“Te llamas Gérard Depardieu. Estás siendo investigado por violación y agresión sexual. (...) Eres repugnante, pero lo peor de todo es que los franceses siguen de tu lado". En su cuenta de Instagram, la directora Andréa Bescond, muy comprometida con la lucha contra la violencia sexual, tiene por costumbre interpelar al gran público sobre los casos #MeToo.
El 17 de noviembre de 2022, dedicó una de sus viñetas a la denuncia de la actriz Charlotte Arnould, que le valió a Gérard Depardieu ser imputado por "violación". En los comentarios hay relatos directos, a veces precisos y fechados, y confidencias de amigos o colegas. "Es el único personaje público sobre el que he recibido tantos testimonios, hubo media docena, muchas experiencias en el plató", dice Andréa Bescond.
Dos años antes, también llovieron historias cuando el colectivo "Paga tu rodaje" –que denuncia la violencia sexual y sexista en el cine– publicó una convocatoria de testimonios sobre "un actor muy conocido", tras recibir dos alertas sobre Depardieu. "Cada vez, el modus operandi era muy reconocible", recuerda la cofundadora Alice Godart.
Mediapart ha llevado a cabo su propia investigación. Además de la denuncia de Charlotte Arnould, hemos recogido trece testimonios de mujeres que afirman haber sido objeto de gestos o comentarios sexuales inapropiados por parte del famoso actor, de diversa gravedad, durante el rodaje de once películas o series estrenadas entre 2004 y 2022 o en lugares exteriores; pero también los relatos de numerosos testigos. No todos ellos están incluidos en este artículo.
Tres de estas mujeres dieron su testimonio ante los tribunales, pero ninguna de ellas presentó denuncia. Algunas han desistido, otras ni siquiera se lo han planteado. La razón es la sensación de que su palabra tendría poco peso ante ese monumento del cine francés. Y que incluso podría significar el fin de sus carreras.
A medida que se desarrollan las historias, la escena parece repetirse. Se trata de actrices, maquilladoras o técnicas. Afirman haber sido objeto de una mano en las bragas, en la entrepierna, en las nalgas o en los pechos; de comentarios sexuales obscenos; a veces de gemidos insistentes. A menudo iban seguidos de risas en el plató. Y cuando algunas se quejaban, se oía a menudo: "¡Oh, no pasa nada, es Gérard!
Más allá de la violencia sexual y sexista que denuncian, estos relatos cuestionan la complacencia de la que habría gozado el actor de 74 años en los platós de rodaje y la falta de reacción de los equipos de producción. Contactado por Mediapart, Gérard Depardieu no quiso reunirse con nosotros ni responder a nuestras preguntas escritas.
A través de sus abogados del bufete Temime, el actor "niega formalmente todas las acusaciones que puedan merecer reproche penal" (leer su respuesta completa aquí). Durante su comparecencia en la investigación judicial, el actor negó ser "un depredador". Se describió a sí mismo como un caballero al que le gustaba "cortejar", "contrario a cualquier forma de violencia, ya sea verbal, física o psicológica" y "extremadamente modesto" en materia sexual.
Una actriz emprende acciones legales en marzo
Nueva York, diciembre de 2014. En el cabaret The Box de Manhattan, Gérard Depardieu rueda Big House (2015), una película de bajo presupuesto del director Jean-Emmanuel Godart, de 26 años, en la que interpreta al dueño de un burdel. Durante una escena en la que estaba sentado con tres extras extranjeras, que interpretaban a sus vedettes con vestidos cortos y liguero, el actor francés estuvo, según se dice, "muy táctil".
"Entre toma y toma, les susurraba cosas en francés al oído, intentaba besarlas en el cuello y tocarles los muslos por debajo de la mesa. Una de ellas se rió nerviosa y le pidió que parara", relata Isabel Butel, ayudante de vestuario, que dice haber percibido "una incomodidad, que todo el mundo podía ver". Una actriz presente recuerda que "cuando el director dijo 'corten', una de las figurantes parecía un trozo de madera, se veía que estaba sufriendo" y hubo que hacer "una larga pausa".
