Qué hay detrás de la (vieja) promesa de Trump de subir los aranceles

Martine Orange (Mediapart)

Antes incluso de tomar posesión, Donald Trump ha retomado ya las prácticas establecidas durante su primer mandato: utilizar las redes sociales para anunciar de sopetón sus decisiones y caprichos. El 25 de noviembre, a través de su red social Truth Social, el futuro presidente americano reveló la primera gran decisión que piensa promover en cuanto tome posesión: “El 20 de enero, en uno de mis primeros y múltiples decretos presidenciales, firmaré todos los documentos necesarios para imponer aranceles del 25% a todos los productos importados a Estados Unidos desde México y Canadá”.

Donald Trump es un gran aficionado a los aranceles. Los utilizó ampliamente durante su primer mandato, primero contra China, pero también contra Europa. Durante su campaña presidencial, advirtió repetidamente de que retomaría su ofensiva proteccionista para favorecer la relocalización de la producción y el empleo en Estados Unidos. Se habló incluso de aranceles de hasta el 60%.

En su primer anuncio, sin embargo, el futuro presidente republicano parece menos preocupado por reequilibrar el comercio y defender el empleo que por establecer el orden, tal y como él lo ve, como prometió a sus votantes. “Esos derechos”, explicó, “seguirán en vigor hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y los extranjeros ilegales dejen de invadir nuestro país. México y Canadá tienen todo el derecho y el poder para resolver fácilmente este espinoso problema. Así que les pedimos que usen ese poder, y hasta que lo hagan, es hora de que paguen un alto precio.”

Al mismo tiempo, Trump también ha decidido golpear a China: critica a Pekín por no cumplir sus promesas y por seguir suministrando masivamente los principios activos necesarios para producir fentanilo, un opioide que está causando estragos en Estados Unidos y otros países. Las importaciones chinas, ya afectadas por sustanciales aranceles introducidos con Trump y luego endurecidos nuevamente en ciertos productos con la presidencia de Biden, estarán sujetas a un impuesto adicional del 10%.

¿Medidas imposibles de aplicar?

El anuncio de Trump cogió a todo el mundo por sorpresa al dirigirse a los tres principales socios comerciales de Estados Unidos. La amenaza de nuevas sanciones amenaza con perturbar a sectores enteros del comercio americano. Aunque ha caído el comercio directo con China desde la introducción de barreras aduaneras y medidas proteccionistas, el año pasado aún supuso 600.000 millones de dólares. Con México y Canadá, el comercio superó los 1,8 billones de dólares.

Los tres países norteamericanos disfrutan de unas relaciones tan estrechas que parece imposible para muchos observadores la introducción de barreras aduaneras en su comercio. Sobre todo desde que firmaron un nuevo acuerdo comercial (USMCA, United States-Mexico-Canada Agreement) en 2020, durante la presidencia de Trump, destinado a eliminar las barreras aduaneras en gran parte de su comercio. “Somos tan inseparables como una familia”, dijo Flavio Volpe, presidente de la asociación de proveedores del sector de la automoción.

Sectores enteros de la industria americana, empezando por el sector del automóvil, han deslocalizado su producción a México y Canadá, pero también las máquinas-herramienta, la producción de materiales y equipos industriales y los productos agrícolas. En el caso de Canadá, hay que añadir las exportaciones de petróleo y gas a Estados Unidos y el suministro de electricidad.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, aprovechó para subrayar esta posición en sus primeras reacciones, señalando que Canadá suministra “el 60% de las importaciones de petróleo de Estados Unidos”. Declaró además estar abierto a negociar con la futura administración.

“Los aranceles sucesivos sólo pueden conducir a una pérdida de competitividad. Lo que queremos es complementarnos mutuamente”, dijo la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum. Aunque declaró que da prioridad al diálogo y está dispuesta a entablar negociaciones, reiteró que México es “un país libre y soberano”.

Murallas chinas

Es tanto lo que está en juego con este anuncio que los primeros analistas creen que Trump está volviendo a la estrategia del farol de la que usó y abusó durante su primer mandato, para obtener el mayor número de concesiones posibles de los demás.

Pero, ¿qué pretende conseguir con este primer anuncio? ¿Un freno a la expansión de los grupos chinos en México y Canadá, que se ha acelerado en los últimos años para eludir las sanciones americanas? La magnitud de las medidas de represalia previstas por Trump hace dudar de que este objetivo, aunque exista, sea el único.

¿Busca modificar el tratado de libre comercio que firmó en 2020? En cualquier caso, los anuncios de sanciones aduaneras tienen ya una primera consecuencia: pretenden implicar a México y Canadá en su política anti-inmigración, que convirtió en uno de los pilares de su campaña. Algo así como la forma en que inició las negociaciones durante su primer mandato sobre el papel americano en la OTAN frente a los países europeos.

The Wall Street Journal recuerda que ya había utilizado esta táctica con México durante su primer mandato, amenazando con suspender todos los acuerdos aduaneros entre ambos países si el gobierno mexicano no tomaba las medidas necesarias para frenar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos. La reacción de Ciudad de México fue inmediata: fueron desplegados miles de soldados a lo largo de la frontera con Estados Unidos para impedir la llegada de personas a suelo estadounidense.

Pero esta vez, Donald Trump quiere más: como prometió durante su campaña presidencial, quiere su muralla china, un muro entre México y Estados Unidos. Durante su primer mandato, fue incapaz de llevar a cabo este proyecto, debido a su enorme coste. Al amenazar con endurecer el comercio entre México y Estados Unidos, espera que México asuma su parte financiera en la construcción del muro.

Lo mismo puede decirse de Canadá. Aunque el número de personas que llegan a Estados Unidos a través de Canadá es extremadamente bajo, Trump y su entorno ven ahora la frontera canadiense como una amenaza. Durante la campaña presidencial, Elon Musk, que se ha convertido en una figura clave para el futuro presidente, se mostró partidario de construir un muro a lo largo de los 6.000 kilómetros de frontera entre ambos países.

El regreso de lo imprevisible

Aunque el anuncio del nombramiento de Scott Bessent, muy conocido en Wall Street, como futuro secretario del Tesoro había tranquilizado a los círculos políticos y financieros, el anuncio de Trump de implantar represalias aduaneras ha reavivado muchos temores.

Los mercados financieros han salido ya de su euforia postelectoral y empiezan a preguntarse qué será lo siguiente. Han caído ya el dólar canadiense, el peso mexicano, el yuan e incluso el euro. Algunos predicen un aumento del coste de la vida y una vuelta a la inflación si Trump persiste en sus planes. Otros auguran un enfrentamiento entre el Gobierno y el banco central americano.

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Incluso antes de que Trump tome las riendas, muchos ya temen que la presidencia de Estados Unidos sea un descontrol, donde todo se vuelva impredecible, donde los golpes de fuerza o los actos impulsivos, los faroles y los regateos se conviertan en la norma. Es probable que el anuncio de estas medidas aduaneras de represalia contra México y Canadá confirme sus temores. Esta advertencia vale también para Europa.

 

Traducción de Miguel López

Antes incluso de tomar posesión, Donald Trump ha retomado ya las prácticas establecidas durante su primer mandato: utilizar las redes sociales para anunciar de sopetón sus decisiones y caprichos. El 25 de noviembre, a través de su red social Truth Social, el futuro presidente americano reveló la primera gran decisión que piensa promover en cuanto tome posesión: “El 20 de enero, en uno de mis primeros y múltiples decretos presidenciales, firmaré todos los documentos necesarios para imponer aranceles del 25% a todos los productos importados a Estados Unidos desde México y Canadá”.

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