Bueno, pues por fin llegó el día (aunque fuera de noche), y David Broncano estrenó su programa La revuelta en La 1 de TVE. Cero sorpresas. La resistencia, bajo pago, trasladada a televisión en abierto, y punto.
El espacio en el que se ubica, el habitual de un pequeño teatro con espectadores más audibles que visibles y el foco en el escenario dejan claro que la sombra del Club de la comedia de la extinta CNN + sigue omnipresente en este tipo de programas. Broncano dedicó los primeros minutos a poner en solfa, una vez más, los bulos que adscribían su fichaje a designaciones políticas.
A partir de ahí, un largo batiburrillo para dar protagonismo a los colaboradores habituales que se iban sucediendo unos a otros, hacían su parte y desaparecían sin dejar especial huella y sin que Broncano diera la impresión de conducir con soltura un armazón de programa ensamblado y compacto. Quizás fueran los desajustes propios del estreno, pero se echaba de menos un ritmo sostenido, un guion más trabajado, digno de la emisión en abierto y en un horario privilegiado. Mejor, mucho mejor, fue el desempeño del presentador en la entrevista estelar con el multicampeón surfista ciego Aitor Francesena. Ahí, y ante un interlocutor expansivo y locuaz, supo conducir el diálogo de manera eficaz, sin caer en adjetivaciones superfluas, ni interrupciones que difuminaran el relato bien curioso de las peripecias del protagonista.
A la misma hora, en Antena 3, El hormiguero tenía como invitada a Victoria de Marichalar, sobrina del rey de España, con un Pablo Motos en el año diecinueve del programa anunciando que el pasado jueves habían obtenido no sé cuántos millones de espectadores únicos y que en el próximo estaría Lamine Yamal, el adolescente de oro del fútbol español.
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Con todo, es obvio que el estreno de Broncano había despertado interés después de meses de polémicas y semanas de bulos disparatados y se elevó hasta el 17,1 de audiencia y 2.152.000 espectadores, mientras El hormiguero, en su línea, lograba el 23 % y casi 2.900.000. Unas cifras que son un espejismo puntual en el caso del programa de TVE que, sin duda no mantendrá en las próximas jornadas, ya sin la atracción de la novedad.
No. No se va a producir una batalla por la audiencia. Broncano y Motos juegan en ligas diferentes. Por ejemplo, los drones utilizados por el segundo en su inicio de temporada ( que ocuparon pocos minutos) suponen más gasto que todo el presupuesto diario del primero. Los invitados de relumbrón internacional irán en exclusiva al espacio de Motos, y no solo por presupuesto ya que los agentes internacionales manejan en qué programas les interesa promocionar a sus representados y acuden a los líderes de audiencia en cada territorio. Ítem más: la audiencia mayoritaria a esa hora es de edad media-alta, o directamente alta y está claramente posicionada en Antena 3: viene de Pasapalabra y Vallés y quiere distraerse con espectáculos tradicionales, por lo que no va a abandonar El hormiguero.
Todo esto, y mucho más, lo saben en La revuelta y en TVE. No pretenden ser competencia, sino alternativa a medio y largo plazo. Su caladero principal está en un público joven y adultos entre 30 y 40 años, que pasan de Motos. No aspiran a audiencias importantes en la primera etapa. Su propósito es más ser una lluvia fina que vaya calando y pase de significar un tercio de los seguidores de Motos a ser simplemente doblados en porcentaje. Llegar, por tanto, a las cercanías del diez por ciento a final de otoño sería para el programa de Broncano y La 1 de TVE una plataforma muy buena para los espacios nocturnos.
Bueno, pues por fin llegó el día (aunque fuera de noche), y David Broncano estrenó su programa La revuelta en La 1 de TVE. Cero sorpresas. La resistencia, bajo pago, trasladada a televisión en abierto, y punto.