Después de situarse en diciembre al frente del Partido Demócrata, el joven y mediático Matteo Renzi, el jueves 13 de febrero, hizo caer al gobierno de Enrico Letta al someterlo a una moción. De aquí al fin de semana, se espera la formación de nuevo Ejecutivo en Roma. Estamos ante una reorientación política… ¿o frente a un mero cambio de imagen?
El baile político prosigue en Italia. En dos años y medio, el país habrá conocido no menos de cuatro gobiernos ejecutivos. Un gobierno en manos de Berlusconi, el gobierno tecnócrata de Mario Monti, el gobierno de coalición dirigido por Enrico Letta –salido de las urnas en febrero de 2013– y, ahora, el gobierno que Matteo Renzi que está constituyendo. ¿Se ha convertido Italia en un país ingobernable? Para los observadores de la política italiana, en esencia, lo sucedido es que el gobierno de Letta no ha logrado pasar sus propias pruebas. “Era un gobierno ineficaz, incapaz de tomar una decisión con rapidez, algo crucial en estos momentos”, opina Paolo Flores d'Arcais, director de la revista italiana Micromega. “Sin hablar de política a largo plazo, al menos era necesario que las palabras fuesen acompañadas de hechos”. Por su parte, Matteo Renzi, quiere insuflar un cambio de ritmo.
Alcalde de Florencia a los 34 años, jefe del primer partido de la Asamblea a los 38 años, inminente presidente del Consejo a la edad de 39 años, sin haber sido votado nunca en unas elecciones nacionales. Renzi tiene prisa. Una vez, en diciembre pasado, se hizo con la dirección del Partido Demócrata (PD), no estaba dispuesto a correr el riesgo de que ver cómo recae sobre él la mala imagen del gobierno en estos momentos. Era mejor tomar la delantera que esperar a las siguientes elecciones… de 2018. Este hombre tiene una “gran ambición personal”, explica el investigador Alfio Mastropaolo, quien opina que el futuro presidente del Consejo simplemente tiene hambre de poder. “No obstante, también hay que reconocer que el gobierno de Letta era tremendamente débil, en una coyuntura económica muy difícil. Era un jefe de gobierno sin carisma, que no había demostrado su eficacia sobre el terreno y que se había situado a la cabeza de una coalición difícil de dirigir”. Y es que, junto a los ministros de centroizquierda del PD, se sentaban los cinco ministros del Nuevo Centroderecha, escisión de la formación de Silvio Berlusconi dirigida por Angelino Alfano.
¿Será Matteo Renzi más hábil? Es poco probable. Las dos formaciones en coalición están muy lejos de lograr un acuerdo en todos los asuntos, por no hablar de los entresijos inherentes a la derecha berlusconiana.
El futuro jefe de gobierno efectivamente negoció con Berlusconi, el mes pasado, la reforma de la ley electoral, cuyo objetivo es facilitar la obtención de la mayoría parlamentaria y que beneficiará, en la práctica, a los grandes partidos al conceder un premio a la mayoría a las formaciones que obtengan al menos el 37% de los votos. Una nueva disposición que, de adoptarse, corre el riesgo de borrar del mapa a la pequeña formación de Alfano y de mantener a Berlusconi como pivot de la política italiana, tal y como explica gráficamente Paolo Flores d'Arcais. “Seguimos siendo rehenes de una fuerza política antidemocrática y de tipo lepenista constituida por Berlusconi y el berlusconismo, y Renzi ahí está dando muestras de una ceguera política. Al haber firmado este acuerdo con Berlusconi se está corriendo un riesgo enorme”. Este acuerdo ha suscitado las iras de Alfano, con quien Renzi debe formar gobierno estos días, ya que una vez adoptada la reforma electoral, el Cavaliere podría forzar la convocatoria de elecciones, de modo que la formación disidente sería barrida por este nuevo sistema…
Para Giuseppi Betton, otro observador del panorama político italiano y de sus sobresaltos, estamos lejos de sufrir otra crisis como la vivida en 2011, que acabó con la formación del gobierno de Mario Monti. “Se trata más bien de una crisis en el seno del Partido Demócrata, provocada por él, pero que tiene cierta continuidad”. ¿Un conflicto generacional? Más bien “es una corriente que trata de imponerse”, en opinión de este investigador italiano, profesor en la universidad Tor Vergata de Roma, que rechaza detenerse más en la figura del joven político. Efectivamente, Matteo Renzi, como máximo dirigente del PD, no procede del antiguo Partido Comunista Italiano (PCI), al contrario que su predecesor, Pier Luigi Bersani, salido de las filas del PCI. “Es un moderado en estado puro y un excelente comunicador, formado en marketing por su propio padre. Encarna un nuevo método en el que la escenografía por ejemplo se estudia para unir lo más posible”. Es un personaje que se encuentra muy cómodo en los platós de televisión y es tan apreciado por los medios de comunicación de todos los colores que incluso los votantes de Berlusconi “podrían darle su voto”, según el analista.
