Música
Exquirla: "Te llaman antisistema, pero son ellos los que acaban con el sistema sanitario"
Él, Niño de Elche, Francisco Contreras en el DNI y Paco para los amigos, es uno de los artistas que está tirando de la música española, con su voz de cantaor fuera del flamenco y sus intereses más allá de cualquier género. Ellos, Toundra —Esteban J. Girón, David Maca, Álex Pérez y Alberto Tocados en sus identidades de paisano— se colgaron el galón de llegar al segundo puesto de las listas de ventas, justo detrás de Pablo Alborán, haciendo rock instrumental. Uno y otros son rara avis del panorama musical y han decidido unir extrañezas en un proyecto común: Exquirla. Es el primer disco que Toundra graba con vocalista, y el primero que Niño de Elche graba con una banda de esta potencia. Para quienes aún viven, el disco que presentan este fin de semana en Madrid, responde en muchos sentidos al adjetivo de "revolucionario".
Es, primero, un disco inusual por su género. Si los Toundra ya no saben si llamarse "rockeros, posrockeros o metaleros o como nos quieran encasillar". Niño de Elche hunde sus raíces vocales en el flamenco, pero su disco Voces del extremo, ha sido etiquetado como "pop electrónico" y "rock alemán". Es capaz de cantar con Martirio y hacer raves por verdiales. Para quienes aún viven está, además, publicado por Century Media/Superball, la multinacional referente del metal por la que Toundra fichó en 2013. Y se presenta, no es un campo de fútbol, no en una sala de conciertos, sino en el teatro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Agotaron las localidades del viernes y van a por las del sábado.
Revolucionario también por su espíritu. Toundra había ido desarrollando un creciente interés por lo político —"Vas mirando alrededor y estás, en mi caso, cada vez más enfadado", dice Girón, al que sus colegas dejan ejercer de líder carismático— y el trabajo de Niño de Elche ha sido siempre explícitamente político, con canciones como "Que os follen" o "El comunista". Los primeros ya habían dado pinceladas de un discurso de lucha, y de su postura en temas que "no tienen que ver con partidos o instituciones", como la ecología, a través de las portadas de sus discos y en entrevistas. Pero sin vocalista, y por lo tanto sin letras, era difícil afilar el colmillo. Cuando se acercaron a Contreras en octubre de 2015, tenían una premisa clara: "Querían que introdujera textos fuertes políticamente hablando, contundentes pero no panfletarios", dice Niño de Elche.
Los encontró en los versos de Enrique Falcón, uno de sus referentes poéticos. Su libro La marcha de 150.000.000, reeditado por el sello Delirio en 2017 y escrito entre 1991 y 2009, estaba subrayado y anotado. Mandó un par de capturas al grupo mucho antes de ponerse a tocar y aquella escritura mística y comprometida se convirtió de inmediato en la base del disco. Sus ocho temas —"Canción de E", "Destruidnos juntos", "Hijos de la rabia", "Interrogatorio", "El grito del padre", "Contigo", "Un hombre" y "Europa Muda"—, además del título, salen de La marcha. Habla Contreras, entusiasmado, mientras sus compañeros asienten: "Falcón es un escritor marxista, cristiano, místico, que ha escrito sobre el movimiento libertario… Y se sale de cualquier ideología establecida. Nos queríamos alejar del típico lenguaje de cansautorcansautor". Se sonríen.
"Suelen decirnos que el nuestro es un mensaje radical", ataca Girón, "Pero esto no es radical, radical es otra cosa. Te llaman antisistema, pero son ellos los que acaban con el sistema sanitario". Toma el relevo Contreras, en una perfecta sincronía: "Hay un poema de Antonio Orihuela que dice 'Ellos tienen todas las bombas, todos los tanques, pero es a nosotros a quienes llaman radicales". Aunque a él lo de radical le gusta, "porque se trata de ir a la raíz de las cuestiones, no a un extremismo fanático". Mientras se interrumpen y completan en la gigantesca sala de billares del Círculo —las mesas parecen esperar a que el grupo de amigos entalque los tacos—, se hace evidente que Niño de Elche se ha hecho un hueco en el grupo, por mucho que ellos le lleven 10 años de trabajo de ventaja.
"Porque nada sé de ti / que no sea el paso de los bueyes por el rostro", dicen en "Destruidnos juntos", y es fácil imaginar a unos poderes sobrenaturales que caminan sobre el cuerpo de los pobres mortales. Son los versos que abren "El saqueo", primera sección de La marcha de Falcón. Los miembros de Toundra bromean con la ignorancia que se presupone a los rockeros, imitándose a sí mismos con voces de macarras. ¿Algo les daba miedo de esta nueva etapa en la que por fin tienen letras para hablar a través de ellas? "Nos daba miedo que no nos contrataran en ayuntamientos del PP. Que son el sustento de nuestras familias", dicen Girón son socarronería. "O de Podemos, porque a este ritmo...", añade un escéptico Contreras.
Raúl Rodríguez se enchufa a la raíz
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El disco tiene, dicen, la "épica" de Toundra y la "intensidad" de Niño de Elche, con las habituales capas de sonido. La voz del segundo se empasta premeditadamente como un instrumento más. "La voz siempre que sale es una línea muy clara y muy jerárquica y eso cada vez me gusta menos", dice el cantaor, "cansado" de ser la voz principal. Ni unos ni otro trabajan con estrofas y estribillos, y suelen buscar composiciones lineales como un viaje. En este disco, incluso buscando componer estribillos, solo han conseguido dar con dos. "Nuestra conquista de la radiofórmula viene por ahí", bromea Girón recostándose sobre el sofá. Seguramente no. Pero es cierto que el éxito comercial de Toundra —por mucho que no vivan de la música— era algo francamente inesperado. ¿Es posible que géneros más exigentes lleguen a un público mayoritario? "Bueno", responde Toundra, "Hemos llegado a más público mayor de aquel para el que estábamos destinados, pero sigue siendo minoritario. Lo que es mayoritario es Manu Tenorio o Izal".
Mientras unos se enzarzan en una discusión sobre si Tenorio es efectivamente o no mayoritario —"¿Pero sigue tocando?"—, otros responden. Minoritarios, vale, ¿pero suficientes? "Para la revolución, no", dice Girón, desafiante, con una sonrisa de oreja a oreja. "Pero no es una cuestión de números", dice Maca. "Son las microrrevoluciones", le releva Contreras, "Si una persona sale de un concierto siendo otra persona, si se va luego a escuchar algo que jamás ha escuchado o leer un poema de no sé quién, ese es el gran cambio, la gran revolución". Esos son "quienes aún viven", los que se saben, dicen, "derrotados" en vez de inmersos "en una batalla que nunca ganarás". ¿No es eso algo oscuro, poco esperanzador? Niño de Elche parece tomar permiso para hablar. "Quienes aún viven' es esa gente que a pesar de todo encuentra pequeñas luces en pequeñas cosas".