidad —o más bien el seudonimato— de la autora de la muy popular tetralogía napolitana, que incluye los títulos siguientes: La amiga estupenda (L'Amica geniale, 2012), Un mal nombre (Storia del nuovo cognome, 2013), Las deudas del cuerpo (Storia di chi fugge e di chi resta, 2014) y por último La niña perdida (Storia della bambina perduta, 2015). Pero después de un cuarto de siglo de la publicación de su primer libro en Italia, ninguna foto, ninguna información se ha filtrado sobre ella.
Es, sin embargo, una figura extrañamente pública, que concede numerosas entrevistas —siempre por escrito— a través de su pequeña editorial romana, Edizioni e/o, y que redactó en 2003 un libro pretendiendo explicar sus orígines, La frantumaglia [por ahora sin traducción al español]. Traducida en más de 40 países, Elena Ferrante ha vendido alrededor de 1 millón de libros en Italia, 2,6 millones en inglés (de los cuales 1,6 millones en Estados Unidos y Canadá, y 600.000 en Reino Unido). Su libro La amiga estupenda salió este verano en Alemania y ha vendido ya 250.000 ejemplares.
Después de meses de investigación publicada simultáneamente en francés por Mediapart, socio editorial de infoLibre, en italiano por el diario económico Il Sole 24 Ore, en alemán por el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung y en inglés por The New York Review of Books, es posible aportar elementos decisivos sobre la verdadera identidad de la autora.
Lejos de la hija de costurera napolitana descrita en La frantumaglia, nuevas informaciones financieras nos conducen a Anita Raja. Se trata de una traductora romana cuya madre, nacida en Alemania, huyó durante el Holocausto y se casó a continuación con un magistrado napolitano.
Anita Raja, que está casada con el escritor napolitano Domenico Starnone, es conocida por tener una estrecha y larga relación con la editorial de Elena Ferrante. Durante años, ha trabajado para ellos traduciendo literatura alemana. Durante un corto período fue también coordinadora de Collana degli Azzurri, una colección de obras de autores italianos de existencia bastante breve en la que fueron publicados, según un portavoz de Edizioni e/o, tres o cuatro libros en total, entre ellos la primera novela de Elena Ferrante en 1990.
El portavoz de la editorial describe a Anita Raja como una traductora freelance y “en absoluto” una empleada. Pero su trabajo de traductora no puede explicar únicamente el importante aumento de sus beneficios registrados en los últimos años, haciendo de ella la principal beneficiara del éxito comercial de Elena Ferrante.
Los datos públicos sobre la propiedad inmobiliaria muestran que en el 2000, después del éxito en Italia de la película salida del primer libro escrito por Elena Ferrante, Anita Raja compró un apartamento de siete habitaciones en un barrio de Roma particularmente costoso y una casa de campo en la Toscana.
Pero el verdadero éxito comercial de los libros de Ferrante llegó a partir de 2014, cuando se convirtieron en best sellers en el mercado de lengua inglesa. Los registros inmobiliarios muestran que en el pasado junio Domenico Starnone compró un apartamento en Roma, a menos de dos kilómetros del comprado por su mujer. Es un piso de 230 metros cuadrados y 11 habitaciones en el último piso de un elegante edificio de preguerra en una de las calles más bellas de Roma. El valor estimado: entre 1,2 y 2 millones de euros. Un abogado fiscal italiano explica que el hecho de que el apartamento haya sido registrado bajo el nombre del marido no quiere decir que lo haya comprado con su dinero. En Italia, cuando una pareja casada tiene dos apartamentos, casi sistemáticamente cada propiedad se registra a nombre de uno de ellos a fin de pagar menos impuestos inmobiliarios, estando la primera residencia tasada menos duramente que la segunda.
Más significativos todavía son los beneficios registrados por la editorial y por Anita Raja en los mismos años que siguieron al éxito internacional de los libros de Ferrante.
