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¿Cómo se da con las teorías de la conspiración que han florecido en torno a la pandemia? ¿Cómo se llega al círculo cada vez más pequeño de los QAnon, que están convencidos de que hay una conspiración mundial “pedosatánica” detrás de la crisis sanitaria, de la que sólo Donald Trump puede salvarnos?
El asombroso éxito del documental Hold-up, que, sin pretenderlo abiertamente, favorece a figuras del movimiento en Francia, es innegablemente una señal del avance de estas redes. Los numerosos ejercicios de verificación de los hechos presentes en la película en muchos medios de comunicación han provocado torrentes de comentarios, dejando al descubierto un debate totalmente polarizado: criticar la película equivaldría para muchos a “tragarse las mentiras del Gobierno”. Incluso en las redes sociales prolifera el hashtag #JeSuisComplotiste [#SoyNegacionista, en español], prueba de que el trabajo de comprobación de hechos tiene poco peso en una audiencia convencida de poseer una verdad que, supuestamente, ocultan los medios de comunicación mainstream.
Mediapart (socio editorial de infoLibre) ha recabado los testimonios de personas, algunos de cuyos parientes, amigos y conocidos han ido cayendo poco a poco, a lo largo de los meses, en una visión completamente paranoica de la crisis sanitaria, hasta el punto de hacer suyas, a menudo sin darse cuenta, las tesis del movimiento norteamericano proTrump.
Virginie Militon, sofróloga, observó durante varios meses este movimiento en las redes sociales y se puso en contacto con Mediapart para compartir su investigación sobre un fenómeno que considera cada vez más preocupante (véase la Caja negra). Ahora desea poner en marcha una asociación, no sólo para escuchar las preguntas y preocupaciones legítimas de quienes se han visto atrapados por esta nebulosa, sino también para contrarrestar un movimiento alarmante que sigue floreciendo. “Ya en marzo, me di cuenta de que, en mi red, mucha gente compartía artículos y vídeos de youtubers (a menudo empresarios, coachs de todo tipo que se presentan como ‘denunciantes’) sobre la gestión de crisis y las leyes liberticidas. Al principio, era un tema que podía interesarme, porque yo misma me hacía muchas preguntas”, explica.
A través de las redes sociales y el “compartir” de amigos, dio con vídeos que poco a poco la intrigaron. “Los grafismos de presentación, a menudo alarmistas –fuentes grandes, colores vivos, etc.–, me hicieron sospechar. Y luego, de vídeo en vídeo, vi apuntar esa ideología, esa veneración de Trump, presentada como un salvador, y todas las teorías que le acompañan (veneración a Putin y a la mayoría de los grandes dictadores que conocemos). Como conozco relativamente bien la política de Donald Trump, pero también las cuestiones políticas y económicas de Francia, comprendí inmediatamente que algo chirriaba en el discurso y que trataban de conseguir que me adhiriese a una cierta visión del mundo”, afirma.
Virginie Militon investigó a los líderes del movimiento en Francia, y luego en Bélgica, Suiza y Canadá, y se dio cuenta de su gran porosidad a las tesis de la extrema derecha, a menudo presentadas de manera insidiosa. “Me di cuenta de que el movimiento en Francia estaba empezando a estructurarse, a organizarse y que cada vez más usuarios de las redes sociales estaban siendo literalmente manipulados”, dice. “El discurso sobre Trump y las teorías de la conspiración no llegaron inmediatamente; la gente se creyó el discurso sobre la crisis y luego, poco a poco, el tema se volvió más político. Creo que ha habido una forma de instrumentalización de nuestros temores y necesidades de respuestas sobre la crisis de salud, para servir a una ideología particular”.
La sofróloga describe muy bien cómo, una vez que se cae en la “madriguera del conejo”, en alusión al novelista inglés Lewis Carroll que tanto les gusta a los QAnon, se pone en marcha un engranaje. “Se ofrece constantemente nueva información y rápidamente nos vemos inundados de nuevos vídeos, nuevos documentos, lo que deriva en una vorágine que se alimenta constantemente, con un verdadero fenómeno adictivo que se crea”, explica. “Los seguidores creen que poseen la verdad del mundo, mientras que los demás no han entendido nada... Es difícil discutir en estas condiciones”, explica, antes de añadir: “Están adoctrinados; si no piensas como ellos, eres rechazado sistemáticamente y se te acusa de ser un traidor o un colaborador”.
