Empresas francesas bajo sospecha por participar en la red de blanqueo de los Kabila
Las cuentas del banco en el centro de la mayor filtración de datos de África, el BGFI, están definitivamente llenas de secretos.
Permiten documentar detalladamente, con un grado de precisión sin precedentes, la forma en que las autoridades congoleñas, bajo el reinado de Joseph Kabila, se enriquecieron desviando decenas de millones de dólares de empresas públicas a las empresas del expresidente o de personas de su entorno.
Pero también contienen información importante sobre las redes económicas que operan fuera del Congo. Amparado por el secreto bancario, se reconstituyó un imperio industrial desmantelado que alimentó las cuentas bancarias de un empresario libanés sospechoso de financiar a Hezbolá.
Por entonces, otra red operaba discretamente tras los cristales tintados del BGFI en Kinsasa. Esta vez nos lleva a India –de donde proceden la mayoría de sus iniciadores–, pero también a Hong Kong, China, Reino Unido y Francia, donde tienen residencia sus beneficiarios.
Según los cálculos de RFI y de la Plataforma para la Protección de los Denunciantes en África (PPLAF), que han investigado juntos la filtración de documentos que conforman Congo hold-up (El expolio del Congo), consiguió transferir al extranjero cerca de 350 millones de dólares en cuatro años, a pesar de que todas las señales de alerta contra el blanqueo de capitales estaban en rojo: depósitos de enormes cantidades de dinero en efectivo de origen desconocido, transferencias a paraísos fiscales y facturas falsas.
Varias fuentes, entre ellas de funcionarios congoleños, con la condición de permanecer en el anonimato por temor a represalias, confirman que se trata de un blanqueo de dinero a gran escala y que el BGFI no es el único banco que ha hecho la vista gorda.
De los 350 millones de dólares, 4,8 millones acabaron en Francia. A pesar de los documentos bancarios que prueban estos flujos de dinero, varias de las empresas francesas implicadas niegan estar vinculadas a una red de blanqueo de capitales.
Estas revelaciones son parte de Congo hold-up (El expolio del Congo), una investigación basada en la filtración de 3,5 millones de documentos bancarios confidenciales del banco BGFI obtenidos por Mediapart (socio editorial de infoLibre) y la ONG PLAAF, y compartidos con 19 medios de comunicación y cinco ONG bajo la coordinación de la EIC.
El joven jefe desconocido que ganaba millones
“¿Cómo es posible que con tan poca experiencia la empresa obtenga beneficios millonarios?”. Desde su despacho en París, la directora del departamento de Cumplimiento de la sucursal del BGFI en París, encargada de comprobar la legalidad de las operaciones del banco, no puede ocultar su sorpresa. Ève D. estaba examinando varias transferencias realizadas por una empresa llamada Nizal y pidió detalles a sus colegas congoleños por correo electrónico.
Oficialmente, Nizal la constituyó el 31 de diciembre de 2015 un congoleño de 24 años, Benie Nsimba Madumukina, residente en Kinsasa. ¿Sus actividades? Varias: “Comercio en general, tránsito, transporte terrestre de personas y mercancías, minería y silvicultura, mantenimiento de edificios, carreteras, subcontratación, importación-exportación” y “todas las operaciones legales de cualquier tipo, ya sean industriales, mobiliarias, inmobiliarias o financieras”, dicen los estatutos de la empresa sin ningún orden.
Nizal no tiene presencia en la Red, ni ninguna marca en el país, ni contratos conocidos con grandes empresas o instituciones. Sin embargo, en sus primeros años de existencia, ha registrado una actividad espectacular.
Entre marzo de 2016 y enero de 2018, según los cálculos realizados por un perito contable a petición de Congo hold-up (El expolio del Congo) esta empresa cobró más de 135 millones de dólares en depósitos en su cuenta en el BGFI. Los fondos se depositaron en efectivo en varias sucursales del BGFI: en Kinsasa, la capital, pero también en Lubumbashi, en la antigua provincia de Katanga, y en Mbuji-Mayi, en el este de Kasai.
En cuanto se depositan, vuelven al extranjero. En el mismo periodo, Nizal transfirió 138 millones de dólares fuera del Congo. La joven empresa parece estar encontrando rápidamente salidas internacionales: envía dinero a los Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong y Suiza –todos ellos paraísos fiscales–, pero también a China, Canadá, Egipto, Japón, Nigeria, Pakistán y Turquía.
