Rocío. Contar la verdad para seguir viva es, está siendo, un programa de televisión formidable... envuelto en basura. Con el fondo de la lacra social de la violencia psicológica contra las mujeres, individualizado, ejemplarizado, en la persona de Rocío Carrasco, la emisión es la representación de un docudrama más allá de los reality habituales en Telecinco bajo el título de Sábado Deluxe. Como tal se convierte en una representación televisiva extraordinaria, muy bien realizada, muy bien guionizada, llena de ganchos para captar y mantener la atención del espectador.
Un elemento capital, manejado con maestría, han sido los silencios, tan poco presentes en el resto de los programas de la cadena, y que aquí son utilizados como elemento dramático.Quizás el momento que mejor demuestra su relevancia se produce en el plató tras la emisión del capítulo cero dedicado a la introducción del serial: la cámara se detiene en cada uno de los rostros, en cada una de las expresiones, de los tertulianos, para romperse con la declaración inicial de Belén Esteban: "Yo he contribuido a la consideración de Rocío Carrasco como una mala madre". Una autoinculpación que, más tarde, asumiría el director de escena, Jorge Javier. Dramatismo, dramatismo continuado en cada una de las opiniones, absolutamente alejadas de los habituales guirigáis de Sábado Deluxe, enmarcadas por músicas ad hoc, y perfectamente combinadas con cortes de las declaraciones de la protagonista.
Casi tres horas de emisión con comentaristas habituales como Lydia Lozano, y otros hasta sorprendentes como Euprepio Padula o Ana Pardo de Vera, que sitúan los maltratos psicológicos dentro de la violencia de género contra las mujeres, menos evidente que otros crímenes, pero que socavan la dignidad de las víctimas hasta propiciar suicidios, como el intento protagonizado por Rocío Carrasco. En esa dirección fue especialmente relevante la intervención de la psicóloga invitada.
En cuanto al impacto obtenido, éxito total. Un 32 por ciento de audiencia, decenas de miles de menciones en redes sociales (incluidas las de significadas figuras políticas como Irene Montero, Adriana Lastra, o Iñigo Errejón), y victoria sobre la telenovela que emitía Antena 3. Para hacernos una idea del impacto televisivo en la noche del domingo, conviene comparar con el resto de ofertas: ese 32 por ciento supone más del doble que la telenovela Mi hija (15,1), la gran apuesta de Antena 3, triplica a la película de La 1 y deja entre el 5 y el 4 las ofertas de laSexta y Cuatro. La expectación ante su estreno eleva a los programas precedentes de Telecinco al 19,1 de Socialité y al 16,3 a Viva la vida, y obtiene para esta cadena un 20,8 en el conjunto del día. Además, marca de la casa, espolvorea el éxito por toda su programación, desde el programa de Ana Rosa a las sucesivas entregas diarias de Sálvame, sin descartar la emisión de algún especial a rebufo del estreno.
Rocío Carrasco es la hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco, dos figuras de enorme popularidad durante décadas, rodeada por las cámaras y en exposición pública desde siempre, acrecentada con su boda con el ex guardia civil, Antonio David, y mantenida durante más de diez años, tras la separación, por la permanente presencia del marido en programas del corazón, en los que fundamenta las denuncias contra la esposa y asienta la sentencia de "mala madre" sobre ella. Nada decía públicamente del presunto maltrato, ahora revelado y que, sin duda, multiplicará sus comparecencias televisivas. Su actual mujer, Olga Moreno, vuela ahora al Caribe para participar en la próxima edición de Supervivientes. La hija del antiguo matrimonio, Rocío Flores, en medio de todo, es reclamada de continuo por los medios tras su paso por la anterior edición del reality de supervivencia. Unos y otros reciben cuantiosas emolumentos por alimentar el morbo que rodea a todos ellos.
Y Telecinco, en su línea. Una cadena nacida con las Mama Chicho como emblema, apoyada en las múltiples ediciones de Gran Hermano, Supervivientes, La Isla de las Tentaciones y un larguísimo etcétera con el denominador común de explotar cada uno de los formatos a lo largo de la programación, con debates, vueltas atrás y conversaciones inacabables. En definitiva, entretenimiento de coste moderado y grandes réditos publicitarios. Morbo a costa de desvelar intimidades y explotar escándalos reales, presuntos, o más que dudosos, a los que se prestan con fervor famosos en decadencia, parientes o amigos del personaje en cuestión, o "revelaciones" de un programa, que aprovechan para ser protagonistas en otros.
Ver másEchenique se reafirma y asegura que PP y Vox "buscan el voto machista": "No es mentir, es una obviedad"
Una dinámica bien aprendida que este domingo lanzó en redes sociales el hastag #RocíoVerdad1 "¿De parte de quién estáis de momento? Os leemos. RT Rocío Carrasco. MG Antonio David". Interrumpe el debate Jorge Javier para anunciar, una y otra vez, que sortea 12.000 euros entre los que llamen o manden SMS al programa. Anuncia diez nuevas entregas para explotar el culebrón, en la senda de los ya emitidos alrededor de la figura de Isabel Pantoja, en lo que parece una apuesta por seguir el camino del nuevo subgénero, dramas fuertes con epicentro en personajes populares.
En definitiva, Rocío. Contar la verdad para seguir viva es la dramatización de un problema muy presente en la sociedad, envuelto en televisión basura, omnipresente en Telecinco desde su fundación. Una cadena que minimiza los informativos y basa su cuenta de resultados en la exposición de la intimidad de vidas ajenas.
Rocío. Contar la verdad para seguir viva es, está siendo, un programa de televisión formidable... envuelto en basura. Con el fondo de la lacra social de la violencia psicológica contra las mujeres, individualizado, ejemplarizado, en la persona de Rocío Carrasco, la emisión es la representación de un docudrama más allá de los reality habituales en Telecinco bajo el título de Sábado Deluxe. Como tal se convierte en una representación televisiva extraordinaria, muy bien realizada, muy bien guionizada, llena de ganchos para captar y mantener la atención del espectador.