Esa figurante es Lyla*, que tenía 24 años en aquel momento. "Sin previo aviso, Gérard Depardieu me metió la mano por debajo del vestido, sentí que sus dedos intentaban llegar a las bragas", cuenta a Mediapart. Incómoda, "le aparté la mano". "Pero él continuó, se puso agresivo, intentó separarme las bragas y meterme los dedos: comprendí que no estaba interpretando su personaje. Si no le hubiera parado, lo habría conseguido", piensa.
Se quejó inmediatamente a la producción. La ayudante de vestuario, que oyó la conversación, confirma los términos del relato de Lyla. Isabel Butel recuerda haberse quedado "muy sorprendida" por la reacción general en el plató: "Era como: 'Oh, es Gérard, es un poco guasón'".
Contactados el director, Jean-Emmanuel Godart, y el productor, David Zerat, no han respondido. Por su parte, un miembro del equipo de producción confirmó a Mediapart que le habían avisado "de que el rodaje se interrumpió porque una extra dijo que había sido agredida por Gérard Depardieu". "Nunca aceptaré que alguien pueda decir que eso puede ser falso. Ella estaba muy angustiada, muy conmocionada, diciendo también que la gente se había reído. Se modificó la escena para que ella ya no estuviera al lado de Depardieu".
El director habló entonces con el actor para decirle "lo feliz y agradecido que estaba de que estuviera allí, pero que tenía que comportarse, que estaba incomodando a las extras", cuenta la ayudante de vestuario, que escuchó la conversación. Se dice que el actor "murmuró algo sobre 'esas mujeres americanas que son un poco mojigatas', mientras se reía".
Tras la pausa, Lyla afirma que Gérard Depardieu se metió con ella, lo que fue confirmado por una actriz que intervino y le pidió que volviera al trabajo: "No tenía buen aspecto. Depardieu le gritaba que podía tener a quien quisiera y que no quería nada de ella, que era un 'callo'". El equipo tuvo dificultades para lidiar con Depardieu, que daba reputación a la película".
Lyla cuenta que, "con lágrimas en los ojos", recibió poco apoyo. Varias personas incluso le dijeron que si presentaba una denuncia, nadie "testificaría": "Me dijeron repetidamente: 'Ya sabes quién es. Si le llevas a juicio, nunca ganarás, y te verán como una chica que quiere publicidad’. Me dijeron que respirara, sonriera y fingiera que no había pasado nada. Como acababan de aprobar mi solicitud de permiso de trabajo y tenía que pagar los honorarios del abogado, temía sobre todo que me metieran en una "lista negra" si abandonaba el plató. Decidí quedarme. Al día siguiente, Depardieu se había olvidado ya de mí".
Ocho años después, la actriz aún recuerda ese rodaje que la "traumatizó". "Me agredieron en un entorno de trabajo, no en un rincón aislado, sino en el plató. Había muchos testigos, incluido el director, ¡que estaba justo delante de nosotros! Nadie dijo nada. Incluso cuando me quejé y me gritaban. Silencio absoluto".
Unos años después del rodaje, la actriz consultó a una abogada, pero no fue más allá, pensando que los hechos habían prescrito. En marzo, tras nuestra entrevista, decidió declarar ante la justicia francesa, "para ayudar a Charlotte Arnould": "Quiero aportar mi granito de arena como mujer en el mismo gremio y negarme a formar parte del problema permitiendo estos comportamientos con el silencio".
Depardieu reconvenido por el director Fabien Onteniente
Seis años antes, otro rodaje y hechos similares llamaron la atención de la producción. En 2007, el director Fabien Onteniente rodó una escena en un club nocturno para su comedia Disco (2008). Unos 250 extras bailaron alrededor del dueño del club, interpretado por Gérard Depardieu. Una de las extras, Hélène Darras, entonces estudiante de arte dramático, cuenta que, "entre toma y toma", el actor la habría "agarrado por la cintura" y empezó a "sobarla", para después "acabar poniéndole la mano en las nalgas firmemente" y la propuso "subir a su camerino".
"No me atreví a decir nada, esperé a que todo pasara. A los 26 años, no podía enfrentarme a los directores de casting... Y luego crecí con la idea de que una actriz debe callarse, que es una musa que debe agradar. Nunca quise ver la película.” El año pasado testificó ante la policía para apoyar la declaración de Charlotte Arnould: "No podía dejarla sola. La industria del cine está llena de Gérards, hay que hablar".
