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Rusia e Irán, la alianza de dos parias en un mundo convulso

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Jean-Pierre Perrin (Mediapart)

El Shahed-136 ("shahed" significa "mártir" en árabe y persa) hace honor a su nombre. Al detonar su carga y desintegrarse con el impacto, este dron de ataque iraní, cada vez más utilizado por Moscú en Ucrania, cumple su misión "kamikaze". Se sacrifica, por así decirlo. Y, para todos los partidarios del régimen, su nombre hace referencia al martirologio emblemático de la República Islámica, a lo que llama "la antorcha del Islam", que no deja de celebrar a la menor oportunidad.

El Shahed-136 se refiere, pues, tanto a los caídos durante la revolución islámica, ya sea la interminable guerra entre Irak e Irán o el conflicto sirio, como a la larga historia sagrada chiíta, ya que once de los doce imanes fundadores han adquirido la condición de mártires debido a sus muertes violentas.

La referencia religiosa era probablemente demasiado fastidiosa para Moscú en un momento en que el discurso exaltado de Vladímir Putin vincula fuertemente la religión ortodoxa con el nacionalismo al referirse cada poco al Estado eslavo cristiano medieval, por lo que el Shahed-136 fue rebautizado desde la primera entrega. Curiosamente, se convirtió en el Geran-2 (Geranio-2). 

 Expertos militares, basándose sobre todo en documentos desclasificados de la Casa Blanca, estiman que el ejército ruso podría estar equipado con unos 2.400 drones iraníes, entregados directamente por Teherán o ensamblados en Rusia.

Los primeros Shahed-136 aparecieron en el cielo ucraniano el 13 de septiembre. Lanzados desde Bielorrusia y Crimea y volando generalmente en enjambre, no han dejado de operar desde entonces. El ejército ruso las utiliza principalmente para atacar las baterías de artillería y los tanques ucranianos, pero también edificios que no son necesariamente militares. El 17 de octubre, por ejemplo, uno de ellos impactó en edificios de Kiev, matando a cuatro civiles.

Los Shahed-136 son reconocibles por su ala delta ancha muy plana, su vuelo a baja altura, su baja velocidad (alrededor de 180 km/h) pero también por el rugido de su motor, destinado a aterrorizar a la población. Porque su objetivo no es tanto cambiar el equilibrio de fuerzas sobre el terreno, aunque sean relativamente precisos y eficaces a corta distancia, como participar en el intento de desmoralizar a la población ucraniana, una de las principales apuestas de la guerra.

Algunos modelos son más avanzados que otros, y los más sofisticados cuentan con un sistema de guiado electro-óptico que permite al operador dirigir el misil hacia su objetivo, que ha sido fijado en coordenadas GPS antes del despegue. Han entrado en la batalla cuando las fuerzas ucranianas están recuperando un importante territorio en el sur y el este del país, victorias que deben en parte a la artillería suministrada por Occidente.

El Shahed-136, un arma rústica que puede producirse rápidamente

Durante la guerra entre Irak e Irán, a partir de mediados de la década de 1980, la República Islámica, sometida al bombardeo intensivo de sus ciudades por los misiles de Saddam Hussein, al tiempo que sufría un severo embargo internacional de entrega de armas, comenzó a desarrollar una industria de drones, a pesar de los limitados medios de que disponía. Esta industria ha seguido desarrollándose desde entonces, hasta el punto de que, entre los Estados emergentes, Irán parece ser ahora líder en este campo.

Los Shahed-136 cuestan sólo 20.000 dólares cada uno, y su tecnología más bien rústica, sin componentes electrónicos sofisticados, permite producirlos rápidamente y en grandes cantidades, incluso por la industria rusa. Pueden sustituir a los misiles de crucero, cuyo stock se está agotando.

Otro dron fabricado por Teherán en grandes cantidades es el Mohadjer-6, un arma polivalente capaz de desempeñar funciones de vigilancia y de desplegar sus propios misiles y bombas guiadas.

Estos drones ya se han utilizado bastante en Siria y, sobre todo, en Yemen por los rebeldes hutíes, que también los ensamblan in situ. Han lanzado ataques en Arabia Saudí, sobre todo en septiembre de 2019, contra las instalaciones petrolíferas de Abqaiq y Khurais, en el este del país, que perturbaron notablemente el mercado del petróleo, y luego, en enero pasado, en los Emiratos Árabes Unidos, operaciones reivindicadas por los hutíes, pero que serían más bien obra de Teherán.

Recientemente, se utilizaron en el Kurdistán iraquí para devastar las bases del PDKI (Partido Democrático del Kurdistán de Irán), acusado de apoyar la protesta en Irán.

Los drones iraníes, en particular el Mohadjer-6, que constituyen el arma por excelencia de los países emergentes, compiten con sus homólogos turcos, los Bayraktar -así se llama el yerno del presidente Erdogán-, que desempeñaron un papel decisivo en la victoria de Azerbaiyán (contra Armenia, ndt) en Nagorno-Karabaj y que actualmente utiliza el ejército ucraniano, para el que se han convertido en un arma de primera importancia.

Diplomacia con varias voces

En general, las relaciones de Rusia con Irán dependen en gran medida de las tensiones que pueda tener con los países occidentales. Tras la invasión de Ucrania, Rusia se ha visto afectada por el aumento de las sanciones y el control de las exportaciones, debilitando y perturbando su industria armamentística, por lo que ha encontrado un socio con el que en primer lugar ha podido eludir las sanciones y luego adquirir equipos que ya no pueda producir. 

 Incluso antes de la invasión, el comercio bilateral entre los dos países ya estaba en alza y en 2021 había vuelto a su nivel de 2011, de 3.500 millones de dólares, un aumento del 38% respecto al año anterior.

