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Las pérdidas, la mala gestión y la presión política descabezan a los gigantes de la prensa escrita

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JAIME SOTERAS

El descabezamiento en poco más de dos meses de los tres principales periódicos españoles ha desatado la alarma: la libertad de expresión amenazada, presiones directas del poder político y económico, el principio del fin de los medios de referencia. Sin embargo, puede que sólo sea un síntoma más, el penúltimo y quizá tardío, de una agonía lenta con múltiples causas y un patrón compartido.

El conjunto de la prensa de papel ha compartido la misma vocación suicida durante las últimas dos décadas: entregar gratuitamente a sus lectores en internet los mismos contenidos que después les están ofreciendo de pago en el quiosco cada día. Una política con un efecto devastador para el negocio de la prensa industrial: los lectores han sido educados en la falsa creencia de que la información es gratis, lo que unido a la imparable expansión de los dispositivos móviles ha acabado por hacer del periódico de papel un objeto que la mayoría considera inútil o, como mucho, reservado para los nostálgicos.

Pero no sólo internet está destruyendo el modelo de negocio sobre el que se ha asentado la prensa escrita en las últimas décadas. Desde hace años los mayores grupos de comunicación españoles han seguido trayectorias empresariales parecidas y copiado errores de gestión y perspectiva. Tanto Prisa como Unidad Editorial y Vocento han padecido ciertos delirios de grandeza y pinchado en sus intentos de expansión multimedia y geográfica. Todos ellos sufren una crisis de credibilidad, fruto de la falta de independencia respecto de los gobiernos, los partidos y las empresas. Además, su reacción ante los cambios que imponía internet en su modelo de negocio se ha caracterizado generalmente (con la excepción del lanzamiento de Orbyt de Unidad Editorial) por la parálisis, a la espera de que The New York Times o Jeff Bezos en The Washington Post encuentren la fórmula mágica que convierta las visitas a las webs en ingresos reales. 

Hasta la misma Dama Gris ha llegado el eco de las destituciones en las tres grandes cabeceras españolas. Pero el periódico que dirige Jill Abramson se limita a destacar la caída del 65% en los ingresos de publicidad sufrida por los rotativos en España desde 2007 y a citar los casos de corrupción y las cuentas secretas en Suiza de políticos, empresarios y miembros de la monarquía que han sostenido a duras penas las ventas del papel en los últimos dos años. También da voz a Pedro J. Ramírez –después de que éste se quejara de los cambios que el diario había hecho, sin permiso según él, en un artículo de opinión sobre su despido en El Mundo–, a Javier Moreno y a su sucesor en El País, Antonio Caño.

Además podría haber mencionado que el grupo Prisa, propietario del primer periódico de España, llegó a acumular una deuda de 5.500 millones de euros en 2008acumular una deuda, fruto de una ambiciosa política de expansión internacional –en América Latina, Portugal, Francia– y audiovisual –Localia, CNN+, Cuatro–. Y que ese mismo año sus acciones se desplomaron en Bolsa un 80%.

La cura para recortar la deuda ha sido radical. Prisa ha cedido el 20% de su capital a sus acreedores: Santander, La Caixa y HSBC. Este año se convertirán en sus principales accionistas. A Telefónica le ha vendido otro 6%. Pero es que en 2010, a cambio de una inyección de 650 millones, ya había dado paso a Liberty Acquisitions Company, una sociedad instrumental que agrupa a un buen número de fondos de alto riesgo y firmas de inversión. Y gracias a un pacto de refinanciación alcanzado el pasado diciembre, 17 fondos buitrebuitre han adquirido opciones convertibles en acciones, lo que podría poner en sus manos hasta el 17% del capital de Prisa. Además, 28 bancos acreedores completan el plan con un total de 2.925 millones en dos tramos hasta 2019. A 30 de septiembre de 2013, la deuda del grupo fundado por Jesús Polanco ascendía a 3.241,60 millones de euros.

El precio que Prisa, sus periódicos y su plantilla han pagado y pagarán a cambio de estas operaciones no es pequeño. Los recortes de personal han desangrado todas las divisiones del grupo, desde la Cadena SER, las revistas y las televisiones, hasta su buque insignia, El País. En total, unos 2.000 trabajadores han sido despedidos. En 2010 vendió Cuatro y el 22% de Digital + a Telecinco (Mediaset España), mientras otro 22% es propiedad de Telefónica. Localia cerró en 2008 y CNN+ en diciembre de 2012. La venta del 56% que Prisa tiene en Digital + a Telefónica o a la cadena catarí Al Jazeera está a punto de producirse, según fuentes del grupo.

