Netanyahu activa su plan de limpieza étnica en Gaza

Niños palestinos enfermos son trasladados de El Cairo a España en la Base Aérea Este de El Cairo, Egipto, el 2 de abril de 2025.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

Hay que escuchar a Israel Katz, el ministro de Defensa israelí, porque lo que dice lo hace. El miércoles 2 de abril por la mañana, anunció que las tropas israelíes iban a ampliar sus operaciones terrestres en la Franja de Gaza para “limpiar” más zonas “de terroristas y su infraestructura, y apoderarse de vastos territorios que se sumarán a las zonas de seguridad del Estado de Israel”.

Para la población del enclave palestino eso significa más desplazamientos forzosos, más muertes, más heridos, más sufrimiento y más desesperación.

Según el periódico The Times of Israel, la 36ª división del Ejército israelí ha entrado en el sur de la Franja de Gaza. El canal Al Jazeera en inglés ha informado de los testimonios de habitantes de Rafah atrapados y que intentan desesperadamente conseguir ayuda para huir. Otros, cargados con sus pocas pertenencias, han vuelto a emprender el camino hacia un nuevo exilio forzado, menos de un año después de haber sido obligados a hacerlo en mayo de 2024, ya entonces bajo la amenaza de los tanques y los francotiradores israelíes. Según la ONU, más de 140.000 personas han tenido que pasar por esa situación.

Esas mismas escenas también tienen lugar en el norte de la Franja de Gaza, mujeres, niños, hombres, ancianos, a pie, encaramados a carretas, hacinados en coches, con unas cuantas bolsas de plástico abarrotadas, colchones, mantas, utensilios de cocina, leña y, para los más afortunados, las tiendas de campaña que les sirven de hogar desde hace dieciocho meses.

Avichay Adraee, portavoz en árabe del ejército israelí, cuyo rostro y voz son conocidos por todos los habitantes de Gaza, vuelve a publicar órdenes de desplazamiento en su cuenta de X.  Han vuelto a entrar en servicio las famosas tarjetas cuadriculadas, con las zonas en rojo que deben abandonar y las flechas amarillas que indican la dirección a tomar (por ejemplo aquí y aquí).

Algunas familias que regresaron a sus hogares después del 19 de enero gracias a la tregua, instaladas en los pocos edificios que se salvaron o en las ruinas de sus hogares, ahora se niegan a moverse tras haber sido desplazadas en múltiples ocasiones.

Esas personas tienen aseguradas las bombas y los disparos de artillería.

Una “última advertencia”

En la mañana del miércoles, en Jabalia, en el norte del territorio, el ejército israelí bombardeó una clínica de la UNRWA, la agencia de la ONU encargada de ayudar a los refugiados palestinos, en la que vivían familias. A media tarde, el balance provisional divulgado por el ministerio de Salud de Gaza ascendía a diecinueve muertos, nueve de ellos niños. Otras doce personas murieron en el bombardeo de una casa en Jan Yunis, en el sur, ocho en el barrio de Al-Salam, tres en un ataque contra una zona agrícola al norte de Rafah.

En cada ocasión, el ejército israelí asegura que sus ataques van dirigidos contra militantes de Hamás o células de la Yihad Islámica.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, lanzó un mensaje por vídeo a los habitantes del Gaza el 19 de marzo y luego el 26 de marzo, en hebreo subtitulado en árabe. Las dos veces transmitió prácticamente lo mismo. En el segundo, anima a todos los habitantes de Gaza a salir a la calle contra Hamás, como hicieron los habitantes de Beit Lahia el 25 de marzo.

Pero lo esencial ya estaba en el mensaje del 19 de marzo: “Habitantes de Gaza, esta es su última advertencia. El ataque de la fuerza aérea contra los terroristas de Hamás fue solo el primer paso. El siguiente será mucho más duro y pagaréis un alto precio. Pronto se reanudará la evacuación de la población de las zonas de combate”.

Y continuó: “Si no se liberan todos los rehenes israelíes y no se expulsa a Hamás de Gaza, Israel actuará con una fuerza que no habéis conocido antes”, y añadió: “Sigan el consejo del presidente americano, devuelvan a los rehenes y expulsen a Hamás, y se les presentarán otras opciones, incluida la posibilidad de partir hacia otros países para aquellos que lo deseen. La alternativa es la destrucción y la devastación total”.

