Redes sociales
¿Sirve para algo que Ana Botín oculte sus 'likes' en Instagram?
"De ahora en adelante, voy a deshabilitar la opción de que mis likes sean públicos". Así y con una foto suya y ante sus 42.600 seguidores, Ana Botín anunció que en sus publicaciones en Instagram ya no aparecerán la cantidad de me gustas que acumulame gustas. ¿La razón? "Me preocupa cómo la presión de los likes está afectando a la salud mental de las adolescenteslikes ", explica para detallar que esta decisión llega después de la publicación en The Wall Street Journal de los conocidos como Facebook Papers que relevan, entre otros datos, la toxicidad de la red social: el 32% de las adolescentes aseguró que cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram les hizo sentirse peor. "Contar likes les genera ansiedad por no llegar al estándar de popularidad de la persona a la que admiran", reconoce la presidenta de Banco Santander que también cuenta que abrió su cuenta hace dos años por consejo de su sobrina para "estar más cerca de los jóvenes y entender mejor qué les preocupa".
"Ana Botín se ha dado cuenta de una realidad de la que mucha gente ya se había dado cuenta: que la salud mental de los jóvenes es un tema preocupante y que ahora está muy presente. Sobre todo con respecto a las plataformas, porque los adolescentes pasan mucho tiempo libre aquí", explica Laura Pérez Altable, doctora en comunicación e investigadora de la Universitat Pompeu Fabra. En palabras de la propia presidenta del Santander, "las redes sociales lo amplifican todo: nuestra capacidad de conexión pero, con un uso inadecuado, también la competencia insana".
Para esta experta, el gesto de la presidenta del Santander puede ser "un punto de partida", pero "no va a generar un gran impacto" porque entre sus seguidores no hay mucha gente joven: "Si las influencers lo hicieran y tomaran conciencia, sí que sería importante"influencers . La propia Ana Botín es consciente de que su decisión es sólo un gesto "ante un desafío muy complejo, con muchas aristas". Eso sí, Pérez Altable no le resta valor a este gesto: "Lo que sí es importante es que se haya dado cuenta de este problema, y lo ha hecho hablando con una persona joven lo que me genera la pregunta de si estamos hablando realmente con los jóvenes y si estamos pensando en ellos porque, tras la pandemia, están en un momento crítico".
Aunque el camino para las influencers, tanto nacionales como internacionales, está marcado, ahora mismo es difícil que lo tomen. ¿La razón? "Viven de los likes, y dudo mucho que dieran un paso así porque de estos me gustas depende su modelo de negocio", sostiene esta investigadora. Detrás de cada like de Instagram hay mucho dinerolike: aunque la mayoría de los datos son ocultos, a lo largo de estos últimos años se ha publicado que un influencer con unos 50.000 seguidores en su cuenta puede cobrar unos 1.500 euros por publicación, cifra que puede ir en aumento con cada like que suma la publicación. Según publicó Influencer Marketing Hub este mismo verano, que cuenta con una herramienta que calcula el caché de cada famosa, una de las españolas que más cotiza en esta plataforma es Paula Echevarría. Con 3,5 millones de seguidores, la actriz conseguiría entre 6.000 y 10.000 euros por post. María Pombo (más de 2,2 millones de followers) tendría tarifas de entre 3.450 y 5.750 euros, mientras que Aida Domenech, más conocida como Dulceida (más de 2,9 millones de seguidores), facturaría entre 4.930 y 8.220 euros por foto.
Pero más allá del dinero, la decisión de la presidenta del Santander llega en un momento que no es baladí. Instagram se encuentra actualmente en el punto de mira, sobre todo después de que The Wall Street Journal alertara de un informe interno del imperio tecnológico que señalaba el impacto negativo que las comparaciones podían tener en las usuarias adolescentes. En concreto: cifraba en el 32% el porcentaje de adolescentes que dijo que se sentían mal con sus cuerpos y que la red social lo empeoraba. Tras esta publicación, la aplicación, propiedad de Facebook, negó semanas después estas afirmaciones, aseguró no eran "precisas" y admitió que la mayor parte de las jóvenes con problemas consideraba que les ayudaba en vez de perjudicarles. En concreto, y citando un estudio de Pew Research, cifra en un 81% de los adolescentes reconocen que las plataformas tiene efectos positivos.