Caída de prestigio

Desde luego, estos movimientos tampoco han sido neutros en la línea editorial de los medios del grupo. Tal es así que el propio consejero delegado, Juan Luis Cebrián, tuvo que desmentir la “derechización” del periódico ante los responsables de la redacción de El País cuando les comunicó la semana pasada el nombramiento de Antonio Caño como director. Ciertamente, no puede atribuir a motivos políticos la destitución de Moreno, que ha capitaneado la progresiva pérdida de colmillo tanto de las portadas como de los editoriales de El País. No fue sólo que cometiera una negligencia profesional impensable sólo hace unos años publicando en portada una foto falsa de Hugo Chávez en la mesa de un quirófano. La postura del diario sobre las reformas laboral o de las pensiones, o sus alabanzas a la recuperación económica proclamada por el Gobierno, divorcian a El País de hoy de los postulados de centroizquierda que han sido marca de la casa y de sus lectores desde 1976.

O la portada del pasado lunes sobre la avalancha de 30.000 subsaharianos que amenaza las fronteras de Ceuta y Melilla, alineada con la política migratoria del Ejecutivo en plena polémica por la muerte de 15 personas en la playa del Tarajal.

Con el ERE de El País no sólo se fueron 129 periodistas, sino también firmas destacadas cuya marcha ha socavado un poco más el prestigio del medio: Enric González, Maruja Torres, Elvira Lindo, José María Ridao, Santos JuliáMaruja Torres –aunque luego ha regresado–.

Así, no es de extrañar que El País haya terminado 2013 con una caída del 13,8% en sus ventas diarias, según OJD. Sumado a un descenso del 16% en sus ingresos publicitarios, de acuerdo con las cifras de la Asociación Españoles de Editores de Diarios (AEDE), el resultado son unas pérdidas de 3,5 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2013. El grupo Prisa, en todo caso, firmó en ese mismo periodo un resultado de explotación negativo de 172 millones. En 2011 los números rojos habían llegado a los 451 millones de euros.

Aunque El País acaba de situar la página web en el centro de la redacción y convertido el periódico de papel en un producto complementario, la dirección de Prisa no se ha atrevido con el anunciado muro de pago: pesa el recuerdo del error que supuso en 2000 poner precio a los contenidos del periódico de papel colgados en la página web, que permitió a elmundo.es superarle en audiencia. Tampoco ha dado mayor protagonismo a la plataforma de prensa digital Kiosko y Más, que comparte con su competidor Vocento.

¿Por presiones políticas o por los malos resultados?

Si Juan Luis Cebrián negó la existencia de motivos políticos en el relevo de Javier Moreno, fue menos por la línea editorial del periódico que por el precedente inmediato del despido de Pedro J. Ramírez en El Mundo. El riojano no se ha cansado de repetir que sus informaciones sobre el extesorero del PP Luis Bárcenas y sobre la Casa Real han sido la causa de su sustitución. “Nos han convertido en sus adversarios [del Gobierno]”, aseguró ante los redactores en su despedida. Una interpretación que están empeñados en desmentir tanto su sucesor, Casimiro García-Abadillo, como el presidente de Unidad Editorial, Antonio Fernández Galiano, e incluso Pietro Scott Jovane,desmentir consejero delegado de la matriz italiana del grupo, RSC.

Todos ellos aseguran que a Pedro J. Ramírez se lo han cargado los malos resultados del grupo. Jovane utilizó las páginas de su principal competidor, El País, para atribuir al exdirector la pérdida de lectores sufrida por El Mundo: “Casimiro va a ser capaz de romper con el pasado y restablecer la rentabilidad y volver a conectar con ciertos lectores que habíamos perdido. Para nosotros, perder lectores es algo muy relevante que no podemos hacer. Esa es exactamente la razón. […]. Si pierdes ejemplares y no eres rentable, el mensaje está claro: tienes que dar paso a otro y en este caso, ese otro es alguien del equipo”.

¿Por qué ha perdido lectores El Mundo? Según explicaron en su día fuentes de Unidad Editorial a infoLibre ocurrió porque se había identificado con el aznarismo y la línea más dura del PP, error que se pretende corregir a partir de ahora y un cambio que, también, será visto con buenos ojos por el Gobierno de Mariano Rajoy.