En la sucursal parisina del BGFI, por la que pasan estas transacciones, su caso llama la atención. Ève D. pide a sus colegas del BGFI RDC detalles sobre esta sorprendente empresa, sus beneficiarios y sus actividades.
Las respuestas que le dan no tranquilizan al responsable del departamento de Cumplimiento. En un mensaje fechado el 21 de julio de 2017, enumera las señales de alarma. La lista es abrumadora; uno de los auditores que firmó los últimos estados financieros facilitados por Nizal no figura en el Colegio de expertos contables de la República Democrática del Congo (pero simula estarlo utilizando el número de identificación de otra persona); los estados financieros en cuestión contienen “numerosas incoherencias” y “graves errores contables”; en cuanto al único socio de Nizal, el banco no tiene “ninguna información” sobre él, “no sabe quién es esta persona” y está considerando la posibilidad de que sea un “testaferro”.
Sumando esto a las “incoherencias encontradas en varias facturas y recibos”, a la “sospecha en los SWIFT” o a las “dudas sobre la estructura y la facturación de las transacciones” y a las “falsificaciones de la empresa”, Eve D. concluye que ya no validará las transacciones relacionadas con Nizal.
Las transacciones de Nizal a través de BGFI no cesarían hasta seis meses después, en enero de 2018.
Posible “amplia red internacional de blanqueo de capitales”
Los documentos Congo hold-up (El expolio del Congo) permiten identificar a otras ocho empresas que operan con el mismo modelo que Nizal y que están vinculadas entre sí. Se llaman Ets Nil Shop, Ets SMB, Ets Boboto, Ets Tuendeleye, Ets Mapendo, Dk-Doing business, Etablissement Aliya y Ets Karibu.
En pocos meses y sin actividad aparente, todas estas entidades han recibido cientos de millones de dólares en efectivo y los han transferido al extranjero. Muchos de ellos no tienen una existencia legal. Cuando la tienen, se reducen a un solo individuo, generalmente desconocido, que recauda millones de dólares de la noche a la mañana, sin ninguna publicidad, antes de caer en el olvido.
Están vinculados por relaciones comerciales, vínculos familiares o el origen geográfico común de sus directivos. El gerente en la práctica de Nizal, Mahmad Munir Khwaja Zulfikar, es también el director de Aliya. Socios de su hermano Tofik Khwaja aparecen entre los beneficiarios de las transferencias de estas nueve empresas. En cuanto a Nil Shop y SMB, están vinculadas a una empresa muy conocida en la RDC, UAC, dirigida por el presidente de la comunidad india en la República Democrática del Congo, Kamlesh Shukla.
La existencia de estos vínculos es uno de los indicadores que pueden señalar una red de blanqueo de capitales, recuerda Denisse Rudich, especialista en prevención de delitos financieros de la ONG The Sentry, colaboradora de Congo hold-up (El expolio del Congo). La experta ve en la información recopilada “muchas cuestiones preocupantes”, entre ellas “el recurso excesivo al efectivo [...], el envío de más dinero al extranjero del que se registra como ingresado en efectivo; la presencia de empresas vinculadas por relaciones familiares o comunitarias [...]; la transferencia de cientos de millones de dólares por todo el mundo, incluso a través de países conocidos por ser países de tránsito para el blanqueo de capitales [...]; la presencia de documentos fraudulentos [...]”. Para ella, todos estos elementos indican “la existencia potencial de una vasta red internacional de blanqueo de capitales”.
“Tenemos aquí todo el engranaje propio de una lavadora de dinero en efectivo que envía grandes cantidades de fondos al extranjero, libre de cualquier control”, abunda Henri Thulliez, director de PPLAAF, una ONG que también ha analizado estos datos durante varios meses.
Este diagnóstico es compartido en la cúpula del Estado congoleño. De más de una docena de funcionarios –del Gobierno, la Presidencia, el Parlamento y los servicios de seguridad– entrevistados en el marco de esta investigación, cinco confirmaron la existencia de redes de blanqueo de dinero dirigidas por ciudadanos indios residentes en la RDC, entre ellos dos poderosas familias del país: los Dhrolia y los Shukla. Estos funcionarios dicen que se basan en la información de sus servicios.
Contactados por RFI, Rahima Dhrolia y Kamlesh Shukla aseguran que no tienen “ningún vínculo con estas redes”. Incluso Shukla insiste en que su empresa es “bien conocida en la RDC”.
