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Marisa Soleto: “Se deben empezar a aplicar los protocolos y la prevención de los abusos contra mujeres”
Marisa Soleto (Cáceres, 1966) es una jurista licenciada en Derecho y diplomada en Derecho de familia y sucesiones. Feminista desde su juventud, se ha desempeñado tanto en el sector público como en el privado. Ha trabajado en la Junta de Extremadura y en el Instituto de la Mujer. Vicepresidenta ejecutiva de la Fundación Mujeres, su análisis y ámbito de trabajo abarca numerosas problemáticas que atañen a la mujer y se amplía a los hijos e hijas víctimas de violencia de género. Además del poder legislativo en favor de la igualdad, destaca iniciativas ciudadanas como la labor de las futbolistas de la selección española tras el caso Rubiales. Analiza aquí problemas diversos a raíz de las denuncias a Íñigo Errejón por violencia sexual.
Violencia contra las mujeres
“Hoy, todavía la violencia contra las mujeres es una realidad cotidiana para muchas de ellas en el mundo. Los datos de Naciones Unidas señalan que una de cada tres mujeres va a sufrir o ha sufrido violencia, bien sea de pareja, sexual, hostigamiento o acoso en el lugar de trabajo o en la vida cotidiana. En España, también es un fenómeno global y bastante mayoritario: dos millones de mujeres si hacemos caso a los datos de la macroencuesta que se celebra en España. Por lo tanto, se trata de un fenómeno que está mucho más cerca de nosotras y nosotros de lo que podríamos pensar. Reaccionamos cuando conocemos un caso como si fuera una cosa extraordinaria o poco frecuente, pero probablemente tenemos a decenas de miles de mujeres que están en la misma situación en ese mismo momento”.
Sumar ante el ‘caso Errejón’
“La violencia contra las mujeres sigue siendo algo que avergüenza a quien la padece, sobre todo si hablamos de violencia sexual. Todavía la impunidad de los agresores sigue siendo un hecho habitual. Gracias a las políticas de igualdad y a la legislación que se ha hecho en la materia, contamos cada vez con más protocolos y fórmulas que permiten reaccionar. Creo que Sumar lo ha hecho de manera rápida. Estamos empezando a ver, fundamentalmente en los partidos de izquierda, que se reacciona con mayor velocidad. Quizá lo que tengamos que pedir a empresas, partidos políticos o a cualquier otra institución es que no solamente haya una respuesta rápida, sino que empiecen a aplicar esos protocolos y a hacer un trabajo interno que vaya dirigido a la prevención”.
No todos los partidos son iguales
“Hay partidos políticos en el Congreso de los Diputados a los que no les parece un problema que una persona haya sido condenada por un crimen de violencia contra las mujeres para tener un escaño y ser representante político. Sin embargo, estamos viendo cómo existen otros que tienen una reacción mucho más diligente. Pero quizá lo más importante, sobre todo en el ámbito político, es entender que la calidad de la representación política tiene que llevar aparejado un comportamiento ejemplar en términos generales, pero particularmente también en relación con los derechos de las mujeres”.
La carta de Íñigo Errejón
“En relación con lo que hemos conocido directamente por parte de Errejón, después de muchos años trabajando y conociendo casos muy concretos de acoso y violencia contra las mujeres, es una reacción muy, muy habitual. Los agresores siempre intentan buscar una justificación externa a su propio comportamiento. Quizá lo que más me ha sorprendido en este caso es que en esa manifestación de Errejón no haya habido una petición explícita de perdón a las víctimas y de reconocimiento del daño que ha podido originar. Y ya no solamente a las mujeres con las que haya podido tener comportamientos abusivos, sino incluso respecto de sus propias compañeras del partido, que en este momento están haciendo lo que pueden”.