La ex actriz Lise Schreiber recuerda que Depardieu preguntó a un pequeño grupo de extras con las que estaba "si se la chupaban a sus novios y si les gustaba". "Las chicas estaban muy incómodas, apenas contestaron. Le miraba mal. Se veía en los ojos de todas, nadie decía nada... De repente, se levantó y dijo: "Bueno, ¿rodamos ahora que estoy húmedo, antes de que se me pase?".
Pero es otro incidente el que ha hecho saltar las alarmas, según seis testimonios recogidos por Mediapart: el comportamiento de Gérard Depardieu hacia una joven figurante extranjera, unos segundos antes del comienzo de una escena. Contactada por Mediapart, la actriz no quiso que su nombre ni los detalles de su historia aparecieran en nuestro artículo. En aquel momento, algunos extras la consolaron y se avisó al equipo de casting. La directora de casting de "extras" declaró haber recibido a la joven actriz en su despacho y haber informado al jefe de producción y al director, que se mostraron "indiferentes, no sorprendidos".
Sus asistentes no han olvidado ese episodio: "Este incidente me marcó, hablé de ello con bastante gente después", dice una de ellas, Hélène Raoul. "Era como un zafarrancho de combate, la chica no quería rodar más", recuerda la otra, Adèle, que cuenta que ella misma tuvo que soportar "una mano en el culo" de Depardieu, en un rodaje en el que era ayudante de dirección, en 2005.
Tuve que llamar la atención a Depardieu, le dije: "¡No vuelvas a hacer eso, se acabó! Compórtate'
El comportamiento de Gérard Depardieu fue objeto de quejas a la producción en otra película de Fabien Onteniente, la comedia Turf (2013). Durante una escena en el hipódromo de Auteuil, el actor, rodeado de dos extras, se habría comportado de forma inapropiada con una de ellas, según cuatro testimonios recogidos por Mediapart. "En el momento en que el director dijo: ‘Acción’, agarró por las nalgas a una extra, que llevaba falda. Se sintió muy mal", relató un miembro del equipo, que pidió el anonimato por miedo a "represalias profesionales".
"La actriz me dijo: ‘Esto es infernal, no para de tocarme el culo"", confirma la directora de casting, que advirtió al director y tomó una medida radical: "Como no estaba segura de que Gérard fuera a parar, durante la escena me puse a cuatro patas para vigilar, midiendo la distancia necesaria para que no pudiera tocar a la extra con los brazos".
Contactado por Mediapart, el director Fabien Onteniente confirma haber sido alertado por esa directora de casting sobre el hecho de que Gérard Depardieu "se pasaba con las chicas" en el rodaje de Disco: "Llegué a la conclusión de que era un sobón, dado el modo en que se comportaba cuando esperaba las tomas, con ese lado pesado acompañado de una risotada". Luego, en la película Turf, "dos extras" vinieron a verle. "Una de ellas lloraba y se quejaba de que la había tocado el culo. Ver la cara de una chica que había venido para ser extra y estaba llena de esperanza, me conmovió y me sacó de mis casillas. Así que fui a llamarle la atención a Depardieu, subí el tono y le dije: "¡No vuelvas a hacer eso, se acabó! Compórtate", y paró. Estaba avergonzado, como un niño que ha cometido una falta.” Los jefes de producción de esas dos películas no recuerdan nada de eso (véanse sus respuestas en el anexo).
El mismo modus operandi denunciado
Otro ejemplo: una aprendiz en el rodaje de la película 36 Quai des Orfèvres (2004) –que testificó en el proceso judicial contra el actor– declaró a Mediapart que "vio a Gérard Depardieu meter la mano en las bragas de las extras" –que "llevaban vestidos con la espalda escotada"– "sin que nadie reaccionara".
Los testimonios recogidos por Mediapart describen el mismo modus operandi, según varias mujeres. En primer lugar, el cómico creaba un ambiente de sexo, incómodo, haciendo constantemente comentarios sexuales groseros, con preguntas íntimas o sexuales a las mujeres, haciendo "ruidos como un cerdo en celo", "gimiendo" y "olisqueando", según muchos relatos. Con algunas mujeres iba más lejos: les tocaba los muslos o las nalgas o les metía la mano en la entrepierna o las bragas. Casi siempre a la vista de todos.
