"No sólo es el amor el que no se atreve a pronunciar su nombre, también es el amor el que no se atreve a dejar rastro", dice un cuervo, interpretado por una actriz transexual, desde lo alto de una balaustrada de madera instalada en una sala de piedra de la Torre de Londres. Con su disfraz, que rinde homenaje al ave fetiche de la fortaleza, Kim Tatum menciona el poema Two loves (1892) de Lord Alfred Douglas, poema que fue citado en el juicio de su amante, Oscar Wilde, en 1895.
Pero el cuervo no se detiene en esos dos literatos. Continúa su recorrido por la Torre de Londres desde un enfoque LGTBIQ+.
La velada comenzó en las murallas. Un beefeater, guardia real, se dirigió al pequeño grupo que había venido a esta visita temática. Su misión es "relatar la historia no contada de las personas queer que han vivido aquí, han amado aquí y, para algunos, han muerto aquí. Tenemos que dejar de considerar la heterosexualidad como la posición por defecto de la humanidad", anuncia el beefeater antes de ser interrumpido por el cuervo, que hace una gran entrada. La actriz interrumpe rápidamente al guardia: "Ana Bolena (la segunda de las seis esposas del rey Enrique VIII y la primera en ser ejecutada en la Torre) no es muy queer", dice burlándose.
“Es cierto”, replica el guardia, "pero fue el año en que se convirtió en reina, 1533, cuando se aprobó en Inglaterra la primera Ley contra la sodomía" (Buggery Act). El texto condenaba los actos sexuales "antinaturales", sin intención procreadora. Más tarde evolucionó para apuntar más claramente a la homosexualidad masculina. Pero eso significa que hasta el siglo XVI, a finales de la Edad Media, el amor entre personas del mismo sexo no era delito.
El cuervo pasa pronto de ser un elemento perturbador a convertirse en el narrador principal de la representación. En el laberinto de la fortaleza, nos cruzamos con otros actores, como el rey Eduardo II (1284-1327) en una cita con su amante, Piers Gaveston. Los dos hombres no se escondían, pero la influencia ejercida por el favorito enfureció a la aristocracia. Eduardo II fue ejecutado durante una rebelión, después de tener que renunciar al trono. La leyenda, recuerda el cuervo, dice que le introdujeron un atizador ardiendo por el ano. Un mito que mantiene la homosexualidad entre los lamentables recuerdos de este monarca.
Jacobo I de Inglaterra (1566-1625) es el otro monarca gay encontrado en esta visita. También él tenía sus favoritos, uno de los cuales tuvo una muerte violenta. Tampoco se escondieron. "Isabel fue rey. Ahora Jacobo es reina", rezaba un panfleto de la época. Jacobo murió en el trono, sin oposición. Sin cuestionar la ley contra la sodomía que estaba en vigor.
Soy un enigma para mí misma.
"La historia de las personas LGTB+ no es lineal. Es una montaña rusa de tolerancia fluctuante", afirma Matt Cook, de la Universidad de Birbeck que en junio se ha convirtido en el primer profesor de historia LGTBQ+ de la Universidad de Oxford. La persecución de las personas queer debe entenderse en el "contexto social y político de cada época", añade.
El lesbianismo, por ejemplo, nunca se ha penalizado oficialmente en Inglaterra. Pero en 1921, el Parlamento debatió la idea para luego abandonarla: la creación de este nuevo delito podría haber tenido "consecuencias imprevistas y perjudiciales". "El legislador se preguntaba si prohibir las relaciones sexuales entre mujeres podría darles ideas. Se temía que exigieran una independencia sexual.” No hay que olvidar que en 1918, añade el historiador, las mujeres habían obtenido la "emancipación cívica" con el derecho de voto, aunque fuera más limitado que el de los hombres.
Sin embargo, doscientos años antes, las Ladies of Llangollen eran "aplaudidas y objeto de curiosidad", afirma el profesor. Estas dos irlandesas afincadas en Gales fueron estrellas de su época, a caballo entre los siglos XVII y XVIII. Nunca se demostró su homosexualidad. Fueron visitadas por decenas de curiosos de toda Gran Bretaña, intrigados por su modo de vida.
Incluso la famosa Anne Lister (1791-1840), que confesaba en su diario que "no amaba más que el sexo débil", salió de su visita perpleja: "No puedo evitar pensar que está claro que su relación no puede ser platónica". Pero Anne Lister no tenía nombre propio para autodefinirse. "Soy un enigma para mí misma", escribió. En la serie de la BBC Gentlemen Jack, no hay duda de que es gay. “Pero en aquella época", se replantea Matt Cook, "la gente sólo pensaba que era una excéntrica que tenía amistades muy intensas".
