Irán: un régimen agotado, una represión que no afloja y unas protestas que pierden fuerza
El 18 de julio de 2022, el diputado y ex ministro de Cultura Mostafa Mir-Salim rogó que se perdonara a su hijo Mehdi por sus "errores" y "debilidades". El joven, según reveló en una entrevista a la agencia Tasmine (vinculada a la Guardia Revolucionaria), había sido condenado a cinco años de cárcel por sus vínculos con la organización opositora Muyahidines del Pueblo y con una potencia extranjera, probablemente Israel.
Es decir, cargos de espionaje, ambos castigados con la pena de muerte a la que, al parecer, había sido condenado inicialmente su hijo. Sin duda, las conexiones de su padre le permitieron eludir la condena. Estuvo recluido solo 200 días en la prisión de Evin, cerca de Teherán, y más tarde fue amnistiado.
El 14 de diciembre, menos de cinco meses después, el diputado pronunció un discurso completamente distinto al del perdón. Sobre la revuelta surgida a raíz de la muerte a golpes de la joven kurda Mahsa Amini el 14 de septiembre, mostró su indignación porque la ejecución de los "alborotadores" detenidos no fue lo suficientemente rápida: "Creo que el periodo entre la detención y la ejecución de quienes están detrás de los disturbios es demasiado largo. Deben ser ejecutados entre cinco y diez días después de su detención.”
La declaración de este diputado, titulado en mecánica y aerotecnia por la Universidad de Poitiers, es algo más que la simple opinión de un espantapájaros del régimen –como Ministro de Cultura, cerró muchos periódicos reformistas y aplicó una implacable censura contra cineastas y escritores–. Está hecha por un hombre que fue jefe de gabinete del Líder Supremo Alí Jamenei, candidato en las elecciones presidenciales de 2017, y que también es miembro del Consejo de Discernimiento de Conveniencia, una poderosa institución encargada de arbitrar los conflictos entre los distintos órganos de la República Islámica.
Al haber sido publicado en varios medios de comunicación estatales, tiene el valor de advertencia y muestra la determinación de las autoridades iraníes no sólo de optar por el terror, sino también su disposición a agravarlo aún más si el movimiento continúa.
Otra señal de que el régimen no cede es la declaración de Mohammad Jafar Montazeri, fiscal general de la República Islámica, responsable de perseguir a los manifestantes. A finales de diciembre, se retractó de las declaraciones en las que se había basado la falsa noticia de la supresión de la policía de la moral. Esta vez su declaración fue inequívoca: "No llevar el hiyab es un delito flagrante, el hiyab es obligatorio por ley y no es una elección personal.”
La ficción de la alternancia
Pero la determinación de castigar cada vez más no ha impedido que las fuerzas de seguridad den muestras de cansancio ante un levantamiento que dura ya más de cien días, algo sin precedentes en Irán desde la revolución islámica. Por eso el régimen se ha comprometido a hacer regresar del frente sirio, empantanado desde hace muchos meses, a los mercenarios que envió allí para apoyar al régimen de Bashar al-Assad, en particular las brigadas Liwa Zainebiyun, integradas por chiíes paquistaníes, y Liwa Fatimiyun, entrenadas por hazaras chiíes afganos, para desplegarlos en suelo iraní, especialmente en la provincia de Sistán-Baluchistán, donde la situación es especialmente tensa.
Según la web Intelligence Online, algunas unidades del Hachd al-Shaabi, la Movilización Popular, una vasta coalición de milicias chiíes iraquíes, incluso han llegado recientemente a Irán por tierra. A ellos se suman los combatientes del Hezbolá libanés, trasladados desde mediados de noviembre a Teherán y al Kurdistán desde Beirut por la compañía privada iraní Meraj Airlines.
También según Intelligence Online, Zeinab Soleimani, la hija del difunto Qassem Soleimani –el jefe de la Fuerza al-Quds, la unidad de intervención exterior de los Pasdaran (Guardias Revolucionarios) asesinado en enero de 2020 por un dron estadounidense en Bagdad–, llegó a donar 2,5 millones de dólares para animar a Hezbolá a unirse a los Pasdaran.
Junto a la despiadada represión, como demuestran los centenares de condenas a largas penas de prisión, más de cincuenta condenas a muerte y más de cuatrocientas muertes por disparos o palizas, el régimen intenta mantener la ficción de una posible alternancia dentro del sistema entre conservadores y reformistas. De ahí la vuelta a la escena política de Mohammad Jatamí, quien fuera presidente de la República Islámica de 1997 a 2005, elegido para jugar ese papel después de que se le prohibiera hablar en los medios de comunicación desde 2009 por su apoyo a la "revolución verde", el gran movimiento de protesta provocado por la reelección amañada de Mahmud Ahmadineyad.
En una postura inesperada, difundida el 6 de diciembre por la agencia de noticias de los estudiantes iraníes, el ex líder de las facciones reformistas expresó su apoyo al lema "Mujeres, vida, libertad", calificándolo de "hermoso mensaje" que "muestra un movimiento hacia un futuro mejor". También se pronunció contra las detenciones de estudiantes, aunque se había cuidado de no defenderlos cuando se sublevaron bajo su mandato, en 1999 y 2000. Esta vez incluso ha pedido a las autoridades que les tienda la mano.
