Elecciones europeas
Hollande hunde a la izquierda en Francia
La izquierda está mermada. En los comicios europeos de este domingo, el Partido Socialista francés, muy criticado tras las municipales, ha obtenido los peores resultados de su historia, apenas dos años después de la llegada de François Hollande al poder. En el tiempo transcurrido entre las elecciones presidenciales de 2012 y el escrutinio del pasado domingo, el porcentaje de voto de la izquierda ha pasado de ser superior al 50% a representar el 33%. El domingo, el Elíseo afirmó que “hay que aprender” de los resultados que se desprenden de las urnas, pero el jefe de Gobierno, que no quiere cambiar de rumbo, aparece más débil que nunca. Y la mayoría ya reclama un cambio en las políticas.
Para el Ejecutivo, nos encontramos ante el peor de los escenarios posibles. Tras obtener el 13,8% de los votos, según datos provisionales del Ministerio del Interior, el PS está lejos de haber alcanzado los ya pírricos resultados obtenidos en 2009 (16% de los sufragios) e incluso están por debajo del históricamente débil resultado que obtuvo Michel Rocard en 1994 (14,5%), aunque este se produjo después de 13 años de reinado de François Mitterrand en el Elíseo y con la presión derivada de la inclusión de Bernard Tapie en las listas. El FN se sitúa en cabeza, con el 26% de los sufragios, por delante de la UMP (que logró el 20,6%). El centro obtiene 9,7% de los votos emitidos, por delante de los ecologistas (8,75%) y del frente de Izquierda (6,2%).
Se trata de un derrota sin paliativos del Partido Socialista, que se ha visto superado en las siete eurorregiones metropolitanas o bien por el Frente Nacional, o por la UMP. Según los resultados todavía provisionales, en el norte, Gilles Pargneaux apenas logró el 12% de los votos. El mismo resultado que obtuvo el exministro Vincent Peillon (sudeste) o el antiguo sindicalista Édouard Martin, que encabezaba una lista en el este del país, pero que no logró convencer al electorado; su número dos, Catherine Trautmann, diputada desde 1994, no se sentará en el Parlamento Europeo. En Ille-de-France (14%), en el oeste y en el centro (16%), el PS ha obtenido unos resultados ligeramente mejores. En la Francia metropolitana, el PS logró su mejor resultado en el sudoeste (en torno al 17%) gracias a una lista encabezada por… un representante del Partido Radical de Izquierda. Los socialistas franceses solo han salvado los muebles en los territorios de ultramar, donde consiguieron hacerse con un 19% de los votos.
Vistos los resultados, François Hollande no puede mirar para otro lado: él es el responsable del hundimiento. Todos los cálculos realizados durante estos últimos meses se han esfumado al conocer los primeros resultados. ¿El PS iba a resistir e incluso a mejorar sus resultados con relación a 2009? Craso error. ¿El Ejecutivo iba a “hacerse” con las europeas? Incluso el primer ministro Manuel Valls tuvo que reconocerlo el domingo: “Estamos atravesando por una situación grave […] Es un choque, un seísmo”. Hace una semanas, un amigo del presidente lo reconocía: “Que el FN se ponga en cabeza supone el fracaso de nuestras políticas”.
Después de cambiar a su equipo tras el varapalo de las municipales, François Hollande lo advirtió: no iba a haber más cambios tras las europeas. Su primer ministro lo volvió a repetir horas antes del escrutinio, durante un mitin en Barcelona: “No habrá cambios en las políticas de Gobierno, no habrá un cambio de mayoría, no habrá cambio en la línea económica”. El domingo por la noche, Manuel Valls recuperó el mismo lenguaje utilizado desde su llegada a Matignon: los franceses quieren “eficacia” no otras políticas. “Le digo la verdad, debemos dar muestras de valentía porque Francia necesita reformas. La política que llevamos a cabo tiene por finalidad la eficacia”, afirmó durante su intervención televisada, utilizando una fórmula improbable: “La urgencia de la confianza”.
