La fuerte generación renovable, los altos precios de la energía y un otoño con temperaturas más suaves de lo normal destruyeron buena parte del consumo de gas natural de noviembre. La demanda cayó un 30% frente al mismo mes del año pasado, el mayor desplome interanual del registro, según las cifras publicadas por Enagás.
La caída de la demanda fue en noviembre incluso mayor que en mayo de 2020, en lo peor de la pandemia, cuando la quema de gas natural cayó un 25% en España, lo que refleja la magnitud de la situación y cómo los españoles tratan de ahorrar en la factura ante la llegada del invierno.
Quienes más se han apretado el cinturón fueron las empresas y los hogares, un grupo que redujo su demanda de gas un 32% respecto al año pasado, principalmente porque la industria renunció a quemar toneladas de gas para abaratar los costes de producción. También influyeron las buenas temperaturas: acaba de cerrar uno de los cinco meses de noviembre más cálidos del registro y eso permitió a las familias encender la calefacción menos de lo habitual en estas fechas.
Al mismo tiempo, un intenso viento sopló en toda la península a mediados de mes y disparó la generación de electricidad en los parques eólicos, lo que desplazó la producción de las centrales de ciclo combinado, las que funcionan con gas natural. En este sentido, el consumo de gas en la generación eléctrica cayó un 26% respecto al año pasado.
La industria española clama desde hace un año que las empresas no pueden operar en estas condiciones, ya que el gas es hoy tres veces más caro que hace un año, lo que encarece la producción. "Algunas empresas han tratado de trasladar los costes a los clientes, pero es algo que no podemos seguir haciendo", afirma Verónica Rivière, presidenta de Gasindustrial, una alianza de empresas que consumen grandes cantidades de esta materia prima.
Algunos fabricantes han tenido que reducir su producción y otros incluso dejar de operar hasta que el negocio vuelva a ser rentable. Mientras que unas pocas compañías, especialmente las que procesan refino, han adaptado su tecnología para quemar fuel en lugar de gas.
Pese al complicado escenario, la industria española ha logrado durante meses capear el temporal, aunque los datos más recientes apuntan a que las empresas ya sufren las consecuencias. El Índice de Producción Industrial elaborado por el INE, mostraba un crecimiento de la actividad en septiembre –el último dato disponible– del 3,6% respecto al año anterior, una cifra positiva. Pero el Índice PMI manufacturero, elaborado por la firma S&P y recién publicado, afirma que la industria española lleva cinco meses en contracción.
Aunque la caída de consumo de gas es una pésima noticia para la economía, se puede extraer una lectura positiva. Europa trata desde antes de verano de recortar de donde pueda el consumo de gas natural para estrangular económicamente a Rusia, un gran exportador de esta materia prima, y unos precios tan altos hacen poco atractivo al gas natural.
De hecho, los ministros de Energía de la UE acordaron en julio reducir voluntariamente la quema de gas un 15% entre el 1 de agosto y el 31 de marzo de 2023 respecto a los últimos cinco años, un porcentaje que cae hasta el 6,4% para España debido a su limitada interconexión energética con el continente. Según las cifras recopiladas por la consultora Ignis Energía, España recortó su demanda de gas entre agosto y noviembre un 7% respecto a la media del último lustro, por lo que el Gobierno cumpliría con su compromiso si se mantiene la situación.
Una reducción temporal de la quema de gas también permite reducir las emisiones de efecto invernadero. Durante el mes de noviembre el viento sopló con fuerza y la generación de electricidad con molinos de viento ayudó a mantener apagadas muchas de las centrales de ciclo combinado, otro de los motivos por los que cayó la demanda de gas natural.
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La tecnología eólica registró su mejor mes del histórico y fue la mayor fuente de generación en noviembre, hasta el punto de que logró desbancar a la producción con gas por primera vez en seis meses. En consecuencia, las emisiones de dióxido de carbono del conjunto de las centrales eléctricas españolas fueron de 3,01 millones de toneladas de CO₂ el mes pasado, lejos de los 3,87 millones de octubre, o los 4,56 millones de agosto, cuando las centrales de ciclo combinado funcionaban a pleno rendimiento.
La cuestión ahora es qué ocurrirá en los tres próximos meses, los más fríos del año. Por ahora el viento se ha frenado la última semana, aunque se espera con mucha seguridad que las temperaturas sean más cálidas de la normal en toda España este invierno, especialmente en la costa Mediterránea y Baleares. "No se prevé una ola de frío a corto plazo", señaló este jueves Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Española de Meteorología.
Los modelos también apuntan a un invierno más lluvioso de lo normal en el este del país y el archipiélago, lo que fomentaría la generación hidroeléctrica en la zona, Pero la mayor parte de la península registrará unas precipitaciones normales o incluso inferiores a la media.
La fuerte generación renovable, los altos precios de la energía y un otoño con temperaturas más suaves de lo normal destruyeron buena parte del consumo de gas natural de noviembre. La demanda cayó un 30% frente al mismo mes del año pasado, el mayor desplome interanual del registro, según las cifras publicadas por Enagás.