Los ingresos anuales de Edizioni e/o en 2014 fueron de 3.087.314 euros, lo que supone un aumento del 65% con respecto al año anterior. En 2015, sus ingresos aumentaron un 150%, llegando a los 7.615.203 euros. Se ven aumentos similares en las facturas emitidas a nombre de Anita Raja –que hemos obtenido— por Edizioni e/o para este período. En 2015, su remuneración aumentó casi un 50%, y en 2015, casi un 150%, siete veces el total recibido en 2010, cuando el éxito comercial de sus libros estaba todavía limitado a Italia.
Pagos equivalentes a derechos de autor
Su trabajo de traductora —ocupación conocida por estar mal remunerada— no puede explicar por sí sola este aumento sustancial en los ingresos de Anita Raja. Nuestros documentos nos indican que entre los gerentes, empleados, autores y colaboradores freelance de la editorial, ella sola recibió tales ingresos y se benefició de tales aumentos en 2014 y 2015. Domenico Starnone, en particular, no recibió compensaciones comparables por parte de Edizione e/o. Los pagos emitidos en favor de Anita Raja en 2014 y 2015 parecen corresponder a los derechos de autor que los libros de Elena Ferrante habrían generado en esos años.
Hemos dejado mensajes en los teléfonos móviles de Domenico Starnine y del hermano de Anita Raja, describiendo en detalle los datos de los que disponemos. Pero la traductora nunca respondió a nuestra petición.
Sandra Ozzola y Sandro Ferri, los dos copropietarios de Edizioni e/o, también recharazon nuestras solicitudes. En una breve conversación telefónica, Ferri declaró abruptamente: “Si se trata de un artículo revelando la identidad de Elena Ferrante, le digo de inmediato que no daremos ninguna respuesta ni datos. (…) Estamos muy disgustados por esta invasión de nuestras vidas privadas, las nuestras y la de Elena Ferrante, y si el artículo va en esa dirección, lo siento, pero no podemos cooperar”.
Los datos financieros obtenidos nos ayudan en la larga búsqueda de la verdadera identidad de Elena Ferrante, pero también nos ofrecen una mejor comprensión de sus novelas.
Durante 25 años, Elena Ferrante ha conseguido permanecer oculta detrás de ese nom de plume escogido para hacer eco al de otra gran autora italiana, Elsa Morante. Edizioni e/o, su editorial, ha contribuido a preservar el misterio. Durante ese tiempo, Elena Ferrante ha nutrido la curiosidad de los periodistas, críticos y lectores, primero con informaciones esporádicas y después con un libro que le fue sugerido por su editora, Sandra Ozzola. A través de una carta abierta a la autora, Ozzola la convenció de que la curiosidad de sus lectores merecía “una respuesta más completa, no solo para apaciguar a los que se han perdido en las especulaciones más locas sobre su identidad, sino también para responder al deseo muy comprensible de sus lectores de conocerla mejor”.
De ahí nació La frantumaglia, la única obra de no ficción de Elena Ferrante, publicada en Italia en 2003 y cuya salida está prevista en Estados Unidos para el 1 de noviembre. Este libro revela que la autora tiene tres hermanas, que su madre era una costurera napolitana con tendencia a expresarse “en su dialecto”. Ferrante vivió en Nápoles hasta que pudo “escaparse”, encontrando trabajó fuera de allí.
Estos fragmentos de información estaban destinados a satisfacer el apetito de sus seguidores. Pero ninguno de estos detalles se corresponde con la vida de Anita Raja. Como la madre de Elsa Morante, su madre era profesora, no costurera, y no era napolitana. Nacida en Worms, en Alemania, en una familia de polacos judíos emigrados, hablaba italiano con un fuerte acento alemán. Anita Raja no tiene hermanas, solo un hermano pequeño y, aunque ella misma nació en Nápoles, a los tres años se mudó a Roma con su familia, donde vive desde entonces.
En La frantumaglia, Elena Ferrante previene a sus lectores de que no dirá toda la verdad sobre sí misma, escribiendo: “No detesto las mentiras, en la vida las encuentro sanas y de vez en cuando me sirvo de ellas para protegerme del exterior”. Añade: “En 1964, Italo Calvino escribió a un investigador que le pedía informaciones personales: 'Pregúnteme lo que quiera y le responderé. Pero no diré nunca la verdad. De eso puede estar seguro'. Siempre me gustó esta aproximación y, al menos en parte, la he hecho mía”.