También muestra cómo estos nuevos conversos a las tesis de QAnon “están muy organizados”. “Se ven a sí mismos como ‘digital soldiers’ en misión para la humanidad”. Aunque poco a poco, ella se dio cuenta de la deriva sectaria de algunas personas que, de buena fe, se preguntaban sobre la gestión de la crisis sanitaria, Virginie Militon se niega sin embargo a adoptar una postura demasiado maniquea. “A día de hoy, existe un problema fundamental con la forma muy binaria en que los medios de comunicación mainstream interpretan estas posiciones. Hay tanto consenso sobre ciertos temas en la crisis de covid que cualquier voz divergente se equipara a la conspiración. Sin embargo, si bien hay verdaderos conspiradores, como he comprobado en el curso de mis investigaciones, también hay personas que tienen el valor de cuestionar ciertas decisiones consensuadas sin caer en una ideología en la que se ordenaría y generalizaría una gran maquinación”.
Le molesta la forma simplista en que los medios de comunicación tratan generalmente lo que llaman, sin muchos matices, “conspiración”, así como el tratamiento muy condescendiente dado a la recepción del documental Hold-up. “Esta película es para mí un verdadero hold-up [atraco] a nuestras reivindicaciones”, porque algunas de las cuestiones que plantea merecen, según ella, un verdadero debate para “ser conscientes de la situación, reflexionar para tomar decisiones adaptadas a todos los niveles, sin limitarse únicamente al plano sanitario”.
Defiende la idea de que entre una “doxa” sujeta a las posiciones gubernamentales y transmitida por una mayoría de los medios de comunicación y la conspiración, existe una tercera vía para los ciudadanos que cuestionan “claramente lo que está en juego en ciertas decisiones, en particular en el plano económico, incluso filosófico y sociológico”. “Quiero creer que la mayoría de las personas que representan esta tercera vía también se han mantenido lúcidas sobre las derivas conspiracionistas”, dice. “Esto es también lo que explica la fuerte adhesión a las teorías de la conspiración desde marzo; los franceses que se hacen preguntas no se sienten ni escuchados ni respetados”, añade.
En Estados Unidos, el sitio Reddit ha abierto un gran foro de exadeptos de QAnon, que cuentan, cada uno a su manera, cómo cayeron en la “madriguera del conejo”, pasando horas en internet en busca de nuevos mensajes cifrados de “Q”. Muchos describen un duro despertar como después de meses de hipnosis, pero también vínculos familiares o amistosos rotos. Muchos otros se preguntan cómo salvar a personas de su entorno completamente intoxicados por esta retórica paranoica.
Olivier (nombre supuesto), que en los últimos meses ha visto a su madre, recientemente jubilada, unirse al relato de la conspiración sobre la crisis sanitaria, habla con Mediapart sobre lo difícil que es mantener un diálogo con ella. Esta ex auxiliar de clínica y posterior terapeuta de medicina alternativa, comenzó a informarse en las redes sociales sobre la pandemia “para proteger a los niños”. “En estos momentos, está convencida de que el virus fue creado para matar y que hay una gran conspiración pedosatánica. Para ella, Trump es una buena persona porque está trabajando para desmantelar esta red. Mi madre empezó a usar el lenguaje QAnon sin saber siquiera lo que era. Yo le enseñé el término”, dice.
Y añade: “Es muy sensible al tema de la pedofilia. Me dice que se sentiría culpable si no diese la voz de alarma”. Por ejemplo, su madre le envía un vídeo de niños africanos que lloran con un comentario que explica que se ha desmantelado una red de pedofilia. “En realidad, se trataba de un montaje de archivos en torno al Arca de Noé. Por más que se lo enseño, siempre me responde: ‘Sí, pero la pedofilia es real", recuerda. “Lo que es peligroso es que no comprueba la fiabilidad de sus fuentes. Por ejemplo, me envía enlaces a KlaTV, un sitio suizo de habla alemana cuyo fundador es próximo a los neonazis. Está muy bien hecho. Son muy buenos en copiar a los medios de comunicación”.
“Creer en estas teorías la hace sentir como si perteneciera a los pocos elegidos que conocen la verdad”
Aunque siempre ha sentido que su madre podría tener una atracción a veces ingenua por “una forma alternativa de pensar”, “hasta ahora, nunca ha llegado a estar realmente en una secta”. “La gran novedad aquí, me parece, es el sistema de pensamiento único. Se ha jubilado hace poco y pasa mucho tiempo en Facebook. Los algoritmos ahora sólo le presentan el mismo tipo de contenido conspiracionista. Así que está convencida de que casi todo el mundo piensa como ella”.
“Hablar de todo esto con ella se está volviendo muy difícil”, admite. Incluso se pregunta si tiene que seguir contradiciéndola: “Es una persona muy angustiada, y desde cierto punto de vista, adherirse a estas teorías de conspiración la tranquiliza. Le hace bien sentir que tiene el control, que entiende lo que los demás no ven. Lo que más me preocupa es que todavía se encuentra rumiando pensamientos muy oscuros y todo esto le quita mucho tiempo y energía”. También teme la creación de un reservorio político que pueda ser movilizado por los extremistas. “Me digo a mí mismo que, políticamente, estas redes se las arreglan para construir una base muy activa. Lo hemos visto en Brasil, en Estados Unidos”, opina.