Los pocos ministros del Gobierno que han pasado por los platós de televisión estos días han hablado el mismo idioma: La lectura del escrutinio debe hacerse en clave europea; a nivel nacional, los franceses siempre esperan resultados y manifiestan su impaciencia, pero no es necesario un cambio de política. Por ejemplo, Laurent Fabius, ministro de Asuntos Exteriores, ha dicho: “En el plano francés, la única respuesta posible pasa por la acción y los resultados. La gente quiere ver resultados en lo relativo al empleo, al poder de comprar, la reactivación industrial. En lo que se refiere a cuestiones europeas, lo que reclaman los franceses es la rigurosidad presupuestaria y que Europa dé resultados en materia de crecimiento”.
En Twitter, el exprimer ministro Jean-Marc Ayrault ha llegado a publicar: “Tras un resultado semejante, la prioridad absoluta: reorientar Europa. Europa debe cambiar”. Algo similar ha dicho el exministro de Economía y Finanzas, candidato a la Comisión Europea, Pierre Moscovici: “Ahora hay que reconciliar a los franceses con Europa, reorientándola hacia el crecimiento y el empleo. ¡Pasemos a la ofensiva!”.
“Triste ser socialista”
No obstante, todo esto, de momento, no es más que una mera puesta en escena. Y es difícil de creer que vaya a ser algo más que palabras. Incluso si François Hollande decide relanzar su discurso sobre la necesidad de la reorientación de Europa, culpable de ahogar a los Estados miembro, ¿qué credibilidad tendrá la palabra del presidente? Se trataba de su programa presidencial y su balance como jefe de Estado es, en ese sentido, no puede ser más negativo. El “pacto de crecimiento” que había negociado a su llegada está en el limbo y el tratado presupuestario negociado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy se ha adoptado sin modificar una línea.
Sobre todo en los dos últimos años, todas las políticas puestas en marcha están dirigidas a contentar las exigencias de la Comisión Europea. Ya se refiera al objetivo de recuperar un nivel de déficit no superior al 3% del PIB o sobre la necesidad de llevar a cabo “reformas estructurales”, especialmente en materia de competitividad. Incluso si el Gobierno francés critica más o menos abiertamente este tope del 3%, sigue creyendo que Francia debe controlar sus cuentas públicas para garantizar su firma en los mercados financieros. En este sentido irán, incluso, los textos que se aprueben en la Asamblea.
Antes del escrutinio del domingo, estos debates en el Parlamento se anunciaban ya muy tensos. Con 41 abstencionistas en el seno del grupo socialista, el voto sobre el plan de ahorro de 50.000 millones de euros permitía hacerse una idea de la amplitud de la frustración y del enfado en el seno de una parte del grupo socialista. Tan pronto como se conocieron los resultados y después de que Manuel Valls pronunciase su discurso, los críticos han vuelto a tomar la palabra en las redes sociales. Y han sacado más músculo.
“Con el FN muy por delante, el socioliberalismo de Hollande conduce a la catástrofe. Impongámosle otra política”, ha dicho Laurent Baumel, uno de los cabecillas antiHollande. Para Christian Paul, próximo a Martine Aubry, “para hacer frente al FN, cambiar de equipo no basta. La responsabilidad del presidente es proponer otras políticas”. Para el antiguo ministro Jean-Marc Ayrault, Phillipe Martin, “no queda lugar a dudas: la austeridad en Francia y en Europa lo paga la izquierda e impulsa a la ultraderecha”. “¡El 25 de mayo es un 21 de abril de potencia dos! Frente al FN, la derecha debe defender la República y la izquierda, en el poder, recuperar su política”, ha manifestado Jean-Marc Germain, próximo a Martine Aubrey.
En el ala izquierda también se han manifestado sin ambages. “Un sordo no oye nada, un ciego no ve nada y un mudo no dice nada. Con el 3% quizás empiece a reflexionar. Es triste ser socialista”, ha dicho el diputado Pascal Cherki. “A la deriva se le suma ahora la ceguera”, ha comentado mediante sms Puria Amirshahi (del ala izquierda)”. “¿Está ya clara para todo el mundo? Un 21 de abril de 2017 es más que probable si nos obstinamos en las mismas políticas”, ha manifestado Jérôme Guedj, presidente del Consejo General de l'Essone. Se trata de “un verdadero traumatismo”, ha resumido el presidente socialista del Senado, Jean-Pierre Bel, que abandonará el cargo en septiembre, cuando el PS pierda su mayoría en la Asamblea. Será la tercera derrota electoral en seis meses.