Vías de denuncia
“Cuando los casos cobran notoriedad, se produce un aluvión de críticas hacia el comportamiento de la víctima y un cuestionamiento sobre su veracidad. Por eso muchas mujeres buscan espacios seguros, al menos para poder contar lo que les ha pasado. Recurren al anonimato, a contar sus historias en canales no oficiales o incluso, como en este caso, en redes sociales. No toda la violencia contra las mujeres, no todo lo que les pasa a las mujeres en relaciones discriminatorias será delito, pero es necesario poder contarlo. La forma más efectiva de denunciar depende del objetivo que tenga la víctima en ese momento y todavía quedan muchísimas mujeres que deciden no denunciar porque realmente el proceso todavía no les ofrece ni la suficiente confianza y la sociedad reacciona de una manera muy poco solidaria”.
Mujeres unidas en las redes sociales
“La denuncia de las mujeres siempre se ha producido, sobre todo en las últimas décadas, en torno a movimientos arropados por el feminismo, ahora contando con las redes sociales. El #MeToo es una denuncia de mujeres del cine o la cultura en Estados Unidos que estaban sufriendo un pacto de silencio en torno a unos abusos demasiado habituales. Alexia Putellas, con el caso Rubiales, comenzó el #Seacabó. Donde a lo mejor no llega el reproche legal, pero puede caber el reproche social. Podemos pensar en cómo se reivindicó a finales del siglo XIX, principios del siglo XX, el derecho al voto y otros muchos. Han surgido siempre de la denuncia y la experiencia de mujeres que reaccionan frente a la discriminación. Por lo tanto, el #MeToo me parece maravilloso. Es activismo, es la esencia del movimiento feminista, que es donde yo milito”.
Protección para las víctimas
“En España se ha hecho la Ley Integral contra la Violencia de Género y se ha profundizado con la que conocemos como ley del solo sí es sí. Leyes con el objetivo de que las necesidades de las víctimas estuvieran cubiertas de manera global, trabajando tanto la prevención como la persecución del delito, la lucha contra la impunidad, la protección a las víctimas y la reparación del daño. En algunas ocasiones siguen sin representar una solución razonable para las mujeres. Seguimos teniendo problemas, por ejemplo, con la protección a los hijos de las víctimas. La puesta en marcha de la legislación requiere también una parte de reacción social; no cuestionar a las víctimas, aplicar medidas de protección, erradicar estereotipos como que un maltratador pueda ser un buen padre o que las mujeres denuncien porque sí”.
Riesgos de la conversación pública sobre abusos
“Todavía tenemos una visión muy estereotipada de quién puede ser víctima de un delito de violencia sexual y quién puede ser agresor. Cuando los medios de comunicación entran en un caso de notoriedad, surgen muchas voces que critican que la víctima no parece víctima o que el agresor no parece agresor. Se produce un refuerzo de los estereotipos que tenemos sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Cosas como: “No parece una víctima”, “¿Por qué no se fue?”o “¿Por qué ha tardado tanto en decirlo?”. Comentarios de barra de bar juzgando la actuación de una mujer mientras estaba siendo agredida, lo que no se produce en otros ámbitos. Solamente vamos a acabar si existe una conciencia social clara de que se trata de comportamientos que no se pueden producir, que no son aceptables”.
Las redes sociales contra las víctimas
“Muchas las mujeres reciben ataques y acoso a través de redes sociales. Y las mujeres que se declaran feministas son particularmente acosadas y atacadas a través de las redes. Por otra parte, las redes han servido para que movimientos como el #MeToo, el #SeAcabó, cobren una relevancia social que probablemente no tendrían de no haber contado con ese altavoz.
En las redes sociales pasan muchas cosas que no deberían pasar. Tenemos que regular lo que son los ataques gratuitos de las redes sociales. Creo que es un problema grave. En otros muchos países del mundo termina con la vida de activistas feministas o de derechos medioambientales o de minorías. El acoso en redes hay que eliminarlo”.