“Algunas de estas familias llegaron hace casi 40 años, los padres ya se dedicaban a este blanqueo, pero de forma más modesta”, dice uno de los funcionarios. “Fingen que importan mercancías, pero sus facturas nunca coinciden con lo que importan. Están [blanqueando] en todos los bancos del país”, dice, y añade: “No es fácil actuar contra ellos. Son muy poderosos”.
Mahmad Munir Khwaja Zulfikar y el BGFI RDC no quisieron responder a nuestras preguntas. No fue posible contactar con Béni Madumukina Nsimba, fundador de Nizal.
Empresas francesas implicadas
Varias empresas francesas parecen ser destinatarias de fondos transferidos al extranjero por esta red.
Se enviaron 4,8 millones de dólares a Francia, recibidos por una docena de empresas comerciales y mayoristas. Todos los que aceptaron responder a nuestras preguntas negaron estar implicados en una red de blanqueo de capitales. Sin embargo, algunos de ellos reconocieron que sí habían recibido estos fondos.
Emeraude International es una de ellas. Este grupo comercializador de plásticos “especializado en los países emergentes” cuenta con 150 asalariados. Según varios documentos del BGFI (incluyendo extractos de cuentas y órdenes Swift), entre septiembre de 2016 y abril de 2018, recibió 1,2 millones de dólares de cinco empresas sospechosas de blanqueo de capitales.
Contactado su director financiero, confirmó que la RDC era uno de los países con los que trabajaba Emeraude, pero negó formalmente estar implicado en una red de blanqueo de capitales, “con la RDC o con cualquier otro país”.
Asegura que estas empresas “nunca han formado parte de la clientela de Emeraude International”, pero admite haber recibido fondos de ellas. ¿Cómo es posible? “Estas empresas [...] pagaron las deudas que teníamos con algunos de nuestros clientes en la República Democrática del Congo”, explica.
En otras palabras, la empresa francesa cobraba algunas facturas de una posible red de blanqueo de dinero, que reembolsaba –por alguna razón desconocida– deudas contraídas por otras empresas congoleñas.
Un segundo ejemplo confirma este modus operandi. Otra empresa, ALM International, afirma que “nunca contrató” con Ets Tuendeleye, aunque la empresa aparece en los documentos del BGFI como emisora de una transferencia a ALM el 11 de diciembre de 2017. Pero las cantidades mencionadas, añade la empresa francesa, corresponden a una venta realizada con una tercera empresa.
Así pues, al igual que Emeraude International, la empresa francesa parece haber recibido el pago de ciertas facturas de empresas que no eran aquellas con las que había firmado un contrato.
¿Por qué no comprobaron el perfil de las empresas que les enviaban dinero? Emeraude International considera que no es responsabilidad suya: “Dejamos que los bancos comprueben el origen de los fondos, cosa que no podemos hacer por nuestra parte”, responde su director financiero.
Emeraude también ha tenido relación con dos empresas acusadas por las autoridades estadounidenses de tener vínculos con Hezbolá: Epsilon Trading FZE (que fue uno de sus clientes hasta 2016) y la empresa Optimum Multimodal (que transfirió 1.200 euros a Emeraude International en 2014 y 2015, antes de ser sometida a sanciones estadounidenses).
La segunda empresa francesa que ha recibido más dinero (1,3 millones de dólares) de esta red, Snetor Chimie, que, al igual que Emeraude International, está especializada en el comercio de productos químicos, no ha querido responder a nuestras preguntas.
La caja negra:
Todas las personas, empresas o entidades públicas citadas recibieron preguntas detalladas por escrito. Hicimos todo lo posible pos conseguir una respuesta. Pese a todo, dos empresas francesas beneficiarias de esa posible red de blanqueo, Snetor Chimie y CIPA, no contestaron a nuestras cuestiones, que recibieron por e-mail y por correo certificado.
Una tercera, la sociedad de negocio internacional Global Transit, nos respondió un breve mensaje indicando que las empresas sospechosas de blanqueo (cuyos documentos bancarios indican que recibió fondos) "no forman parte de sus clientes", sin más precisiones.
Saleh Assi (propietario de Optimum Multimodal) no ha respondido a nuestras preguntas sobre las acusaciones de financiación de Hezbolá que se ciernen sobre sus relaciones con varias empresas francesas, entre ellas Emeraude International.
Mahmad Munir Khwaja Zulfijar y el BGFI RDC tampoco han deseado responder a nuestras preguntas. Béni Madumukina Nsimba no ha podido ser localizado.
Traducción: Mariola Moreno
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