Hasta ahora, los críticos literarios han llevado sus investigaciones sobre la verdadera identidad de Elena Ferrante recurriendo a las plantillas de análisis de la filología y de la literatura comparada. Hace una década, invitados por el escritor italiano Luigi Galella, un equipo de físicos y matemáticos de la Universidad de Roma La Sapienza analizó los libros de Ferrante con ayuda de un programa concebido a tal efecto. Concluyeron que había una probabilidad muy alta de que esos libros hubieran sido escritos por Domenico Starnone. En esta lista de posibles Elena Ferrante compilada por los medios italianos se encontraba también evocada su mujer, Anita Raja, los copropietarios de Edizioni e/o, Ferri y Ozola, varios escritores italianos y la traductora americana de Elena Ferrante, Ann Goldstein.
Domenico Starnone, marido de Anita Raja. / MEDIAPART
El último nombre que figuraba en esta lista era el de Marcella Marmo, profesora de historia contemporánea en la Universidad Federico II de Nápoles. El nombre fue citado por el investigador especialista en Dante Marco Santagata, sobre la base de paralelismos lingüísticos entre su escritura y la de Ferrante, y de su conexión con la Scuola Normale Superiore de Pisa, donde Lenù, uno de los personajes protagonistas de la tetralogía napolitana, y Marcela Marmo estudiaron.
Pero ninguna de esas teorías, hasta ahora, había sido respaldada por pruebas concretas. Yendo a contrapié de las investigaciones, seguir el dinero es lo que nos ha permitido obtener los datos financieros que llevan directamente a Anita Raja, dejando abierta la eventualidad de una especie de colaboración informal con su marido, el escritor Domenico Starnone.
La influencia y la amistad de Christa Wolf
Además, estos elementos financieros se apoyan sobre otras indicaciones presentes en los propios libros y que apuntan también hacia Anita Raja. Elena, el nombre elegido por la autora para ella misma y por la narradora de la tetralogía (Elena Greco, alias Lenù), es también el de la amada tía de Anita Raja. Igualmente, Nino, el nombre del gran amor de Lenù, es el sobrenombre por el que se conoce familiarmente a Domenico Starnone.
En La amiga estupenda, Elena Ferrante subraya la importancia de las biblioteca públicas en la educación de Lila, la amiga de Lenù. En Italia, las bibliotecas públicas son raramente valoradas, pero Anita Raja estuvo durante años a la cabeza de la Biblioteca Europea de Roma. Viola Starnone, la hija de Raja, es diplomada de la Scola Normale, universidad de élite de Pisa igualmente frecuentada por Lenù.
Después de haber traducido a autores masculinos, como Franz Kafka y Hans Magnus Enzensberger, Anita Raja se concentró en las autoras de Alemania del Este. En un artículo publicado en Noi Donne, revista feminista italiana de renombre en la que también publicó Elena Greco, la narradora de La niña perdida, Anita Raja expresa toda su admiración por las autores cuyas “vías narrativas demuestran su capacidad de autorreflexión”. Elogia particularmente a Christa Wolf. Anita Raja ha traducido durante largo tiempo los libros de Christa Wolf al italiano para Edizioni e/o, estableciendo una relación próxima con la autora alemana.
“Conocí a Christa en 1984 y, con el tiempo, nuestra relación mudó en amistad”, escribe. “Fue muy formador para mí. (…) Su trabajo ha tenido una influencia sobre el aspecto más pobre y menos refinado de mi lengua. Lo enriqueció empujándome hacia direcciones en las que jamás habría soñado ir”.