La estrategia del Frente Nacional
El Frente Nacional ha sido la formación más votada, al obtener el 24,85% de los sufragios emitidos, muy por delante de sus adversarios, la UMP y el PS. Esta tendencia es fruto de una estrategia de implantación local y de conquista de las clases populares, todo ello puesto en práctica por Marine Le Pen a su llegada a la cabeza del partido en 2011, informa Marine Turchi.
Estos resultados suponen un nuevo máximo, pulverizando su propio récord, registrado en 1989, cuando el FN alcanzó el 11,7% de los votos. Pero lo que llama la atención es la brecha que los separa de sus adversarios. El partido lepenista ha sacado cuatro puntos más que la UMP (20,8% de los votos) y más de 10 puntos al PS (13,98%). Estos resultados, que se traducen en 23-25 diputados en el Parlamento Europeo, frente a los tres escaños con que contaban hasta la fecha, son fruto de la estrategia concebida por Marine Le Pen desde hace años y que puso en práctica a su llegada, en 2011.
Movilización masiva de su electorado
“Todas las elecciones se ganan o se pierden en función del porcentaje de movilización diferencial. El electorado del FN ha acudido masivamente a las urnas, animado por las victorias precedentes y sobre todo por el éxito en las municipales, pero también ha habido desmovilización en las filas de la UMP y del PS”, en palabras de la directora de investigación del Centro nacional de investigación francés CNRS, especialista en el FN, Nonna Mayer. El Frente Nacional logró movilizar el domingo a un electorado euroescéptico –incluso eurófobo- que rara vez vota en las europeas. Al prometer un “seísmo” y que Hollande disolvería “la Asamblea Nacional” si el FN “se convertía en el primer partido de Francia”, Marine Le Pen ha hecho campaña en clave nacional en unos escrutinios tradicionalmente desfavorables a su partido. “ En todas las elecciones, desde las cantonales de 2011, se ha constatado una enorme movilización del electorado del FN, con independencia del contexto político”, apunta Joël Gombin, investigador de la Universidad de Picardía y especialista en el FN. “Desde las presidenciales de 2012, se advierte la presencia en las redes sociales de los lepenistas y de la ultraderecha en general, que manifiestan sus ganas de ganar. Se trata de un asunto determinante”.
Estrategia de implantación local
El motor de esta dinámica lepenista, es la estrategia de implantación local del partido, decidida por Marine Le Pen. Al contrario que su padre, que siempre despreció las elecciones locales, la presidenta del FN comprendió que la conquista del poder pasaba por una red territorial minuciosa y una fuerte presencia militante. Este fue uno de los elementos clave para lograr el abultado resultado (17,9%), en la primera vuelta de las presidenciales de 2012.
En cada elección, el FN ha progresado en su bastión, el sudeste, y se ha implantado en el norte. En marzo, la líder del FN detallaba esta estrategia en Le Monde y subrayaba “la necesidad de implantarse” mediante “círculos concéntricos”. “Lo hemos demostrado en la cuenca minera. Tras ganar en una ciudad, en la siguiente cita electoral, hay 15 o 20 localidades que presentan candidatos”.
Las municipales, después las europeas, han confirmado el éxito de esta estrategia. El domingo, el FN logró la victoria en 5 de las 8 eurorregiones. “Para Marine Le Pen, la primera etapa fueron las municipales; supuso hacerse con 1.500 consejeros municipales y una decena de ciudades. La segunda etapa llega con la ocasión de presentarse como primer partido de Francia ante los europeos y de iniciar, así, la conquista para 2017”, explicaba a Mediapart Sylvain Crépon, investigador en la universidad de París-Ouest Nanterre, autor de Enquête au cœur du nouveau Front national.