Pero, al igual que Prisa, Unidad Editorial cometió otros pecados nada veniales. Introdujo a los italianos de RCS Mediagroup, los editores de Il Corriere della Sera, ya en 1991, a cambio del 45% del capital. En 1998 estableció una “alianza estratégica” con el grupo Recoletos, propietario de Expansión, Marca y Telva, entre otras publicaciones. Fue también en los 90 cuando comenzó a abrir ediciones regionales: País Vasco, Castilla y León, Galicia, Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana, Baleares… Luego les siguieron Canarias, Ibiza, Huelva, Almería, Málaga, Soria, Burgos y León. Muchas de ellas no duraron más que unos años. Algunos de sus socios locales dejaban bastante que desear: en Huelva, Almería y Canarias las plantillas pasaron meses sin cobrar. El leonés José Luis Ulibarri está imputado en el caso Gürtel. En Ibiza se aliaron con el ex ministro del PP Abel Matutes. Otras abrieron –y cerraron– al calor de las correspondientes subvenciones autonómicas. Todas ellas han quedado esquilmadas en los sucesivos recortes de plantilla acometidos por el grupo.

El pinchazo de la televisión

Claro que la ambición de Pedro J. iba mucho más allá del territorio. Su sueño de ser el centro del gran grupo mediático de la derecha pasaba necesariamente por el negocio audiovisual. Sin embargo, Veo TV fue una ruina. Nunca consiguió superar un insignificante 0,7% de audiencia. Su programación se basaba en tertulias y debates con Pedro J., Casimiro García-Abadillo y otros periodistas del papel. Algunos presentadores no duraron más que una semana en antena después de que el ya escaso share bajara a la mitad. El fichaje de Ernesto Sáenz de Buruaga y su productora fue un fiasco de nueve meses y muchos millones. En mayo de 2011 fueron despedidos sus casi 100 trabajadores.

En cualquier caso, el paso hacia el precipicio lo dio Unidad Editorial en julio de 2007 cuando RCS se hizo con el 96% de las acciones y permitió la compra del grupo Recoletos. El pez chico se comía al grande por el desorbitado precio de 1.100 millones de euros. Entonces Pedro J. Ramírez no tuvo empacho en proclamar el nacimiento del “grupo de prensa escrita y electrónica más importante del mundo en lengua castellana”. Claro que la euforia duró poco. En junio de 2009 Unidad Editorial ejecutó su primer ERE. Le han seguido otros dos más, así como un plan de bajas incentivadas y una sucesión de despidos en las ediciones regionales. Casi 700 trabajadores han salido del grupo. En abril están previstos nuevos recortes de plantilla.

Hasta el pasado septiembre su resultado operativo antes de impuestos fue de -22,5 millones de euros. En 2012 sus números rojos ascendieron a 18,6 millones. El año pasado los ingresos por publicidad cayeron 20 millones. Las ventas de El Mundo sufrieron un descenso del 13,8% de media, el mismo porcentaje que las de El País. Expansión perdió un 10,3% de ejemplares –Cinco Días, sólo el 7,1%; Marca, un 15,1%; As se quedó en el 12,9%–.

De forma que cuatro años después de la gran operación italiana, RCS tuvo que consignar en sus cuentas un deterioro del fondo de comercio de 322 millones, ampliado a 400 millones el siguiente ejercicio. Para sacarla del atolladero, la matriz ha capitalizado deuda de su filial española por importe de casi 800 millones de euros. El precio, una vez más, son recortes de plantilla y de sueldos. La prioridad ahora son los números, fue el primer anuncio de García-Abadillo a la redacción nada más asumir su nuevo cargo.

Con titubeos

Y para atraer los esquivos ingresos, hay que mirar a internet, donde Unidad Editorial tampoco ha sido mucho más valiente que Prisa. El muro de pago establecido el pasado noviembre es más bien tímido: permite leer hasta 20 noticias gratis al mes. Según los datos que manejan los responsables de elmundo.es, sólo el 1% de sus lectores de internet ven más de 20 noticias en ese plazo. Aun así, los datos de Comscore revelan que El Mundo ha perdido un 15% de páginas vistas desde su implantación. Y Orbyt tampoco termina de explotar: Pedro J. vaticinó en enero de 2012 que ese año la plataforma de pago tendría los 100.000 suscriptores. Pero no pudo anunciar que los había alcanzado hasta el pasado diciembre. Sin embargo, El Mundo acredita ante OJD sólo 32.157 ejemplares vendidos a través de esta plataforma de pago.

