Teatro
La Medea visceral es una Medea feminista
Vestida de rojo, como la carne, como la sangre, como la pasión que la mueve, Ana Belén interpreta bajo las columnas del Teatro Romano de Mérida a una Medea visceral y antipatriarcal. Sí, Medea es feminista, porque desafió a su padre, a su marido, al rey Creonte y a la propia concepción de la maternidad matando a sus hijos. Bajo la dirección de José Carlos Plaza y con dramaturgia de Vicente Molina Foix (a partir de textos de Eurípides, Séneca y Apolonio de Rodas), Medea es la primera de las nueve obras programadas para la 61ª edición del festival (del 1 de julio al 27 de agosto), y estará en el escenario hasta este domingo. La otra Medea, la dirigida por Andrés Lima, se podrá ver el 15 de julio, y será Aitana Sánchez-Gijón la que dé vida a este personaje que provoca, casi a partes iguales, rechazo y empatía.
Sin ánimo de juzgar el macabro crimen, en la primera interpretación de Medea se intenta explicar “cómo una mujer puede llegar como venganza, en una sociedad patriarcal en la que no tiene sitio, a matar lo nacido de ella”, explica la actriz Consuelo Trujillo, que interpreta el papel de Nodriza, uno en los que Molina Foix se ha tomado más libertades creativas y de los más ovacionados por el público tras la representación. “He sentido el calor del pueblo y reconocimiento a mi trabajo y eso es lo que uno se lleva dentro después de darlo todo”, señaló tras el estreno, a la vez que reconocía el poder de inspiración del teatro de Mérida (que justo este verano cumple 2.000 años de su apertura en el año 15 d.C.). Afortunadamente, y pese a la ola de calor, la noche de la capital extremeña, iluminada con una impresionante luna llena, aflojó la temperatura a la hora de la representación el pasado miércoles, dando un respiro a los espectadores sentados en las gradas de piedra que veían peligrar la integridad de sus posaderas durante las dos horas que duró la representación.
Subvertir el orden para servir la fría venganza
Medea es un personaje complejo: hechicera y vestal de la diosa Hécate, hija de reyes, abandona su patria por amor a Jasón. Un amor muy primario que con el paso de los años se va desgastando hasta que Jasón (Adolfo Fernández) la ignora, la maltrata y se casa con la hija de otro rey para mantener su status. “Por ese amor desesperado y muy primitivo Medea llega a ser un personaje cruel”, dice Ana Belén. “Hay que entenderla” por el lado animal que muestran ambos respecto a sus pasiones, lo que no significa que haya que compartir su arrebato de locura al matar lo más sagrado de la maternidad.
José Carlos Plaza propone que el espectador vea Medea sin plantearse ningún dilema moral, salvo el de reflexionar hasta qué punto puede llegar un ser un humano cuando se le pone en una situación límite. “Medea es una leyenda y hay muchos mitos parecidos que se nos olvidan por la religión católica. Cristo, por ejemplo, es el hijo de un Dios que baja a la tierra para que le maten. Jehová manda a las plagas de Egipto que maten a los primogénitos. El hecho de matar a tus descendientes para poder hacer una limpieza total es un mito que está en toda la cultura occidental”, apunta. Medea decide asesinar a sus hijos como venganza al desprecio de Jasón, que no sólo la abandona por la hija del rey de Corinto, sino que repudia sus dotes de hechicera y que desmerece el sacrificio que Medea hizo al abandonar a su familia y a sus principios para huir con él.
Lo que no sabe Jasón es que la necesita, igual que necesitó de sus habilidades mágicas para conseguir el vellocino de oro. “Jasón tiene sus razones para hacer lo que hace. No es un tema de que un señor mayor se vaya con una jovencita, sino que en un momento determinado ha perdido todo lo que tiene y ve la oportunidad de encontrar de nuevo un sitio en la sociedad”, señala Plaza. Jasón, en la piel de Fernández tiene una actitud basta, incluso macarra, (“parece que hablase como si estuviera borracho”, se oyó decir a un perspicaz crítico entre las gradas). Y sólo abandona esa pose cuando acecha la tragedia y regresa a Medea suplicante.
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Trilogía de mujeres trágicas
Con esta ya sería la sería la tercera vez que Ana Belén protagoniza una obra dirigida por Plaza en el teatro de Mérida. En esta ocasión, a pesar de que algunas voces comentaban que su actuación había sido bastante “fría”, el público se levantó de sus asientos para aplaudir a todo el elenco de actores, con especial ovación para la propia Ana Belén. Anteriormente, la actriz también se metió en la piel de otras mujeres con destinos trágicos como Fedra (2007) y Electra (2012). Concha Velasco, que acudió como espectadora al estreno de la obra (la primera vez que lo hace como tal y no como intérprete), dijo sentir “admiración” por el trabajo de su amiga Ana Belén. Y recordó, al hablar del poder de Medea como mujer, a Hécuba, papel que interpretó en 2013 también bajo las órdenes de Plaza. Entre los invitados al espectáculo también estaban los dos presidentes de la región: el saliente, José Antonio Monago (PP); y el entrante, Guillermo Fernández Vara (PSOE), que tomará posesión del cargo este sábado.
Medea es uno de las obras que más veces se ha puesto en escena en el festival, desde Margarita Xirgú a Nuria Espert (quien más veces ha interpretado el papel) y Blanca Portillo (que trasladó el mito a la época actual). Lo que corrobora la capacidad de atracción de este mito clásico, donde también se cuenta la historia del vellocino de oro y la travesía de Jasón y los Argonautas. En la obra de Plaza, se hace a través de la narración de Medea a sus hijos, que recrea el ambiente con un mapping (proyecciones audiovisuales) imitando el mar surcado por la nave Argo. Porque la obra que ha escrito Molina Foix mezcla dos mundos: el heroico, propio de las aventuras de los personajes mitológicos, y la “crudeza intemporal de una crisis de pareja hecha de intereses, miedos y amor violentamente defraudado”, explica el escritor, el mundo visceral y primario de Jasón y Medea.