Miles de regantes del Levante se manifestaron este miércoles en Madrid para evitar que se introduzca una mayor protección ambiental al Tajo que ponga en riesgo el trasvase del agua al Segura, que riega sus campos y da de beber a la población. Sin embargo, el envío de agua a Alicante, Murcia y Almería lleva años bajo una tensión extrema debido al cambio climático, y mantener el sistema intacto solo agravaría la situación, según los expertos.
El canal más importante de la península concentra esta semana una batalla nacional, autonómica y local en una disputa que viene de décadas atrás. Cada uno de los actores quiere recibir la mayor cantidad de agua posible para asegurar el abastecimiento a los vecinos, la agricultura, la ganadería e incluso para fomentar el turismo, pero el recurso es cada año más limitado.
Nuria Hernández, de la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss, recuerda que el trasvase ha funcionado a la mitad de su capacidad durante sus más de 40 años de operación porque los embalses de cabecera no pueden permitirse soltar más agua. Además, se espera que los envíos caigan un 15% más en los próximos años por la reducción de las precipitaciones debido al cambio climático.
"El dilema que plantean los políticos del Levante es erróneo porque parece que los cauces ecológicos son malos, pero en realidad son imprescindibles para tener agua de calidad ahora y el futuro", defiende la también cofundadora de la fundación Nueva Cultura del Agua.
Las protestas de este miércoles, azuzadas por representantes de partidos de todo signo de los tres territorios afectados, pretenden que el Consejo de Estado, un órgano consultivo, emita un informe desfavorable al proyecto de decreto que establecerá caudales ecológicos en el Tajo, el único río español que no tiene pese a las recurrentes sentencias del Supremo y la normativa europea.
El caudal ecológico es una herramienta indispensable, según los ecologistas, para regular el flujo de un río y evitar que la flora y la fauna del cauce sufran sobresaltos. Una de las herramientas es la fijación de un caudal mínimo, la cantidad de agua que debe llevar el río en las diferentes épocas del año. Hasta ahora el Tajo tenía un caudal mínimo de 6 metros cúbicos por segundo en Aranjuez, aunque ya ha subido hasta 7 m³/s a comienzos de 2023 y deberán endurecerse dos veces más en 2026 y 2027, hasta los 8,65 m³/s.
"Es incontestable que la cabeza del Tajo está prácticamente en estado de sequía y si no establecemos caudales ecológicos no hay futuro para el río", añade Julio Barea, responsable de Agua en Greenpeace. Este lunes, el embalse de Buendía estaba al 20% de capacidad pese a las intensas lluvias de las últimas semanas y el de Entrepeñas al 32%, los dos que riegan la cabecera del río.
Todo esto sin olvidar que el Tajo desemboca en Portugal y el Convenio de Albufeira también obliga a España a desembalsar cada año una cantidad fija de agua para que el país vecino pueda regar sus tierras y generar electricidad, un acuerdo que España incumplió en 2022 en parte debido a la sequía.
Además de problemas de escasez, el Tajo arrastra desde hace décadas altos niveles de basura y toxicidad que afectan a las localidades que viven en torno a su cauce. En Aranjuez, el río Jarama desemboca en el Tajo y deposita todos los residuos que transporta desde Madrid, un desastre medioambiental que se produce desde hace décadas y que el Gobierno espera solucionar con en el próximo plan hidrológico, donde se incluye una partida para mejorar las depuradoras de la Comunidad.
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Más abajo, en Toledo, está prohibido desde hace medio siglo bañarse en ese río por los altos niveles de contaminación química, que forma además una capa de espuma sobre la superficie, explica Antonio Carrascosa, de la Asamblea para la Defensa del Río Tajo en Aranjuez.
Tras recibir una valoración no vinculante del Consejo de Estado, el plan hidrológico para los próximos seis años irá al Consejo de Ministros, antes de entrar en vigor. Los agricultores levantinos temen que la protección del caudal del Tajo sirva de pretexto para cerrar paulatinamente el trasvase de agua al Segura, como sugiere el Partido Popular de Murcia y Almería, pero también el PSOE valenciano.
Las previsiones de la Conferencia Hidrográfica del Segura, sin embargo, apuntan a que los envíos de agua continuarán en los próximos años, aunque a un ritmo menor que el actual. Los expertos calculan que en 2027 llegarán desde el Tajo 190 hectómetros cúbicos de agua al año, frente a los 295 hectómetros que llegaron en 2022, un 36% menos. Aun así, con el plan hidrológico completado llegará más agua que entre 2015 y 2018, cuando se trasvasaron de media 147 hectómetros cúbicos al año debido a la sequía.
Miles de regantes del Levante se manifestaron este miércoles en Madrid para evitar que se introduzca una mayor protección ambiental al Tajo que ponga en riesgo el trasvase del agua al Segura, que riega sus campos y da de beber a la población. Sin embargo, el envío de agua a Alicante, Murcia y Almería lleva años bajo una tensión extrema debido al cambio climático, y mantener el sistema intacto solo agravaría la situación, según los expertos.