Los gazatíes ya están experimentando la destrucción y la devastación, a un nivel nunca visto hasta ahora. En la noche del 17 al 18 de marzo, fecha en la que Israel rompió el alto el fuego, los ataques aéreos mataron a más de 300 personas: miembros de los grupos terroristas Hamás y Yihad Islámica, según afirmaron los funcionarios israelíes. Los testimonios recopilados por el diario Haaretz han desmentido esa propaganda y han demostrado que los muertos, durante “esa noche, una de las más horribles de la guerra”, fueron masacrados sobre todo mujeres y niños, mientras dormían o durante el suhour, la comida antes del ayuno diurno del Ramadán.

Luego, muertos y más muertos, una matanza aterradora sin fin. El 2 de abril, el ministerio de Salud de la Franja de Gaza anunció 1.066 muertos y 2.597 heridos desde el 18 de marzo. Según esta misma fuente, el balance de muertos desde el comienzo de la guerra asciende a 50.423 personas. La cifra es en realidad más alta, ya que solo tiene en cuenta a las personas fallecidas y debidamente registradas, y no a las que se encuentran bajo los escombros.

Por su parte, Unicef ha anunciado en un informe con fecha del 1º de abril que habían muerto 322 niños y habían resultado heridos 609 en los diez días posteriores a la ruptura del alto el fuego por parte de Israel, lo que supone “una media diaria de unos 100 niños muertos o mutilados en los últimos diez días”. La agencia precisa que “la mayoría de esos niños eran desplazados y se refugiaban en tiendas de campaña improvisadas o en casas dañadas”.

Un convoy humanitario masacrado en Rafah

“La guerra es mucho más dura que antes a varios niveles”, cuenta Amjad Shawa, defensor de los derechos humanos y responsable de la red de ONG palestinas en Gaza, con quien Mediapart se puso en contacto en la ciudad de Gaza el 1º de abril por la tarde. “En primer lugar, los ataques a gran escala de Israel que, como confirma UNICEF, matan a más de treinta niños al día. El segundo motivo son las órdenes de desplazamiento forzoso en todo el territorio de Gaza, al norte y al este de Jan Yunis y Rafah  y en la propia ciudad de Gaza. Y esta vez es realmente muy difícil, complicado y peligroso, porque incluso a los que huyen les disparan. En tercer lugar, vemos los ataques israelíes contra trabajadores humanitarios y equipos médicos, como ha ocurrido en Rafah. Incluso el personal de la ONU está en el punto de mira”.

Los disparos y asaltos contra ambulancias y personal médico por parte del ejército israelí no son infrecuentes y están bastante documentados. Pero el episodio que tuvo lugar en el barrio de Tal Al-Sultan en Rafah el 23 de marzo y los días siguientes es notable por su magnitud.

Ese domingo, según detalla en una serie de mensajes Jonathan Whittall, director de operaciones de la agencia de la ONU para la ayuda humanitaria (OCHA) en la Franja de Gaza, diez miembros de la Media Luna Roja palestina y seis socorristas de la defensa civil, a bordo de cinco ambulancias y un camión de bomberos, fueron enviados a Tal Al-Sultan para ayudar a los heridos. Los soldados israelíes ya están presentes en la zona, pero no en este lugar concreto, que está tranquilo y para el que no se requiere ninguna coordinación con el ejército, según explica también la Media Luna Roja.

Fueron asesinados con sus uniformes, al volante de sus vehículos claramente identificados, llevando sus guantes, en camino para salvar vidas

Jonathan Whittall, director de operaciones de la OCHA para Gaza

Los vehículos de emergencia, más un coche de la ONU claramente identificado como tal y que llegó más tarde al lugar, fueron blanco de disparos y se perdió el contacto con los equipos. Hicieron falta varios días y muchas presiones para que las Naciones Unidas recibieran autorización del ejército israelí para acudir al lugar.

En el primer intento, el personal de la ONU presenció desde uno de los coches una escena aterradora que quedó grabada en vídeo: dos siluetas, un hombre seguido por una mujer, cruzan la carretera corriendo, se oyen disparos, la mujer se tambalea y cae al suelo, alcanzada por disparos en la parte posterior de la cabeza. “Cuando un joven intentó ayudarla, también le dispararon. Pudimos recuperar su cuerpo con la ayuda de nuestro vehículo de la ONU", escribe Jonathan Whittall.

Al día siguiente, los equipos de rescate pudieron finalmente llegar al lugar donde los equipos habían sido atacados el 23 de marzo y comenzaron a recuperar los cuerpos. Los restos de los vehículos, deformados, fueron remolcados. Los cuerpos de las víctimas fueron enterrados en la arena. “Hoy, primer día de Aíd, hemos regresado y recuperado los cuerpos enterrados de ocho miembros de la Media Luna Roja palestina, seis miembros de la Defensa Civil y un miembro del personal de las Naciones Unidas. Fueron asesinados con sus uniformes, al volante de sus vehículos claramente identificados, llevaban sus guantes, an camino para salvar vidas. Esto nunca debería haber ocurrido”, afirma el director de operaciones de la OCHA para Gaza.