Washington se apresuró a responder. "El fortalecimiento de la alianza entre Rusia e Irán debe ser considerado por todo el mundo [...] como un grave peligro", declaró el portavoz del Departamento de Estado, blandiendo la amenaza de nuevas sanciones contra individuos, empresas o Estados que participen en el programa de drones iraní.

Desde el verano pasado, el ejército ruso comenzó a recibir varios cientos de Shahed-136 y un número menor de Mohadjer-6; hasta la fecha, sólo uno de estos misiles ha sido derribado por el ejército ucraniano. Esto no impide que Teherán siga negando cualquier entrega de armas a Moscú. "La República Islámica de Irán no ha suministrado ni suministrará armas para ser utilizadas en la guerra en Ucrania", declaró recientemente el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, al tiempo que denunció "informaciones infundadas" transmitidas por "la propaganda de los medios de comunicación extranjeros".

"De hecho, la República Islámica ha puesto en práctica desde 1979 lo que se denomina diplomacia de varias vías, que permite al sistema iraní mantener varias posiciones al mismo tiempo", explica Clément Therme, investigador asociado del Instituto Internacional de Estudios Iraníes (Rasanah) y autor de un libro titulado Le Partenariat russo-iranien. Une entente conjoncturelle aux accents sécuritaires (La Asociación Ruso-Iraní. Un acuerdo coyuntural enfocado a la seguridad, Études de l'Ifri, 2022).

"La primera posición es la del ministerio de Asuntos Exteriores, que representa formalmente al gobierno, al Estado superficial iraní, que niega cualquier implicación en el conflicto y declara la neutralidad de Irán, como ocurrió durante el conflicto de Georgia en 2008. La segunda es la de los Pasdaran [Guardia Revolucionaria Islámica] que, por el contrario, asumen e incluso reivindican la entrega de armas a Rusia. También está la del Guía Supremo, Alí Jamenei, quien adopta la narrativa de Vladímir Putin sobre el origen del conflicto y el papel principal desempeñado por la OTAN en su desencadenamiento.

"Desde el punto de vista de Jamenei”, añade Clément Therme, “no es un conflicto entre Rusia y Ucrania, sino entre Rusia y la OTAN. Dado que el ejecutivo iraní sólo utiliza la narrativa rusa para explicar la guerra en Ucrania, le toca a su ministerio de Asuntos Exteriores tratar de eliminar el coste diplomático de este apoyo militar a Rusia. Dicho esto, hay un salto cualitativo en la cooperación ruso-iraní y también vamos hacia una mejora significativa de las capacidades militares iraníes con el apoyo de Rusia".

Sukhoi rusos para Irán

Más allá de sus intereses mutuos y del rechazo visceral al modelo occidental expresado por el ayatolá Jamenei y Vladímir Putin, es también su condición de países parias lo que consolida la alianza ruso-iraní.

Ali Vaez, director del proyecto sobre Irán de la ONG International Crisis Group, escribía en julio en el New York Times, "Rusia e Irán siguen sin confiar el uno en el otro, pero se necesitan más que nunca. Ya no es una asociación de elección, sino una alianza de necesidad.”

Los ejércitos ruso e iraní han colaborado mucho, aunque no siempre se hayan puesto de acuerdo, para evitar la caída del régimen de Bashar al-Assad.

Moscú ya no se auto limita actualmente y Teherán espera mucho a cambio de su apoyo militar. A cambio del equipamiento que proporciona a su aliado, el régimen islámico trata de conseguir la transferencia de tecnología avanzada y, en cuanto a la aviación, el punto débil del ejército iraní, 24 cazas polivalentes Sukhoi SU-35 y el sistema móvil de defensa antiaérea y antimisiles S-400, que serían muy útiles en caso de un ataque aéreo israelí. Antes del 20 de marzo de 2023, el final del año iraní, se firmará un acuerdo de 20 años entre los dos países, acuerdo que podría incluir un importante componente militar.

El 20 de octubre pasado, la Casa Blanca acusó a Irán de estar implicado en la guerra de Ucrania al enviar asesores militares a los pilotos de drones rusos, incluso para bombardear ciudades. "Creemos que personal militar iraní está operando en Crimea y ayudando a Rusia en sus operaciones. Además, en vista de su escasez de suministros, tememos que los militares rusos estén tratando de adquirir armamento convencional avanzado de Irán, como misiles tierra-tierra, que casi con seguridad serían utilizados en la guerra contra Ucrania [...]. Es un hecho que Irán está ahora directamente involucrado [en este conflicto]", dijo el Coordinador de Seguridad Nacional, John Kirby, aunque reconoció que estos asesores iraníes "eran bastante pocos". 

En un comunicado emitido el mismo día, el gobierno británico dijo que los militares iraníes desplegados en Rusia pertenecían al cuerpo de los Pasdaran.

Es la primera vez desde la guerra entre Irak e Irán (1980-1988) que el régimen iraní interviene en un conflicto de alta intensidad. Lo hace en un momento en el que está debilitado por una protesta que dura más de un mes, que no es capaz de contener y que ya le reprocha sus anteriores intervenciones, especialmente en Siria.

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Traducción de Miguel López

 

El Shahed-136 ("shahed" significa "mártir" en árabe y persa) hace honor a su nombre. Al detonar su carga y desintegrarse con el impacto, este dron de ataque iraní, cada vez más utilizado por Moscú en Ucrania, cumple su misión "kamikaze". Se sacrifica, por así decirlo. Y, para todos los partidarios del régimen, su nombre hace referencia al martirologio emblemático de la República Islámica, a lo que llama "la antorcha del Islam", que no deja de celebrar a la menor oportunidad.

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