A medida que se suceden las historias, aparecen las mismas palabras. "Cuando llegaba al plató, decía: "Aquí huele a coño"", cuenta la extra Graziella Jullian. Un director de casting también lo comprobó en dos películas: "Gritaba entre toma y toma: '¡Coño, coño, coño!'; 'Tu coño, está húmedo'".
Elisa, la hija de un conocido de Depardieu, que estuvo con él "durante su infancia", recuerda que "la hacía sentir muy incómoda". "Sólo hablaba de sexo, de lo que le gustaría hacerle a tal o cual mujer. Al ver a una mujer, a menudo gemía como un animal, la miraba fijamente, decía: "Mira esa", "guarrilla", "zorra". Hacía un chiste sexista tras otro", cuenta la joven.
Durante una semana, aguanté como un animal acosado. Cada noche, cuando volvía a mi habitación de hotel, me echaba a llorar
Mediapart también recogió el relato de Jeanne*, una ex actriz que, a sus 39 años, pasó una semana con él en el plató de La Môme (2007). En 2018, ella testificó en un caso en la Magistratura de Trabajo –todavía en curso– relacionado con otro rodaje (ver Caja Negra).
En declaraciones a Mediapart, detalla: "Empieza con algo guasón, gracioso, luego hace muecas obscenas con la lengua, hace gestos obscenos, siempre dice cosas como 'tu coño' y 'estás húmeda', 'te voy a comer el coño', 'quítate el Tampax'. Y de repente se acerca por detrás y me mete mano, sin avisar...".
En su declaración enviada a los tribunales, cita varios ejemplos concretos. Como el día en que, durante una escena multitudinaria, Gérard Depardieu intentó "ponerle la mano en el sexo" y ella lo apartó "bruscamente". O aquella otra vez en que, acompañado de un hombre al que presentó como productor, "la agarró por detrás y le sobó las caderas, el vientre y los pechos", y añadió "riendo": "¿Qué se siente al ser manoseado delante de un productor? El productor, Alain Goldman, declaró que "nunca había observado ningún comportamiento inapropiado por su parte ni había oído a ningún miembro del equipo quejarse de ello" durante el rodaje. Un técnico confirma que presenció "gestos inapropiados del Sr. Depardieu con esa actriz".
Jeanne dice que se sintió como "su juguete": "Si no juegas, estás atrapada... Pero bajo la apariencia de jugar, él te hace sentirte mal. Era una situación violenta, humillante, hiriente. Durante una semana, aguanté como un animal acosado. Estaba agotada. Cada noche, cuando volvía a mi habitación de hotel, me echaba a llorar".
Explica que "lo afrontó lo mejor que pudo", desarrollando "todos los subterfugios posibles para desviar su atención y canalizarla". Aunque acabó "dándole una palmada en el brazo para decirle que parara", dice que no fue más allá "para enfrentarse a él", porque habría "salido perdiendo": "Yo no era rival para él. Además, en aquel momento necesitaba trabajar y comer, así que me callé".
Su marido, comandante de policía, no ha olvidado las confidencias que le hizo entonces, ni "la emoción que la embargaba" cada vez que abordaba el tema. "Esos ataques siguen siendo una cicatriz que no se cura", dice. Hoy, Jeanne considera que tuvo "suerte" de conocer al actor a los 40 años. "A los 20, me habría echado a perder".
Retiro su mano por segunda vez y digo en voz alta: "Aquí está Gégé metiéndome mano".
Veinte años, esa es la edad que tenía la actriz Sarah Brooks cuando conoció al famoso actor. En otoño de 2015 rodó un episodio de Marsella, la primera serie francesa de Netflix. Era su primera vez en un plató. Ya un poco incómoda con el atuendo desnudo de su personaje Lolita, cuenta que durante una foto con los actores, delante del público y del equipo, Gérard Depardieu le habra metido la mano en la mini-short, mientras hacía "un gran gemido raro".