Rebeca Falkoff, profesora asistente de estudios italianos en la Universidad de Nueva York, está convencida de que la influencia visible de Christa Wolf en la tetralogía napolitana indica que Anita Raja es Elena Ferrante. “Sobre el plano temático, el trabajo de Elena Ferrante se recorta considerablemente con el de Christa Wolf. Por ejemplo, Christa T., de Wolf, es la historia de una mujer que reúne todas las huellas de una amiga perdida, mientras que la tetralogía de Elena Ferrante comienza con la desaparición sin dejar rastro de Lila. Como Medea. Voces y Casandra, de Christa Wolf, que reescriben los textos clásicos, Los días del abandono [editada en España en el volumen Crónicas del desamor junto a El amor molesto y La hija oscura], de Elena Ferrante, saca igualmente muchas historias de Medea y Dido, mientras que los peligrosos dones adivinatorios de Lila le confieren a veces la posición de una Casandra”.
“Cuando describe su aprendizaje de Wolf –una suerte de madre simbólica—, Anita Raja explica que traducir sus palabras al italiano le permitió encontrar la valentía y el lenguaje necesario para lo que, de otra manera, jamás habría osado. Hace quizás referencia únicamente a las traducciones, pero sospecho que quiere hablar también de la decisión de escribir ficción y de hacerse publicar”.
Christa Wolf murió en 2011. Influyó tanto a Domenico Starnone como a Anita Raja, lo que podría explicar por qué el programa desarrollado por la Universidad La Sapienza concluía que los libros de Elena Ferrante podrían haber sido escritos por Domenico Starnone. En un artículo de marzo del 2009 en el diario napolitano Il Mattino, Anita Raja y Domenico Starnone explicaban: “Para nosotros, cada libro de Christa que Anita traducía al italiano se convertía durante meses en el sujeto de intensas discusiones, en una oportunidad de reflexionar, de aprender. No se trataba para nosotros de una simple pasión literaria, sino de un deseo de apreciar un texto en toda su complejidad. Era también (…) una lección para mejorar. (…) Christa nos había conquistado verdaderamente”.
Elena Ferrante eligió su seudónimo antes de la publicación de su primer libro, El amor molesto, en una carta abierta a sus editores indicando: “Seré sin duda el autor menos oneroso de su editorial. Les ahorraré incluso mi presencia”.
En una época en que la fama se busca, a menudo, desesperadamente, Ferrante no quería ser conocida. Su elección parece haber estado determinada por dos factores, siendo el primero su propia naturaleza: “Estaba horrorizada por la idea de salir de mi cáscara, así que prevaleció mi timidez”. El segundo tiene su huella en la influencia de las teorías formuladas a finales de los años sesenta por Roland Barthes y Michel Foucault. “Creo que los libros”, explica ella, “una vez escritos, no tienen ya necesidad de sus autores”.
En su ensayo ¿Qué es un autor?, Michel Foucault introduce una nueva categoría literaria, la “función-autor”, para remplazar al individuo escritor. Según él, un poco como si se tratara de un descubrimiento científico, un escrito debe poder ser validado y apreciado independientemente de su autor, siendo capaz de afirmarse su lenguaje libremente sin que sea necesario preocuparse de la identidad de su creador. Era la respuesta del siglo XX al planteamiento dominante en el siglo precedente, en el que los estudios literarios hacían hincapié en descubrir la verdadera personalidad del autor a través de su vida.
Elena Ferrante ha optado, desde hace un cuarto de siglo, por el enfoque de Michel Foucault. Y esta elección no ha impedido en absoluto su inmenso éxito entre los lectores.
Claudio Gatti es un periodista de investigación de Il Sole 24 Ore, el principal diario económico italiano. Claudio Gatti también ha colaborado regularmente con varios periódicos europeos y estadounidenses. Es autor de varios libros. Ganador del Premio Saint-Vincent en 2003, ha publicado numerosas investigaciones recogidas en la prensa internacional sobre los refugiados, sobre los grupos terroristas islamistas y sobre la banca. Fue uno de los primeros en revelar el escándalo del programa Oil for Food —Petróleo por Alimentos— en el Irak de Saddam Hussein.
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Traducción: Clara Morales
Leer el texto en francés:
“No me pregunte quién soy […] esa es una moral de estado civil;Gobierna nuestra documentación. Que nos deje libres cuando se trata de escribir.”