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Las bases no son de la OTAN y en Cataluña no hay bases

Cuando en 1979 se crearon los comités anti OTAN, la opinión pública distinguía claramente entre las bases americanas y la OTAN, el eslogan era: “OTAN no, bases fuera”. Sin embargo, ahora es muy corriente confundir las bases americanas de Rota y Morón con la OTAN, cuando son asuntos muy diferentes.

En Rota y Morón los americanos operan de forma absolutamente autónoma, hacen la guerra por su cuenta, no se mezclan con los españoles, viven unos a espaldas de los otros. Sin embargo, en las bases de la OTAN, como pueden ser Albacete o Torrejón, los militares de las distintas nacionalidades planifican y actúan de forma conjunta, forman un equipo.

Mientras las bases de la OTAN defienden los intereses de sus países miembros, incluida la defensa de la península ibérica, las bases americanas defienden exclusivamente los intereses americanos, no contribuyen en nada a la defensa española sino más bien todo lo contrario. Eso tuvimos ocasión de comprobarlo el pasado 6 de abril cuando dos destructores con base en Rota lanzaron 59 misiles Tomahawk contra la base aérea Siria de Al-Shairat, sin contar con el Gobierno español ni con la OTAN, que se enteraron por los periódicos.

Los 3.000 marines desplegados en Morón también pueden comprometer las relaciones de España con los países de África donde tienen previsto actuar en defensa de los intereses exclusivamente americanos que muchas veces no coinciden con los españoles.

Los servicios de información americanos estaban al corriente del golpe que se preparaba para el 23-F y no avisaron al Gobierno español. La guinda la puso el secretario de Estado norteamericano, el General Haig, cuando declaró que el golpe era “un asunto interno español”. Ellos van a lo suyo, a conservar las bases, les da igual que haya democracia o dictadura.

Otro ejemplo de que los americanos no tratan a España como a un aliado, lo tenemos en las bombas termonucleares que cayeron en Palomares el 17 de enero de 1966. De los 9 kilos de plutonio que se dispersaron sobre los términos municipales de Vera y Cuevas del Almanzora, los americanos se llevaron sólo 270 gramos a Savannah River (Carolina del Sur), el resto del plutonio lo enterraron a 30 centímetros de profundidad en 16,6 hectáreas y a 25 centímetros de profundidad en 87 hectáreas. También depositaron residuos radiactivos en dos fosas de 1.000 m y 3.000 m de capacidad.

Durante casi cuarenta años, los americanos y los gobiernos de la dictadura, y los del CDS, PP y PSOE engañaron a la población diciendo que el terreno estaba limpio. Fraga Iribarne, entonces ministro de Información y Turismo, declaró al periódico Arriba de fecha 13 de febrero de 1966: “Puedo asegurar rotundamente que no hay en la tierra ni en el mar ningún tipo de contaminación”. Mientras tanto, José María Otero Navascués, presidente de la Junta de Energía Nuclear, envió una carta secreta el 13 de julio de 1968 al entonces ministro de Industria Gregorio López Bravo que decía: “No se ha registrado ninguna anormalidad hasta la fecha, pese a que como Vd. sabe, se quedaron en el terreno unos cuantos kilos de óxido de plutonio. Años después, la Junta de Energía Nuclear fue sustituida por el CIEMAT en su misión de ocultar a la opinión pública la existencia de radiactividad al aire libre.

Los habitantes de Palomares, creyendo que sus tierras estaban descontaminadas, desarrollaron durante casi cuarenta años tareas agrícolas en zonas altamente radiactivas, sin saberlo. Sobre la fosa de 1.000 m se cultivaron sandías y otros productos hortícolas.

En 1988 se construyó una balsa enorme sobre terrenos muy contaminados. Los trabajadores estuvieron metidos en una nube de polvo radiactivo durante seis meses, desde enero de 1988 hasta julio. Mientras tanto, el CIEMAT se limitaba a tomar medidas del aumento de la radioactividad pero sin avisar a los trabajadores del riesgo que estaban corriendo. Los sucesivos gobiernos siguieron ocultando la existencia de radiactividad para no perjudicar las relaciones con los norteamericanos, ni el desarrollo agrícola y turístico de la zona.

Cuando surgió la burbuja inmobiliaria se empezaron a explanar los terrenos contaminados, liberando más plutonio. Entonces las autoridades decidieron reconocer públicamente la existencia de radiactividad y acordaron expropiar y vallar las zonas radiactivas para poder limpiarlas y luego urbanizarlas, pues nadie compra un adosado con plutonio en el sótano. Fue la burbuja inmobiliaria la que despertó la “conciencia” de los políticos.

