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Las enfermeras inglesas van a la huelga por primera vez en su historia

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Marie Billon (Mediapart)

Londres, Reino Unido —

Las ambulancias haciendo cola a la entrada de urgencias no es una imagen de un suceso catastrófico, sino una escena habitual en el exterior de muchos hospitales ingleses desde hace varios meses. Según la BBC, una ambulancia llegó a esperar 21 horas a las puertas del hospital Royal Worcester, en el centro del país. En caso de urgencia, sospecha de infarto o ictus, el objetivo es que la ayuda llegue en 18 minutos. El año pasado, la media fue de cuarenta y un minutos.

"Es muy peligroso trabajar en estas condiciones", afirma Ameera, enfermera de un hospital londinense. Esta joven de 30 años forma parte del equipo que atiende a los pacientes que ingresan. Pero una vez en las salas, la falta de personal dificulta el trabajo de los sanitarios. "Hay una proporción de cuatro pacientes por enfermera. Pero a veces tenemos que ocuparnos de dos o incluso tres veces esa cifra.”

Ameera no está asignada a una unidad, a veces trabaja en urgencias, en la unidad de cuidados intensivos o en otras unidades. Esté donde esté, siente que ya no puede hacer bien su trabajo. "Nos podemos controlar todo. No tenemos tiempo de vigilar el ritmo cardíaco, tomar la tensión arterial y, a veces, ni siquiera administrar la medicación. Somos tan pocos que mientras estamos ocupados con un paciente, otros pueden estar colapsando sin que nos demos cuenta".

Y sin embargo, Ameera trabaja bajo presión para hacer sitio cuando le toca en urgencias. Las colas de las ambulancias también se deben a la falta de recursos de asistencia social para personas a las que se permitiría salir si tuvieran acceso a una atención adecuada a domicilio. Como no es así, están ocupando camas de hospital.

"Creemos que las dificultades a las que se enfrentan los servicios de urgencias han contribuido más o menos a una cuarta parte del exceso de muertes en la última semana de noviembre, casi 900", declaró a la BBC el Dr. Adrian Boyle, presidente del Colegio de Medicina de Urgencias. Lo que se ha puesto de manifiesto es la infra-financiación del Servicio Nacional de Salud (NHS), durante y después de la crisis sanitaria, especialmente desde la implantación de las políticas de austeridad de los conservadores a partir de 2010.

Agotada y traumatizada por la pandemia, durante la cual trabajó en cuidados intensivos, Ameera tuvo que tomarse un descanso de tres meses. "Para preservar mi salud mental", dice. Ahora trabaja tres días a la semana, en jornadas de doce horas, "a menudo más largas y a veces sin tiempo para comer ni beber".

Ameera ha pensado en dejarlo. "Los colegas que no lo han hecho todavía han pensado en ello. Algunos se han ido a trabajar al extranjero o se han incorporado al sector privado, donde los salarios son más generosos. "Pero no es tan gratificante", dice.

Así que Ameera se ha manifestado ante Downing Street y apoya la huelga de diciembre. "Un aumento salarial demostraría que se valora nuestro trabajo", afirma. Pero también es algo indispensable, pues uno de cada cuatro hospitales ingleses ha creado bancos de alimentos específicos para su personal. "Las enfermeras están hartas de los salarios bajos", resume el principal sindicato de enfermería inglés, el Royal College of Nurses (RCN).

El salario medio de una enfermera es de 34.000 libras al año, según el NHS Pay Review Body, un grupo de expertos independientes creado por el gobierno. Siguiendo sus recomendaciones, el gobierno concedió el pasado julio un aumento medio del 4,5%, es decir, 1.400 libras anuales, a su personal de enfermería.

El RCN pide un aumento de alrededor del 17%. El sindicato calcula que el salario real de este colectivo ha caído un 20% desde 2010, debido al aumento del coste de la vida y a una inflación superior al 11%. Una exigencia que no es "ni razonable ni abordable", según declaró en noviembre el ministro de Sanidad, Steven Barclays. Tres días antes de la huelga, añadió que "para financiar este tipo de aumento, tendríamos que echar mano de los fondos destinados a las operaciones que esperan los pacientes". El Gobierno acaba de rechazar la oferta del RCN de suspender la huelga si acepta negociar los salarios, como han hecho los sindicatos en Escocia, donde se llegó a un compromiso.