Por su parte, Julia (nombre supuesto) ha visto a una de sus amigas más cercanas encerrarse gradualmente en un discurso cada vez más perturbador sobre el covid. “Cuando comenzó el confinamiento en marzo pasado, me hice muchas preguntas. Esta amiga artista, muy interesada en la meditación y el yoga, y yo no siempre coincidíamos con el discurso dominante en los medios de comunicación sobre la crisis sanitaria; nos preguntábamos sobre la utilidad del empleo de mascarillas, del confinamiento...”. Como muchos, buscan información en diferentes webs, comparten vídeos... “Poco a poco, me di cuenta de que estaba empezando a ser completamente seducida. Al principio, sólo me dijo que el virus pasaba a través de la mascarilla, me hablaba de Suecia, que no había confinado a la población y estaba muy bien... Y luego, como si hubiera caído en una secta, empezó a hablarme continuamente de las mismas personas, Jean-Jacques Crèvecoeur, Christian Tal Schaller [figuras del movimiento antimascarillas con posiciones muy conspirativas], con un discurso ya preparado”.
Para ella, "el Gobierno no sólo era incompetente en su gestión de la crisis sanitaria, sino malintencionado. Mientras tratábamos de mantener nuestro espíritu crítico, me di cuenta de que a ella ya no le quedaba”, dice. Julia señala una contradicción, insuperable, a su parecer: “En los foros, esta gente repite continuamente: ‘Nos informamos, somos apolíticos’, pero en realidad sólo leen y consultan las mismas fuentes que cuentan la misma historia”. Su amiga comparte con ella vídeos del canal La Croix du Sud, muy editados, que muestran a Joe Biden besando a su nieto, sugiriendo que era un pedófilo.
“Cuando el Gobierno hizo obligatorio el empleo de mascarillas a partir de los 6 años, se mostró muy preocupada... Su único hijo ahora se encuentra desescolarizado por esta razón. Lo que me sorprende es hasta qué punto se encuentra asustada por lo que, en su opinión, está pasando”, cuenta Julia. “Tiene realmente miedo”. Esta amiga, que nunca antes se había interesado por la política, siguió con gran interés las elecciones de EE.UU. y se niega a reconocer la victoria de Biden. “Cuando le explico, y le muestro, que esta gente tiene una intencionalidad política, que están próximos a la extrema derecha, ella no quiere oírlo”.
Por su parte, Gilles (nombre supuesto) trata de no cortar radicalmente la relación con su hermana, pero, admite que, el diálogo con ella se ha vuelto muy complicado últimamente. No viven en la misma ciudad y por lo tanto no se ven muy a menudo. “A mediados de agosto, pasamos días de vacaciones juntos y fue entonces cuando empezó con un discurso desconcertante. Ella, que es terapeuta y se formó como bióloga, comenzó con preguntas sobre la llamada ‘élite’ que tiene mucho poder. Estábamos hablando del transhumanismo, un tema que me interesa, por cierto. Ella dijo: ‘¿En tu opinión, qué quieren a nivel mundial?’, recuerda.
“Poco a poco, empezó a hablarme de las ‘redes de pedosatanismo’. La pedofilia es un tema que le toca directamente sobre todo porque alguien de su entorno ha sido víctima. Al día siguiente de mantener esta conversación, su hermana le explicó “que existe relación entre las nanopartículas de las vacunas y el 5G para manipular las masas. Todo el delirio de QAnon junto, aunque en ese momento no lo había verbalizado”, dice Gilles. “Lo que me preocupó de inmediato fue hasta qué punto le hacía mal. Después de esta conversación, comenzó a enviarme vídeos que eran completamente anxiogénicos y delirantes”, continúa.
Ella también, muy poco politizada, comienza a ver a Donald Trump como un salvador frente a una conspiración que los medios de comunicación están silenciando. “Sin embargo, es una persona muy inteligente, que ha dedicado mucho tiempo a los estudios, tiene un doctorado en biología”, señala Gilles, al tiempo que recuerda la desconfianza de su hermana hacia el mundo de la investigación, que considera como un cómplice. “También es antivacunas desde hace mucho tiempo y no ha vacunado a su hija”, añade. Su hermana ha estado bastante aislada desde el comienzo de la pandemia y parece haber encontrado, en estas teorías, una salida a la pandemia. “Creer en todas estas teorías le hace sentir que pertenece al pequeño grupo de elegidos que conoce la verdad”, dice, antes de concluir: "Intento seguir hablando con ella, porque el verdadero riesgo para mí sería cortar los vínculos con ella”.
Traducción: Mariola Moreno
El servicio de Inteligencia del Capitolio advirtió de un posible asalto tres días antes de los hechos
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