Las expropiaciones comenzaron en 2003 y el vallado en 2007. Pero la cerca no es una solución porque el viento, el agua y la fauna silvestre y doméstica siguen dispersando las partículas radiactivas fuera del vallado. Además, en el centro del pueblo, en concreto en la acera de los números impares de la calle Diseminado la Punta, hay 700 becquereles por gramo de americio 241, cuando el máximo permitido es de 1 becquerel por gramo. Para entendernos: 700 bequereles de americio241 en la acera de una calle emitiendo rayos gamma supone que los transeúntes y habitantes de esa calle sufren una dosis de radiactividad similar a la que recibirían si se hiciesen varios cientos de radiografías al año, dependiendo de los escenarios que se produzcan. Pero no solo eso, los caracoles tienen 900 bequereles/kilo, cuando el máximo permitido por la FAO y la OMS son 10 Bq/Kg. Los cazadores furtivos cazan conejos cuyas madrigueras están impregnadas de plutonio…. La situación actual es insostenible.

El 5 de mayo de 2010 el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) aprobó el Plan de Rehabilitación de Palomares, PRP, que consiste en limpiar 50.000 m de tierra contaminada para reducirlos a 6.000 m y trasladarlos a Estados Unidos. El coste de la operación, incluido el trasporte hasta Estados Unidos, es de 31 millones de euros, según un informe de la Comisión Europea de fecha 22 de abril de 2010. Recientemente, se ha lanzado el bulo de que el coste es de 700 millones para tratar de justificar una vez más la inacción del Gobierno.

Después de que el PRP fuese aprobado por el CSN y la Comisión Europea, los americanos consideraron que 50.000 m era mucha cantidad a limpiar y presionaron al Ministerio de Asuntos Exteriores español con un documento titulado “Evaluation of Alternatives for Remediation of Soil of Contamination at de Palomares Accident Site (DOE/NV-1536)” para que en vez de limpiar 50.000 m3 se limpien sólo 28.000 m3, reduciendo así los gastos de almacenamiento.

El CSN, en reunión celebrada el 22 de julio de 2015, se plegó a las presiones de los americanos y aprobó limpiar sólo 28.000 m. Fue entonces cuando los americanos se avinieron a firmar el acuerdo Kerry-Margallo del 19 de octubre de 2015. Si limpian solo 28.000 m no se solucionará el problema y habrá que dejar zonas con restricciones de uso, como ya lo ha reconocido el propio CSN en el informe remitido al Congreso de los Diputados el 22 de marzo de 2017.

A pesar de rebajar los 50.000 m a sólo 28.000 m, la nueva Administración norteamericana se niega a llevarse el plutonio porque Trump no se hace cargo de los acuerdos firmados por la Administración Obama. Ante esta perspectiva, Ecologistas en Acción ha presentado una demanda en la Audiencia Nacional para que obligue al CSN a limpiar los 50.000 m y almacene temporalmente los residuos radiactivos a la espera de encontrarles un cementerio nuclear definitivo que no tiene por qué estar en Estados Unidos.

Con estos ejemplos creo que queda claro que nuestro aliado del otro lado del Atlántico es poco de fiar y en Cataluña puede jugarnos una mala pasada. De momento, han enviado a un nuevo embajador que habla catalán, lo cual es muy loable, pero podían haber mandado a alguien que hablase gallego, bable, euskera o panocho, pero no, habla precisamente catalán, es el primer embajador americano con este alto nivel de cultura lingüística y lo mandan justamente en estos momentos.

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Estados Unidos ha tenido en Cataluña dos instalaciones importantes: el radar de Rosas y Radio Liberty. El radar de Rosas lo abandonaron en 1964 y actualmente constituye el Escuadrón de Vigilancia Aérea número 4 del Ejército del Aire. La otra instalación americana, Radio Liberty, situada en la playa de Pals, en Gerona, dejó de ser útil para la propaganda antisoviética tras la caída del muro de Berlín. Las antenas fueron definitivamente derribadas en 2006. En la antigua Base Aérea de Reus, los americanos nunca tuvieron intereses pero es que además se cerró en 1998 y ahora es exclusivamente de uso civil.

Por tanto, los americanos no tienen instalaciones militares importantes en Cataluña, el único motivo que podría provocar su interés por una eventual independencia del territorio sería alguna promesa que los separatistas hayan podido hacer a la Administración Trump, como por ejemplo podría ser la construcción de una base aeronaval o algo parecido. Eso explicaría muchas cosas, no sólo que el nuevo embajador tenga la virtud de hablar catalán.

En el muy improbable caso de que los americanos adoptasen en Cataluña una postura similar a la de Kosovo, saben que por muy sumisos que sean los gobiernos españoles, la presencia americana en las bases de Morón y Rota tendría los días contados. No parece que les compense meterse en esa ratonera.

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