Con la llegada del calor intenso, regresa también el más olvidado de los contaminantes de la ciudad, el ozono. Este gas perjudicial para la salud se forma por la interacción de la radiación solar con otras partículas del aire, por eso su concentración se dispara en verano. Al contrario que con otros contaminantes, las administraciones no se toman en serio la lucha contra el ozono, que se cobra cientos de vidas cada año en España, y su presencia se mantiene intacta o incluso aumenta cada verano debido al cambio climático, especialmente en en centro y el sur del país.
Este jueves, la Agencia Europea de Medioambiente ha publicado los datos de contaminación atmosférica de 2023 y sin duda los peores resultados son los de concentración de ozono, con la mayor parte del mapa del continente teñido de amarillo y naranja, y una gran zona de alerta roja en el norte de Italia. En España, se superaron los valores máximos objetivo fijados por la Unión Europea en 48 medidores de los 383 que participan en el estudio preliminar. Las zonas más afectadas son Madrid y su área metropolitana, los alrededores de Barcelona, y diferentes puntos de Andalucía. En realidad, hay muchos otros lugares del país en riesgo por ozono, especialmente en el centro y el sur de la península, pero en ellos no hay instalados aparatos que registren la calidad del aire. El año pasado, el medidor que registró de media una mayor cantidad de este gas fue el de Algete (Madrid).
Los principales contaminantes atmosféricos que amenazan la salud son, por orden, las micropartículas, el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono. Este último tiene una característica especial, y es que no es un contaminante directo, sino que se genera por la interacción de otros contaminantes, llamados precursores, con la luz solar. Según explica el consultor ambiental Fernando Follos, la excitación generada por la radiación sobre los óxidos de nitrógeno extrae de ellos una de sus moléculas de oxígeno, y esta es atrapada por el oxígeno (O₂) del aire, lo que termina sintetizando el ozono (O₃). Este gas se encuentra de manera natural en la atmósfera, a más de 20 kilómetros de altura, pero cuando se genera en las ciudades a ras de suelo, se convierte en un peligro para la salud.
Esta interacción química se produce en las grandes urbes, principalmente, porque el dióxido de nitrógeno sale de los tubos de escape de los coches —o de las combustiones de las fábricas—. También se registran grandes cantidades de ozono en la mitad sur de España y en otros países mediterráneos por las muchas horas de radiación solar y porque allí predominan las bajas presiones, de manera que no hay nubes ni viento durante largos periodos del año, las condiciones perfectas para la creación de este gas. En todo caso, el viento es capaz de desplazar el ozono entre regiones e incluso países, de manera que se puede acumular en prácticamente cualquier lugar. Un informe de Ecologistas en Acción concluyó que en 2023, el 96% de los españoles respiró aire contaminado por ozono.
Julio Díaz, investigador del Instituto de Salud Carlos II y experto en salud y cambio climático, ha estudiado este contaminante durante años, y se muestra muy preocupado porque no se le presta la importancia que merece. Hay una conciencia fuerte en verano de evitar el calor y la luz directa, pero este gas tiene sus concentraciones pico entre junio y agosto, y pasa desapercibido. "Durante las olas de calor nos fijamos en las temperaturas, pero también está el polen, las micropartículas de polvo, la radiación solar y el ozono. Es un cóctel dañino para la salud", afirma este doctor en Física. Y advierte de que el cambio climático está aumentando su concentración. "El anticiclón de las Azores, que gobierna nuestra meteorología, se está intensificando y expandiendo, favoreciendo las situaciones de sol y falta de viento. Estamos observando que el patrón de contaminación urbana está cambiando. El riesgo por micropartículas menores a 10 micras y 2,5 micras se está sustituyendo por la exposición al ozono", explica.