Dijo que él "apartó la mano una vez", pero la volvió a meter "en las bragas", intentando "tocarme el culo". "Se la quité una segunda vez y le dije en voz alta: "Aquí está Gégé metiéndome mano". Me contestó: "Bah, y qué, creía que querías triunfar en el cine". Todos se rieron, así que siguió. Me sentí muy mal, fue muy humillante". Un actor presente declaró a Mediapart que "ella dijo que Depardieu le había tocado el culo" y que parecía "sorprendida" y "perdida". Aunque restó importancia: "Incluso a mí me toca el culo. Es Depardieu...".
Ante la hilaridad general, Sarah Brooks dice que "ni siquiera intenté quejarme a la producción". El productor, Pascal Breton, y el director, Thomas Gilou, afirman que ni presenciaron ni fueron advertidos de ningún comportamiento inapropiado por parte del actor.
En los testimonios recogidos por Mediapart predomina ese sentimiento de humillación. Florence* nunca olvidará el rodaje de Hello Goodbye (2008). Ella también era joven (24 años), también era principiante y también era "fan" de Depardieu. Desde el primer día, se sintió desencantada. Cuando el director le presentó al actor más famoso del cine francés, supuestamente le dijo, mirando su vestido sin tirantes: "¡Aaaah, esos pechitos!", y luego le metió "la mano entre las piernas", cuenta ella. "Hizo reír a la gente. Me quedé sin palabras, creo que reaccioné como una estúpida. Me sentí empequeñecida".
Durante su escena en común, alrededor de una mesa, él habría "simulado un acto sexual, y otras tonterías que no están en el guión y que hacen reír a casi todo el mundo", relata la actriz. Luego pidió que le pegaran el guión en la cara. "Me niego, le digo que puedo llevarlo delante. Me contestó que de todas formas no le gustaba mi cara. Fue duro, tenía muchas ganas de llorar".
Me dijo: "Te voy a comer el chochito", y luego me metió el pie entre las piernas, intentando llegar a las bragas
Florence afirma que cuando le hicieron los primeros planos, Depardieu volvió "en calcetines", que en lugar de decir su texto, volvió a decir: "Te voy a comer el chochito", "Te gusta que te rompan el ojete", y que luego "metió el pie entre sus piernas", intentando "llegar a las bragas" bajo su "vestido abullonado". "Intenté aguantar. Pero me sentí sucia, totalmente humillada".
En el mismo rodaje, Émilie*, otra actriz de 22 años en aquel momento, cuenta que el actor "se pasaba el tiempo lanzándole miradas insistentes, mirándole los muslos, emitiendo gemidos de animal", y que le decía "algo así como 'me gustaría lamerte', haciendo gestos obscenos con la lengua". "Muy impresionada" por Depardieu, y deseando permanecer "muy fría y distante", dice que no respondió, pero sostiene que, en el plató, este comportamiento "inapropiado e indecente" no se ocultó "en absoluto". En 2018, las dos actrices se encontraron por casualidad en un cumpleaños y se hicieron confidencias. "Fue un alivio hablar de ello", recuerda Emily.
Contactado el director Graham Guit, explica que "no presenció ninguna escena de ese tipo" y que "no le fue comunicado nada durante el rodaje".
Asimetría de poder
Otro elemento que se repite en los relatos: la asimetría entre, por un lado, mujeres a menudo jóvenes, precarias y que acaban de iniciar su carrera, y, por otro, un actor de fama mundial, cuya mera presencia permite a veces financiar la película. "No existe una profesión en la que la gente se permita actuar así", afirma la aprendiz de la película 36 Quai des Orfèvres, para quien la "notoriedad" de Depardieu le permite "actuar de la forma más inapropiada".
"Tiene un nombre, sabe que va a impresionar a unas asistentes que no tienen poder", dice la maquilladora Gwenaëlle Courtois, que recuerda la "mano sobona" del actor "en su cadera" mientras le maquillaba en los camerinos del programa Les Enfants de la télé, en los estudios de La Plaine Saint-Denis, hacia el año 2000. "Tenía 33 años, era temporal, no me atrevía a decir nada. Me daba mucha vergüenza, me sonrojaba, me impresionaba.”
