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Rusia ya se muestra incapaz de garantizar la estabilidad en los países de su entorno

Policías rusos detienen a un participante en una protesta no autorizada contra el decreto de la movilización parcial con motivo del conflicto de Ucrania.

LAURENT GESLIN (MEDIAPART)

Mientras el Ejército ruso está a la defensiva en el frente ucraniano, desde hace una semana se han reanudado los violentos combates en el Cáucaso, entre Azerbaiyán y Armenia, que han dejado más de 200 muertos en el lado armenio y unos 80 en las fuerzas armadas azeríes, según el balance oficial de las autoridades de Bakú.

El lunes 19 de septiembre, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, hizo un llamamiento a una "paz duradera", explicando que había hablado con los líderes de ambos países. Al mismo tiempo, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, fue más explícita y condenó los ataques "ilegales" de Azerbaiyán durante una visita a Ereván el 18 de septiembre. Esta ofensiva diplomática estadounidense se produce en un momento en el que los 2.000 militares de las fuerzas de paz rusas desplegadas en Nagorno-Karabaj han sido incapaces de impedir la reanudación de los enfrentamientos.

También se han producido combates sin precedentes más al Este, entre Tayikistán y Kirguistán, cuya frontera común se disputan desde la desintegración de la URSS, con el telón de fondo de las tensiones por el acceso a los recursos, especialmente al agua. Se cree que ha muerto un centenar de personas en los enfrentamientos, y han sido evacuados más de 100.000 civiles, según diversos informes oficiales. Rusia tiene bases militares en ambos países. El lunes por la noche, los beligerantes anunciaron en un comunicado conjunto que habían "firmado un protocolo para estabilizar la situación en la frontera", pero la situación sigue siendo muy tensa sobre el terreno. Enredada en el atolladero ucraniano, ¿ha perdido Rusia el control de su entorno?

Mediapart ha hablado con Isabelle Facon, especialista en políticas de seguridad y defensa rusas, subdirectora de la Fundación para la Investigación Estratégica y profesora de la École Polytechnique. Recientemente ha editado el libro Rusia-Turquía. ¿Un reto para Occidente? (Passés composés, 2022). 

Mediapart: ¿Sigue Rusia en condiciones de controlar política y militarmente su entorno, mientras acumula decepciones en el frente ucraniano?

Incluso antes de la invasión del 24 de febrero, Rusia tuvo que hacer frente a una cierta competencia en la antigua URSS. Hay otros actores que han desplegado sus intereses en la zona, especialmente China. China se ha convertido en el principal socio comercial de varias repúblicas de Asia Central. Los Estados más occidentales del antiguo espacio soviético, como Georgia, Moldavia y Ucrania, también han desarrollado sólidas relaciones económicas con la Unión Europea, y a los dos últimos se les ha concedido recientemente la condición de candidatos a la adhesión a la UE.

El punto fuerte de la oferta de Moscú a los países de la región se basa en la faceta de la seguridad, gracias a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), a la que pertenecen Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, pero sobre todo gracias al supuesto poder del Ejército ruso, que tiene varias bases en esta zona. Esta promesa de seguridad es importante para Armenia, Bielorrusia y los países de Asia Central, que se enfrentan al riesgo de una posible infiltración de islamistas procedentes de Afganistán, y están preocupados por la posibilidad de una "revolución de colores" que amenace la estabilidad de sus regímenes.

La OTSC, dominada por Rusia, había hecho valer su credibilidad como fuerza de seguridad durante los acontecimientos de enero de 2022, cuando se desplegaron 2.000 efectivos de la organización en Kazajistán para asegurar los edificios oficiales durante las protestas, lo que parecía confirmar que la OTSC era operativa, aunque nunca hubiera reaccionado en crisis anteriores. La guerra en Ucrania tuvo el efecto contrario. Todo el mundo se dio cuenta de que el Ejército ruso era menos sólido de lo que se suponía. Está claro que el Kremlin está concentrando sus recursos y su energía política en Ucrania y no tiene intención de implicarse mucho en el conflicto del Cáucaso ni en las tensiones de Asia Central.

La consecuencia inmediata es una devaluación de la oferta de seguridad rusa, lo cual es ciertamente preocupante para los países de Asia Central, que se sienten amenazados por la situación en Afganistán. Al mismo tiempo, lleva a algunos de ellos a ser más asertivos con Moscú, por ejemplo Kazajistán, que teme una deriva intervencionista de Rusia desde la anexión de Crimea en 2014. Por otro lado, existe la habitual narrativa rusa de que la violencia entre Kirguistán y Tayikistán es el resultado de la desestabilización estadounidense, pero por el momento no veo ninguna prueba que apoye esta teoría. 

¿Cuál es el estado del Ejército ruso tras siete meses de guerra? ¿Se ha visto Rusia obligada a desmantelar sus bases militares en el extranjero para apoyar su operación en Ucrania?