Como el ozono es altamente oxidante, a corto plazo genera irritación e inflamación en los pulmones y los ojos, incrementa el estrés y la ansiedad y puede agravar otras enfermedades, mientras que a largo plazo puede producir problemas crónicos en el sistema respiratorio, cardiovascular y endocrino. Un equipo liderado por Julio Díaz estimó que entre a corto plazo, la exposición al ozono provocó entre 2000 y 2009 unas 500 muertes prematuras al año en España. Mientras que la Agencia Europea de Medioambiente estima que en España se producen unos 2.400 fallecimientos al año por ozono.
Ver másEcologistas en Acción denuncia que el 100% de los españoles respiró aire insalubre en 2022
Miguel Ángel Ceballos, de Ecologistas en Acción, lleva una década estudiando las concentraciones de ozono y añade que las administraciones españolas y europeas han ignorado abiertamente su impacto en la salud. Desde 2010 hay un objetivo en la UE de no superar en un medidor 120 microgramos de ozono por metro cúbico de aire durante más de 25 días al año, pero esa cifra se sigue superando 14 años después porque no se trata de un límite legal, sino de un "objetivo" a alcanzar. Sin embargo, tanto para la contaminación por micropartículas como para el NO2, sí hay un máximo legal. De hecho, el Tribunal de Justicia de la UE condenó en 2022 a España por incumplir el límite de dióxido de nitrógeno. "Tiene que ver con que los países del norte de Europa no tienen tanto problema con el ozono y no es una prioridad europea. También con que es un contaminante secundario difícil de combatir. Pero eso no puede servir de excusa para no hacer nada", critica Ceballos.
De hecho, este mismo año se ha aprobado en Bruselas la reforma de la Directiva de Calidad del Aire que entrará en vigor en 2030 y que recortará a la mitad las cantidades máximas de concentración de NO2 y micropartículas permitidas. Pero en cuanto al ozono, solo se reducirán de 25 a 18 los días que se puede superar el valor máximo. Sin embargo, la OMS recomienda limitar el tope de concentración de ozono en 100 microgramos y que solo pueda superarse durante tres días al año. En todo caso, la nueva directiva mantiene el máximo de ozono como un "objetivo" a alcanzar, no como un límite legal y, por lo tanto, su regulación no es obligatoria si supone una merma económica importante. El caso más claro es el de Italia, que tiene altísimas concentraciones de este gas en una zona industrial, y su reducción supondría cerrar o remodelar las fábricas del norte del país.
En España, Ceballos explica que han contabilizado 13 comunidades autónomas que sobrepasan los límites objetivo de ozono. Todas menos Galicia, Cantabria, Canarias y La Rioja. Las tres primeras por abundancia de viento, que lo desplaza, y la cuarta por la falta de medidores de calidad del aire en las zonas adecuadas, lo que traslada una falsa sensación de seguridad. En el resto, la mayoría está elaborando o reelaborando sus planes de respuesta al ozono por un requerimiento judicial o administrativo iniciado por Ecologistas en Acción, una ONG que ha intervenido en todas las comunidades autónomas por falta de respuesta política al problema del ozono. Las únicas comunidades con planes contra la contaminación atmosférica en funcionamiento son Extremadura y Navarra tras las reclamaciones de los activistas, mientras que ya han recurrido el plan recién aprobado en Madrid por no abordar el ozono. El Gobierno central tampoco ha hecho los deberes, añade Miguel Ángel Ceballos, puesto que lleva desde 2015 con un plan anti-ozono en proceso de elaboración. El año pasado, el Ministerio de Transición Ecológica publicó las bases científicas del documento, una primera fase para desarrollar el futuro texto.
Con la llegada del calor intenso, regresa también el más olvidado de los contaminantes de la ciudad, el ozono. Este gas perjudicial para la salud se forma por la interacción de la radiación solar con otras partículas del aire, por eso su concentración se dispara en verano. Al contrario que con otros contaminantes, las administraciones no se toman en serio la lucha contra el ozono, que se cobra cientos de vidas cada año en España, y su presencia se mantiene intacta o incluso aumenta cada verano debido al cambio climático, especialmente en en centro y el sur del país.