"Antes éramos 'Aquí no hay quien viva', ahora somos 'La que se avecina": Broncano calca 'La Resistencia' en TVE
¿El cambio? Radical. "Antes éramos Aquí no hay quien viva y ahora somos La que se avecina". Así lo ha explicado Jorge Ponce a los diez minutos de arrancar La Revuelta, el programa con el que David Broncano aterriza en Televisión Española.
No se engaña a nadie. Tras los créditos iniciales, Broncano corre por el pasillo del mismo teatro donde corría en Movistar, se sube al escenario y aporrea un bombo. En el público, un espectador en el asiento de honor (antes, una piscina de bolas; ahora, una tumbona de playa plantada sobre un arenero) y otro en la picota (antes, taburete; ahora un bidé). El espectador habitual entenderá los códigos, el nuevo ya se irá acostumbrando. En un rincón (en el mismo), Ricardo Castella y Grison a la guitarra y a las réplicas. Se suceden aclaraciones jocosas sobre la implicación de Pedro Sánchez en el formato y algunos chascarrillos sobre ser, de repente, un servicio público. Hasta ahora, dos tazas del mismo café.
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El decorado y el acting siguen explotando los generacionales recursos humorísticos de lo cutre: un plató ambientado en algo parecido a una oficina del INEM traída desde 1986, sombreros cutres, plantas de plástico. Si pinchan una imagen, sale con el marco del navegador. Explicando las novedades, salen dos propios disfrazados de animales recién rescatados del tren de la bruja más cercano. Luego presentan un teletransportador, una TARDIS apañada en un baño portátil. Otra cosa hubiera sido impropia de un programa que se promocionó con un documento de Word.
Empiezan a comparecer los colaboradores. Lalachús insiste con una batería de chistes sobre lo sexy que son los furros (gente que se disfraza de animal de peluche) y le lee un poema de amor a la vaquilla del Grand Prix. Le sigue la entrevista. Entra el invitado, Aitor Francesena, cinco veces campeón de surf adaptado y cliché de lo vasco. Txapela, pañuelo al gaznate y dos aúpas cada tres palabras. La Resistencia alternaba estrellas y personalidades de nicho. La participación de Francesena parece apuntar a esa misma tendencia. El surfista describe el accidente en el que perdió la vista. El ojo, dice, se le reventó como a un chipirón (sic). Tras el momento grotesco, relata cómo puede surfear viendo "una pantalla en negro". David Broncano lo mira atento, con admiración, mientras el atleta explica cómo se orienta atendiendo al sitio por dónde le impactan las olas. Prosigue la entrevista y pasan unas imágenes del entrevistado surfeando de noche. Son indudablemente hermosas. Aitor asegura que, estando ya ciego, ha rescatado a tres bañistas en apuros. "Estaban tan ensimismados que ni se dieron cuenta". El entrevistador parece sinceramente interesado en la conversación. Interviene discretamente y evita preguntarle cuál es su epígrafe de la declaración de la renta favorito o alguna cosa por el estilo. Finalmente, llegan las habituales preguntas del programa. Las clásicas. "La gente quiere saber, ahora esta información va directa al ministerio". Dinero en el banco ("soy de la vieja escuela, bajo el colchón") y relaciones sexuales en el último mes ("desde que amanece apetece").
El encuentro termina con una clase de surf en seco. Humor físico, pedagogía confusa. El presentador acompaña al deportista hacia la salida y san se acabó. La emisión prosigue con los números de cupón y publicidad de una serie de época. Creo que esto es todo. Castella, Ponce y Broncano no parecen haber retocado el formato para apelar a un público generalista. A los que les gustaba La Resistencia les entusiasmará La Revuelta. A los demás, está por ver.