Pero el hecho es que su mensaje se ha vuelto totalmente inaudible para todo el movimiento, cuya cohesión se basa en la voluntad común de derrocar al régimen. Sobre todo porque el ex presidente había afirmado en la prensa reformista, unas semanas antes, que un "derrocamiento (de este régimen) no era posible ni deseable".
“Los manifestantes no prestaron atención a las declaraciones de Jatamí", dice una iraní de París que está en contacto con los círculos disidentes de Teherán. “Ni siquiera han hablado de ello. Los temas que debaten son muy diferentes. Uno de sus principales interrogantes es la falta de apoyo de los países occidentales: se preguntan por qué no retiran a sus embajadores.”
Sed felices y tocad música
También recuerdan las imágenes de la muerte de Majidreza Rahnavard, el segundo manifestante ejecutado por "enemistad con Dios", ampliamente difundidas por el régimen en las redes sociales. Este joven de 23 años fue ahorcado públicamente a las cuatro de la madrugada del 12 de diciembre desde el brazo de una grúa en una plaza de Mashhad, la gran ciudad santa del noreste de Irán, de donde proceden el actual presidente iraní, Ebrahim Raissi, y el Líder de la Revolución Islámica, Alí Jamenei.
Poco antes de su ejecución, apareció en un vídeo rodeado de guardias encapuchados, con los ojos vendados y el brazo izquierdo en cabestrillo, visiblemente roto o herido, sin duda como castigo por llevar un gran tatuaje de un león y un sol, los dos grandes símbolos de Irán antes de la revolución islámica, asumida por los monárquicos. Una corriente que el joven obviamente apoyaba: "Una generación que nunca te ha visto se ha enamorado de ti", escribió en su cuenta de Instagram al hijo del Sha, que vive en Estados Unidos.
En ese escalofriante vídeo se puede ver y oír al joven condenado a muerte expresando sus últimos deseos: "No quiero que nadie llore, ni que rece o lea el Corán. Sed felices y tocad música.” El vídeo, destinado a ser difundido por la televisión estatal, como muchas confesiones de manifestantes detenidos, la mayoría obtenidas bajo tortura, parece que finalmente no se ha difundido, y no se sabe si su aparición en las redes sociales es fruto de una filtración o de una manipulación del régimen.
Las últimas palabras del joven, que los clérigos consideran una blasfemia, sorprendieron a los iraníes sobre todo porque procede de una modesta familia devota, como indica su nombre de pila (Majid= glorioso, Reza= alegre, ndt), su madre lleva velo y su ciudad, Mashhad, es muy religiosa, sobre todo por la peregrinación a la tumba de Reza, octavo imán histórico del chiísmo, que recibe entre 12 y 15 millones de visitantes al año.
“Por supuesto, lo que dijo antes de morir causó revuelo en Irán", afirma Siavosh (nombre ficticio), activista contactado a través de un canal clandestino en Teherán. “Hay quien piensa que no pedir oraciones en su tumba es señal de un cambio de mentalidad entre las nuevas generaciones. Sin embargo, no sabemos si los responsables de su ejecución no le obligaron a pronunciar estas palabras. Una forma de decir a la población: ‘Es a un hereje a quien estamos ejecutando’. Observo que sus ‘últimas palabras’ fueron ampliamente difundidas, pero no el resto de la entrevista. Por eso sigo creyendo que pensaron que las palabras de Majidreza harían caer su popularidad".
El objetivo no parece haberse logrado: el nombre del joven ahorcado fue coreado el lunes 26 de diciembre en una manifestación en Karaj, un gran suburbio de Teherán. "La muerte de Majidreza ha sido desgarradora, pero no más que la de otros, como la de Navid Afkari, joven campeón de lucha ejecutado en una prisión de Shiraz el 12 de septiembre de 2020, tras una manifestación antigubernamental, o más tarde, la de la propia Mahsa Amini. Una conmoción siempre parece pesar menos cuando ya tiene un precedente", añade Siavosh.
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Sin embargo, las ejecuciones y las condenas a muerte pesan sobre el movimiento, que ahora da muestras de agotamiento. Es difícil decir si la huelga general de tres días de principios de diciembre fue un éxito o no. Pero es evidente que no fue seguida como se esperaba. Siavosh está de acuerdo: "Si el régimen está mostrando signos de cansancio, por nuestra parte las protestas se están desvaneciendo. El cansancio es real y quizá nos encontremos en parte en una situación de fracaso. En cuanto a las huelgas, como en Irán hay muy poca experiencia, nunca he tenido grandes esperanzas en ellas. Sin embargo, fueron más seguidas de lo que esperaba, pero menos que en cualquier sociedad en la que estén permitidas.”
Sin embargo, añade este activista, "aunque las protestas callejeras se han vuelto más esporádicas, puedo percibir que se nos están uniendo nuevas capas de la sociedad. Como algunos círculos religiosos, o algunos militares. Pero estos últimos serán, por supuesto, la última capa de la sociedad en ceder. Según mis observaciones personales, al menos el 10% de los funcionarios con responsabilidades de nivel medio o superior ya casi no cumplen órdenes. O no creen que deban hacerlo, o simplemente no pueden...".
Traducción de Miguel López