El reconocimiento de Estados Unidos de la ocupación rusa de Crimea mantiene en vilo a Ucrania

El jefe de la oficina presidencial ucraniana, Andrí Yermak, ha publicado en su cuenta de X una fotografía de Trump y Zelenski sentados cara a cara y hablando en el interior de la basílica de San Pedro.

Kateryna Denisova y Yuliia Taradiuk (The Kyiv Independent / Mediapart)

Estados Unidos estaría considerando reconocer oficialmente el control ruso sobre la Crimea ocupada en el marco de un posible acuerdo de paz, una concesión territorial que supondría el fin del orden mundial actual y que Ucrania considera inaceptable.

Según el medio americano Axios, la propuesta final de la administración Trump para poner fin a la guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania incluiría el reconocimiento de iure por parte de Estados Unidos del control de Moscú sobre Crimea, así como el reconocimiento de facto de su ocupación parcial de otras regiones ucranianas: Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia.

La guerra de Rusia contra Ucrania comenzó en Crimea en 2014, cuando Moscú anexionó ilegalmente la península. Desde entonces, Moscú ha remodelado activamente su composición étnica, trayendo a casi un millón de rusos a la zona ocupada, obligando a los ucranianos y a los tártaros de Crimea, pueblo autóctono de la península, a marcharse y persiguiendo a los que se quedaron.

La península se ha convertido en una base militar y, en 2022, Rusia utilizó la Crimea ocupada como campamento base para su invasión a gran escala de Ucrania.

El posible reconocimiento por parte de Estados Unidos del control ruso sobre la península ocupada constituiría un paso sin precedentes, que permitiría a Moscú no tener que rendir cuentas y enviaría la señal de que las fronteras pueden redibujarse por la fuerza.

Para muchos ucranianos y tártaros de Crimea, esto significaría que nunca podrían volver a casa.

El Kyiv Independent, medio de comunicación ucraniano asociado a Mediapart, ha pedido a ucranianos y tártaros de Crimea que cuenten su historia y expliquen qué significaría para ellos que Estados Unidos reconociera y apoyara la anexión de su tierra natal por parte de Rusia.

Alim Aliev, 36 años, periodista y activista ucraniano de derechos humanos

“Para mí, Crimea no es solo un territorio. No es el mar, las montañas, los hermosos paisajes o la deliciosa comida. Ante todo, Crimea es mi hogar. Y hace once años que no estoy en mi hogar. Pasé toda mi infancia en Crimea. Mis primeros recuerdos, mis primeras victorias, mis primeras derrotas: todo sucedió allí. Crimea me ha forjado.

Si Estados Unidos la reconoce como rusa, eso no cambiará gran cosa para mí a título personal. A mi modo de ver, Crimea seguirá siendo claramente un territorio ocupado donde los míos —los tártaros de Crimea, los activistas ucranianos— son reprimidos de forma constante y sistemática. A personas como yo se nos tilda de extremistas, terroristas, y otros calificativos.

Durante los últimos once años, ha habido y sigue habiendo una resistencia continua en la península. Y muchos habitantes de Crimea, tártaros de Crimea, se han enrolado en unidades de las fuerzas armadas ucranianas, unidos por un único objetivo: volver a casa”.

Un artista tártaro de Crimea, de 32 años, que dejó allí a su familia

“Reconocer la ocupación como legítima es un punto de inflexión.

Es un precedente en el que la fuerza prevalece sobre la ley. Es validar tácitamente la idea de que se puede venir y tomar lo que no es tuyo.

Un mundo en el que se abre la puerta a quienes redibujan las fronteras por la fuerza y en el que las fronteras se convierten en acuerdos temporales. En el que el silencio se interpreta como un consentimiento.

No se trata solo de Crimea. Nos afecta a todos. Legitimar esta apropiación equivale a legalizar la anarquía. Y a partir de ese momento, el caos ya no es una anomalía: es la norma”.

Lia Gazi, 23 años, activista tártara de Crimea en el exilio

“Nací en Crimea y es ahora cuando comprendo realmente el privilegio que eso supone. Generaciones de mi familia lucharon por el derecho a vivir en su tierra natal, sufriendo el exilio, sobreviviendo al duro regreso de Uzbekistán (tras la deportación de los tártaros de Crimea por los soviéticos) y reconstruyendo sus vidas desde cero... Todo ello para que yo pudiera nacer en Crimea.

Allí pasé los años más felices de mi infancia. Ahora ya comprendo que quizá nunca vuelva a ver el palacio del Kan en Bakhtchisarai tal y como lo recuerdo de mi infancia, porque Rusia lo está destruyendo.

Nunca hubiera imaginado que llegaríamos a un punto en el que el debate pasaría de cómo liberar Crimea a cómo normalizar su anexión

Como tártara de Crimea, como persona cuya patria es Crimea, cuyos antepasados vivieron y murieron en esta tierra, es devastadora la sola idea de que Estados Unidos reconozca la ocupación rusa. Soy la quinta generación de mi familia que no ha podido vivir libremente en Crimea. Tal reconocimiento sería para mí una traición personal. Significaría que la esperanza que he llevado en mi corazón durante todos estos años, la esperanza de volver a casa, se apaga lentamente.