Del feminismo a toda la sociedad
“Lo que ha conseguido el movimiento feminista, en mi experiencia de décadas, es que las mujeres puedan denunciar mucho más de lo que lo hacía la generación de nuestras madres y abuelas. Probablemente no podemos llegar a la intimidad de todas las mujeres que están sufriendo violencia de alguna manera en este momento, pero sí hacer el suficiente ruido como para que toda la sociedad sepa que lo que hay que hacer con esas mujeres es arroparlas y ayudarlas. Eso es lo fantástico de muchas de las campañas que han nacido en el movimiento feminista, que han explicado claramente qué significa ese grito de: “Hermana, yo sí te creo”. Porque en realidad es ese abrazo de arropar. No vale solamente con que lo hagamos las feministas. Tiene que ser vivido como problema y como una injusticia por toda la sociedad”.
El papel de los hombres
“Desde el movimiento feminista se dice que la igualdad no va a ser posible sin una participación activa de los hombres. Estoy completamente de acuerdo. El problema es que el cambio que hemos hecho las mujeres ha ido muchísimo más rápido que el de muchos hombres. Creo que los ambientes masculinos siguen siendo muy tolerantes con la expresión de bromas y comportamientos sexuales abusivos que siguen siendo celebrados en lugar de ser afeados. Sigue habiendo un sojuzgamiento de las mujeres en relación con su comportamiento sexual, que probablemente es una de las mayores limitaciones que existe en este momento de la libertad sexual de las mujeres. Cuando hablamos de educación afectivo sexual hablamos de esto y es una cuestión que tiene que implicar tanto a hombres como a mujeres”.
La importancia del consentimiento
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“El debate social que hemos tenido sobre el consentimiento al abrigo de la ley del sí es sí ha dado como fruto también debates enormemente frívolos. Aquello de que va a haber que ir al notario para garantizar el consentimiento, cuando es mucho más fácil de explicar. Es simplemente una cuestión de pacto y negociación en las relaciones sexuales. Yo creo que hay que decirles a los chicos de este país, y parece ser que a los no tan chicos también, que tiene que ver con la voluntad de dos personas. Desde el punto de vista social, lo que tenemos que trabajar para la población joven pero también para la población adulta, es que nadie tiene derecho a imponer una práctica sexual no deseada a nadie y que para garantizarlo lo que hay que trabajar son los elementos del pacto y la negociación”.
Excusas de los agresores
“El comportamiento de los agresores y las circunstancias que les rodean siguen siendo materia habitual en los juzgados. Me está pareciendo también muy revelador el caso Pellicot en Francia. Las defensas siguen hablando de elementos externos que condicionan el comportamiento masculino, como si un hombre que mantiene una relación abusiva fuera a su vez víctima. Forma parte de lo que hemos escuchado en el caso de Errejón con la drogadicción, el alcohol, el estrés, una mala educación. El patriarcado es la novedad que nos ha aportado. Los medios de comunicación informan cada vez mejor sobre violencia contra las mujeres, porque hay muchas especialistas en los medios de comunicación que lo están haciendo estupendamente bien ya, pero cuando se produce un caso de mucha notoriedad, volvemos a los problemas del sojuzgamiento, la opinión frívola, rápida, el tema de exigirle a las víctimas un comportamiento heroico, disculpar los comportamientos de los agresores. Esto hace mucho daño en la lucha contra la impunidad”.
El foro de denuncias de Cristina Fallarás
“Cristina Fallarás lleva haciendo un trabajo extraordinario de visibilización de abusos a mujeres, no de ahora, sino años. Recuerdo, un poquito después del #MeToo, una campaña de #Cuéntalo que inició en sus hilos de Twitter. Creo que es una de las comunicadoras que pone encima de la mesa la realidad de los abusos contra las mujeres. Ha puesto a disposición esta cuenta de Instagram en la que han confiado un buen número de mujeres. De todas formas, habrá que advertir a las mujeres que sean víctimas de este tipo de delito que la ayuda que tienen que buscar no va a venir solo de redes sociales, sino que vendrá de las decisiones institucionales que se puedan establecer en un momento determinado”.