"Te sientes vulnerable. El hecho de que sea el jefe, no te atreves a decir nada", atestigua Léa*, que, lejos del cine, trabajó entre 2004 y 2016 en restaurantes propiedad de Gérard Depardieu. "Tenía 22 años cuando me tomó bajo su protección, era como un padre para mí, le idolatraba", recuerda. Con el paso de los años, su comportamiento acabó afectándola personalmente. Cuenta que "dos o tres veces", cuando "él pasaba al final del día", le habría "metido mano cuando se acercaba por detrás". Que un sábado, "en pleno ajetreo", mientras ella estaba en la caja, él le habría entregado un billete de 50 euros "por su coño". Otro día, en el piso de la empresa, se sentó en la cama y le dijo: "Te follaría aquí mismo, pero ya estoy viejo". Léa dice que "se sintió sucia". Esa es la sensación que compartió con sus allegados, como demuestran los mensajes y un testimonio. Pero como había llevado a los tribunales a la empresa del actor, en particular para impugnar su despido económico, no se "atrevía a decir nada": "Tenía miedo de que la gente dijera que quería vengarme".
Es lo mismo que expresan todas las mujeres en las historias hemos recogido: su estatus no les permitía protestar. Miedo a ser "despedidas" o "incluidas en la lista negra" del sector. Miedo a que "un rodaje multimillonario se detenga por su culpa". Miedo también a luchar sola contra todos. La mayoría afirman que no encontraron ningún apoyo en el plató y que tuvieron la sensación de que "todo el mundo parecía aprobar lo que estaba ocurriendo". Varios de los que alertaron señalaron que "después no pasó nada".
Falta de reacción en el plató
Todos nos lo confesaron: más que el comportamiento de Gérard Depardieu, fue el del equipo de rodaje lo que les chocó. La ausencia de reacción, las miradas de soslayo o, peor, las carcajadas; la minimización de los hechos que denuncian y la sensación de no haber sido "protegidas".
"Adultos dejando que un actor me tocara los pechos delante de todo el mundo", cuenta la actriz y guionista Alysse Hallali. En 2009, con 17 años, interpretó a la hija de Depardieu en L'Autre Dumas (2010). Gran admiradora del actor, y en particular de Cyrano de Bergerac, que conoce de memoria, se propone recitarle el famoso "discurso de la nariz" entre bastidores. Pero el encuentro iba a ser muy diferente, según su relato. Cuando la vio llegar vestida de época, le dijo: "¿Así que eres mi hija? Pues si que ha crecido mi hija, ¡mira, tiene tetitas! Luego la "agarraró fuertemente" contra él, "le puso la mano en el pecho" y "lo acarició", según ella.
Adultos dejando que un actor me tocara los pechos delante de todo el mundo
Dice que intentó "apartarse varias veces", pero "él se resistió". Entonces "buscó apoyo en el plató". En vano. "Pesaba 45 kilos, como un mosquito incapaz de resistir este abrazo opresivo. Duró toda la escena, no podía concentrarme". Al final, "nunca pudo decir su texto de Cyrano". El director, Safy Nebbou, declaró que "no había presenciado nada en particular" y que "nadie había planteado ningún problema".
Camille G., ex ayudante de dirección, también culpa sobre todo al equipo de rodaje: "Lo que no he llevado bien es la omertá, el silencio que rodea todo esto. Te sientes muy sola". En 2020, con 25 años, se codeó con Gérard Depardieu en el plató de la película Maison de retraite (2022), dirigida por Thomas Gilou y producida por Kev Adams. Dice que fue "acorralada" "en un pasillo" por el actor, que le habló de su "magnífica sonrisa", de las "pequeñas, largas o grandes pollas que debieron pasar por su boca", de la "sensualidad de sus pequeños, firmes y suaves pechos" y de "su deseo de frotarse en su coñito húmedo". Dice que ella protestó "enérgicamente" pero que, a pesar de "ese ¡no!", él estuvo "insistiendo todo el día, gruñendo y olisqueándola cada vez que pasaba". Dice que pidió "que la relevaran". No sirvió de nada.
Una periodista que seguía el rodaje para el programa de la TF1 50' Inside fue testigo de una de estas escenas. Recuerda que el actor "profirió un enorme gemido animal a dos centímetros de su cara mientras la miraba a los ojos", que la realizadora "se puso roja, bajó la mirada" y luego le dijo que "no podía más". La periodista dijo haber quedado "conmocionada" por la reacción general del equipo. "Durante todo el día, todo lo que oí fue "Es Gérard..." Cuando contactamos con Kev Adams, no respondió. El director Thomas Gilou dijo que "personalmente no había notado nada".