Desde el principio, la respuesta internacional a la ocupación de Crimea ha sido demasiado débil. Pero nunca imaginé que llegaríamos a un punto en el que el debate pasaría de cómo liberar Crimea a cómo normalizar su anexión”.

Tamila Tasheva, 39 años, parlamentaria ucraniana, ex representante permanente del presidente Volodímir Zelensky para Crimea

“Crimea es el lugar de donde proviene mi familia, el lugar que contiene la historia de mi pueblo. Debido a la deportación de 1944, nací en Samarcanda, Uzbekistán, pero Crimea siempre ha permanecido en mi corazón como un punto de retorno y un vínculo profundo.

No he podido volver a mi casa desde hace once años, debido a la ocupación. Por desgracia, no soy la única. Muchos ciudadanos ucranianos, activistas y representantes del pueblo tártaro de Crimea no pueden volver a sus hogares por diversas razones. Pero, a pesar de ello, Crimea sigue siendo un punto de anclaje, de esperanza y de resistencia.

Ucrania no negocia ni su pueblo ni su tierra. Crimea no puede ser moneda de cambio

La idea de un posible reconocimiento por parte de Estados Unidos de la ocupación de Crimea por Rusia es absolutamente inaceptable. Sería capitular ante el mal y legitimar los resultados de una agresión ilegal y no provocada. A nivel personal, sería un nuevo intento de borrar mi identidad, la historia de mi familia y la lucha de miles de personas que han luchado, y siguen luchando, por una Crimea libre.

Ucrania no negocia ni su pueblo ni su tierra. Crimea no puede ser moneda de cambio. Quien piense que el reconocimiento de Crimea como territorio ruso pondría fin a la guerra se equivoca totalmente. Sentaría un precedente según el cual la agresión y la ocupación son aceptables. Ucrania no lo permitirá”.

Liza Sivets, 31 años, trabaja en el ámbito histórico

“Tuve la gran suerte de nacer en Crimea y vivir allí durante veinte años, hasta 2014, por lo que toda mi infancia y mi alegre juventud están ligadas a la península.

Crecí junto al mar, donde más bonitas son las puestas de sol. Viajé por toda Crimea con mi familia, el grupo de viaje de mi colegio y mis amigos de la universidad. Esta región es extremadamente rica en historia, incluyendo historias trágicas poco conocidas.

Con este reconocimiento, Estados Unidos le está diciendo a Rusia que los crímenes que comete son aceptables, que no será castigada y que puede seguir adelante. Si Trump está tan ansioso por complacer a Putin, bien podría cederle a Rusia uno de los Estados de Estados Unidos.

Un artista tártaro de Crimea, de 40 años

“Mi familia y yo, que vivimos en Crimea, vemos con muy malos ojos el posible reconocimiento de Crimea como territorio ruso por parte de Trump. Ni siquiera es tema de conversación en mi entorno familiar: para mis allegados, es inaceptable decir que Crimea nunca volverá a Ucrania.

Si Crimea pasa a ser rusa, solo puedo imaginar la represión y la presión adicional que se avecinan. Los representantes de la comunidad tártara de Crimea [que viven en el exilio] ya tienen que ocultar sus nombres, porque suponen una amenaza para sus familiares [que siguen viviendo en la península]. Ni siquiera los soldados que luchan por Ucrania son siempre nombrados públicamente cuando son enterrados. Evitamos todo lo que sea público”.

Khristina Burdim, 35 años, comisaria de exposiciones sobre Crimea, trabaja en el ámbito de la cultura y las artes

“La última vez que estuve en Crimea tenía unos diez años. Para mí, evoca sobre todo una imagen de días alegres. También lo asocio con la salud [la península cuenta con numerosos sanatorios, balnearios y ciudades termales, ndr], la cocina tártara y unos padres felices. Por desgracia, en aquella época no tenía consciencia plena de la profundidad, el carácter único y la importancia de la península.

Espero que solo sea un choque temporal, tras el cual retomaremos la lucha con más determinación si cabe

Esta declaración [sobre el posible reconocimiento por parte de Estados Unidos del control ruso sobre Crimea] lleva mucho tiempo en el aire. Pero hasta hace poco, esperaba que un país con tanta influencia y peso no lo dijera en voz alta.

Por supuesto, es perturbador, preocupante. Pero espero que para los ucranianos, así como para todos aquellos que nos apoyan en todo el mundo, solo sea un golpe temporal, tras el cual retomaremos la lucha con más determinación si cabe.

Quiero repetirlo claramente: esta ocupación es temporal. Así lo creo. Como la mayoría de los ucranianos, así lo pienso. Y mucha gente en el mundo también lo cree.

Caja negra

Las personas citadas cuyo nombre no se menciona han deseado permanecer en el anonimato por razones de seguridad, ya que las voces antirrusas en Crimea son duramente reprimidas.

El texto anterior es una versión traducida y ligeramente abreviada de un artículo publicado el 23 de abril en la página web de The Kyiv Independent, accesible aquí en versión original (inglés).

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The Kyiv Independent es un medio de comunicación digital independiente ucraniano creado en noviembre de 2021, fundado por un equipo de periodistas despedidos de otro periódico, el Kyiv Post, tras una batalla con su accionista. Mediapart traduce y republica algunos de sus contenidos (artículos y documentales) en el marco de una colaboración establecida en abril de 2024.

 

Traducción de Miguel López

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