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WhatsApp

WhatsApp cumple 10 años: ¿por qué nos fiamos más de la 'app' de mensajería que de Facebook?

Aplicación de WhatsApp en un dispositivo móvil.

WhatsApp ha cumplido este domingo 24 de febrero diez años. Sí, sólo una década. Aunque parezca mentira, antes de 2009 no existía esta aplicación de mensajería fundamental en el día a día actual de prácticamente cualquier persona: el ser humano se tenía que conformar con simples llamadas telefónicas y las míticas perdidas además de los aburridos sms sin emojis o gifs. Lejos queda aquella idea inicial de Jan Koum y Brian Acton, que se conocieron trabajando juntos en Yahoo!, de una agenda "inteligente" que permitía saber qué estaba haciendo cada persona en tiempo real: si estaba disponible para hablar o no. La fecha elegida para su lanzamiento no fue baladí. Coincidiendo con el propio cumpleaños de Koum –que este 2019 sopla 43 velas–, pusieron en marcha el proyecto. Aunque los primeros meses no fueron un camino de rosas, con su implementación un año después también a dispositivos Android –inicialmente sólo estaba disponible para iOS y Blackberry–, las inversiones y, sobre todo, los usuarios comenzaron a llegar. Dos años después, ya estaba entre las 20 apps más importantes. Y eso que, en aquel momento, era de pago –un dólar anual en los dispositivos con sistema operativo Google y el mismo precio para los Apple que se abonaba en el momento de su descarga–.

En su cuarto año de vida, WhatsApp superó la barrera de los 400 millones de usuarios, un objetivo al que los otros grandes gigantes del mercado tecnológico no imaginaban llegar con la misma edad: Facebook contaba con unos 145 millones, mientras que Google tenía unos 123 millones y Twitter sólo 54 millones, según una comparativa publicada por Forbes en 2014. No es de extrañar que con esas cifras, la app del teléfono verde comenzará a llamar la atención de Mark Zuckerberg. Y es que este mes de febrero no es el único aniversario que celebra la app: el pasado día 19 se cumplió un lustro de la compra por parte de Facebook. El CEO del imperio tecnológico californiano desembolsó en 2016 la friolera de 16.000 millones de dólares: 4.000 fueron abonados en efectivo y los 12.000 restantes en acciones de la red social. Al final, sumándole otros 3.000 millones en reservas de acciones para fundadores y empleados, la operación se cerró en cerca de 20.000 millones.

Y así, formando parte del universo Facebook –que el pasado día 4 de febrero sopló 15 velas–, WhatsApp llega a sus diez años de vida con más de mil millones de usuarios de más de 180 países permitiendo, además de enviar mensajes, realizar llamadas y crear estados –como los famosos stories de Instagram, también propiedad de la tecnológica–. Según datos del Reuters Institute, un 44% de la población –en un estudio de 36 países– usa esta aplicación. Es, además, por delante de la red social emblema de la empresa californiana, la app más popular del mundo, según el informe anual State of Mobile de App Annie. Popular y que cada día, de media, una persona consulta 26,4 veces al día.

"WhatsApp se ha convertido en el principal medio de comunicación interpersonal. En este sentido, ha reemplazado al teléfono fijo, a las llamadas de voz y los mensajes de texto del proveedor de telefonía, y hasta al email y Facebook", asegura la investigadora Andrea Rosales de la Universitat Oberta de Catalunya que apunta que el 99% de los usuarios de Internet la usan y ocupa el 25% de las actividades del smartphonesmartphone: "es la principal motivación para usar el móvil". Esta experta explica que la app es una nueva forma de comunicación, convertida en sí misma en una "forma de entretenimiento", "ubicua y asincrónica": "ubicua porque permite estar en contacto permanente, y asincrónica porque se adapta a las ocupaciones particulares de  cada uno de los involucrados".

Facebook es "más abierta" y WhatsApp es "más privada"

Y lo hace sin arrastrar los fantasmas de un año 2018 marcado por los escándalos de privacidad y la expansión de fake news de su hermana mayor. Según el estudio Beyond WhatsApp: Older people and smartphones de Andrea Rosales junto a Mireia Fernández-Ardèvol, también de la UOC, la gente mayor percibe la aplicación como un canal de comunicación más seguro que Facebook. ¿La razón? "Básicamente perciben que lo que publican en la red social es público, mientras que lo que se comparte en WhatsApp está dirigido a unos usuarios específicos", especifica Rosales. Este sentimiento se puede extrapolar al resto de la población: "esta diferencia entre ambas la perciben todas las generaciones". Eso sí, la también esta investigadora del Internet Interdisciplinary Institute apunta que esta percepción es "más común" entre la gente de más edad puesto que ellos "restringen el uso de Facebook por esta razón".