Se organizaron algunos redespliegues desde Siria, pero aparentemente las posiciones rusas fueron enseguida reabastecidas. Del mismo modo, la fuerza de "mantenimiento de la paz" que llegó a Nagorno-Karabaj en 2020 no parece haberse retirado. En Asia Central, Moscú mantiene constantemente una narrativa que explica que el Ejército ruso no huirá ante los islamistas, a diferencia de Estados Unidos, y el Kremlin se cuida de no disminuir demasiado su presencia en la región. Los refuerzos rusos en Ucrania están formados en gran parte por voluntarios y mercenarios del grupo Wagner, y ahora incluso por prisioneros. Pero también es cierto que Rusia no tiene intención de implicarse militarmente en un nuevo conflicto, lo que sitúa al Kremlin en una posición frágil. También hay rumores de que se ha enviado a Ucrania personal militar de la base rusa en Tayikistán, su mayor base en el extranjero. Hay que seguirlo, ya que es cierto que esta base se redujo algo en un momento dado para alimentar la reconstitución de las divisiones en el oeste de Rusia. 

¿Cuál es la reacción de Moscú ante los enfrentamientos entre Kirguistán y Tayikistán?

El conflicto no se trató públicamente en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebrada en Samarcanda (Uzbekistán) los días 15 y 16 de septiembre, pero también se sabe que Vladimir Putin llamó a los líderes de ambos países. Moscú también se está mostrando muy prudente ante la reanudación de los enfrentamientos en el Cáucaso. Para los rusos, aunque sean aliados de Armenia, es esencial mantener buenas relaciones con Azerbaiyán, país al que los europeos están mimando para obtener gas. Vladimir Putin también evita ofender a Recep Tayyip Erdogan, que apoya activamente a Azerbaiyán y que actualmente mantiene una posición cuanto menos ambigua sobre la cuestión ucraniana. Ankara no votó a favor de las sanciones contra Moscú e intenta desempeñar el papel de mediador con la esperanza de mejorar su posición ante la OTAN, de la que Turquía es miembro, y ante Ucrania y Rusia. Erdogan también ha explicado que su país quiere entrar en la Organización de Cooperación de Shanghái, lo que por supuesto no disgusta a Rusia. 

Este fin de semana hubo protestas en Armenia durante la visita de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Los manifestantes exigían que Ereván abandone la OTSC y se acerque a la OTAN. ¿Puede suponer esto una señal de cambio de alianza?

Esto es algo que los rusos observarán muy de cerca porque, desde el punto de vista de Moscú, los principales competidores en el entorno son, por supuesto, los Estados Unidos. Algunos analistas políticos que trabajan para el Kremlin han empezado a denunciar en redes sociales "un nuevo Maidán", pero Nancy Pelosi no es Victoria Nuland, que tuvo responsabilidades dentro de la administración estadounidense durante su visita a Kiev cuando la revolución ucraniana. No he visto ninguna oferta estadounidense de apoyo militar a Armenia, pero si los lazos con Estados Unidos aumentaran, Moscú respondería de alguna manera. 

¿Qué papel juega Recep Tayyip Erdogan en el conflicto ucraniano?

Erdogan ha mantenido la misma posición de equilibrio que tenía antes de la invasión del 24 de febrero. Ankara mantiene la cooperación armamentística con Kiev y siempre ha afirmado su apoyo a la integridad territorial de Ucrania, pero está desarrollando asociaciones paralelas con los rusos, sobre todo en los ámbitos energético y nuclear. Ankara considera que sus aliados occidentales no han escuchado sus preocupaciones en materia de seguridad desde la guerra de Irak y criticaron al poder turco durante la represión en el intento de golpe de Estado de 2016. Moscú, desde su perspectiva, se ha mostrado más abierto a sus intereses.

Turquía no quiere tampoco ponerse a mal con su vecino ruso, un importante proveedor de gas y trigo, en un contexto económico ya muy difícil y en vísperas de unas importantes elecciones (2023). Por otro lado, las empresas turcas siguen suministrando drones a los ucranianos (y los ofrecen a ciertos países de Asia Central). Erdogan aún no ha conseguido gran cosa en su papel de mediador entre Kiev y Moscú, ya que ambas posiciones están cerradas a la negociación por el momento, pero intenta con ello mejorar su imagen internacional apareciendo como un hombre de compromiso y talento diplomático. El acuerdo de julio sobre la exportación de cereales a través del Mar Negro, obtenido en cooperación con el Secretario General de la ONU, ha sido destacado en este sentido por las autoridades turcas.

  

Caja negra

Azerbaiyán y Armenia reanudan sus enfrentamientos en Nagorno-Karabaj

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La entrevista ha sido supervisada el 20 de septiembre por Isabelle Facon.

Traducción de Miguel López.

 

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