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La estrategia ‘De la granja a la mesa’ de la UE se convierte en una víctima más de la guerra de Ucrania

El famoso mercado de Privoz de Odesa, el mercado de alimentos más grande de la ciudad, sigue funcionando a pesar de la invasión rusa.

Amélie Poinssot (Mediapart)

Por un lado, hay un firme deseo de tumbar la estrategia De la granja a la mesa, los objetivos de la Comisión Europea de hacer un poco más verde la agricultura del continente. Por otro lado, existe la convicción de que no hay que renunciar ni un ápice a esta ambición sin precedentes del Ejecutivo de la UE. Y en medio, un “al mismo tiempo”, que aboga por flexibilizar la hoja de ruta para permitir un aumento urgente de la producción agrícola…

El miércoles 23 de marzo, el Parlamento Europeo estaba muy dividido en el debate de una resolución sobre “la seguridad alimentaria dentro y fuera de la Unión”, que subraya la necesidad de “aumentar la producción”, y tras los anuncios de la Comisión sobre medidas inmediatas para el sector agrícola.

La resolución, adoptada este jueves por la mañana por 413 votos a favor, de los 705 sufragios emitidos, fue apoyada casi por unanimidad por los conservadores del PPE (Partido Popular Europeo), los liberales, así como los partidos de extrema derecha ECR (Conservadores y Reformistas Europeos) e ID (Identidad y Democracia, grupo al que se adscribe Agrupación Nacional).

Los partidos S&D (Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas) e Izquierda (Izquierda Radical, que incluye a Francia Insumisa) están divididos. Entre los primeros, sólo un tercio se abstuvo o votó en contra (incluyendo a los socialistas franceses); entre los segundos, dos tercios se abstuvieron o votaron en contra (de nuevo, incluidos los eurodiputados franceses). Los Verdes, en cambio, votaron por unanimidad en contra del texto.

La guerra librada por el Ejército ruso en Ucrania, que ha interrumpido el suministro de materias primas procedentes del mar Negro, que normalmente proporciona el 30% del mercado mundial de cereales, ha tenido mucho que ver; desde el 24 de febrero, los lobbies de la producción, la derecha europea y los ministros de Agricultura no han dejado de criticar la estrategia De la granja a la mesa y de reclamar un aumento de las capacidades de producción del continente. En su discurso en el que detalló sus directrices de campaña la semana pasada, Emmanuel Macron también reveló su intención de torpedear esta hoja de ruta europea.

De la granja a la mesa, elemento clave del Pacto Verde Europeo lanzado por la Comisión von der Leyen, prometía triplicar la superficie dedicada a la agricultura ecológica, reducir a la mitad los pesticidas y recortar los fertilizantes químicos en un 20%, para 2030, en la UE. El miércoles, el Ejecutivo de la UE decidió posponer la presentación del paquete hasta este verano. La estrategia debería haber permitido un cambio hacia una agricultura más autosuficiente, menos dependiente de los productos importados, argumentaron varios eurodiputados verdes en la Cámara.

Explotación de zonas de interés ecológico

“Somos muy dependientes de los forrajes, los fertilizantes y la energía importados”, denunció el diputado irlandés de izquierdas Luke Ming Flanagan. “Y ahora van a destruir zonas de biodiversidad para producir más. Pero no es para alimentar a los países que luchan contra la guerra en Ucrania, ¡es para alimentar al ganado europeo!”.

La Comisión Europea también anunció el miércoles que autorizaría el uso de las llamadas zonas de “interés ecológico” (setos, estanques, barbechos, praderas permanentes, etc.). Disponer de un 3% de estas superficies no cultivadas en la propia explotación era una condición para recibir subvenciones públicas de la nueva PAC (Política Agrícola Común). Esta modesta medida, que contribuye a la conservación del suelo y la biodiversidad, corresponde a cerca del 4% de las tierras agrícolas europeas.

El proyecto de resolución votado en el Parlamento Europeo por el PPE (derecha), la extrema derecha, Renew y algunos socialdemócratas, va en la misma dirección: pide “utilizar las tierras en barbecho para la producción”.

En el debate del miércoles por la tarde, conservadores y de extrema derecha de la Cámara acogieron con satisfacción las decisiones de la Comisión. El eurodiputado alemán del PPE Norbert Lins, presidente de la comisión de Agricultura del PE, llegó a decir: “Putin está utilizando el hambre como arma. Cada tonelada de grano en Europa es una tonelada que invertimos en democracia y libertad”.

Excepto... que el grano producido por la UE no va a alimentar necesariamente a la población. Actualmente, dos terceras partes se producen en el continente. Según las propias cifras de la Comisión Europea, sólo un tercio de la producción europea de cereales se destina al consumo humano. Los argumentos de que hay que aumentar la producción agrícola para alimentar al mundo, y en particular a los países mediterráneos, que importan casi todo su trigo de Ucrania y Rusia, no se sostienen.

En Europa, la ganadería intensiva, que consume mucho grano, se resiente desde el inicio de la guerra en Ucrania. Como informamos durante el Salón de la Agricultura a principios de mes, los sectores porcino y avícola, en particular, atraviesan grandes dificultades. La Comisión Europea ha decidido conceder una ayuda excepcional de 500 millones de euros a los agricultores más dependientes de estas importaciones.

En las filas de Renew y de los socialdemócratas, el miércoles por la noche, la tentación era fuerte a la hora de ceder al imperativo de la producción ante la advertencia lanzada la semana pasada por las Naciones Unidas sobre el riesgo de escasez y de hambruna. Pero al mismo tiempo, los grupos siguieron abogando por una agricultura más “sostenible” y “resiliente” en el futuro.

“No retrocedemos ni un paso”, dijo la liberal alemana Ulrike Müller. “Pero los agricultores necesitan perspectivas, necesitan producir más, necesitan aplicarlo en los campos. Esto es aún más cierto hoy que antes del 24 de febrero”. 

La socialista española Clara Aguilera coincide: “Lo más importante es responder a la demanda humanitaria. El plan de medidas de la Comisión Europea es bienvenido. Debemos ser flexibles, todo lo demás es estrategia política, no caigamos en esa trampa”.

Sin embargo, la bancada socialdemócrata está dividida, como demuestran las palabras de otra eurodiputada, la alemana Maria Noichl: “Es despreciable utilizar la guerra en beneficio propio. Es des-pre-cia-ble que el PPE utilice esto para rechazar el Pacto Verde y los compromisos sobre biodiversidad”.

La Izquierda mantuvo una posición más coherente, el grupo de izquierdistas radicales europeos que incluye Francia Insumisa (LFI): “La naturaleza es esencial para nuestra existencia, indispensable, y la Comisión Europea, al dar millones a la industria agroalimentaria, está convirtiendo a la naturaleza en víctima de la guerra”, argumentó la eurodiputada holandesa Anja Hazekamp. “Estamos cometiendo un gran error, nos dejamos llevar por la industria ganadera cuando debería ser al revés”.

“Necesitamos más ecología para ser independientes de las importaciones de cereales y soja, no para volver a la política de los años 70 y 80”, dijo Martin Häusling, del grupo de Los Verdes de Alemania.

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La batalla contra las políticas De la granja a la mesa de la Comisión Europea comenzó el año pasado. Ya en octubre, Mediapart (socio editorial de infoLibre) reveló el trabajo de lobby en Bruselas de varias organizaciones productivistas para reducir al máximo las ambiciones de esta hoja de ruta y denigrar sus resultados esperados. Esta vez, a la luz de la guerra en Ucrania, es posible que se salgan con la suya.

Traducción: Mariola Moreno

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