Precaución y prejuicios
¿Se habría llamado homosexuales a Anne Lister, Jacobo I de Inglaterra y Eduardo II? ¿Tenemos derecho a referirnos a ellos como tales para incluirlos en una historia queer? "La noción de identidad es relativamente reciente", considera Matt Cook. No tiene ni 100 años. Por eso, afirma, citando el trabajo de la historiadora Helen Smith, que los trabajadores del norte de Inglaterra en la primera parte del siglo XX podían mantener relaciones sexuales con sus compañeros sin considerarse nunca homosexuales.
Pero precauciones no tienen por qué rimar con prejuicios. Kirstie Loerh, autora de A Short History of Queer Women (Breve historia de las mujeres homosexuales), no quiere afirmar que la reina Ana (1665-1714) fuera lesbiana, pero sus apasionadas cartas a Sarah Churchill son un "desafío a la heteronormatividad", explica al podcast Betwixt the Sheets. Es crítica con los historiadores que insisten en presentarlas como "sólo amigas". “Es injusto quitarle esa relación", añade. “Es quizá la única ternura que ha conocido".
La reina Ana es una de esas monarcas olvidadas, a pesar de que presidió la creación de Gran Bretaña mediante la unión con Escocia en 1707. La homofobia y la gordofobia explican en parte por qué es una reina olvidada.
Pero algunas figuras históricas queer podrían celebrarse con más moderación, afirma Huw Lemmey, coautor del libro Bad Gays y copresentador del podcast del mismo nombre. Un episodio dedicado a Jacobo I de Inglaterra nos recuerda que él fue el principal responsable del feminicidio masivo que supuso la caza de brujas en Escocia. Otro episodio estuvo dedicado al neonazi homosexual Nicky Crane (1958-1993). Para Huw Lemmey, también tenemos que asumir las personalidades y sujetos molestos de la historia LGTBIQ+.
Identificar a las personas queers
Pero también es hora "de que seamos nosotros los que contemos nuestra historia", explica Joseph Galliano-Doig mientras observa la pared magnética a la entrada del museo Queer Britain, que cofundó en Londres en mayo de 2022. En el centro aparece una pregunta en un gran imán: "¿Por qué es importante que se vea a las personas LGTBQ+?". Se invita a los visitantes a escribir sus respuestas en un pequeño rombo magnético. "Porque no tuvimos héroes cuando éramos pequeños, seamos los que los jóvenes homosexuales puedan admirar"; "Porque no somos un tema opcional de la historia, estamos en todas partes y en todo momento", son algunas de ellas.
El pequeño museo se centra en los últimos cincuenta años, desde la primera marcha del Orgullo londinense en 1972. Pero en la entrada se encuentra el objeto más antiguo de la colección: la puerta de hierro amarilla de la celda de Oscar Wilde, encarcelado por "indecencia" entre 1895 y 1897. "Sufrió detrás de esta puerta", explica Joseph Galliano-Doig, cogiendo un pequeño libro verde que yace junto a ella.
"Es mi ejemplar de De Profundis, que escribió en la cárcel. Es de 1909 y lo encontré en un mercadillo cuando tenía 14 años. Me sentía solo y ser gay me asustaba, porque no conocía a nadie como yo. Pero en la contraportada alguien había escrito: `Lucharé mi batalla, aunque sea dura. Me enfrentaré al mundo y me reiré del desdén de los que odian mi destino. Venceré`. En cuanto lo leí, dejé de sentirme solo o asustado. Me di cuenta de que pertenecía a una comunidad que tenía una historia mucho más antigua de lo que me habían hecho creer".
A Matt Cook le parece "genial" que en el Reino Unido la historia LGTBIQ+ sea contada por Queer Britain, pero también por los museos convencionales: "Hay sitio para ambos". Por eso es necesario identificar a las personas queer para darles relieve. "En los últimos diez años, muchos museos han hecho grandes esfuerzos por integrar a las personas LGTB+ en sus colecciones y en su narrativa.” El Museo Británico, en particular, ofrece recorridos LGTBIQ+. "Eso significa que las vidas de las personas queer no son diferentes ni están separadas del resto de la historia".
También significa que la historia queer tiene que encajar con la historia de la colonización. El Imperio Británico impuso leyes homófobas en sus colonias. En el Reino Unido se han derogado, pero según la ONG Kaleidoscope, la homosexualidad sigue estando penalizada en 32 países de la Commonwealth.
Traducción de Miguel López
Iglesia católica y homosexualidad
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