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Israel declara la guerra a los niños palestinos

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Rachida El Azzouzi (Mediapart)

"Tengo mucho miedo, vengan, por favor". Desde un coche bombardeado por el ejército israelí, Hind Rajab ruega a los socorristas de la Media Luna Roja Palestina que vayan a salvarla. Está rodeada de los cadáveres de varios miembros de su familia. "A veces me decía: 'Están todos dormidos'. Y otras veces, 'están todos muertos, hay sangre por todas partes, hay disparos", cuenta a France Info la operadora que tuvo a la niña al teléfono en sus últimas horas.

Hind Rajab es uno de los rostros de la infancia masacrada en Gaza. Su cuerpo sin vida fue encontrado junto a los cadáveres de sus familiares y de dos conductores de ambulancia que intentaron en vano rescatarla. Esto ocurrió el 10 de febrero de 2024, dos semanas después de su llamada de auxilio. Hind Rajab fue asesinada a punto de cumplir seis años. Con una cinta de flores en el pelo y un vestido de princesa, su foto y su voz aterrorizada han dado la vuelta al mundo, testimonio de una realidad implacable que la UNICEF describe como "una guerra contra los niños" Una "verdad" que "no se escucha", lamenta la agencia de Naciones Unidas.

"Esta es una guerra contra los niños. Una guerra contra su infancia y su futuro", añadió Philippe Lazzarini, comisario general de la oficina de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), en la red social X el martes 12 de marzo. Cita una estadística terrible: el número de niños muertos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 es superior al número de niños muertos en cuatro años en todos los conflictos del mundo.

En cinco meses, han muerto o resultado heridos por los bombardeos israelíes decenas de miles de niños. Junto con las mujeres, constituyen la mayoría de las más de 31.000 muertes registradas hasta la fecha , según el Ministerio de Sanidad de Hamás, incluidos más de 13.000 niños. Naciones Unidas considera creíble esta cifra, pero varias organizaciones humanitarias dicen que no incluye los miles de cadáveres enterrados bajo los escombros.

"Con 30.000 muertos oficiales y un número desconocido de desaparecidos en Gaza, por no hablar de la mortalidad indirecta vinculada a la desnutrición y las enfermedades, las pérdidas gazatíes en cinco meses equivalen a la muerte de un millón de personas en Francia", señala el historiador Stéphane Audoin-Rouzeau a Mediapart.

Sufrimiento físico y psicológico

Como señala Guillemette Thomas, coordinadora médica para Palestina de Médicos Sin Fronteras (MSF), además de los muertos "hay que imaginar las lesiones" de los heridos: heridas graves, fracturas múltiples, quemaduras en gran parte del cuerpo, miembros arrancados... "Imagínese que le arrancan una pierna cuando aún no tiene edad de andar", dice Guillemette Thomas, subrayando "el sufrimiento absoluto de los niños, primeras víctimas de una guerra que no es la suya". Llegan "en masa a hospitales que carecen de todo, donde no pueden ser tratados en condiciones dignas por falta de medicamentos y sedantes".

Su colega Léo Cans, jefe de misión en Palestina, cuenta a Mediapart la historia de Myriam, una niña de 6 años a la que han amputado la pierna derecha. Con la cara medio quemada, ha perdido a su hermano, a su hermana y a su madre. Su padre ha desaparecido. Sólo le queda su tía: "Por falta de material, tuvimos que cambiarle el vendaje sin anestesia. Durante media hora gritó de dolor, llamando a su madre, que estaba muerta. Cada vez que alguien ingresa en un hospital, nunca es sólo una persona. Es toda una familia la que queda destrozada.”

Myriam encarna a esta generación de huérfanos cuyo presente y futuro han sido aniquilados. Según MSF, más de 17.000 de ellos han perdido a uno o ambos progenitores desde el 7 de octubre de 2023, una cifra sin precedentes.

Léo Cans también contó en X la historia de Malak, la nieta de un conductor de MSF. “Tenía 5 años", explica a Mediapart. “La mató un proyectil que cayó sobre un salón de bodas del sur de Gaza que alquilábamos para nuestros equipos evacuados que ya no tenían casa. El lugar había sido notificado al ejército israelí, que sabía que allí sólo había civiles de MSF con sus familiares directos, niños y padres". El proyectil le arrancó una pierna. La niña murió dos días después en el hospital.

Los niños viven con miedo inminente a morir

Como todos los médicos entrevistados por Mediapart desde Gaza o a su regreso de misión , que no ocultaban estar "afectados" por lo que habían visto, este profesional repetía lo impresionado que estaba por el número de niños gravemente heridos, huérfanos o muertos, así como de mujeres y ancianos: "En la mayoría de las guerras, son los combatientes los que resultan heridos o muertos". Léo Cans nunca había visto nada igual. Guillemette Thomas tampoco.