Susana Pérez Soler, periodista y doctora de Comunicación Digital por la Universitat Ramon Llull, expica que mientras que en WhatsApp se mantienen "las conversaciones más sinceras", en el resto de redes sociales, como pueden ser el propio Facebook o Instagramm "hay más postureo". Es más, por tanto, un canal de sociabilización que una red social en un entorno que "se percibe como privado", puntualiza Rosales.

Sorprende esta percepción de seguridad cuando todos los expertos señalan con el dedo a la app como el verdadero foco de contagio de las noticias falsas. "Es significativo el uso de WhatsApp para consumir noticias que se sitúa en el 16% de la población y que está creciendo. Especialmente entre los jóvenes menores de 35 años. En paralelo, vemos una caída del consumo de noticias y el uso de Facebook en la mayoría de estos países. Así que parece que el público que consume noticias está transitando de una plataforma más abierta (Facebook), a un espacio más privado (WhatsApp)", explica Silvia Majo-Vázquez, investigadora de la Universidad de Oxford y del Reuters Institute for the Study of Journalism. Matiz que también argumenta Pérez Soler: "a diferencia de Facebook, donde otros usuarios pueden desmentir la información y frenar la mentira, Whatsapp es un canal de mensajería instantánea cerrado".

La Universidad de Oxford y la agencia de noticias Reuters publicaron el pasado mes de junio un informe en el que se apuntaba a la app de mensajería como nuevo canal para la proliferación de las fake newsfake news y la culpaban directamente de la circulación de información falsa en India, Brasil, Kenia y Reino Unido. En España, los bulos a través de WhatsApp también son habituales y, prácticamente sobre cualquier tema: desde teorías conspiranoicas sobre el caso Julen hasta los ya míticos plátanos con sida. Incluso la Policía y la Guardia Civil alertan de su difusión a través de sus redes sociales.

 

¿Cómo es posible que WhatsApp sea el principal foco de la desinformación? Andrea Rosales señala a que mientras la aplicación de mensajería permite "principalmente la comunicación entre personas conocidas", en Facebook los perfiles y las páginas son "más difíciles de confiar" ya que "no están asociados a una persona que uno conozca y que ya le dan una credibilidad". Silvia Majo-Vázquez apunta también que sus usuarios se sienten "más libres" para expresar su opinión porque se enmarca en un "reducido círculo de confianza": "da a los ciudadanos una sensación mayor de privacidad que Facebook e incluso que Facebook Messenger".

Rosales también asegura que la mayoría de la gente "reconoce una noticia falsa", eso sí, "cuando ya le ha pasado que ha creído en algo para después darse cuenta de que era mentira". Por eso, la investigadora de la UOC incide en que la credibilidad en WhatsApp, "como mucho", el usuario se la da "a la persona que le envía la noticia, según los hábitos de envío que se han observado previamente".

"La información falsa que circula en Facebook suele ser detectada y contrastada rápidamente por los usuarios de la plataforma", afirma Susana Pérez Soler. La cosa cambia en WhatsApp ya que aquí "no hay la posibilidad de contrastar la información, o al menos, no se puede de manera inmediata", argumenta la doctora por la Universitat Ramon Llull. Por esta razón, explica, los expertos tienen el ojo puesto en la desinformación que circula en plataformas de mensajería instantánea o grupos cerrados como los de Facebook porque han detectado que otorgamos más fiabilidad a esas informaciones, que provienen, como decíamos antes, de amigos y familiares"

Las medidas para atajar las 'fake news'

Ante estas acusaciones, en Facebook no se han quedado quietos para proteger a una de sus joyas de la corona. Por esto, durante el otoño anunciaron que implementarían que los usuarios de WhatsApp no podrían reenviar mensajes a más de cinco personas o grupos. El objetivo con esta medida es combatir la propagación de información con, según explican en su blog, "la finalidad de que siga siendo una aplicación para comunicarte con personas cercanas". En enero, llegó la confirmación de esta política por parte de la vicepresidenta de política y comunicaciones de la compañía, Victoria Grand, aunque esta prohibición ya se había puesto en marcha con anterioridad en India, según contó The Guardian, después de una treintena de linchamientos en todo el país que se atribuyeron a mensajes incendiarios difundidos a través de este canal. Susana Pérez Soler recuerda que este límite antes era de 20 usuarios: "Disminuir ese número busca desincentivar la capacidad de viralización del mensaje. Sin embargo, eso no solucionará el problema, porque seguirá circulando información falsa". 