Si hubiera presentado una denuncia, Florence lo habría hecho "contra la producción", porque "se sentía en peligro". La actriz asegura que intentó pedir ayuda en el plató. "Realmente tenía la impresión de que lo que ocurría no era un problema, que como se trataba de Gérard Depardieu, era normal". Su agente, con el que se sinceró, le dijo que tenía que "hacerse fuerte". Su madre, a la que se lo confió en el momento del estreno de la película, le restó importancia: "Escucha, debe de ser el humor de Depardieu". Años más tarde, cuando Adèle Haenel habló, se disculpó con su hija. “Florence me había explicado que durante una frase que ella le estaba pronunciando, él le había metido el pie entre los muslos", dice. “Me avergüenzo de haberla tranquilizado disculpando a Depardieu. En aquella época, la gente hacía la vista gorda, a pesar de que se trataba de un abuso de poder. Mi hija se quedó petrificada porque se trataba de Depardieu".
A Graziella Julian, extra en la segunda temporada de la serie Marsella (2018), también le "chocó" la falta de reacción: "¡Todo el mundo vio lo que pasaba! La gente se partía de risa, podría haber seguido...". Esta modelo publicitaria, de 47 años, contó que entre toma y toma, Depardieu "le hizo preguntas sobre su vida sexual y le preguntó si tenía a alguien” Le dijo: “¿No estás cansada de tirarte toda la vida al mismo?". A continuación "jugueteó con su pelo, sus medias" y "acarició su muslo". "Le dije: ‘¿Qué está haciendo, Sr. Depardieu?’. Él respondió: ‘Oh la la, nos estamos dejando llevar, ¡pero no estoy haciendo nada en absoluto!’".
Jeanne tiene el mismo recuerdo: "Todo el mundo me veía luchar, nadie se movía.” Hasta el penúltimo día de rodaje no vino a verla el director de La Môme, Olivier Dahan. "Me preguntó si estaba bien y me dijo que si creía que iba demasiado lejos, intervendría. Pero hacía mucho tiempo que Depardieu se pasaba de la raya.” Contactado por Mediapart, el cineasta dijo no tener "el menor recuerdo de ello", aunque no "ponía en duda ese testimonio".
Para Jeanne, el equipo es, en cierto modo, "diez veces más responsable que Depardieu": "Lo terrible no es él, son los que le dejan actuar". Como otros, ha constatado el miedo de actores y técnicos a denunciar o protestar. "Sin embargo, si todos se levantaran y dejaran de trabajar y dijeran: 'No podemos aceptar esto', tendrían un poder extraordinario...".
Miedo a denunciar esos comportamientos
Varios testigos de estos comportamientos reconocen que estaban conmocionados, pero no sabían qué hacer. "Me dije: ¿Es que nadie va a decir nada? Y al mismo tiempo, yo misma no fui a quejarme a producción. Estábamos muy condicionados, aún no había #MeToo y entonces estábamos anonadadas...", cuenta Lise Schreiber, extra en la película Disco. Isabel Butel, diseñadora de vestuario en la película Big House, recuerda sentirse "culpable después" y "preguntarse qué podría haber dicho y hecho a su nivel". "Este hombre nos tiene como rehenes de esas escenas.”
La fama y el poder del actor han estado en el centro de nuestra investigación. Durante nuestras entrevistas, varias personas sintieron que era "intocable". Eso es lo que hizo que algunas personas dudaran en hablar con nosotros durante mucho tiempo". Sarah Brooks confiesa su "miedo a no ser escuchada y a dejar de trabajar": "Porque no soy nadie comparada con el monstruo del cine francés". Florence, que a finales de 2019 había escrito un borrador de correo electrónico para Mediapart, antes de renunciar a enviarlo, explica que "en Francia, para permitirse decir cosas, tendrías que estar por encima de las personas que acusas". "Soy una actriz que trabaja, pero de forma irregular. El cine francés es un medio pequeño. Hablar claro es meterse en problemas".