Se pregunta "qué nivel de horror va a hacer falta para que esto pare", hablando de "generaciones enteras sacrificadas" y de "una guerra contra la población civil palestina". No le "sorprende" el elevado número de víctimas infantiles, ya que "el 50% de la población de Gaza [que tiene 2,4 millones de habitantes] tiene menos de 18 años". Los supervivientes, privados de la inocencia despreocupada de su edad, "un lujo que perdieron hace años", siguen y seguirán sufriendo "un entorno extremadamente peligroso y traumático", "con secuelas físicas y mentales para toda la vida", advierte Guillemette Thomas. Condena "la destrucción física y psicológica de una población civil de la que la mitad son menores".

Guillemette Thomas cita el testimonio de uno de sus colegas palestinos, un enfermero que asiste impotente cada noche a cómo sus hijos se despiertan gritando al menor ruido: "Creen que es un bombardeo y preguntan: '¿Vamos a morir ahora?' Cuando llevas cinco meses bajo las bombas, cada minuto cuenta. Los niños viven con un miedo inminente a morir. Cada portazo, cada tormenta, cada ruido inofensivo, se equipara con el miedo, hace aflorar el terror".

Además de perder sus hogares y familias, los niños pierden partes de su cuerpo

Más de un tercio del equipo palestino de MSF se ha visto desplazado. Muchos han perdido familiares y, como muchos de ellos, escriben con bolígrafo los nombres de sus hijos en brazos y piernas para poder identificarlos en caso de bombardeo. "¿No es eso suficientemente traumático?", se pregunta el humanitario. En los últimos cinco meses, decenas de niños han tenido que someterse amputaciones en frío, sin sedación ni anestesia, soportando un dolor físico y emocional difícil de imaginar. “Además de perder sus casas y sus familias, pierden partes de su cuerpo", explica Audrey Mc Mahon, psiquiatra infantil de MSF. “Tienen que aceptar que están físicamente discapacitados, que ya no pueden moverse ni vivir de forma independiente. El trauma físico es un recordatorio constante del trauma psicológico y también cultural.”

“Los niños palestinos acumulan capas de riesgo, miedo y pena, justo lo contrario de lo que necesitan para desarrollarse adecuadamente", añade Audrey McMahon. “Soportan el estrés constante de laviolencia, el hambre, la sed, el frío en este momento, el tener que protegerse a sí mismos, así como la angustia psicológica asociada a la múltiple aflicción de perder padres, familia, amigos, partes del cuerpo, su casa, sus juguetes, su mundo."

En las redes sociales proliferan las imágenes de niños demacrados, con los ojos hundidos y el cuerpo raquítico. A principios de marzo, un equipo de la Organización Mundial de la Salud visitó por primera vez desde octubre los hospitales del norte del enclave y constató que diez niños habían muerto por desnutrición.

Hambruna deliberada

La Franja de Gaza, asediada y bombardeada sin descanso, se muere de hambre. Israel sólo permite la entrada de ayuda internacional a cuentagotas, provocando así una hambruna deliberada. El jurista canadiense Michael Fakhri, relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, califica la situación de "crimen de guerra e incluso genocidio".

Según la ONU, casi todos los habitantes de Gaza están amenazados de inanición. El 90% de los niños de entre 6 y 23 meses, así como las mujeres embarazadas y lactantes, se enfrentan a una "grave escasez de alimentos", según las ONG que colaboran con UNICEF y el Global Nutrition Cluster .

En el norte, donde una masacre causó la muerte de más de un centenar de personas durante un reparto de alimentos en el que el ejército israelí disparó contra la gente, "el 15% de los niños menores de 2 años sufren desnutrición aguda", según la UNICEF . En declaraciones a la AFP, Imad Dardonah, pediatra del hospital de Kamal Adwan, describe la impotencia de la profesión médica ante las víctimas de la desnutrición, cuyas secuelas a largo plazo causan estragos (retraso del crecimiento, del desarrollo cognitivo, etc.): "No tenemosnada que darles, lo más que podemos hacer es darles una solución salina o agua azucarada."

Israel ataca a los niños, que constituyen la mitad de la población, para destruir su futuro y el futuro de Palestina

Como la de Hind Rajab, la agonía de Yazan al-Kafarna, un niño de 10 años, dio la vuelta al mundo. Murió el 4 de marzo en un hospital de Rafá,en el sur de la Franja de Gaza, por falta de alimentos y medicinas. Aquejado de parálisis cerebral, necesitaba una dieta equilibrada que se le había hecho imposible. “Sólo comía trozos de pan que encontrábamos con gran dificultad y a precios altísimos", declaró un miembro de su familia a varios medios de comunicación. “Cuando no encontrábamos comida, le dábamos azúcar para mantenerlo con vida.”

¿Cómo, en un entorno tan destructivo, se puede aliviar, proteger y permitir que los niños supervivientes sigan creciendo a pesar de todo? Es una pregunta desconcertante para los profesionales entrevistados por Mediapart, que no ven salida alguna por el momento, dada la ausencia de alto el fuego y la magnitud de la destrucción, no sólo de vidas humanas, sino de infraestructuras esenciales, viviendas, hospitales, escuelas, etc.

