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El Consejo de Seguridad Nuclear considera que las bombas sucias no son sucias

José Ignacio Domínguez (FMD)

Después de la intensa propaganda rusa sobre la supuesta intención de Ucrania de utilizar bombas sucias, es de suponer que todos los lectores conocen lo que es una bomba sucia y su enorme diferencia con una bomba nuclear. Por si no fuera así voy a poner como ejemplo lo sucedido en Palomares para aclarar cualquier duda.

En enero de 1966 dos aviones de la USAF chocaron en el cielo de Palomares (Almería). Uno de los aviones, un bombardero B-52, soltó las cuatro bombas termonucleares que portaba. A dos de las cuatro bombas no se les abrió el paracaídas e impactaron contra el suelo liberando toda la carga radiactiva que contenían, cuatro kilos y medio de plutonio cada una. Tras el impacto se formó una nube radiactiva de óxido de plutonio que el viento se encargó de dispersar por varios centenares de hectáreas que quedaron contaminadas de radiactividad. El único daño inmediato causado por las bombas fue el boquete de varios metros de diámetro que provocaron al chocar en caída libre contra el suelo. El daño producido por las bombas no fue visible, consistió en dejar contaminada de radiactividad una gran superficie de terreno, incluida la población de Palomares. Esas dos bombas sucias son las primeras que han explotado en la historia, en este caso por accidente. De los nueve kilos aproximados de plutonio que se diseminaron por la zona en 1966, los norteamericanos se llevaron únicamente 270 gramos, el resto sigue esparcido por el terreno. Ahora el plutonio se está transformando en americio, que es mucho más peligroso.

Ningún ejército del mundo dispone de bombas sucias porque no son armas de efectos inmediatos, son artefactos propios de grupos terroristas que quieran amenazar con obligar a evacuar una ciudad o inutilizar una instalación concreta

Si esas dos bombas en vez de reventar hubiesen explotado y originado una reacción nuclear, el sureste español sería diferente al actual. Creo que con este ejemplo ha quedado clara la diferencia entre una bomba sucia y una bomba nuclear.

Para fabricar una bomba sucia ni siquiera es necesario disponer de explosivo, basta con tener material radiactivo y esparcirlo un día ventoso desde un vehículo en marcha o mediante cualquier otro método. La dificultad para fabricar una bomba sucia radica en disponer de material radiactivo. Si alguien quiere fabricarla, lo puede hacer desplazándose hasta Palomares con un cubo y una pala y recogiendo todo el americio 241 que quiera. Si la extracción la hace donde impactó la bomba 2 se llevará más de 16 millones de becquereles por m2, que es la radiactividad que hay en ese lugar, según un estudio de la NBC alemana. De acuerdo con esas mismas fuentes, en la zona de exclusión de Chernóbil no se alcanza el millón de becquereles por m2. El máximo legal permitido es 1 becquerel/gramo de americio 241.

Si el “fabricante” no quiere utilizar el vulgar método de manejar un cubo y una pala, puede coger unos cuantos bidones con material radiactivo de los que guarda el CESID en dos contenedores para verduras junto a unas balsas de riego. Esas toneladas de residuos radiactivos están al aire libre, sin vigilancia alguna, en terreno agrícola. Si el terrorista no quiere desplazarse hasta esos contenedores incómodamente situados a las afueras del pueblo también puede sacar todos los bidones que quiera de una casa radiactiva ubicada en el centro de Palomares, sin vigilancia ni protección radiológica alguna. El inmueble ni siquiera tiene los preceptivos carteles con el trébol para no alarmar al turismo.

Ningún ejército del mundo dispone de bombas sucias porque no son armas de efectos inmediatos, son artefactos propios de grupos terroristas que quieran amenazar con obligar a evacuar una ciudad o inutilizar una instalación concreta. Los únicos que han utilizado ese método han sido los chechenos que depositaron una bomba sucia, esta vez con explosivo, en el contenedor de un parque de Moscú, pero no llegaron a detonar la bomba. No hay noticias de que los terroristas chechenos obtuviesen el polvo radiactivo de Palomares, posiblemente lo consiguieron en alguna central nuclear.