Eso es lo que ha disuadido a otras de denunciar, o les ha empujado a renunciar después de aceptar. Como esta actriz, que teme una denuncia de Depardieu por difamación. O este actor –que dice haber sido testigo del comportamiento de Gérard Depardieu en un rodaje– que, en el último momento, cambió de opinión para no "agobiar" al actor: "Es una bomba mediática, no quiero formar parte de ella".
"La gente tiene miedo", dice un director de casting. Cuando comunicó a colegas y familiares que iba a responder a nuestras preguntas, las reacciones fueron unánimes: "¿Estás loco?”. "El cine es un mundo que tiene un culto al secreto y por tanto al silencio, no es nada natural denunciar este tipo de comportamientos, siempre hay que callar, hay mucha autocensura", lamenta.
En cualquier caso, es difícil ignorar que el comportamiento de Gérard Depardieu plantea interrogantes. Algunas de las acusaciones ya se han hecho públicas, como demuestran vídeos, artículos y libros (véase nuestro artículo).
Varias mujeres afirman que la actitud de Depardieu fue a veces objeto de advertencias informales. Por ejemplo, Alysse Hallali cuenta que, cuando llegó al plató y preguntó a una encargada de vestuario "cómo era Depardieu", ésta le respondió que "era simpático, pero tenía las manos muy ligeras y hacía comentarios sexuales". Y que cuando contó su historia "a gente del sector", le habrían replicado: "Ah, sí, pero Depardieu...". "Todo el mundo lo sabe, a nadie le importa, todos le toleran", afirma.
Graziella Jullian cuenta también que "siempre ha sabido que podían pasar cosas", porque le habían llegado "rumores de varios rodajes": "Decían que se pasaba con las mujeres". Jeanne sostiene que, durante una lectura, la producción habría advertido de que el actor "tocaba a las mujeres". Otras cuatro mujeres señalaron advertencias similares.
Para esta investigación, nueve de los veinte directores y productores contactados no respondieron. Los otros once –salvo Fabien Onteniente– dijeron que no habían visto ni oído nada (véanse sus respuestas en el anexo). Algunos sólo mencionaron comentarios "groseros" o "indecentes" del actor. Como Emmanuel Jacquelin, jefe de producción de la primera temporada de Marsella, que dice no haber sido alertado y no haber notado nada en el plató, salvo "comentarios inapropiados y vulgares" del actor. Sin embargo, declaró a Mediapart que mucho después del rodaje, "una actriz se quejó". El productor, Pascal Breton, lo confirma: "Acudió a Magistratura, desestimaron todas sus pretensiones y lo ha recurrido".
Caja negra
* Nombre modificado.
Tras recibir varios testimonios sobre el comportamiento de Gérard Depardieu con las mujeres (en noviembre de 2018, diciembre de 2019 y septiembre de 2020), Mediapart decidió, en febrero de 2021, investigar por su cuenta. Durante más de dos años, hemos recogido relatos de personas que denunciaban violencia sexual o sexista por parte del actor, o que afirmaban haber sido testigos de tales comportamientos. No todas se citan en el artículo. Algunas personas accedieron a declarar abiertamente; otras solicitaron el anonimato por temor a las consecuencias para su vida profesional. Pero la mayoría confirmaron sus historias en una declaración oficial por escrito y desearon releer sus palabras antes de la publicación, para que se tuviera en cuenta cada palabra. Mediapart no pudo encontrar a algunos de los testigos citados en los reportajes.
La declaración de Jeanne* se utilizó en el procedimiento iniciado por una actriz de la serie Marsella. Ella "fue desestimada de todas sus pretensiones y ha recurrido", nos dijo el productor, Pascal Breton.
Contactado el 3 de marzo a través de sus abogados del bufete Temime, Gérard Depardieu declinó nuestra solicitud de entrevista. El bufete nos pidió que le enviáramos preguntas por escrito, a las que el actor prefirió no responder tras leerlas, denunciando "una acusación" (leer su respuesta completa). La muerte del fundador del bufete, Hervé Temime, se anunció el lunes 10 de abril. Mediapart da el pésame a sus colaboradores y allegados.
Nos hemos puesto en contacto con los directores, productores y jefes de producción de las películas afectadas. Publicamos sus reacciones detalladas en nuestros anexos. Algunos de ellos, que ya no trabajan, no han podido ser localizados.
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Traducción de Miguel López