Un gráfico bicolor resume por sí mismo la nueva y densa edición del informe Word nuclear industry status report, que recoge el número de reactores nucleares que se han puesto en marcha, anualmente, en el mundo desde 1951. En 2017, solo fue uno; el año anterior, dos; en 2015, seis en China y dos en el resto del mundo. El sector nuclear sigue produciendo energía en el mundo, pero ya no se renueva. A día de hoy, representa el 10,5% de la oferta de electricidad, pero en diez años ese porcentaje será necesariamente inferior ya que el número de nuevos proyectos se ha reducido, mientras que el tiempo medio de construcción aumenta. Allí donde el mercado de la electricidad es competitivo, no se ha puesto en marcha ningún reactor nuclear. En 2016, arrancaron 10 reactores, cinco de ellos en China y dos cerraron. “La energía nuclear sólo se contempla allí donde el Gobierno o el consumidor corre el riesgo de asumir sobrecostes y demoras”, escriben los autores del informe.
El World nuclear industry status report, que comenzó a publicarse en 1992 y que se relanzó en 2004, es un documento diferente en el panorama energético. Este informe —financiado en buena parte por la fundación norteamericana MacArthur y por el Grupo de Los Verdes-ALE (en un 10%)— tiene como coordinador a Mycle Schneider, un experto independiente que asesora a Gobiernos e instituciones internacionales (el Gobierno metropolitano de Seúl, el Ejecutivo alemán, el Parlamento europeo...), y Antony Frigatt, consultor e investigador en Chatham House, en Gran Bretaña, ofrece una visión mundial y retrospectiva de la actividad industrial civil del átomo. Al contrario de lo que sucede con los informes anuales de la Agencia Internacional de la Energía, no depende de los Estados y no presenta conjeturas ni hipótesis. Y ahí es donde radica su fuerza: cuenta las decisiones tomadas realmente por los Gobiernos y sugerir una síntesis; su visión crítica del sector nuclear se basa en hechos.
Y si hay algo que se desprende de la edición 2017 es la idea de que el ocaso de la energía nuclear es irreversible. Además, el informe, que sus coordinadores han querido presentar en Francia, segundo mayor productor de electricidad atómica del mundo por detrás de Estados Unidos, China, Rusia y Corea del Sur, recoge que 31 países cuentan con centrales nucleares, que producen corriente; en el mundo hay 403 reactores.
En 2016, la producción de electricidad en centrales nucleares aumentó en 15 países, bajó en 12 y permaneció estable en cuatro A escala mundial, aumentó ligeramente en 2016 (+1,4%), debido a China. Pero la capacidad instalada es netamente inferior a la de 2016: 351 gigavatios a día de hoy, frente a los 368 ese año. El 1 de julio de 2017, había 53 reactores en construcción, es decir, cinco menos que el año anterior y 15 menos que en 2013. De estas 53 instalaciones, 20 están en China, lo que pone de relieve la importancia de Pekín en la nueva geopolítica del átomo.
La comparación con el desarrollo exponencial de las energías renovables es cruel; en 2016, las capacidades de producción nuclear subieron 9GW con relación a 2015. Frente a los 75 GW registrados en el sector solar y los 55 GW en el eólico. En total, las energía renovables representan el 62% de las nuevas capacidades instaladas en 2016. China, principal inversor mundial, gastó 78.000 de dólares en 2016 para duplicar su potencia instalada de solar, que produce 78 GW y aumentó su oferta eólica a 150 GW. Por sí sola, puede producir más electricidad renovable que todos los países de Europa juntos. En comparación, sólo añade 4,6 GW a su oferta nuclear, que alcanza los 32 GW. En el mundo, desde hace 20 años, las renovables han producido cuatro veces más kilovatios/hora nuevos de electricidad que el átomo.
Frente a esta revolución energética en curso, David Freeman, antiguo patrón de varias compañías de electricidad y de aguas de Estados Unidos, escribe en el preámbulo del informe que “el desafío ya no es saber si la prioridad es luchar contra el poder nuclear o el cambio climático, la respuesta es la misma. Los nuevos Edison han aprendido a explotar económicamente los recursos infinitos de energía proporcionados gratuitamente por la madre naturaleza”.
El informe también aborda en detalle los fallos de la economía y de la financiación de lo nuclear (el analista financiero Juan C. Rodríguez, coautor del informe, los explica en detalle. En Francia, la debacle financiera de Areva y las dificultades de EDF con su proyecto británico de EPR fueron muy comentadas. Pero hay otro gigante histórico del sector, Westinghouse-Toshiba, que ha quebrado. Las dificultades son estructurales: precios demasiado bajo en el mercado mayorista de la electricidad, clientes en vía de reducción, un consumo a la baja, costes de producción al alza para reactores anticuados y la competencia de las renovables. En diez años, los principales de la energía han perdido el grueso de su valor bursátil: -82% RWE, -87% EON, -89% EDF, -75% ENGIE. En julio de 2017, la cotización de las acciones de la japonesa Tepco era un 89% inferior a la cotización en febrero de 2017.
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En ese contexto, el objetivo francés de que en 2015 la producción de electricidad sea en un 50% procedente de las centrales nucleares, frente al 75% actual, ¿es viable? Para Mycle Schneider, “la cuestión corre el riesgo de ser más bien ¿cuántos reactores puede permitirse Francia mantener en funcionamiento?”.
Traducción: Mariola Moreno
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