Un discurso simplista y claro
Otro ingrediente de esta victoria es el discurso simplista que ofrece el Frente Nacional. “Posee el único programa –con la “preferencia nacional”, “el proteccionismo inteligente– que propone resolver tres dimensiones sin pedir ningún sacrificio a los electores”, explica el historiador de la ultraderecha Nicolas Lebourg en febrero. “Todos los males de nuestra sociedad (la inseguridad física, económica, transformación del modo de vida) se han agrupado en una causa única: la presencia del islam. Así que a los problemas de empleo se responde en clave nacional; a los problemas de seguridad, se dirá que es responsabilidad de los arabemusulmanes”.
“El FN es el único partido con un discurso unívoco sobre Europa cuando la UMP y el PS presentan numerosas contradicciones”, explica Joël Gombin. El programa de Marine Le Pen para las europeas ha consistido sobre todo en repetir, como en sus pasquines, que “la UE destruye” mientras que “la nación protege”, siempre desde proposiciones radicales: referéndum sobre la salida de la UE, salida de Schengen, abandono de la moneda única, proteccionismo.
Dinámica mediática
Durante varias semanas, la presidenta del FN iba en cabeza de los sondeos, muy mediatizados. Le Pen ha sabido colar en los medios de comunicación su lenguaje –al prometer un “seísmo político”, “el fin del bipartidismo” y la llegada de la “tripolarización” de la vida política- pero también ha introducido lemas de marketing tales como el FN es el “primer partido en Francia”.
La conquista de las clases populares
La dinámica del FN se sostiene gracias a la conquista de las clases populares, a quien ni la UMP ni el PS saben dirigirse. El FN ha ido progresando en el seno de varios electores: jóvenes, personas con menos estudios, obreros de derechas...
Nonna Mayer, en una investigación realizada sobre los precarios, ha percibido que las mujeres son menos reticentes que antes a votar al Frente Nacional. “Durante años, había dos variables que explicaban el voto a Le Pen: el nivel de estudios y el sexo. Las mujeres eran más reticentes a votar a este partido. En 2012, dejó de ser así. Por primera vez, cuando se analiza la edad, la profesión, la religión, ya no existe el “efecto mujer”. Antaño no votaban a Le Pen ni las católicas de más edad ni las jóvenes diplomadas, activistas y feministas. En 2012, cuando se analiza el mundo obrero, hombres y mujeres han votado de manera similar”.
La investigadora precisa que no son los más pobres, los más desfavorecidos, los que votan al FN. “Son los obreros que no se encuentran en situación de precariedad los que votan al FN, los que tienen miedo a perder los logros conseguidos. Miran hacia arriba pero también hacia abajo, tienen miedo de salir del estatus alcanzado. Son un poco más católicos, tienen algo más de equipamiento en el hogar, viven más fuera de las grandes ciudades, tienen cierto nivel de estudios. Han alcanzado cierto estatus que es el que no quieren perder”.
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Lo más alarmante es que se advierte la afinidad ideológica con las ideas del FN es “aún mayor que lo que se desprende de los votos obtenidos por el FN”, según Nonna Mayer. “Se pone de manifiesto cuando se pregunta sobre la “preferencia nacional”, sobre si el “FN es un peligro para la democracia” o sobre si “Marine Le Pen encarna la extrema derecha” o al preguntar si “hay muchos inmigrantes en Francia?”.
Las respuestas de los encuestados ponen de manifiesto: “Simpatía y atracción por Marine Le Pen y sus ideas. Lo que quiere decir: 1) es una mujer, eso nos cambia; 2) es valiente; 3) es franca y se entiende lo que dice, al resto de la clase política no se le entiende lo que quiere decir”. La presidenta del FN podría aprovechar ese potencial que es “mucho más elevado en el entorno popular”, subraya Nonna Mayer.
Marine Le Pen no perderá la ocasión de utilizar esta victoria simbólica en las europeas como trampolín para hacerse con el poder en 2017. El domingo habló de “resultado histórico” en una “elección eminentemente política” y, de nuevo, pidió a François Hollande la disolución de la Asamblea Nacional para que sea “representativa del pueblo” y para que haga realidad “la política de independencia que ha elegido esta tarde”.