Forzar a un exilio “voluntario”

Esta violencia extrema se acompaña de una amenaza de muerte a fuego lento. Desde el 2 de marzo, el Estado hebreo ha decretado un bloqueo hermético del territorio palestino. No entra ningún producto, por muy indispensable que sea para la vida. Según Benjamín Netanyahu, se trata de organizar una “presión máxima” sobre Hamás para obligarles a devolver a los rehenes que aún están retenidos en la Franja, pero sin las condiciones previstas en la fase dos del alto el fuego, es decir, el cese de la guerra.

Esta medida de bloqueo, fuertemente condenada hace un mes, pasa hoy desapercibida, suplantada por los bombardeos y la ofensiva terrestre. Pero es la más peligrosa, afirma Amjad Shawa: “Los últimos dos días, ayer y hoy, han estado cerradas las panaderías. Han cerrado las veinticinco panaderías apoyadas por el PMA [Programa Mundial de Alimentos, ndr], donde miles de personas recibían su pan. Y es que el pan es uno de los principales alimentos para las familias, dado el déficit de verduras, carne y otros productos nutricionales básicos. Sin pan, corremos el riesgo de sufrir hambruna.”

Y el responsable de la red de ONG palestinas, en primera línea para abastecer las cocinas comunitarias y ayudar a la población, detalla: “Los 25 kilos de harina cuestan ahora 500 shekels, unos 125 euros. La semana pasada, el precio era de 30 o 40 shekels (7,50 a 10 euros)”.

Los israelíes buscan agravar la crisis humanitaria, hacer de Gaza un lugar inhabitable durante siglos. Su objetivo es obligarnos a irnos

Amjad Shawa, en Gaza

Hay que escuchar al primer ministro Netanyahu. El miércoles 2 de abril, al final de la tarde, congratulándose de que Israel “cambie de marcha” en la conducción de su guerra, anunció que el ejército israelí tomaba posesión del eje “Morag”, que separa Rafah y Jan Yunis del norte del enclave. Se encuentra precisamente donde se erigían algunas de las colonias israelíes evacuadas en 2005.

Es difícil considerar esto como una casualidad, cuando los pilares de su coalición gubernamental han abogado durante mucho tiempo por la recolonización de la Franja de Gaza y la expulsión de los habitantes palestinos.

Mientras, el primer ministro afirmó una vez más el domingo 30 de marzo, durante la reunión semanal del gobierno, su voluntad de llevar a cabo el plan Trump, es decir, de empujar a los habitantes de Gaza a la salida “voluntaria”. “Ese es el plan. No lo ocultamos y estamos dispuestos a discutirlo en cualquier momento”, afirmó, según informa la web Drop Site. Y se jactó de tener “una alianza con la mayor superpotencia del mundo”.

“Los israelíes buscan agravar la crisis humanitaria, hacer de Gaza un lugar inhabitable durante siglos. Así que destruyen la infraestructura y asfixian a la población”, afirma Amjad Shawa. “Su objetivo es obligarnos a irnos.”

El 30 de marzo, el ministro de Defensa, Israel Katz, nombró al subdirector de su ministerio, el coronel de reserva Yaakov Blitstein, al frente de un nuevo organismo gubernamental cuyo nombre es de lo mejor del neolenguaje orwelliano: la oficina de “emigración voluntaria” de los habitantes de Gaza, cuya primera tarea será encontrar países que acojan a los gazatíes que abandonen “voluntariamente” su tierra.

Netanyahu viaja a Hungría

El primer ministro israelí ha viajado a Hungría el miércoles al final del día, invitado por Viktor Orbán a pesar de la orden de arresto del Tribunal Penal Internacional (TPI) de la que es objeto por sospechas de crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza. El primer ministro húngaro condenó firmemente la decisión del tribunal, calificándola de “vergonzosa”. Netanyahu tiene previsto regresar a Israel el 6 de abril.

Más de 1.000 muertos por ataques de Israel en Gaza desde que rompió el alto el fuego

Más de 1.000 muertos por ataques de Israel en Gaza desde que rompió el alto el fuego

Hungría firmó el Estatuto de Roma, el tratado internacional que creó el TPI, en 1999, y lo ratificó dos años después, durante el primer mandato de Viktor Orbán. Pero este país nunca llegó a promulgar la convención asociada al Estatuto de Roma, por razones de conformidad con su Constitución, y afirma por tanto que no está obligado a cumplir las decisiones de ese alto Tribunal.

 

Traducción de Miguel López

Más sobre este tema
stats