Como digo, uno de los efectos de la bomba sucia es que hay que evacuar la zona afectada, algo que no se hizo en Palomares para no perjudicar al turismo y de paso poder disponer de una población para experimentar las consecuencias de la radiactividad sobre la salud, según consta en el Proyecto Indalo firmado entre los responsables españoles y norteamericanos de la época. Este comportamiento por parte de la Junta de Energía Nuclear se pudo llevar a cabo porque en 1966 estábamos en una dictadura, pero no se explica que muchos años después, ya en democracia, los herederos de la Junta de Energía Nuclear, el CIEMAT e indirectamente el CSN, hayan permitido que se lleven a cabo tareas agrícolas en zonas con alto grado de contaminación radiactiva, engañando a la población de acuerdo con las directrices marcadas por Fraga Iribarne en 1966.

Ambos organismos reconocen que se ha cultivado en terreno radiactivo y que parte de la población de Palomares se ha contaminado de plutonio o americio, pero también aseguran que no hay riesgo para la salud, lo que equivale a afirmar que los residuos radiactivos son inocuos, no tienen efectos nocivos.

En el telediario de TVE 1 del viernes 4 de noviembre de 2022, el Director de Protección Radiológica del Consejo de Seguridad Nuclear declaró, al igual que hizo Fraga en 1966, que “la población no tiene problemas de salud y que el medio ambiente está limpio”. Esta afirmación junto a la constatación de que hay personas contaminadas equivale a decir que las dos bombas sucias que esparcieron material radiactivo en 1966 fueron y son inocuas y que el plutonio y ahora el americio no provocan cáncer ni afectan al medio ambiente. El CSN confunde Palomares con Lourdes, donde son más frecuentes los milagros.

Estas afirmaciones tendrían alguna credibilidad si fuesen acompañadas de estudios epidemiológicos y estadísticas sobre la incidencia de cánceres en la zona, pero esos datos son secretos como todo lo relacionado con Palomares, incluido el Plan de Rehabilitación. Coincidiendo con el cincuenta aniversario de la caída de las bombas, el doctor D. Francisco Laynez Bretones solicitó autorización para hacer un estudio epidemiológico, pero se lo prohibieron. El motivo de la prohibición fue porque ya había muchos estudios; efectivamente los debe de haber pero son secretos. El oscurantismo que rodea Palomares demuestra una vez más que todavía seguimos arrastrando muchas secuelas de la dictadura.

Ecologistas en Acción-Almería ha presentado un recurso de casación ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo pidiendo que se obligue al CSN a señalar un plazo para iniciar la limpieza de Palomares. El 8 de noviembre de 2022 se reunió la Sala para votar y fallar la sentencia que saldrá en las próximas semanas.

Después de la intensa propaganda rusa sobre la supuesta intención de Ucrania de utilizar bombas sucias, es de suponer que todos los lectores conocen lo que es una bomba sucia y su enorme diferencia con una bomba nuclear. Por si no fuera así voy a poner como ejemplo lo sucedido en Palomares para aclarar cualquier duda.

En enero de 1966 dos aviones de la USAF chocaron en el cielo de Palomares (Almería). Uno de los aviones, un bombardero B-52, soltó las cuatro bombas termonucleares que portaba. A dos de las cuatro bombas no se les abrió el paracaídas e impactaron contra el suelo liberando toda la carga radiactiva que contenían, cuatro kilos y medio de plutonio cada una. Tras el impacto se formó una nube radiactiva de óxido de plutonio que el viento se encargó de dispersar por varios centenares de hectáreas que quedaron contaminadas de radiactividad. El único daño inmediato causado por las bombas fue el boquete de varios metros de diámetro que provocaron al chocar en caída libre contra el suelo. El daño producido por las bombas no fue visible, consistió en dejar contaminada de radiactividad una gran superficie de terreno, incluida la población de Palomares. Esas dos bombas sucias son las primeras que han explotado en la historia, en este caso por accidente. De los nueve kilos aproximados de plutonio que se diseminaron por la zona en 1966, los norteamericanos se llevaron únicamente 270 gramos, el resto sigue esparcido por el terreno. Ahora el plutonio se está transformando en americio, que es mucho más peligroso.

Publicado el
14 de noviembre de 2022 - 20:18 h
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