Aquí me cierro otra puerta
Anatomía de un bulo
Hace más de un año que soy víctima de un bulo. Circula un tuit mío, en el que se ha recortado la fecha, en el que cuento que, tras varios días encerrados en la época del confinamiento, había sacado a mis hijos a correr por el campo. Ese tuit es del 14 de marzo de 2020, un día antes de que nos confinaran, y digo que llevamos varios días encerrados porque yo, preventivamente, confiné a los niños desde que pararon las clases en Madrid, que, si no recuerdo mal, fue el día 11. Es decir, que nos aislamos voluntariamente y esa mañana del 14 de marzo los niños salieron (entraron en el coche, corrieron por el campo sin tener contacto con nadie y se volvieron cuando el lugar al que fueron se empezó a llenar de gente) poco más de una hora. Fue en previsión de que, como ocurrió, nos confinaran de verdad y cuando pensábamos que cómo iban a sobrevivir esas criaturas a (pensábamos, ilusos, por entonces) dos o tres semanas más encerrados en casa.
Hay muchas maneras de comprobarlo. La primera sería la sensatez: en qué cabeza cabe que, en esos días de terror, una persona con 400 mil seguidores en Twitter fuera a publicar que se ha saltado el confinamiento, un hecho que conllevaría una multa de miles de euros. Raro sería, además, que la policía no se me hubiera llevado detenido de aquélla. Segundo, en mi cuenta de Instagram hay una publicación del día 12 de marzo en la que cuento que es el segundo día de confinamiento familiar. Muchos medios se hicieron eco de esa foto porque son mis hijos y mi sobrina sepultados en juguetes en medio de un caos infantil bastante gracioso. Y tercero, esa mañana del 14 de marzo, yo mismo conté que mis hijos habían salido al campo en A Vivir que son Dos Días de la Cadena Ser. Porque ni siquiera los saqué yo, sino que aprovechamos que tenía que entrar en la radio desde casa para que su madre se fuera con ellos. Yo, como el resto de mi familia, estuve encerrado todo el tiempo excepto cuando tuve que salir a comprar o trabajar desde días antes de que fuera obligatorio, porque estaba absolutamente aterrado. Por mí, por mi familia y por todos los demás. Mi madre, que vive en una residencia, ya estaba confinada desde el día 8 de marzo porque había casos. Murieron uno de cada tres residentes.
Desde hace tiempo borro todos los tuits que escribo cada dos semanas, aproximadamente. Lo hago porque es facilísimo sacarlos de contexto, pero no contaba yo con que alguien hubiera hecho captura de aquel, cortado la fecha en la que se escribió y puesto a circular vete a saber cuándo. Víctima de mi propia precaución. En cualquier caso, nadie en su sano juicio lo creería, pienso yo, aunque me ha sorprendido que hay gente con dos dedos de frente que me ha preguntado por el tema.
No cuento esto por aclarar este tema de manera personal, sino para explicar por qué hacerlo es absolutamente inútil. Da igual este texto: eso seguirá circulando y ninguna de las personas que lo hacen creerá lo contrario porque lo que quieren es hacer daño a alguien que no les gusta. Incluso si se dieran cuenta de su error, no cambiarían de parecer de cara a fuera. Se trata de hacer daño personal con lo que sea, aunque haya niños de por medio. Es lo que hay y así seguirá siendo. Luchar contra ello es absurdo y la indefensión es total. Aprender a lidiar con ello y dejarlo a un lado es parte de este trabajo.
Todos los bulos funcionan. Absolutamente todos. Porque cuando alguien está dispuesto a creer algo o pretende hacer daño, nada los va a parar. Es de alabar la labor de quienes trabajan para desmontarlos, pero mientras todo lo que se pueda hacer sea poner palabras contra palabras, funcionará. Cuando hay una verdad judicial de por medio, ese baremo permite medirlos: cuando haya una sentencia o una aclaración de unos hechos, pues hay algo a lo que agarrarse. Mientras tanto, no. Y si es en algo personal, que no tiene trascendencia policial o judicial pero sí moral, no hay defensa posible.
¿Has leído un bulo hoy? Ya ha funcionado. No hay más. Y si a ti no te da pena de lo que haces conmigo, no esperes mayor empatía contigo por mi parte. Así que si ves un bulo que te duele, rectifica el mío y lo hablamos.