En una entrevista concedida el domingo 2 de junio al dominical británico The Sunday Times, Ophir Falk, principal asesor en política exterior del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expuso la postura oficial del gobierno sobre la propuesta de “alto el fuego global” presentada el viernes por el presidente americano, Joe Biden. La hoja de ruta, presentada por los americanos en nombre de Israel, no es “un buen acuerdo”, afirmó Falk. No obstante, indicó que su país tiene intención de aceptarla para que “puedan ser liberados todos los rehenes”.
“Quedan muchos detalles por concretar”, subrayó no obstante Ophir Falk, insistiendo en varias condiciones previas que bien podrían anular la propuesta, como “la destrucción de Hamás como organización terrorista genocida”, y la imposibilidad de garantizar un alto el fuego permanente “hasta que hayamos alcanzado todos los objetivos”.
El día anterior, el 1 de junio, el propio primer ministro había dado una escalofriante respuesta a Joe Biden, diciendo en inglés en X que un alto el fuego estaba “condenado al fracaso” sin “la destrucción de las capacidades militares y gubernamentales de Hamás”.
El plan americano aumenta la presión, tanto externa como interna, sobre Netanyahu, y le coloca en una situación insostenible: no puede rechazar la iniciativa, ya que ha dado al equipo de negociadores israelíes “el poder de presentar un plan”, pero tampoco puede aplaudirla porque puede echar por tierra lo que le permite mantenerse en el poder y salvar el pellejo, es decir, su gobierno, el más extremista de la historia de Israel.
Por primera vez en casi ocho meses de guerra devastadora (36.439 muertos según las últimas cifras del ministerio de Sanidad de Gaza), al menos hay un plan sobre la mesa. En su discurso del 31 de mayo desde la Casa Blanca, Joe Biden detalló el plan para un acuerdo en tres fases, de unos cuarenta días de duración cada una, que podría permitir pasar de un alto el fuego temporal a una paz duradera en Gaza. “Una oportunidad que no hay que desaprovechar”, dijo el presidente.
El anuncio se produjo en un momento en que el bombardeo de Rafah, y en particular de un campo de refugiados el pasado domingo, había provocado una conmoción mundial. Joe Biden se enfrenta a numerosas críticas por su apoyo al esfuerzo bélico israelí, y pone en juego no sólo su credibilidad, sino también su reelección en las elecciones de noviembre.
Entregada la víspera a Hamás la hoja de ruta a través del mediador catarí, ésta propone inicialmente la retirada del ejército israelí “de las zonas habitadas” del territorio palestino durante seis semanas, así como la liberación de algunos rehenes israelíes, en particular mujeres y enfermos (siguen retenidos en Gaza 121 rehenes, 37 de los cuales habrían muerto, según el ejército israelí), y la liberación de prisioneros palestinos.
En una segunda fase, el plan incluye la liberación de todos los rehenes que siguen retenidos en Gaza, incluidos los militares, y la retirada total de las fuerzas israelíes. Si el plan se aplica y las partes llegan a un acuerdo en futuras negociaciones, la tercera fase consistirá en la reconstrucción de la Franja de Gaza (hospitales, escuelas, viviendas, etc.) con el apoyo de la comunidad internacional.
Nuevo impulso negociador
La propuesta de Biden, acogida favorablemente por la mayoría de los países occidentales (Francia, Alemania, Canadá), por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y también por los países árabes –con excepción del “eje de resistencia” promovido por Irán–, restablece una dinámica de negociación vital entre palestinos e israelíes.
Hamás anunció en un comunicado que valoraba “positivamente” la propuesta. “El discurso de Joe Biden contiene ideas positivas, pero queremos que se concrete en el marco de un acuerdo global que responda a nuestras exigencias”, declaró el sábado Osama Hamdan, un alto responsable de Hamás, citado por la cadena de televisión Al Jazeera. Los países mediadores, Catar, Egipto y Estados Unidos, intentan ahora convencer al movimiento islamista palestino de que acepte rápidamente el acuerdo.
Por parte israelí, los aliados de Netanyahu se muestran, cuando menos, hostiles. En mensajes publicados en X, los dos miembros supremacistas de su coalición, Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas, dieron a conocer inmediatamente su oposición. Ben Gvir prometió que su partido nacionalista Otzma Yehudit (Fuerza Judía) “disolvería el gobierno” si se concluía el acuerdo, calificando la propuesta de “victoria del terrorismo y riesgo para la seguridad de Israel”. Smotrich declaró que “no participará en un gobierno que acepte el plan propuesto”.
El primer ministro israelí, que ha recibido una invitación de los republicanos para dirigirse al Congreso estadounidense, podría encontrarse contra la espada y la pared. El plan de Biden, tal como ha sido presentado, implica que Hamás, que no da muestras de querer retirarse de Gaza, seguiría desempeñando un papel en las negociaciones. Sería difícil imaginar el día después sin alguna participación de Hamás, incluso si se le despojara de su brazo armado.
A pesar del borrador de este plan de paz y de las protestas internacionales, Israel prosigue actualmente su ofensiva en Rafah, al sur de la Franja de Gaza, donde la vida se ha vuelto “apocalíptica” según Naciones Unidas. El sábado, la aviación y la artillería israelíes prosiguieron su intenso bombardeo de la ciudad.
Mientras Estados Unidos no active las palancas que podrían detenerle, Benjamin Netanyahu continuará con su prioridad de mantenerse en el poder
A principios de esta semana, Estados Unidos, principal proveedor de armas de su aliado, dejó claro que la operación actual no constituía ninguna línea roja.
“Netanyahu sólo entiende el lenguaje de la fuerza", afirma el politólogo Hasni Abidi, codirector de la obra colectiva Le Moyen-Orient selon Joe Biden (Oriente Próximo según Biden, édit. Érick Bonnier). “Como Biden no ha optado por este enfoque al encontrarse en una posición electoral vulnerable, Netanyahu se aprovecha. Mientras Estados Unidos no active las palancas que podrían detenerle, él continuará con su prioridad para mantenerse en el poder: la continuación de la guerra y la destrucción de Gaza, y no la aniquilación de Hamás”.
En una muestra del nerviosismo americano, Biden llegó incluso a mencionar en su discurso del viernes la normalización de las relaciones de Israel con Arabia Saudí, a pesar de que el atentado de Hamás del 7 de octubre y la guerra contra Gaza han puesto fin a estos intentos. “Es un buen indicador del malestar y la desesperación de Biden, que, con la esperanza de convencer a Netanyahu, le promete la normalización con uno de los principales países musulmanes de la región y del mundo”, afirma Hasni Abidi.
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El sábado 1 de junio, uno de los lemas de los miles de israelíes que se manifiestan cada semana desde hace meses en Tel Aviv para exigir la liberación de los rehenes era: “Biden, sálvalos de Netanyahu”.
Traducción de Miguel López
En una entrevista concedida el domingo 2 de junio al dominical británico The Sunday Times, Ophir Falk, principal asesor en política exterior del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expuso la postura oficial del gobierno sobre la propuesta de “alto el fuego global” presentada el viernes por el presidente americano, Joe Biden. La hoja de ruta, presentada por los americanos en nombre de Israel, no es “un buen acuerdo”, afirmó Falk. No obstante, indicó que su país tiene intención de aceptarla para que “puedan ser liberados todos los rehenes”.