Salidas masivas de la sanidad pública

"El Gobierno tiene que dejar de aplaudirnos y demostrar que nos toma en serio", afirma Joan Pons Laplana, formador de enfermeros en la zona de Sheffield, al norte de Inglaterra. Dejó la atención al paciente hace un año. Trabajaba en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de Sheffield. Para él también, la pandemia fue demasiado. "Me sentía culpable, pero para seguir en el HNS tenía que dejar el hospital".

Joan forma ahora a personas con discapacidades visibles e invisibles para distintos puestos de trabajo en la sanidad. "Necesitamos gente en todos los ámbitos: celadores, camareros, enfermeros", afirma. Según las últimas cifras de septiembre de 2022, el NHS tenía 132.139 vacantes en ese momento, es decir, el 10% de la plantilla. Esto supone 26.000 vacantes más que tres meses antes, en junio de 2022. 

"Hay una crisis de contratación, pero también de retención de mano de obra", dice Joan. El año pasado, abandonaron el NHS más de 25.000 enfermeros y enfermeras, según los registros del Nursing and Midwifery Council. Una cifra que el Gobierno no tiene en cuenta a la hora de informar sobre el objetivo fijado en su programa electoral de 2019 de contratar a 50.000 enfermeros y enfermeras antes de marzo de 2024. Según el think tank The King's Fund, su número aumentó en 26.000 entre 2019 y 2021, pero "la contratación no está teniendo un impacto claro en la escasez de este personal".

El problema, según el think tank, es que "durante dos décadas no ha habido una planificación clara para atajar esta crisis y la escasez de personal ha seguido empeorando".

Este análisis lo confirma Anne-Marie Rafferty, profesora del King's College de Londres y expresidenta del RCN de 2019 a 2021. "Necesitamos un programa de recursos humanos a largo plazo.” Unos mejores salarios evitarían la fuga de talentos y harían más atractiva la profesión, asegura. "El año pasado se registró un descenso del 8% en los nuevos ingresos en los estudios de enfermería".

En 2017, el Gobierno puso fin a la educación gratuita de enfermería en Inglaterra. "Las nuevos graduados se enfrentan a una deuda de 50.000 libras que nunca podrán devolver porque no ganan lo suficiente", lamenta la profesora. Hay que hacer más, dice: "La responsabilidad y la progresión salarial deben ir a la par. En la actualidad, muchas enfermeras se encuentran en la parte inferior de la escala. No es justo para ellos, y sabemos que contar con más enfermeras senior es mejor para los pacientes.”

Todo esto tiene que ocurrir "al mismo tiempo", dice Anne-Marie Rafferty, y requiere "inversión". El Gobierno anunció en noviembre un aumento de 3.300 millones de libras. Según la Health Foundation, esta cantidad "dará un respiro a un servicio crónicamente agotado, pero no aborda los retos más profundos a los que se enfrenta".

Todo el servicio público se ve afectado

Pero la escasez de mano de obra sale cara. En 2021-2022, el Gobierno gastó más de 3.000 millones de libras en personal de la sanidad privada en el país. Esto supone un 20% más que el año anterior, afirma The Guardian.

Según Anne-Marie Rafferty, se trata de un montón de "falsos ahorros" y el Gobierno está "hablando con lengua de serpiente". El ministro de Sanidad dice que su "puerta sigue abierta, pero se niega a hablar de salarios".

Se trata de una posición adoptada para todo el sector público. Diciembre está plagado de huelgas: desde conductores de ambulancias a ferroviarios, personal de correos y funcionarios de aduanas. "Todos los trabajadores del sector público son tratados con desdén", afirma Anne-Mary Rafferty.

Aunque una huelga general es "casi imposible", según el sindicato Unite, todas las profesiones están coordinando sus acciones para lograr el máximo impacto. Como respuesta, el gobierno prepara un proyecto de ley para restringir aún más el derecho de huelga en la función pública.

 

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Traducción de Miguel López

 

 

Las ambulancias haciendo cola a la entrada de urgencias no es una imagen de un suceso catastrófico, sino una escena habitual en el exterior de muchos hospitales ingleses desde hace varios meses. Según la BBC, una ambulancia llegó a esperar 21 horas a las puertas del hospital Royal Worcester, en el centro del país. En caso de urgencia, sospecha de infarto o ictus, el objetivo es que la ayuda llegue en 18 minutos. El año pasado, la media fue de cuarenta y un minutos.

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