Instagram lleva dos años trabajando en el ocultamiento de los likeslikes
A pesar de este desmentido, lo cierto es que Instagram es consciente de su papel en la salud mental de la gente. Sobre todo con respecto a los like que, aunque pueda parecer un tema baladí, funcionan como una forma de reconocimiento. Una búsqueda de reconocimiento que acusa mucho más la gente que atraviesa momentos complicados o que tienen menos contactos presenciales, algo habitual durante la pandemia. Asimismo, esta falta de reconocimiento afecta más a los adolescentes porque tienen una identidad en construcción y más frágil que la de un adulto ya que aún está en búsqueda de un colectivo o un grupo al que pertenecer. Incluso uno de los creadores del botón de me gusta en Facebook, Justin Rosenstein, confesó en una entrevista con The Guardian en 2017 que "es muy común para los humanos desarrollar cosas con la mejor de las intenciones y que tengan consecuencias imprevistas y negativas".
Por eso, hace ahora dos años, Instagram comenzó a experimentar con ocultar los likes de las publicaciones. En 2019, la aplicación admitía que con este cambio buscaban que la gente se centrara en las fotos y en los vídeos que se suben y no "en la cantidad de me gusta que tienen". De esta forma, según la aplicación, con la ocultación de esta métrica, sus usuarios se sentirán más felices. Tras esta prueba, que afectó a usuarios de Australia, Brasil, Canadá, Irlanda, Italia, Japón y Nueva Zelanda, la funcionalidad se hizo real esta primavera, también en Facebook. "Hemos hecho pruebas para ocultar el recuento de los me gusta y ver si ayudaba a aliviar presión a la experiencia. Lo que hemos escuchado tanto de nuestra comunidad como de expertos es que no ver el número de likes era beneficioso para algunos y molesto para otros, por lo que hemos optado por darte la opción de elegir", explicó la compañía en un comunicado. Sin embargo, esta funcionalidad no apaga totalmente los me gustas: cuando el post se ve desde fuera de Instagram, sí que se contabilizan la cantidad de corazones que ha recibido (tal y como se puede más arriba en este artículo con la publicación de Ana Botín).
No obstante, Pérez Altable no ve en esta funcionalidad el fin de los problemas de toxicidad en esta aplicación. "Un joven no se fija en si una foto tiene 200 likes, pero si en los me gusta que reciben las suyas", argumenta esta experta que señala otra solución: "eliminar la notificación de un me gusta podría ser más útil"me gusta ya que "la presión de ver cuántos me gusta se recibe es más fuerte". Asimismo, también apunta la vía Noruega: el gobierno del país nórdico aprobó el pasado mes de julio una ley que prohíbe a las influencers retocar sus fotos con el objetivo de luchar contra la publicidad engañosa y los ideales de belleza irreales. Esta nueva normativa noruega obliga a que tanto las famosas como las marcas que suban imágenes modificadas incluyan una etiqueta para avisar de que la fotografía ha sido retocada o con un filtro o con un programa de edición, sobre todo en el caso de cambios que afecten al cuerpo como alisar la piel o labios más voluminosos. "En Instagram nos encontramos con una versión mejor de nosotros mismos. Pero la realidad no es está", recuerda Pérez Altable.
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Invitar a tomar descansos y "empujones" para que consuman otros contenidos
Desde la propia red social parece que empiezan a ser conscientes de que este apagado de me gusta puede no ser la solución. A principios de octubre, el vicepresidente de asuntos globales de Facebook, Nick Clegg, aseguró en una entrevista en CNN que Instagram está trabajando en nuevas herramientas destinadas a proteger la salud mental de sus usuarios más jóvenes y que pasaría por invitar a los adolescentes a tomar un descanso cuando lleven mucho tiempo conectados. Asimismo, también están trabajando en una herramienta que "puede marcar la diferencia" y que limitaría el consumo de contenido que puede afectar de forma negativa o que "puede no ser bueno para su bienestar": "Cuando nuestros sistemas detecten que están consumiendo el mismo contenido una y otra vez, le daremos un empujón para que vea otro tipo".
Aunque los titulares los acapara últimamente Instagram, la plataforma de fotografías no es la única que genera polémica y toxicidad. Otras como Twitter, TikTok o el propio Facebook la siguen de cerca. No obstante, la gran diferencia es que la red social de fotografías "construye identidad y el impacto es mayor, porque se ve más", explica esta experta. En cambio, apunta, en Facebook "casi ya no hay ni jóvenes" y Twitter "es otra historia porque son más tus opiniones y los me gusta funcionan de otra forma" ya que hay muchos usuarios que emplean estos corazones para archivar tuits para leer después.