Ya se había hecho notar en las primarias de finales de 2012 con una campaña sobre el terreno en la que apostó por el rejuvenecimiento de la clase política. El resultado parece haberle avalado. No quedó muy por detrás de Bersani, al obtener el 40% de los votos. De hecho, aporta algo nuevo al escenario político italiano. Sin contar con un gran aparato político detrás de él, logró cosechas éxitos por el camino: un logro no menor en un país en el que la clase política debe hacer frente al descrédito creciente del electorado. El fin de semana pasado, en las elecciones regionales de Cerdeña, la mitad de los electores no acudieron a votar.
Un calendario poco realista
El único pero es que el hombre tiene tendencia a defender lo contrario de lo que anuncia. La antevíspera de su pulso, había dicho públicamente que no quería provocar un rimpasto, es decir, una crisis de gobierno… Suficiente como para cuestionar su deseo por cambiar de política, frente a unos datos económicos que no han cambiado: el paro, sigue por encima del 12% y subiendo; el país ha sufrido dos años seguidos de recesión y, si bien en el tercer trimestre de 2013 se registró una tímida recuperación (+0,1%), todavía no se puede hablar de crecimiento. La deuda sigue su escalada y ya representa alrededor del 130% del PIB.
Para el turinés Alfio Mastropaolo, “se trata de un cambio de estilo más que un cambio de fondo. Sin embargo, tener carisma no basta para movilizar al electorado… El saneamiento presupuestario dictado por los organismos internacionales seguirá siendo idéntico al del gobierno precedente. Renzi no tiene ni una estructura grande ni sindicatos sobre los que apoyarse para negociar algo diferente en Europa”. En Italia, como en todas partes, el poder político se presenta débil a la hora de negociar con Berlín. Y, frente al mismo Parlamento, sin mayoría clara, el Gobierno debería estar compuesto, en las mismas proporciones que el precedente por ministros del PD y por ministros del Nuevo Centroderecha. Salvo que se vuelva a negociar todo de nuevo… Por lo tanto, no está tan claro que el mediático de Renzi vaya a salir más airoso que el austero de Letta.
Desde el entorno de Renzi, sin embargo, se insiste en el cambio de línea política, pero rechazan colocarse etiqueta alguna. El futuro jefe de gobierno ya ha anunciado una serie de reformas antes de la primavera: un cóctel de medidas sociales, políticas de estimulación y de flexibilización del mercado de trabajo. Prevé la disminución del número de contratos precarios, la extensión de la cobertura social a los contratos temporales que carecen de dicha cobertura, la introducción del despido en los tres primeros años de contrato indefinido…, pero también una disminución de la presión fiscal a las empresas para favorecer la contratación. Se ha calculado que la presión fiscal se reducirá en 3.000 millones de euros. La administración debe revisarse con detalle “para simplificar los reglamentos y eliminar las trabas burocráticas”. Finalmente, el equipo de Renzi habla de introducir una nueva política industrial para estimular el crecimiento, apoyándose en sectores básicos como las nuevas tecnologías, la economía verde, la construcción, la cultura y el turismo, todo ello financiado con inversión pública y créditos impositivos. Todo esto… en tres meses. ¡El calendario parece muy poco realista!
Lo que anhela el equipo de Renzi es un cambio de perspectiva en el ámbito europeo: “La gran coalición alemana constituye una oportunidad única para unir nuestras fuerzas con Francia y Grecia, para reorientar las políticas europeas y comprender que, sin crecimiento, será imposible disminuir el peso de las deudas públicas”, explica Sandro Gozi, diputado del Partido Demócrta y próximo a Renzi.
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Todo esto, ¿justifica la forma de Renzi de abrirse paso a la fuerza? “La política italiana necesita precisamente de fuerza”, replica Sandro Gozi. “El gobierno de Letta era débil y por esa razón no podía aprobar ninguna reforma. El gobierno de Renzi tiene por adelante ahora los cuatro años que restan de legislatura para poner en marcha una nueva política, gracias a la legitimidad obtenida al ganar las primarias en diciembre”. Renzi obtuvo entonces el 68% de los votos emitidos por 3 millones de electores. “Una fuerza que le permite asumir riesgos”.
A día de hoy, el joven lobo tiene buena prensa en el entorno económico. Ha roto por completo con la tradición del PCD, lo mismo que con el catolicismo de izquierdas. Pero, ¿conseguirá convencer a los abstencionistas y a los partidarios del Movimiento 5 Estrellas? Incluso, ¿no corre el riesgo de contribuir a ahondar el rechazo a la clase política tradicional? Porque si el primer ministro cambia, será la misma coalición formada por el PD y el Nuevo Centroderecha quien se haga con el poder… Los observadores esperan a conocer la composición del gobierno para hacerse una imagen clara de la voluntad de cambio de Renzi. La respuesta la conoceremos este fin de semana.
Traducción: Mariola Moreno
Después de situarse en diciembre al frente del Partido Demócrata, el joven y mediático Matteo Renzi, el jueves 13 de febrero, hizo caer al gobierno de Enrico Letta al someterlo a una moción. De aquí al fin de semana, se espera la formación de nuevo Ejecutivo en Roma. Estamos ante una reorientación política… ¿o frente a un mero cambio de imagen?