Esta medida se une ahora a la etiqueta que aparece cuando alguien reenvía un mensaje a otro usuario o a otro grupo: se puede ver que tiene un origen que puede que no sea original de la persona que te lo envía. "Esta información adicional te ayudará a tener más control sobre tus chats individuales y de grupo, ya que podrás identificar si tus amigos o familiares escriben los mensajes que te envían o si los reenvían de alguien más", explican desde la app.

¿Son sufientes estos movimientos? Para la doctora por la Universitat Ramon Llull, estas medidas son "de recibo". Aunque, en opinión de Pérez Soler, erradicar la desinformación es "muy díficil" ya que "forman parte de la condición humana y siempre han convivido con nosotros", la solución de Whatsapp debería pasar además por "la educación y la sensibilización mediática". Ideas que comparte Silvia Majo-Vázquez que apunta que es necesario incrementar "los programas de media literacy de los ciudadanos media literacy, a través de la formación reglada, escuelas e institutos pero también de otras iniciativas que acerquen las herramientas adecuadas a la población para detectar cuándo una información puede ser falsa o puede estar mal contextualizada o contener elementos de falsedad". Además, la investigadora de la Universidad de Oxford y del Reuters Institute for the Study of Journalism también apunta a esta labor periodística en iniciativas como Cross-check en Francia, Verificado en México, Comprova en Brasil –en marcha durante las últimas elecciones– o Maldito Bulo en España. "Estas iniciativas hablan del compromiso de la prensa con la información de calidad", asegura.

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Las dos medidas de Whatsapp para evitar la desinformación no serán las únicas novedades en este 2019. Innovaciones que Facebook orientaría para rentabilizar una herramienta con más de mil millones de usuarios. Por un lado, una propuesta que, hasta el momento, sólo ha confirmado el vicepresidente de la aplicación, Chris Daniels: intercalar publicidad en sus estados de 24 horas. Sería su principal fuente de ingresos después de que en 2014 decidieron dejar de cobrar un dólar.

La segunda gran novedad parece que no llegará este año, aunque su implementación parece que está cerca. Se trata de la idea de Zuckerberg de integrar en uno solo los servicios de mensajería de Facebook, Instagram y WhatsApp. El resultado sería la red de mensajería más grande del mundo, con más de 4.000 millones de cuentas de usuarios, según Recode. Eso sí, para ver esta unión habrá que esperar como pronto hasta 2020. Algo que ha confirmó el propio líder del imperio tecnológico a Mashable: "Lo que me emociona es mover el cifrado de forma predeterminada a todos nuestros productos. A las personas les gusta esto en WhatsApp. Creo que es la dirección que deberíamos tomar. Trabajamos de forma consciente en lo que estamos haciendo". El también fundador apuntaba en sus palabras algo que ya destacaban los expertos tras conocerse el plan: el cifrado "end to end" o "extremo a extremo" —que impide el acceso no autorizado a las conversaciones privadas de los usuarios— con el que ya cuenta la app del teléfono verdey que se puede activar en el Messenger de Facebook. Algo que puede plantear a la empresa problemas de privacidad y de seguridad, sobre todo en Instagram, dónde la gente se suscribe sin necesidad de aportar un número de teléfono y, a veces, con seudónimo.

Ambos movimientos de Facebook vienen a demostrar una idea que ronda desde hace años por Menlo Park: reforzar el control sobre WhatsApp y también sobre Instagram. En 2018, cuatro directivos, dos de cada plataforma, presentaron su dimisión. En el caso de WhatsApp, fueron el propio fundador Jan Koum por, según él, el uso que la red social hace de los datos de usuarios y por debilitar el cifrado de la app de mensajería para acceder a esta información sin dificultad. El anuncio de su marcha se produjo sólo un mes después del escándalo de Cambridge Analytica. En noviembre, su director de negocio, Neeraj Arora, tomaba el mismo camino. En su caso, alegó motivos personales. Este movimiento de la tecnológica contrasta con la promesa de Zuckerberg tras su compra: aseguró que mantendría la autonomía de acuerdo con sus idiosincrasias propias en su futuro. Habrá que esperar para comprobarlo. 

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