"Lo que hace a los niños resilientes es tener adultos que te protejan, que te consuelen, que te reconecten con tus fuerzas", dice Audrey Mc Mahon. La psiquiatra infantil de MSF describe cómo los profesionales humanitarios, al igual que los particulares, intentan paliar las emergencias, ofrecer a los niños un lugar de seguridad emocional, aunque sea limitado, cogiéndoles en brazos, cantándoles, organizando una actividad circense, dibujos, juegos, etc.

A su regreso de una misión en el sur de Gaza, el médico francés Raphaël Pitti habló con Mediapart sobre la indigencia de los niños de Gaza: "El único lugar donde pueden divertirse es dentro de los hospitales. Los conocen al dedillo, ven las operaciones en el suelo, cogen guantes y jeringuillas usadas para llenarlas de agua estancada y jugar a la guerra salpicándose unos a otros. Están sucios y desnutridos. Gracias al hospital, hay comida, pero no equilibrada; sólo comen cereales y azúcar. Las verduras y los huevos son demasiado caros."

Ataques a la dignidad

Zouhair Lahna, ginecólogo y obstetra franco-marroquí, acaba de regresar de pasar un mes en Gaza con la asociación de médicos palestinos PalMed. En su cabeza siguen las caras de decenas de niños, bebés y sus madres, "todos destruidos", "reducidos a seres no humanos" por la guerra, la falta de alimentos, los desplazamientos forzosos y los bombardeos constantes.

Zouhair Lahna, cansado de los conflictos más violentos desde hace más de veinte años, tampoco había visto "nunca nada igual": "Gaza es lo más espantoso. Están aprisionadas 2,4 millones de personas en un minúsculo pedazo de tierra sin forma de escapar. Atrapados en una masacre, se les mata deliberadamente de hambre, de sed y de heridas" En su opinión, "Israel ataca a los niños, que constituyen la mitad de la población, para destruir su futuro y el futuro de Palestina".

Lo describe como "un trauma permanente". Audrey Mc Mahon, de MSF, también. “Los niños palestinos sufren un trauma permanente que es al mismo tiempo cultural, histórico, psicológico, físico, íntimo y colectivo, con consecuencias devastadoras", explica. Corren el riesgo de todo: problemas de comportamiento, ansiedad, pánico, trastornos del sueño, depresión... Estos niños viven y seguirán viviendo en un estado de terror, miedo intenso, presos de un sentimiento de injusticia que podría volverse contra ellos con pensamientos suicidas".

Mucho antes de la guerra, en 2022, un informe de Save the Children titulado "Atrapados" revelaba que cuatro de cada cinco niños de Gaza experimentaban un estado permanente de miedo, tristeza o ansiedad. El resultado de quince años de bloqueo israelí del territorio, según la ONG. Enuresis nocturna, dificultades para hablar, silencio, pensamientos suicidas, automutilación, etc., el informe detalla las numerosas repercusiones.

Audrey Mc Mahon se enfrenta a ellas a diario. "Los niños palestinos crecen bajo la discriminación y la opresión constante, con sueños y proyectos limitados. Ya han vivido varias guerras y bombardeos. Según la UNICEF, más de un millón de ellos necesitan asistencia médica y social: es decir, todos los niños de Gaza".

Describe la impotencia de los equipos humanitarios sobre el terreno para hacerse cargo de la salud, sobre todo mental, en un enclave donde ya había muy pocos actores antes de la guerra. "Ya no estamos en el punto de reducir el impacto, sino de estar ahí, de ser testigos, de denunciar, de apoyarles simplemente con nuestra presencia, de pedir un alto el fuego y ayuda humanitaria".

Los profesionales gazatíes de salud mental también viven en constante estrés y terror. “Es muy complicado pedirles que sean capaces de lidiar con el dolor de otras personas", afirma Audrey Mc Mahon. “Ni siquiera podemos ayudarles porque, dado el alto nivel de inseguridad, no podemos enviarles profesionales internacionales".

Al trabajar con varios niños y adultos de Gaza, la psiquiatra infantil de MSF siente su "rabia contra la humanidad": "Se preguntan si siguen perteneciendo a la raza humana. El simple hecho de tener que expresar sus necesidades es un profundo ataque a su dignidad cuando las imágenes de masacre y hambruna están ante nuestros ojos. Cuando dicen "no nos corresponde a nosotros decirlo, os corresponde a vosotros actuar", se están dirigiendo a la comunidad internacional, a toda la humanidad".

Cada uno de ellos, con sus propias palabras, muy jóvenes o adolescentes, expresa la extrema violencia del ataque a su derecho a existir con esta pregunta: "¿Cómo puedo existir cuando me dicen que no tengo derecho a existir y que soy víctima de una masacre colectiva?"

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Traducción de Miguel López

"Tengo mucho miedo, vengan, por favor". Desde un coche bombardeado por el ejército israelí, Hind Rajab ruega a los socorristas de la Media Luna Roja Palestina que vayan a salvarla. Está rodeada de los cadáveres de varios miembros de su familia. "A veces me decía: 'Están todos dormidos'. Y otras veces, 'están todos muertos, hay sangre por todas partes, hay disparos", cuenta a France Info la operadora que tuvo a la niña al teléfono en sus últimas horas.

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