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La sequía pone en alerta a los bomberos forestales: "La probabilidad de un megaincendio es muy alta"

Bomberos de Asturias trabajan en el incendio de los concejos de Valdes y Tineo, a 30 de marzo de 2023

La ausencia de lluvias y las altas temperaturas de esta primavera han convertido en combustible los árboles y matorrales de miles de hectáreas de bosque en España, una situación que dispara el riesgo de grandes incendios. El año pasado ardió la mayor superficie desde 1994 debido a la falta de lluvias y las olas de calor, y los datos meteorológicos auguran un verano más duro en 2023.  

"Hay una gran cantidad de combustible que sumado a las olas de calor y la sequía terminan desencadenando mega incendios. La probabilidad de que un rayo o un descuido genere uno es muy alta", opina Leonor Calvo, bióloga de la Universidad de León y profesora de Máster Fuego.  

Según la académica, el cambio climático lleva al límite cada año a la masa forestal de la península, por eso los incendios son cada vez más agresivos y tempranos. Cita, por ejemplo, el fuego de la sierra de la Culebra (Zamora), que comenzó a mediados de junio del año pasado, arrasó 34.000 hectáreas y tardaron mes y medio en extinguirlo por su virulencia. 

Este es un ejemplo claro de los llamados incendios de sexta generación, también llamados mega incendios o incendios inextinguibles, que se han multiplicado en la última década. Como la vegetación está seca o muerta, las llamas alcanzan rápidamente las copas de los árboles y generan su propia nube sobre el bosque.  

"Crean sus condiciones propias con vientos en todas direcciones y el aire pierde la humedad por las altas temperaturas. Es imposible apagarlos y hay que dejar que se mueran solos, como vimos el año pasado, y este verano no va a ser mejor", añade. 

La Agencia Española de Meteorología ya ha advertido en varias ocasiones en los últimos dos meses que el riesgo de incendio en España es extremo debido al calor y la falta de humedad, especialmente en la Comunidad Valenciana, Aragón, el interior de Cataluña y Asturias. 

Los fuegos de Castellón y Asturias de marzo, azuzados por un calor anómalo y fuertes rachas de viento, ya dejaron entrever que los bosques acumulan mucho combustible tras tres años seguidos de sequía. Las dos regiones sufrieron sus mayores incendios en un mes de marzo hasta la fecha, según los registros por satélite de emisiones de CO₂ de la Comisión Europea. De hecho, en los tres primeros meses de 2023 ya habían ardido en España la mitad de las hectáreas que se queman cada año de media. 

Manuel Páez, responsable de la lucha contra incendios forestales de la Región de Murcia, coincide en que la situación es crítica este verano, por eso sus equipos de prevención se centraron en trabajar durante el invierno para reducir el riesgo. "La gente habla de mantener limpio el bosque, pero nosotros hablamos de gestionarlo porque es imposible abarcarlo todo", dice.  

Se han ocupado principalmente de construir cortafuegos en el campo y de podar los primeros metros de tierra pegados a las carreteras para evitar que las colillas que tiran los conductores puedan desencadenar una tragedia. Al mismo tiempo se forman para enfrentarse a los incendios de sexta generación, que en su máximo apogeo pueden saltar fácilmente un cortafuegos de 100 metros y hacer inútiles los trabajos de prevención. 

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"A veces están fuera de capacidad de control y nos vemos superados, pero hemos avanzado mucho combatiéndolos con estrategia y anticipación", explica Páez. Su principal arma contra ellos son las unidades de planificación, "auténticas pitonisas", como les describe, que usan mapas y previsiones meteorológicas para predecir el avance de las llamas. Es ahí donde entran en juego las unidades terrestres, que se adelantan un kilómetro al foco y usan contrafuegos para intentar apagarlo. 

Pese a que el panorama es pesimista, las lluvias moderadas que se esperan para las próximas dos semanas en España ayudarán humedecer el suelo y a dar algo de vida a la vegetación, dos condiciones que impiden el desarrollo de fuegos muy agresivos, destaca Guillem Canaleta, técnico de la Fundación Pau Costa, enfocada en la prevención de incendios. Aun así, este biólogo reitera que los incendios continuarán yendo a más en los próximos años, debido al calentamiento global. "La vegetación de la península ya no está en su rango climático y la manera que tiene la naturaleza de renovarla es mediante el fuego", afirma. 

La situación parte de un 2022 especialmente duro en el que ardió casi el 1% de la superficie forestal de España debido a las altas temperaturas –se contaron 42 días de ola de calor– y a la falta de lluvias –fue el séptimo año más seco desde 1961–. Esa combinación dejó el verano pasado 57 grandes incendios de más de 500 hectáreas en todo el país, la mayor cifra de la década empatada con la de 2017, según el conteo del Ministerio de Transición Ecológica. El noreste peninsular fue la zona más afectada, ya que casi la mitad de la tierra quemada durante el año pasado perteneció a Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco y las provincias de León y Zamora. 

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