Una vez desaparecido Pedro J. Ramírez, la escena queda liberada para una posible fusión o venta de Unidad Editorial. Aunque sus responsables niegan la existencia de planes inmediatos en esa dirección, lo cierto es que tampoco se esfuerzan mucho en descartarlos para el futuro. Sólo dos días después de la caída de Pedro J., Fernández Galiano acudió a Antena 3 para hablar de fusiones. La cadena es propiedad del grupo Planeta, precisamente una de las novias más probables de Unidad Editorial y dueño de La Razón. “España”, explicó a Susana Griso, “es el país de Europa con la fragmentación más importante en la oferta periodística impresa, y cuando se dan estas circunstancias lo que se impone es su consolidación. Ya se verá si es con unos o con otros, dependerá de muchos factores, pero la consolidación es una consecuencia natural”.

Gestores y familias en Vocento

El otro candidato a la fusión con Unidad Editorial es Vocento. Nacido en 2001 de la unión del grupo Correo y Prensa Española, es el mayor conglomerado de prensa del país, con más de 14 periódicos, entre ellos algunos de los regionales más importantes y el histórico Abc. Vocento también picó en el pastel audiovisual, y salió igualmente escaldado. Punto Radio, creada en 2004, cerró en marzo de 2013, dejando en la calle a 160 trabajadores y tras alquilar todos sus postes a la Cope. La 10 fue una cadena de televisión de vida breve: comenzó a emitir en 2010 y se apagó en septiembre de 2011. Tenía 14 trabajadores.

Otro fiasco fue el gratuito QuéQué, adquirido a Jaime Castellano por un precio inflado de 132 millones de euros. Fue la única cabecera que Recoletos no vendió a Unidad Editorial en 2007. Cinco años más tarde, dejaba de imprimirse y echaba a sus 50 empleados.

En los nueve primeros meses de 2013, Vocento ha perdido 15,3 millones de euros. El año anterior lo terminó con un resultado negativo de 26,8 millones más. Como sus competidores, por tanto, no ha dejado de adelgazar sus plantillas. Ha eliminado unos 350 puestos de trabajo, ejecutando ERE en Las Provincias, Hoy, La Verdad, infoempleo.com y la comercializadora de publicidad. En 2009 el ERE lo sufrió Abc, donde ha continuado hasta hoy un lento goteo de despidos que ha reducido su plantilla a la mitad.

Sus cifras en los quioscos tampoco son mucho mejores que las del resto de los grandes del papel. Las ventas han caído un 15,1% en 2013. Los ingresos en publicidad, un 4,5% –los de sus cabeceras regionales, un 14%–.

Incluso comparte gestores con ellos. Su actual consejero delegado, Luis Enríquez, fue fichado en julio de 2011 como resultado de una curiosa carambola con Unidad Editorial. La primera opción de Vocento –y a punto estuvo de firmar– era sin embargo Antonio Fernández Galiano. Éste se echó atrás en el último minuto, tras un tira y afloja con los italianos de RCS. De forma que fue su número dos, Enríquez, quien dejó el grupo editor de El Mundo. Desde entonces, Abc se ha dedicado a pescar en el banquillo de Unidad Editorial: David Gistau, Melchor Miralles, Isabel San Sebastián, Emilia Landaluze… Y ha hecho ofertas a otras firmas y redactores que no han llegado a prosperar.

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¿Hacia la fusión?

Además, con el puente de Enríquez se han sucedido las conversaciones para una posible fusión con la filial de RCS que no han fructificado. Pedro J. Ramírez era el obstáculo principal, también las batallas entre las familias que componen el consejo de Vocento. Esa sí es una característica propia del grupo que publica Abc y El Correo: las guerras de poder entre los Ybarra, los Luca de Tena, los Urrutia, los Castellano y los Bergareche.

Tras la destitución al frente de La Vanguardia de José Antich el pasado diciembre –supuestamente para atemperar sus inclinaciones soberanistas–, de los grandes sólo queda en su despacho el director del Abc, Bieito Rubido. Aunque tampoco él se ha librado de los rumores que le dan por amortizado. Ángel Expósito, su antecesor, no duró ni dos años. Rubido, con una línea de apego total a la política de Mariano Rajoy y en dura competencia con La Razón de Francisco Marhuenda, ya lleva cuatro.

El descabezamiento en poco más de dos meses de los tres principales periódicos españoles ha desatado la alarma: la libertad de expresión amenazada, presiones directas del poder político y económico, el principio del fin de los medios de referencia. Sin embargo, puede que sólo sea un síntoma más, el penúltimo y quizá tardío, de una agonía lenta con múltiples causas y un patrón compartido.

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